viernes, 22 de diciembre de 2017

SOBRE LA HIPERINFLACION


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 20 de Diciembre de 2017)


El objeto de este artículo no es discutir sobre si estamos o no en estado de hiperinflación, sino aportar algunas reflexiones sobre las consecuencias de esta eventual situación.
La hiperinflación es en alguna medida buena para el gobierno porque puede imprimir y gastar billetes y monedas independientemente de los ingresos que haya captado previamente por la vía de la tributación. Este es un fenómeno que figura como causa de la hiperinflación, pero también como consecuencia de la misma, en una espiral perversa. Pero metido en ese lio el gobierno puede gastar día a día sin preocuparse de cuanto entró en los meses anteriores en las arcas fiscales. Su única preocupación es cuantos billetes logran las maquinas impresoras imprimir cada día.
La hiperinflación es mala para el grueso de los agentes económicos que tienen que tomar decisiones sobre ahorro, pues nadie haría la locura de ahorrar en la moneda nacional, que está precisamente perdiendo valor día a día como consecuencia de la hiperinflación. Por lo tanto, la hiper -llamémosla así - desalienta o desincentiva el ahorro en moneda nacional. Dicho en una jerga más propia de los economistas, los billetes y monedas pierden su cualidad de ser buenos depósitos de valor. Y si una economía no ahorra, no crece.
La hiper es mala también para todos aquellos que viven de un salario que no se incrementa con la misma velocidad con que crecen los precios.  Aun cuando los salarios se reajusten nominalmente semana a semana, el incremento diario de los precios reduciría el monto real de ese salario monetario. Dicho nuevamente en jerga económica, el valor nominal de los salarios perdería relación con su valor real.
La hiper es mala para todos los que tienen que tomar decisiones económicas sobre inversión y sobre usos alternativos del dinero en el seno de esa economía, pues al calor de esa situación desaparece la unidad de medida que les servía para medir, calcular y comparar valores presentes o futuros y tomar decisiones sobre el nivel de los rendimientos esperados. El dinero pierde en forma casi absoluta su rol como unidad de medida. Y sin una unidad de medida que conserve su calidad de tal a través del tiempo, las decisiones económicas no se pueden tomar en base a lo que se denomina el cálculo económico. Se siguen tomando decisiones económicas, pero en base a la filosofía de Eudomar Santos: “como se vaya dando vamos viendo”. En otras palabras, las decisiones económicas pierden totalmente la lógica que les permitía acercarse a la eficiencia y medir si la habían alcanzado o no.
La hiper es mala para las cuentas externas del país, pues, por un lado, las personas naturales y jurídicas se refugian en el dólar para salvaguardar el valor de sus activos, con lo cual le caen encima a cuanto dólar ande circulando en el país, generando una demanda de dólares que no tiene mucho que ver con la demanda por importaciones.  Pero, por otro lado, el gran tenedor de dólares del país se beneficia de un dólar que tiende naturalmente hacia la sobrevaluación, con lo cual el obtiene nuevamente ganancias económicas y poder político.

jueves, 14 de diciembre de 2017

INFLACIÓN Y LIQUIDEZ MONETARIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición  digital de TAL CUAL el día 13 de diciembre de 2017)

La liquidez monetaria existente en una economía es un concepto y un indicador económico bastante preciso. Se conforma por la vía de la suma de cuatro otras categorías económicas fácilmente medibles o cuantificables. Esas cuatro categorías son la cantidad de billetes y monedas en manos del público, los saldos de los depósitos del público en sus cuentas corrientes en el sistema bancario, los saldos del público en depósitos de ahorro transferibles, es decir, los que son movilizables por la vía de tarjetas de débito y, finalmente, el cuasi dinero, que está constituido básicamente por los depósitos de ahorro no transferibles y cuentas a plazo. En términos más sencillos se puede decir que la liquidez monetaria está conformada por los  billetes y monedas en poder del público y los depósitos totales de éste en el sistema bancario.
La cantidad de liquidez monetaria es un concepto y un indicador económico importante por cuanto se le supone íntimamente relacionado con otras variables económicas relevantes, tales como la capacidad de compra que el público lleva adelante en los mercados, con la demanda efectiva que allí tiene lugar, con el nivel de consumo y, sobre todo, con la inflación que se presenta en esa economía. No hay una relación de uno a uno entre la liquidez monetaria y estas otras variables económicas mencionadas, pero toda la teoría y la practica económica muestran que hay una relación directa entre ellas, al menos en condiciones relativamente normales de funcionamiento de la economía nacional. Si aumenta la cantidad de liquidez monetaria, en magnitudes significativas, es casi una verdad astronómica que tiene que aumentar el consumo, medido en términos nominales, si como el nivel de inflación.
Veamos cómo se presentan estas variables en la economía venezolana actual. El 6 de enero de este año la liquidez monetaria presentaba un nivel de 10.498.773,9 millones de bolívares fuertes. El 10 de noviembre esa cifra había subido a 64.719.019,2 millones de bolívares fuertes, según las estadísticas publicadas por el Banco Central de Venezuela. La segunda cifra es 6.16 veces más grande que la primera, lo cual indica que el crecimiento ha sido del 516 % aproximadamente.
El 6 de enero la cantidad de billetes y monedas en poder del público -que como hemos dicho es una parte de la liquidez monetaria - sumaba 483.068,3 millones de bolívares fuertes. Once meses después, el 10 de noviembre reciente, esa cantidad había aumentado a 3.661.545,925 millones de bolívares fuertes. Es decir, la segunda cantidad es 7.57 veces más grande que la primera, lo cual refleja un crecimiento de 657%.
De estos datos podemos sacar algunas conclusiones tentativas. Primero, es obvio que si la liquidez monetaria ha crecido en más de 500%, la inflación es casi imposible que esté por bajo esa magnitud. Repetimos que la relación no es necesariamente de 1 a 1, pero hay una relación directa entre ambas variables. Aun cuando el gobierno y/o el Banco Central no publiquen cifras sobre inflación, es obvio que esta tiene que estar por arriba del 500% en los 10 primeros meses do año.
En segundo lugar, si la cantidad de billetes y monedas en manos del público ha crecido más rápidamente que la liquidez monetaria, es obvio que el público prefiere hoy en día, o tiene necesidad imperiosa, de manejar un porcentaje mayor de su liquidez monetaria, bajo la forma de efectivo, pues la rapidez en el crecimiento de los precios le impone esa necesidad. Esto último no significa que el gobierno haya tenido que emitir un 600 % más de efectivo, sino que puede significar que el público sacrifica sus depósitos en cuenta corriente o en cuentas de ahorro para tener más billetes y monedas en sus manos, disminuyendo así el efectivo en poder de la banca y con ello la capacidad crediticia de esta última.

jueves, 7 de diciembre de 2017

CHINA, BRASIL, CHILE Y PERÚ


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 5 de Diciembre de 2017)


China ha pasado a ser el principal país de destino de las exportaciones tanto de Brasil, como de Chile y de Perú.
En el año 2016 las exportaciones totales de Brasil alcanzaron a los 185 mil millones de dólares, de los cuales 35 mil millones de dólares, aproximadamente, se canalizaron hacia China, es decir, el 18 % de toda la cartera de exportaciones.
En el caso chileno, las exportaciones totales sumaron 59 mil millones de dólares, de las cuales 17 mil millones fueron ventas a China, es decir, aproximadamente el 28 %.
Perú exportó en el año 2016 mercancías por un monto de 37 mil millones de dólares, y, de ese total 8.5 mil millones fueron ventas a China, es decir, el 24%.
En los tres casos nacionales mencionados las exportaciones a China están altamente concentradas en pocos productos, los cuales a su vez tienen un alto componente primario y/o de escaso valor agregado.
En el caso de Brasil esas exportaciones están constituidas básicamente por habas de soya que suman en el año 2016 un total de 14,4 mil millones de dólares. No se exporta aceite de soya, harina de soya, ni tortas de soya, que son sus presentaciones más inmediatas aguas abajo. Después le siguen los minerales metalíferos, por 7.7 mil millones de dólares, el petróleo y sus derivados por 3,9 mil millones de dólares, la pasta de madera por 2,2 mil millones de dólares y la carne y despojos comestibles por 1.7 mil millones de dólares.  El carácter primario de dichas exportaciones es manifiesto.
Chile, a su vez, exportó a China, en el año 2016, cobre y sus manufacturas por un valor de 7 mil millones de dólares y minerales metalíferos por 6.3 mil millones de dólares. Esos dos productos representan casi el 78 % del total de lo exportado. Le siguen en orden de importancia la pasta de madera, por 1.2 mil millones de dólares y frutas diversas por 1.1 mil millones de dólares.
De los 8.5 mil millones de dólares que Perú exportó a China, 6.6 mil millones de dólares están constituidos por minerales metalíferos, es decir, el 76% de las exportaciones a China están basadas en un solo tipo de producto.
El carácter primario exportador de las economías latinoamericanas no ha cambiado mucho a lo largo de los últimos 100 años, aun cuando hayan cambiado los montos vendidos, los países de destino e incluso, en algunos casos, el producto estrella de dichas exportaciones. Poder insertarnos en los circuitos comerciales internacionales por la vía de la venta de manufacturas o de productos con base primaria, pero con mayor grado de valor agregado, sigue siendo una meta incumplida. El conseguirla pasa por caminar simultáneamente por dos vías: las negociaciones comerciales internacionales para abrir mercados a productos nuevos de la cartera posible de exportaciones latinoamericanas y, la más importante, por aumentar la competitividad, la calidad y el contenido tecnológico de los bienes que producimos. Sin esto último, no hay negociación que valga.

sábado, 2 de diciembre de 2017

LA TASA RIESGO PAIS

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 28 de noviembre 2017)


 La tasa riesgo país es un indicador emitido generalmente por la EMBI – Emerging Markets Bonds Index -  y que pretende medir la posibilidad o probabilidad de que un país incumpla con los compromisos emanados de su emisión de bonos de deuda soberana.
No se trata un dato emitido alegre e irresponsablemente por una institución financiera internacional dominada por las oscuras y tenebrosas fuerzas el imperio, y que pretenda perjudicar la situación y el prestigio de un determinado país. Mas bien, en principio, es todo lo contrario. La institución que emite finalmente la cifra sobre la tasa riesgo país trata de recoger las condiciones que imperan en el mercado de los bonos de deuda soberana y en función de eso saca sus conclusiones. En la práctica se trata de algo así como un círculo vicioso: el indicador sobre tasa riesgo país se convierte en un antecedente que debe ser tomado en cuenta por los agentes financieros en sus operaciones con bonos soberanos, y ese comportamiento es recogido, a su vez, para conformar el índice de riesgo país del periodo inmediatamente siguiente.       
Pero cualquiera que sea la forma en que ese índice se genera y se utiliza, lo cierto es que la banca de inversión a nivel internacional realiza prestamos, o compra de bonos soberanos, tomando en cuenta ese indicador. En otras palabras, cobra una tasa de interés igual o superior a la tasa riesgo país, para cubrirse de la posibilidad de impago.
Al día 14 de noviembre la tasa riesgo país publicada por EMBI con relación a Venezuela fue de 43 %. Se trata de una tasa absolutamente prohibitiva. Nadie en el mundo puede tomar deuda a esa tasa de interés, pues los intereses y amortizaciones de un crédito de esa naturaleza se convierten rápidamente en una bola de nieve imposible de detener.
Pero esa tasa de riesgo país extraordinariamente alta – quizás la más alta del mundo en los momentos actuales – no es consecuencia exclusiva, al parecer, ni de la decisión del gobierno venezolano de renegociar su deuda soberana, ni tampoco de la decisión tomada por el gobierno norteamericano en términos de aplicar prohibiciones en relación a ciertas operaciones financieras con el gobierno venezolano, aun cuando esas decisiones indudablemente contribuyen al alza.  Ya hace tres meses atrás esa tasa riesgo país estaba en 30 % y hace un año atrás estaba en 23 %, lo cual son tasas menores que las actuales pero igualmente prohibitivas. Por ello es que Venezuela no pudo seguir endeudándose por la vía de emitir bonos soberanos en el último año, a pesar de que las reservas internacionales y la capacidad para importar ya iban cuesta abajo. Aun cuando el gobierno no publique cifras sobre la situación económica del país, los agentes financieros conocen lo básico de la situación nacional, y lo que no lo saben, lo deducen, lo cual termina siendo todavía peor para los intereses del país.

 

EL COMERCIO CON ESTADOS UNIDOS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 28 de noviembre de 2017)

La cantidad de importaciones y exportaciones realizadas entre Estados Unidos y Venezuela no está tan mal. Si uno se basara en la cantidad de improperios y acusaciones que uno y otro gobierno se lanzan periódicamente casi debería llegar a la conclusión de que ambos países suman, a las malas relaciones políticas y diplomáticas, una pésima relación económica. Pero en realidad las cosas no son así.
Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial de Venezuela desde el punto de vista tanto del destino de sus exportaciones como desde el punto de vista del origen de sus importaciones. En los nueve meses transcurridos del año 2017 las exportaciones a Estados Unidos han aumentado con relación al mismo período del año anterior, pasando de 8.172 millones de dólares a 10.076 millones de dólares. Por el lado de las importaciones se ha pasado de 4.003 millones de dólares a 3.177 millones de dólares. La balanza comercial es, por lo tanto, claramente favorable a Venezuela.
De acuerdo a los datos del 2017, del total de lo exportado hacia Estados Unidos, en los nueve primeros meses, el  94.7 % es petróleo o sus derivados, seguido del aluminio y sus manufacturas y del metanol que es un producto de la industria petroquímica. Por el lado de las importaciones venezolanas hay más diversidad, aun cuando el 44 %  están también constituidas por petróleo y sus derivados.
Las decisiones de Estadios Unidos en términos de prohibir ciertas operaciones comerciales y financieras con Venezuela no parecen, por lo tanto, haber tenido resultados inmediatos y catastróficos. Han tenido, seguramente, algún impacto en términos de limitar créditos, imponer períodos más cortos en los mismos y/o imponer el uso de efectivo en las operaciones correspondientes, con lo cual se ha afectado el flujo de caja de los agentes económicos ligados a ese comercio.
Pero más allá de los aspectos cuantitativos ligados al comercio venezolano norteamericano es propicia la ocasión para visualizar los aspectos cualitativos que caracterizan las exportaciones venezolanas hacia su principal socio comercial. Ya dijimos que el petróleo y sus derivados - capítulo 27 del arancel, - dan cuenta del 94.7 % de dichas exportaciones. A eso hay que agregar un 1.7 % de aluminio y sus manifacturas y un 1.3 % de metanol.  Con esos productos se llega casi al 98 % de las exportaciones venezolanas a Estados Unidos. Como es fácil visualizar se trata fundamentalmente de commodities con escaso grado de valor agregado.
Esa situación cualitativa debería ser objeto de preocupación estratégica por parte de no solo de nuestros gobernantes, sino de todos los agentes empresariales y políticos, para generar una política de estado en materia de exportaciones no petroleras. Superar el rentismo petrolero no puede ser una frase vacía, apta para rellenar discursos, sino que tiene que tener una traducción concreta en los procesos de industrialización y de exportación que se promuevan.  


miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL COMERCIO CON EL IMPERIO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día miércoles 15 de noviembre de 2017)


A pesar de todas las malas relaciones políticas y diplomáticas entre Estados Unidos y Venezuela – que incluso parecen haber empeorado a lo largo del presente año – las relaciones comerciales no parecen estar particularmente malas.
En el transcurso de los nueves primeros meses del presente año las exportaciones venezolanas  hacia el país del norte han aumentado en un 23 % con relación a las ventas registradas durante el mismo período del año anterior. Han pasado de 8.172  millones de dólares, en el 2016 a 10.076 millones de dólares en el 2017, en el período de cada año ya mencionado.
De las cantidades mencionadas, en el año 2016, el 95,5 % de las exportaciones venezolanas estuvo compuesto por petróleo o sus derivados. En los primeros nueve meses del año 2017, el 94,7 % de las exportaciones hacia Estados Unidos está constituido por petróleo. Solo el 5 % de las exportaciones, aproximadamente, en cada año, son exportaciones no petroleras.
Se puede decir, por lo tanto, con bastante base,  que el comercio venezolano norteamericano es fundamentalmente un comercio constituido, definido y condicionado por lo que sucede con el petróleo.
Hay que tener en consideración en todo caso, que las mayores ventas de petróleo a Estados Unidos no obedecen necesariamente a aumentos de las cantidades vendidas, sino a mayores precios unitarios del petróleo en el mercado mundial. Es dable suponer que la cantidad o el volumen exportado haya disminuido, pero esa disminución ha sido más que compensada con el mayor precio.
El segundo producto de las exportaciones venezolanas hacia Estados Unidos es el aluminio y el tercero es el metanol, que es un pariente no muy lejano de la explotación  petrolífera, producido por la industria petroquímica.
En materia de importaciones, Venezuela importó desde Estados Unidos, en los primeros nueve meses del 2016, bienes por  un valor de 4.003 millones de dólares. En el año presente, en el mismo período de tiempo, las importaciones han disminuido a 3.177 millones de dólares.
Tenemos, por lo tanto, la curiosa situación de que este año exportamos más, pero importamos menos, hacia y desde estados Unidos. La balanza comercial es claramente favorable a Venezuela.
Un último antecedente de interés. De todo lo que Estados Unidos nos vende, un alto porcentaje está constituido por derivados del petróleo y sus derivados: mil 131 millones de dólares en los primeros nueve meses del 2016 y 1.400 millones de dólares en el mismo período del 2017. Un 28 % y un 44 % respectivamente.




viernes, 10 de noviembre de 2017

NEGOCIAR CON EL FMI

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 2 de noviembre de 2017)


Las noticias internacionales han traído la información de que el FMI se prepara, con discreción, para atender a una eventual solicitud de crédito que le plantee Venezuela, por un monto que alcanzaría los 30 mil millones de dólares.
El FMI está para eso: para prestar fondos a países que presentan situaciones críticas en materia de balanza de pagos, o dicho en otras palabras, para apoyar a los países miembros que no pueden llevar adelante sus pagos por concepto de importaciones, deudas y otros compromisos externos, con la cantidad normal de ingresos de que dispone el país. A diferencia del Banco Mundial, o de la CAF, o del BID, que prestan fondos para financiar proyectos específicos de inversión, el FMI se concentra en este otro tipo de problemas que suelen enfrentar los países.
El FMI no es una institución de caridad internacional, pero sus tasas de interés son sustantivamente más bajas que las que imperan en el sistema financiero internacional, sobre todo para un país como el nuestro que tiene una alta tasa de riesgo país. Conseguir fondos con el FMI sería, por lo tanto, para Venezuela, más barato y más viable. Además, llegar a un acuerdo de crédito con el FMI se convierte en una buena carta de presentación - aun cuando no en una garantía formal - ante los acreedores internacionales, para que estos renegocien o refinancien la abultada deuda externa que Venezuela mantiene con ellos.  
Pero el FMI coloca condiciones para prestar sus fondos. Se trata, por lo menos teóricamente, de condiciones que aseguran al propio FMI y a las instituciones financieras internacionales, de que el país deudor pondrá orden en sus finanzas y en su economía y estará en un plazo prudencial en condiciones de pagar sus deudas. Es decir, nadie presta para que la fiesta y el despilfarro continúen.
Entre las condiciones más o menos convencionales que suele colocar el FMI se encuentra el que el país incremente sus niveles de ahorro interno. En otras palabras, esto significa que reduzca sus niveles de consumo y de inversión, lo cual pasa por liberar precios y eliminar subsidios. Liberar precios no sería problema para Venezuela, pues en la práctica los precios ya han sido liberados y el consumo ha bajado drásticamente. Pero en materia de subsidios la cosa es más complicada, pues la famosa bolsa Clap, en la cual descansa gruesa parte de la fortaleza política del régimen, es difícil de eliminar.
Entre las otras medidas que son tradicionales en la condicionalidad del FMI se encuentra el limitar el déficit fiscal, el poner orden en la emisión monetaria y el unificar y devaluar el tipo de cambio de la moneda nacional. Todas esas medidas son difíciles de aceptar para un gobierno como el actual, pero en el desespero, en la ignorancia, en la carencia de alternativas y en el deseo de conservar el poder a cualquier precio, cualquier cosa puede suceder.  

jueves, 26 de octubre de 2017

GOBERNAR A LOS HAMBRIENTOS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 26 de octubre de 2017)


La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, dio a conocer recientemente su estudio titulado Panorama de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en América Latina y el Caribe.  En ese documento se expresa que en la América del Sur la cantidad de personas subalimentadas pasó de 20 millones de habitantes, en el trienio 2013 - 2015, a 21,5 millones de personas subalimentadas el trienio 2014- 2016. Es decir, en el trienio que termina en el 2016, se terminó con 1.5 millones más de habitantes que sufren el flagelo del hambre, con relación al trienio que terminó en el 2015.
En lo que respecta a Venezuela, los datos de la FAO son extraordinariamente dramáticos. En el trienio 2013 -2015 habían en este país 2,8 millones de personas en condiciones de subalimentación. En el trienio 2014 - 2016 esa cantidad aumentó a 4.1 millones de personas. Es decir, se generó un aumento de 1.3 millones de subalimentados en el transcurso de un año.
En toda la América del Sur los subalimentados aumentaron en 1.5 millones. Pero de esa cantidad 1.3 millones de personas son nuevos venezolanos subalimentados. Si no hubiera sido por la dramática situación de Venezuela, los subalimentados en la América de Sur hubieran aumentado solo en 0,2 millones de personas, lo cual sería una cantidad cercana a la mantención de los niveles de alimentación. Lo que voltea la balanza hacia abajo, es indudablemente el caso venezolano.
Según las cifras publicadas por la FAO la proporción de subalimentados en Venezuela  alcanza, en el trienio 2014 -2916, a un 13 % de la población.
Hay que recordar que, de acuerdo a la definición con que trabaja la FAO, subalimentado  es aquel “que no cumple con los requerimientos energéticos diarios mínimos para llevar una vida saludable y activa”. Es una definición bastante cercana – aun cuando no exactamente igual -  a la definición de pobreza extrema con que trabajan otros organismos internacionales.
¿Como es posible que la petrolera, alegre y orgullosa Venezuela haya devenido en uno de los países con más hambre o subalimentación en toda nuestra América del Sur? ¿Cómo es posible que esta hambruna tenga lugar precisamente cuando el siglo XXI presentó los precios internacionales del petróleo más altos de toda la historia de Venezuela? ¿Cómo es posible que toda esa riqueza pueda esfumarse y solo quedar el hambre generalizada?
La subalimentación tiene consecuencias directas sobre sobre la capacidad retentiva de los niños en edad escolar, o sobre la capacidad productiva de los adultos en edad laboral, o sobre la mortalidad materno infantil, por citar solo algunos efectos. Se puede decir, por lo tanto, que la política económica del régimen es altamente hambreadora,  empobrecedora y mortífera.

viernes, 20 de octubre de 2017

DE MAL EN PEOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 19 de octubre de 2017)


El FMI no es una institución que se haya cubierto de gloria durante sus años de existencia, pero nadie pone en duda de que hay allí una buena cantidad de datos, estadísticas e informaciones sobre la economía mundial. Sus proyecciones y mediciones sobre los niveles que alcanzará el PIB de cada país son, por lo tanto, necesariamente tomadas en cuenta por los agentes económicos que se desempeñan a nivel de los gobiernos y/o de las grandes corporaciones financieras internacionales.
En los primeros días de octubre el FMI publicó sus proyecciones sobre cuanto serán los niveles con que cerrarán este año las economías de los principales países del mundo, así como los niveles que alcanzará el PIB de los mismos en el próximo año.
En dichas proyecciones se visualiza que Venezuela cerrará el año 2017 con una caída del PIB del 12.0 %, con relación al nivel que había alcanzado en el año anterior. Pero resulta que el año anterior, es decir, el 2016, el PIB había caído en un 12.6% con relación al 2015.  Y en el año 2015, el PIB había caído en un 7 % con relación al 2014. Y lo peor, es que para el próximo año, 2018, el pronóstico es que la economía venezolana siga decreciendo.
Si resulta cierto el pronóstico del FMI de que en el año 2018 Venezuela decrecerá en un 6 % con relación al 2017, entonces a fines del año 2018 estaremos aproximadamente un 40 % peor que lo que estábamos en el año 2014.
Es decir, cada año caemos más y más con relación al año anterior, Cada año estamos peor. El común de los empresarios no cierran las puertas de sus empresas y se dedican a esperar pacientemente que la cosas cambien para volverlas a abrir. Lo más corriente – sobre todo cuando la crisis se prologa durante varios años- es que el capital financiero, el capital humano y el capital físico se destruyan o se vayan del país, lo cual implica que la crisis actual destruye en forma brutal el patrimonio productivo de Venezuela.
Esta situación es única en América y en el mundo. En toda la América, de polo a polo, Venezuela es el único país que presenta un cuadro de esta naturaleza. Los países petroleros, tales como Ecuador, Colombia y México, crecerán durante el presente año. También lo harán los países del Mercosur y los países de la Alianza del Pacífico. Y los países de Centroamérica y los del Caribe. Ni siquiera los países azotados por los huracanes presentan un cuadro tan dramático como el que presenta Venezuela.
Se suele decir que si uno hace lo mismo varias veces, siempre obtendrá el mismo resultado. Si los resultados son malos, la única forma de que cambien es hacer las cosas en forma diferente. Si nos referimos a los malos resultados económicos del país la única posibilidad de que estos cambien es que cambie la política económica que los origina.   De Perogrullo.


jueves, 19 de octubre de 2017

PRESUPUESTO DE DIVISAS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de octubre de 2017)


El Presidente de la República, Nicolás Maduro, informó recientemente que se había tomado la decisión de elaborar un presupuesto de divisas, para que el país supiera - y los organismos legislativos pudieran decidir con fundamento -cuanto eran las divisas que el gobierno recibe anualmente por concepto de exportaciones, inversiones extranjeras y prestamos – por mencionar solo las principales fuentes de ingresos - y, al mismo tiempo, cuáles son los egresos o gastos que se tienen planificados. Sería muy bueno que efectivamente se avanzara en la construcción y presentación al país de un instrumento financiero y de planificación de esa naturaleza, siempre y cuando, desde luego, no se confundieran los ingresos y gastos del gobierno con los ingresos y gastos de todos los agentes económicos que hacen vida en el país.
Si un presupuesto de esa naturaleza existiera se podría saber con certeza, por ejemplo, cuanto se debe pagar por concepto de amortizaciones e intereses de la deuda externa, en lo que queda de año, y quienes son realmente los acreedores de la nación.
Se podría saber, también, que importaciones de bienes y servicios contarán con divisas oficiales para comprar insumos y materias primas, y que sectores tendrán que reducir sus niveles de producción y/o tendrán que arreglárselas como puedan.  Si se contara con una asignación previa de esa naturaleza los empresarios sabrían con la debida antelación con qué cantidad de divisas por la vía estatal cuenta cada sector o sub sector a lo largo de los próximos meses. Hoy en día el gobierno decide en forma bastante poco transparente como asigna las divisas. Mientras esa asignación centralizada -que no es buena - persista, es mejor que lo permitido y lo posible se sepan con la debida antelación.  
Sería muy bueno contar con información transparente sobre cuáles son los niveles de exportación petrolera y hacia que países se canalizan esas ventas. También sería bueno sincerar cual es el monto de las exportaciones no petroleras.
¿Cuánto ha ingresado al país -y cuanto se espera que ingrese en el futuro cercano- por concepto de inversión extranjera directa? ¿O por concepto de turismo? ¿O por concepto de nuevos créditos, si logran conseguirlos?  Toda esa información podría ser relevante para restarle secretismo a las discusiones sobre política económica y para tomar decisiones – e incluso para llegar a ciertos consensos nacionales - sobre una base más certera y transparente.
Si se contara con un instrumento de esa naturaleza, y se hiciera el control posterior de los gastos y los ingresos, se podría saber no solo lo que se pensaba hacer al principio del año, sino también que fue lo que efectivamente sucedió. Sería un avance importante con respecto a la situación actual.














domingo, 15 de octubre de 2017

COMPARACIONES ODIOSAS: ECUADOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día jueves 12 de octubre de 2017)

En toda la América continental, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, hay solo tres países que pueden denominarse con toda propiedad como países petroleros, en la medida en que el petróleo es el principal producto de exportación de los mismos. Esos países son Ecuador, Colombia y Venezuela. Hay otros países – como México, Canadá, Argentina- que también producen y exportan petróleo y sus derivados, pero esas exportaciones no son el primero y principal rubro de exportación de esos países, por lo menos de acuerdo con las estadísticas de comercio exterior del año 2016.
Ecuador llevó adelante, en el año 2016 exportaciones totales por un monto de 16.797 millones de dólares. De esa cantidad, el petróleo representó 5.053 millones de dólares. Es decir, el 30 % de la oferta exportable ecuatoriana está representada por petróleo. No tiene, por lo tanto, Ecuador, el grado de dependencia con respecto a un solo producto como lo tiene Venezuela.
Además, hace 10 años atrás – si vemos esta situación con una perspectiva de mediano plazo - las exportaciones totales de Ecuador ascendieron a 12.727 millones de dólares. La cantidad ya mencionada de exportaciones del año 2016 muestra que las exportaciones de dicho país han aumentado a lo largo de una década, a pesar de la caída en los precios internacionales del petróleo. Venezuela, en cambio pasó de 61.385 millones de dólares por concepto de exportaciones totales en el 2006, a 29.281 millones de dólares en el 2016.
En el año 2006 Ecuador llevo adelante exportaciones petroleras por un monto de 6.934 millones de dólares. Es decir, en el transcurso de una década el valor de las exportaciones petroleras disminuyó en un 27%, lo cual es un porcentaje bastante diferente de la baja presentada por las exportaciones petroleras venezolanas que en el mismo período pasaron de 57.819 millones de dólares a   24.159 millones de dólares, es decir, se ha reducido en más de un 50 %.  En un caso se trata de caída de los precios internacionales - que es una situación que no está en manos de un país pequeño poder evitar - pero en el otro caso se trata de caída de los precios internacionales, unida a caída de la producción, por perdida de eficiencia productiva y falta de inversiones y de prospección.
Paralelamente, Ecuador incrementó sus exportaciones no petroleras desde los 5.793 millones de dólares del año 2006, a 11.743 millones de dólares en el año 2016. Más del doble han crecido las exportaciones no petroleras, caminando en una senda que podríamos decir que ha sido una autentica siembra del petróleo.  ¿En cuánto han aumentado en el mismo período las exportaciones no petroleras de Venezuela?

COMPARAR CON EL VECINO: COLOMBIA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 11 de octubre de 2017)


Colombia y Venezuela no solo son países vecinos y países que tienen a Bolívar como miembro relevante de sus héroes libertadores, sino que también tienen en común el hecho de ser países petroleros. En la América continental son pocos los países que pueden hacer uso legítimamente de ese calificativo: solo Ecuador, Colombia y Venezuela, si por país petrolero entendemos una situación en la cual el petróleo y sus derivados más directos constituyen el primer rubro de sus exportaciones. Así solo sucede en los tres países mencionados. México y Canadá también son exportadores de petróleo, pero éste no es el primer rubro en su respectiva su cartera de exportaciones.
Colombia exportó en el año 2006 – hace diez años atrás - un monto total de 24.390 millones de dólares. De ese monto, 4.535 millones eran petróleo. Es decir, los hidrocarburos representaban el 18.6 % del total de las exportaciones colombianas. Diez años después las exportaciones totales han aumentado a 30.984 millones de dólares, y las exportaciones petroleras se han incrementado hasta sumar 8.000 millones de dólares, lo cual representa el 25.8 % del total de lo exportado.  
Ya en estas cifras se percibe una diferencia sustantiva con nuestro país. Venezuela pasó de 61.385 millones de dólares como exportaciones totales en el año 2006, a 29.281 millones de dólares en el año 2016, cifra esta última que esta inflada por las exportaciones de oro monetario del BCV, que fueron aproximadamente 3 mil millones de dólares.  No es cierto, por lo tanto, que todos los países que tienen la categoría de países petroleros se han visto disminuidos en sus exportaciones en el transcurso de la última década.  
Y de ese total exportado, las exportaciones petroleras venezolanas - que fueron de 56.819 millones de dólares en el año 2006 - pasaron a 24.159 millones de dólares en el 2016. Tuvieron una baja superior al 50 %. Mientras las exportaciones totales de uno aumentan, las del otro bajan. Mientas las ventas petroleras de uno aumentan las del otro bajan.  
De las cifras anteriores se desprende que las exportaciones no petroleras de Colombia fueron 19.855 millones de dólares en el 2006 y que diez años después ellas llegaban casi a los 23 mil millones de dólares. En el caso venezolano, en cambio, las exportaciones no petroleras y no auríferas fueron de 4.566 millones de dólares en el 2006 y bajaron a 2.204 millones de dólares en el 2016.
Comparar la situación de dos países es indudablemente una tarea que demanda mucho más espacio y muchas otras variables y reflexiones. Pero lo que queda claro de estas pocas líneas es que la situación del mercado petrolero internacional no es la única variable que puede explicar lo que sucede con las exportaciones totales de un país petrolero. Lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes tiene también muchísima importancia.




viernes, 22 de septiembre de 2017

AGARRAR AUNQUE SEA FALLO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 20 de septiembre de 2017)


Si se quiere dejar de utilizar el dólar en las operaciones comerciales y financieras de Venezuela, y sustituir esa moneda por rupias, yenes, yuanes o rublos, hay que tener - como cuestión primera -un flujo permanente de ingresos en estas nuevas monedas. Es decir, hay que recibir estas monedas como pago inicial por nuestras exportaciones y/o colocar activos financieros - es decir nuevos títulos de deuda -  directamente en esas nuevas monedas. En segundo lugar, hay que entenderse en el mundo actual con interlocutores comerciales o financieros que quieran recibir rublos, yenes, yuanes o rupias, a cambio de los bienes o servicios que le vendan a Venezuela. Analicemos estos   aspectos con más detalle.
China es el segundo comprador mundial de petróleo venezolano, después de Estados Unidos.  India es el tercer comprador mundial. Venezuela podría venderles de ahora en adelante su petróleo a China e India en yuanes o en rupias. Seguramente los gobiernos chinos e indios quedarían felices, pues es sumamente conveniente para cualquier país poder comprar bienes y servicios en el mercado internacional pagando con su propia moneda.
¿Qué haría Venezuela con esas rupias o con eses yuanes? Una primera opción es comprar bienes y servicios en China y/o en India, lo cual nuevamente dejaría a los chinos y a los indios sumamente contentos. Esas mercancías vendrían a suplir los bienes que hoy en día Venezuela importa desde otros países proveedores.
 ¿Porque Venezuela importa hoy en día desde otros países, pudiendo hacerlo libremente desde la India o desde China? Porque los precios, incluidos los fletes, son más baratos, porque las mercancías son de mejor calidad, porque son bienes que se armonizan con la estructura tecnológica que impera en el aparato industrial venezolano, o porque las condiciones de pago - léase créditos comerciales-  son suficientemente favorables. Mientras estas cosas no varíen, es poco lo que Venezuela podrá comprar en China o en India en mejores condiciones que otros proveedores internacionales actuales.
Todo esto supone que los proveedores actuales – europeos o norteamericanos - no aceptarán rublos ni yuanes a cambio de sus mercancías. Solo aceptarán esas monedas los pases que las emitieron - o países que tienen un alto grado de integración comercial o financiera con ellos.  Hay en el mundo un sistema bancario y financiero donde se pueden cambiar las rupias y los yuanes por dólares -con un costo desde luego-  pero con eso caemos nuevamente en la situación actual, es decir, usar el dólar para nuestras compras internacionales. Si vamos a llegar allí, no hay necesidad de dar esa vuelta innecesaria por las rupias y los yuanes.
Puede que China, India o incluso Rusia estén dispuestas a conceder créditos en yuanes, rupias o rublos - a tasas que no serán muy diferentes a las que imperan para Venezuela en el mercado internacional - atados a la condición de que se usen en la compra de bienes y servicios en esos países – y no en cualquier mercado de libre elección. En la crisis y el desespero, hay quienes piensan que hay agarrar aun cuando sea fallo. Pero nada de ellos es de gratis. Esos créditos hay que pagarlos en algún momento y para ello hay que seguir vendiendo mercancías en esos mercados y en esas monedas, o seguir endeudándose con ellos, generando así una nueva dependencia comercial y financiera que no augura nada bueno.


¿COMERCIAR EN RUPIAS?


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 1 de septiembre de 2017)

 
La medida recientemente anunciada por el Presidente Maduro, encaminada dejar de usar el dólar en las transacciones internacionales de Venezuela y pasar a utilizar otras monedas tales como el yuan, el rubro o la rupia, genera una serie de interrogantes.
En primer lugar, el elevado volumen de deuda externa que tiene el país, que suma alrededor de 130 mil millones de dólares - entre bonos soberanos, bonos de PDVSA y deuda con proveedores – es deuda nominada en dólares y tanto los intereses como el capital deben en algún momento ser pagados en dólares. Eso no se puede modificar a menos que Venezuela se ponga de acuerdo con todos y cada uno de los acreedores y lleguen a una un acuerdo diferente, lo cual es muy difícil que suceda. Pero en principio esa deuda es en dólares y se necesitan dólares para pagarla. No se les puede pagar a los tenedores de esos bonos en yuanes ni en rupias. ¿Tiene el Gobierno alguna forma de modificar aquello?
La nueva deuda que el país emita, en cambio, puede estar nominada en la moneda que se quiera. Pero si emite bonos soberanos en rupias, por ejemplo -que pagarán intereses y amortizaciones en rupias - entonces es altamente posible que esos bonos solo sean adquiridos por agentes económicos ubicados en India, o que hagan habitualmente operaciones con India y mantengan, por lo tanto, una cantidad importante de sus activos financieros en esa moneda. Eso reduce el ámbito financiero en el cual se podrán colocar esos bonos y el gobierno venezolano tendrá que hacer muchos esfuerzos -es decir, ofrecer términos más convenientes para los eventuales compradores de esos bonos - para poder colocarlos. Además, el sistema bancario y financiero de India – y también el de Rusia - no actúan en base a principios de solidaridad internacional - sino en fríos términos de búsqueda del mayor lucro posible, y por lo tanto, cobrarán la misma tasa riesgo país que cobra el sistema bancario y financiero de Europa o de Estados Unidos. Todos los sistemas bancarios están hoy en día altamente interconectados internacionalmente, y todos terminan cobrando más o menos lo mismo.
India es el tercer comprador internacional de petróleo venezolano. Si Venezuela así lo quiere India puede pagar aquello con rupias. Estaría feliz de hacerlo así, en vez de pagar en dólares. ¿Que puede hacer Venezuela con las rupias que adquiera por la vía de la venta de petróleo o por la vía de la colocación de deuda en rupias?  Pues comprar bienes y servicios en India o en países que comercien habitualmente con India, lo cual no está claro que sea un buen negocio para Venezuela. También puede cambiar las rupias por dólares, para comprar bienes en Estados Unidos o en Europa, con lo cual volvemos a la situación actual, pero pagando para ello la comisión bancaria por las operaciones de cambio que se realicen. ¿Cúal es el beneficio de todo esto?

lunes, 11 de septiembre de 2017

SALVADOR ALLENDE


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 11 de septiembre de 2017)


El día 11 de septiembre se conmemoran 43 años de la muerte en el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, de Salvador Allende, en ese entonces Presidente de la República, como consecuencia del asalto perpetrado por los militares en contra de la democracia chilena.
Con el paso del tiempo la figura de Salvador Allende perdura - e incluso se acrecienta-  en la memoria de los chilenos, de los latinoamericanos y de toda la humanidad contemporánea, por muchas razones y elementos que caracterizaron su pensamiento y su accionar. Pero hay dos aspectos que queremos resaltar en el presente artículo.
Por un lado, la idea de conciliar o compatibilizar, en un solo programa político, las nobles y generosas ideas del socialismo - con toda su carga libertaria y humanista representada en la famosa trilogía de libertad, igualdad y fraternidad -  con las ideas y las instituciones propias de la democracia, que venían desarrollándose desde siglos pasados y que constituían ya en ese entonces - y constituyen más aun en el presente - un patrimonio de la humanidad.
El socialismo era identificado en alta medida en el siglo XX con el tipo de sociedad que se construía en la Unión Soviética, donde las libertades políticas y civiles estaban en alta medida postergadas o sacrificadas en aras de priorizar las ideas de igualdad y de fraternidad. Las libertades y los derechos humanos – tal como ellos fueron magistralmente reseñados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas- libertad de pensamiento y de expresión, libertad de asociación, libertad de movimiento, libertad para elegir y ser elegidos, etc., - no constituían principios irrenunciables sobre los cuales se levantaba ese tipo de sociedad.
Salvador Allende, no por conveniencia política de ocasión, sino como expresión de ideas conformadas a lo largo de toda su vida política, creía firmemente en que era posible construir una sociedad más libre, igualitaria y fraternal sin sacrificar las instituciones democráticas que Chile había venido construyendo y desarrollando a lo largo de su historia. Esa idea era la columna vertebral de su programa político y tras esa idea logró nuclear y poner a soñar a lo más bello y más noble del alma nacional.
El otro aspecto de la vida de Salvador Allende, que levanta su figura a lo largo de las décadas y los siglos, fue la forma tranquila y serena con que enfrentó la muerte. Su ideario democrático, pacífico y constitucional y las responsabilidades que el pueblo le había entregado, no podían ser negadas ni avasalladas por la mera expresión de la fuerza bruta. Enfrentado a una coyuntura histórica terrible, prefirió la muerte antes que traicionar una sola línea de lo que sus ideas representaban para Chile y para el mundo. Se convirtió así, en un ejemplo grandioso de consecuencia, que los chilenos y los latinoamericanos, de ayer y de hoy, rescatamos y respetamos.






viernes, 8 de septiembre de 2017

LA COCHINA ENVIDIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 07 de septiembre de 2017)


Perú es un país que luce como exitoso en materia de exportaciones. Ya han quedado atrás los años en que este país exportaba fundamentalmente cobre y harina de pescado como productos estrella, sin vincular al resto de aparato productivo a los circuitos del comercio internacional contemporáneo. En el año 2016 las exportaciones totales del Perú ascendieron aproximadamente a 36 mil millones de dólares - más desde luego que las exportaciones venezolanas - cifra que incluye solo 12 mil millones de dólares en minerales metalíferos y 1.2 mil millones en cobre y sus manufacturas.
En el último día de agosto, el gobierno de Perú dio a conocer trece medidas encaminadas aumentar la competitividad logística y el buen funcionamiento de las aduanas, que han sido celebradas como positivas por el sector empresarial en general y en particular por los agentes económicos vinculados a las operaciones de comercio exterior.
Como nunca está de más conocer las experiencias que se van generando en otros rincones del continente - por si alguna vez se decide Venezuela a tomar en serio la actividad exportadora - queremos comentar en estas líneas algunas de esas trece medidas.
Una de ellas es aumentar de 5 mil dólares a 7 mil quinientos dólares los valores que se pueden enviar al exterior vía courrier. Eso facilita mucho la actividad exportadora a las empresas medianas y pequeñas, que no están interesadas en exportar un container ni mucho menos un barco completo, sino que se limitan hacer ventas de pequeños montos que permiten cultivar contactos con el exterior y generar un flujo periódico de dólares que pueden sumar, por ejemplo, 40 o 50 mil dólares al año, que son capitales interesantes para una pequeña empresa.
Los envíos vía courrier no son envíos carentes de control por parte de las instancias correspondientes del Estado. La empresa de courrier tiene que entregar por vía electrónica dentro de las 3 primeras horas de recibido del envío todos los datos – pesos, bultos, valores, país de destino, destinatario - a la instancia tributaria y aduanera nacional, la cual puede hacer los chequeos que estime conveniente, sin entrabar el rápido funcionamiento del sistema.
Se ha creado también un Observatorio de Logística del Comercio Exterior, inserto en la Ventanilla Única de Comercio Exterior, que permitirá a los usuarios conocer las ofertas y los precios presentes en la cadena logística, de modo de generar transparencia y ampliar las opciones de los diferentes usuarios.
Perú no ha descubierto la pólvora con estas medidas que comentamos, pero ha avanzado en la dirección correcta, cuestión que debería ser conocida, valorada y copiada en todo lo que se pueda por un país como Venezuela que no encuentra todavía la senda por donde superar el rentismo petrolero.

jueves, 31 de agosto de 2017

¿HACIA DONDE EXPORTAR?

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 31 de agosto de 2017)


Hay varias circunstancias que están haciendo que actualmente los empresarios venezolanos miren con creciente interés la posibilidad de exportar. Los controles de precios y la caída del mercado interno llevan a que el exportar se convierta casi en una tabla de salvación que les permita elevar su rentabilidad promedio y evitar así el cierre de la empresa. También el exportar parte de la producción se convierte casi en la única vía para obtener dólares, que son imprescindibles para mantener la actividad productiva global de la empresa. Sin embargo, les asalta a todos la duda sobre hacia donde exportar.
Se piensa que hay que comerciar con los países vecinos, pues los costos de flete son menores y el conocimiento reciproco es mayor.  En ese sentido, Colombia y Brasil son mercados de condiciones económicas y demográficas atrayentes, pero no lo son en la misma forma los múltiples países del Caribe, que aun cuando cercanos, son países con un mercado interno muy pequeño y muy abiertos a los intercambios con Europa y/o con Estados Unidos.
Otro aspecto importante a considerar es la existencia o no, entre Venezuela y un eventual país de destino, de acuerdos o tratados comerciales que permitan que los productos venezolanos gocen de alguna ventaja arancelaria con respecto a los productos provenientes de otras zonas del planeta. Venezuela se ha quedado bastante rezagada en materia de esos acuerdos, pero, aun así, en el ámbito latinoamericano, por obra y gracia de los acuerdos firmados en el contexto de la Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI, gruesa parte del comercio intrarregional se encuentra liberado de aranceles y ya en el año 2018 se completará ese proceso. La experiencia en esta materia parece indicar que los acuerdos y tratados comerciales son importantes, pero tienen que ir acompañados de una intensa actividad de promoción de exportaciones, sin la cual las oportunidades que se abren con los acuerdos o tratados no llegan a ser conocidas ni aprovechadas por los agentes económicos que eventualmente podrían comerciar entre si.
En síntesis, podríamos decir que los países que se elijan como países de destino tienen que ser países donde se visualice la existencia de un mercado comprador cuantitativamente atrayente para las mercancías venezolanas y donde se pueda llegar con las mismas en condiciones competitivas. Para analizar cuáles son esos países no hay recetas universales. Depende desde luego del producto que se desee vender. Pero en todo caso, hay que hacer estudios de mercado suficientemente serios antes de dar pasos en el campo de las exportaciones, pues los tropiezos o caídas iniciales pueden inhibir durante varios años más la actividad exportadora que se supone Venezuela necesita, con urgencia, llevar adelante.

domingo, 27 de agosto de 2017

LA SEGURIDAD JURÍDICA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 24 de agosto de 2017)


Las empresas que realizan inversiones en otros países corren indudablemente riesgos, pues en el mundo de los negocios no se pueden tener controladas todas las variables.  El futuro siempre es incierto solía decir un gran economista inglés. Las circunstancias cambiantes del mercado internacional pueden hacer disminuir el precio de la mercancía que se produce y/o aumentar el precio de los insumos con que dicha mercancía se genera, y estos cambios pueden ocasionar variaciones sustantivas en las ganancias que se esperaban al momento de llevar adelante la inversión inicial. Todo eso es parte del juego y las empresas que llevan adelante la inversión están conscientes de ello. Lo único que se puede hacer frente a esos riesgos es una tener una buena gerencia y una buena capacidad de visualizar a tiempo las tendencias del mercado, por la vía de los estudios e investigaciones correspondientes.
Pero lo que no puede cambiar son las reglas del juego que presiden el mercado y la institucionalidad del país de destino de la inversión. Si un gobierno que ha recibido un flujo importante de inversión extranjera cambia violentamente las normas sobre tributación, puede ocasionar el fracaso de ese proyecto de inversión e incluso la quiebra de la empresa correspondiente. Ello puede suceder también si se modifica la tasa de cambio a la cual el empresario puede convertir sus ganancias para poder remesar al país de origen todo o parte de sus utilidades; o si el acceso mismo al mercado cambiario le es modificada; o si cambian las normas de acceso a las divisas para importar materias primas e insumos; o si varían las disposiciones respecto a patentes de productos o procesos. Todas estas circunstancias no son cuestiones que se pueden explicar por el cambio de las condiciones del mercado, sino que son claramente cambios en las políticas que se le aplican a dicha inversión extranjera. Por ello, los capitales extranjeros tienen particular cuidado de no invertir allí donde no existen leyes claras y permanentes en materia de inversión extranjera, y donde la posibilidad de que dichas normas se modifiquen sea muy grande y donde no se contemplen pagos e indemnizaciones a las empresas que se vean afectadas por decisiones políticas.
El criterio más universalmente presente en materia de protección e incentivo a la inversión extranjera es asegurarles a los inversionistas foráneos las mismas condiciones que imperan para el inversionista local. El mismo trato tributario, el mismo acceso a los mercados, las mismas normas técnicas, las mismas normas de calidad, etc. Todo aquello protege contra la discriminación y la arbitrariedad.
En Venezuela existe hasta el día de hoy una ley que regula todos los deberes y derechos del inversionista extranjero. En realidad no se trata de una ley que guarde mucha correspondencia con los estándares internacionales, pero, buena o mala, es una ley de la república. Pero ahora que la república está dirigida por una asamblea, que puede aprobar cualquier cosa y anular cualquier ley anterior, es bien difícil darle a los inversionistas extranjeros - a los nuevos o a los anteriores- la seguridad jurídica que su inversión demanda. Digan lo que digan los funcionarios que están sentados en los ministerios, la asamblea constituyente puede aprobar mañana mismo cualquier cosa, desde restaurar la monarquía o establecer un sistema de partido único. Y a esa asamblea constituyente se subordinan todos los órganos del país. En realidad, es bien difícil que cualquier inversionista extranjero quiera venir a invertir a este país en esas circunstancias. Difícil pero no imposible. Es dable pensar que habrán inversionistas en este planeta dispuestos a correr riesgos muy grandes siempre y cuando la tasa de ganancias sea lo suficientemente alta y obtenible en un período corto de tiempo. Esos inversionistas - piratas y especuladores - se pueden entender bien con países asambleísticamente dirigidos.   


sábado, 26 de agosto de 2017

EL MÁS MALO DE LA CLASE.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 24 de agosto de 2017.)


Afortunadamente algunos organismos internacionales publican cifras relativamente creíbles sobre el desempeño de la economía venezolana. Si no fuera por ellas, habría oscuridad total sobre lo que sucede en el país en materia económica, pues el Banco Central y el Instituto Nacional de Estadísticas dejaron hace raro de publicar las cifras que antaño alimentaban sin problemas los debate sobre política económica.
La Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas, Cepal, acaba de publicar al menos tres series de estadísticas que son interesantes de analizar y de tener en cuenta.
La primera de ellas se refiere a las proyecciones de crecimiento de los países de la región para el año 2017. En ese campo, Venezuela saca la peor nota de todo el salón. Se espera que la economía caiga este año en un 7.2 %. No hay ningún país desde el Rio Bravo hasta la Patagonia cuyo PIB amenace bajar en una forma tan violenta. En la América del Sur, todos los países presentan crecimiento, aun cuando algunos crezcan muy lentamente como Brasil, que se espera crezca solo en un 0.4 %, o Ecuador que lo haría en un 0.7%. En la América Central y México, todos los países están en vías de crecer durante el año en curso. En el Caribe los únicos países que se espera que decrezcan son Santa Lucia y Suriname, que lo harían cada uno en un 0.2 %.
Como Venezuela ya decreció en un 9.7 % en el año 2016, al volver a bajar en un 7.2 % en el presente año, se llegaría a que la baja en dos años seria de aproximadamente de 16 %. Eso significaría que en promedio cada venezolano debería ser a fines del 2017 un 16 % más pobre que a principios del 2016, si es que el menor ingreso se repartiera en forma equitativa entre toda la población del país. Pero como hay algunos que han mantenido sus ingresos, e incluso otros que tienen mecanismos como para incrementarlos, es dable pensar que los sectores populares verán reducidos sus ingresos en 25% o más, en el transcurso de los dos años considerados.
En materia de deuda pública Venezuela exhibe, a fines del 2016, una deuda de 132.156 millones de dólares, cantidad que es mayor que la deuda que tiene Brasil, que es un país de dimensiones económicas mucho mayor que el nuestro, y que tiene una deuda pública total de 130.274 millones de dólares. Argentina, otro país que podría servir de punto de comparación tiene una deuda pública total de 95.3024 millones de dólares. Además, en el caso venezolano, se trata de una deuda que hay que pagar en forma estricta, y cuya eventual reprogramación o refinanciamiento es muy difícil y muy caro, pues la tasa deuda país de Venezuela es sumamente elevada.
El tercer dato se refiere a la recepción de inversión extranjera directa durante los años 2015 y 2016. Según las cifras de Cepal, en el año 2015 las entradas de capital por ese concepto fueron aproximadamente el 1 % de todas las entradas que se registraban en la América del Sur, en circunstancias que países como Brasil recibían el 40 % o más de dichas entradas de capital. Durante el año 2016 no se registran entradas en Venezuela por concepto de inversión extranjera directa.
En síntesis, en materia de producción, se retrocede; en materia de deuda externa se avanza, y en materia de recepción de inversión extranjera directa, se mantiene en un punto cercano a cero, lo cual en el mundo contemporáneo es una forma bastante segura de quedarse atrás.