lunes, 30 de septiembre de 2013

LA CAPACIDAD NEGOCIADORA DEL MERCOSUR

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día jueves 26 de Septiembre 2013.)


La capacidad negociadora del Mercosur se ha demostrado escasa en los últimos años, pues no ha logrado cerrar acuerdos comerciales suficientemente amplios con los principales actores del comercio internacional contemporáneo, especialmente con la Unión Europea – con quien lo ha intentado – y mucho menos con Estados Unidos, con quien hace mucho rato que no hay negociaciones de ese tipo.
Si esto es así, no se debe a que el Mercosur no sea un socio atrayente para varios de los bloques en que es posible dividir hoy en día la geografía comercial internacional, sino fundamentalmente a que las divergencias internas del propio Mercosur le impiden tomar decisiones en este campo. Más aun, con el ingreso de Venezuela a este bloque sub regional la situación se complica cada vez más, por un lado, porque nuestro país ha dejado claro, cada vez que ha podido, que no le interesan los tratados de libre comercio con nadie, y por otro, por cuanto la situación irregular en que Venezuela entró al grupo genera un cuadro en el cual los interlocutores a nombre del Mercosur no quedan claros para ningún actor serio del mundo contemporáneo.
El Mercosur, a lo pocos años de haberse creado, hizo dos negociaciones comerciales relevantes: por un lado negocio un TLC con Chile, que ha implicado que, en la práctica, hay libre comercio, sin mayores problemas,  entre este país y los cuatro socios originarios del Mercosur. Por otro lado, el Mercosur realizó una interesante negociación con los países de la Comunidad Andina – el Acuerdo de Complementación Económica número 59 – mediante el cual se camina hacia el libre comercio entre los países firmantes, pero con velocidades diferentes para cada par de países de entre los dos bloques regionales.
ACUERDOS SUBREGIONALES
Ese acuerdo, aun cuando todavía no ha culminado - en términos de que el proceso de desgravación está en pleno desarrollo - funciona normalmente y avanza en forma  inexorable hacia una situación en que no habrán aranceles en la abrumadora mayoría de los intercambios entre ambos bloque sub regionales. En la práctica, toda la América del Sur, excepto Guyana y Surinam, quedarán sin aranceles recíprocos a fines de la presente década.
Sin embargo, esa apertura hacia el libre comercio regional no es suficiente para un país como Brasil, que quiere y puede ser un actor de las grandes ligas del comercio internacional contemporáneo. En otras palabras, Brasil aspira a establecer acuerdos comerciales que permitan a  sus mercancías gozar de preferencias arancelarias en los grandes mercados mundiales, y abrir su propio mercado a la competencia correspondiente. Pero no puede hoy en día establecer negociaciones por separado, pues los acuerdos intra Mercosur se lo impiden. En esa medida, el Mercosur se convierte, cada día más, en una piedra ataca al cuello de Brasil, que le impide nadar con soltura en las aguas de la economía y del comercio mundial.
Las soluciones que se presentan frente a esta situación son varias, pero hay dos que parecen ser las más relevantes. Por un lado, la posibilidad que el Mercosur actúe como lo ha hecho la Comunidad Andina, en que cada país ha sido autorizado a negociar por su cuenta tratados de libre comercio con terceros países. Eso es lo que le ha permitido a países como Perú y Colombia, negociar bilateralmente con China, con Estados Unidos o con Europa, con independencia de lo que piense Ecuador o Bolivia al respecto.
ACE 59
La otra posibilidad es que se tome como modelo el ACE 59, y se camine hacia una negociación aparentemente global, pero que en el fondo implique que cada país negocie una velocidad distinta en su proceso de apertura hacia los países europeos. Unos podrían así negociar a una velocidad elevada, que sea verdaderamente significativa, y otros podrían negociar una velocidad tan lenta que casi parezca que están detenidos. Eso permitiría salvar al  Mercosur y salvar al mismo tiempo a Brasil, para quien el mero ámbito regional no parece ser el espacio suficiente para su desarrollo como potencia en el siglo XXI.
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viernes, 20 de septiembre de 2013

L A COMPETITIVIDAD DE VENEZUELA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 20 de Septiembre de 2013.)


Ya se ha publicitado bastante el informe reciente sobre Competitividad,  realizado por el Foro Económico Mundial, donde Venezuela sale bastante mal parada. Vale la pena, sin embargo, gastar algunas líneas adicionales para aclarar que es eso de competitividad.
 Aun cuando parezca obvio, la competitividad es la capacidad de competir. Y competir es un acto en la cual varios actores tratan de conseguir un mismo objetivo, pero no todos pueden conseguirlo con el mismo éxito. Algunos lo hacen mejor que otros, Unos salen vencedores y otros salen vencidos. De eso se trata la competencia. La competitividad es, por lo tanto, una cualidad que solo pueden exhibir los países en la medida en que se midan o se comparen con otros países. Nunca un país es - medido o examinado en forma aislada -  competitivo  o poco competitivo. Un país solo puede ser más competitivo o menos competitivo que otros. Se eso se trata el ranking que tanto se ha comentado en las semanas recientes.
Y como en los tiempos actuales los países no viven aislados - ni nadie hace doctrina de la posibilidad de desarrollarse por la vía de encerrarse en sus propias fronteras económicas y políticas - la competitividad es una cosa importante. Para poder crecer y desarrollarse - y poder darle a la población de un país los niveles de bienestar que son propios del mundo contemporáneo - es necesario vender y comprar bienes en el mercado internacional. Para bien o para mal son esos relacionamientos internacionales los que definen hoy en día la capacidad económica- y por ende política- de un país.
La competitividad mide, por lo tanto, la capacidad de relacionarse con éxito en los mercados internacionales, la capacidad de asimilar y utilizar productivamente la tecnología de punta imperante en los diversos sectores productivos y la capacidad del entorno fisco e institucional de un país para potenciar esos relacionamientos.
La competitividad del país es obviamente un indicador de las condiciones medias que imperan en ese territorio, sin perjuicio de las condiciones particulares que puedan exhibir algunas empresas que se alcen por sobre la situación de su entorno.


EL PAPEL DEL GOBIERNO
La competitividad del país no depende solo de lo que pase al interior de las empresas. La competitividad de las empresas puede ser alta, pues están bien gerenciadas, tienen buena tecnología, buenas relaciones laborales, buen clima empresarial, elaboran un producto de calidad  y su costo de producción no es mayor que el de la competencia.  Puede que la competitividad de las empresas sea baja, y allí el problema nace mal desde la raíz. Pero aun suponiendo que la situación en las empresas sea buena- lo cual es un supuesto y no necesariamente una constatación de la realidad- esa competitividad puede perderse por las circunstancias del entorno que rodea a la empresa.
Si el gobierno cobra impuestos excesivos, o si la corrupción imperante obliga a incurrir en costos ajenos al proceso de producción, o si los caminos y carreteras están en mal estado o no gozan de seguridad, o si en los puertos hay que hacer largas esperas antes de poder embarcar las mercancías, entonces todas las condiciones favorables logradas al interior de la empresas pueden esfumarse antes de que las mercancías salgan de territorio nacional.
De allí entonces que la competitividad del país esté en función, entre otras cosas, de los factores institucionales; de la política económica; de la dotación y el estado de la infraestructura eléctrica, caminera, portuaria, etc.; del nivel de educación media de la población; del grado de preparación tecnológica  de sus profesionales y técnicos; de los incentivos a la innovación que existan en ese país y de muchos otros factores sociales, institucionales y políticos que caractericen a un país y que afecten su relacionamiento con el exterior.
LA INSEGURIDAD
Si un país tiene altas tasas de delincuencia pura y simple, o si presenta altos grados de corrupción administrativa, o si la burocracia estatal impone un sinnúmero de trámites para poder importar o exportar mercancías, o si las leyes laborales encarecen casi innecesariamente los costos de la mano de obra, o si la electricidad se va por períodos largos en múltiples ocasiones a lo largo del año, o si a un  turista holandés que ha recorrido 56 países lo matan en su velero al llegar a Margarita, o si las universidades no tienen dinero para contratar con sueldos dignos a los profesores de jornada exclusiva que necesitan, entonces nadie puede extrañarse de que nuestra capacidad de competir sea tan baja. Y el no tener competitividad es una y la misma cosa que tener en la frente un sello de perdedor neto en el contexto de la economía y de la política mundial.

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lunes, 16 de septiembre de 2013

ECUADOR QUIERE CAMBIAR DE ARBITRO

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 16 de Septiembre de 2013)


El Presidente de Ecuador ha asumido como unas de sus banderas predilectas en el seno de la comunidad latinoamericana el ataque en contra de Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones, CIADI,  organismo de arbitraje internacional que se ubica dentro de la institucionalidad del Banco Mundial.
Según se entiende de las argumentaciones del Presidente Correa ese organismo actúa en forma permanentemente sesgada a favor de las empresas trasnacionales y en contra de los países en desarrollado. 
Ya en años recientes tanto Ecuador como Bolivia y Venezuela denunciaros su participación  en ese organismo y en el tratado correspondiente, poniendo fin a su membrecía en el mismo. 
La idea de fondo que pregona Ecuador sería generar a nivel internacional – si es posible a nivel del ALBA o de UNASUR-  un organismo alternativo, que sea más ecuánime o menos sesgado en contra de los intereses de los países en desarrollo.
El CIADI es un mecanismo de arbitraje, que analiza casos en los cuales hay controversia o conflicto entre las empresas trasnacionales que realizan inversiones en un país determinado, y el Gobierno de ese país. El CIADI recibe la potestad como para arbitrar en estos casos única y exclusivamente por el hecho de que los países directamente involucrados han decidido que así sea. El CIADI no puede por sí solo atribuirse el rol de árbitro en ninguna controversia internacional. Se recurre al CIADI cuando dos países – el país donde se realiza la inversión y el país de origen de la misma - deciden, antes de que exista controversia  alguna, que ese será el organismo que arbitrará en el caso hipotético de que se desarrolle un conflicto entre ellos. No todos los países latinoamericanos son miembros de CIADI. Brasil no lo es, y tampoco México, que son los dos países latinoamericanos que más inversiones extranjeras reciben cada año. Tampoco Canadá es miembro del CIADI, ni la República Dominicana.
El CIADI no es el único organismo de arbitraje en materia de inversiones que existe a nivel internacional. También existe la Corte de Arbitraje de la Cámara Internacional de Comercio, o la Comisión de Naciones Unidas para el Desarrollo Mercantil Internacional.
En el comercio, las inversiones y las  finanzas internacionales es bueno tener reglas claras, conocidas y consensuadas, y mecanismos de solución de conflictos que actúen aplicando esas normas, que pasan a constituir Derecho Internacional.  La ausencia de normas de esa naturaleza genera caos o inestabilidad, o lo que es peor, el imperio de la ley de los más fuertes, que no siempre son los países en desarrollo.
Pero nada de lo anterior obliga a que el mecanismo de arbitraje tenga que ser el CIADI o el Banco Mundial, que es un organismo financiero internacional donde imperan los criterios y/o los intereses de sus mayores accionistas o suscriptores de capital, que son precisamente los países de origen de los principales flujos mundiales de  inversión extranjera, es decir, Estados Unidos y Europa.
Pero tampoco tiene sentido que varios países en desarrollo se pongan de acuerdo para contar con un árbitro que se suponga desde la partida que es un árbitro que responde a los intereses de los gobiernos de los países en desarrollo. No tiene sentido reemplazar a un árbitro al que se le acusa de sesgado, por un árbitro tan sesgado como el anterior, pero para la otra de las partes en conflicto.  Con ello, lo único que se lograría es desincentivar a los eventuales inversionistas extranjeros que es precisamente lo que sucede hoy en día con Ecuador, Venezuela y Bolivia, que no por casualidad son los países que menos inversión extranjera reciben en toda la región.
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viernes, 13 de septiembre de 2013

SE TERMINA EL VERANITO DEL DINERO FACIL

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 13 de Septiembre de 2013)


Cunden las preocupaciones en el mundo en desarrollo por la política  ya anunciada por la Reserva Federal norteamericana, en términos de poner fin a los  estímulos monetarios con que ese país ha venido luchando contra la recesión en los últimos años.
Desde que comenzó la crisis en el año 2008 Estados Unidos implementó una política monetaria que en lo sustantivo implicaba dinero barato y abundante – tasa de interés menor que 1 % - tanto  para efectos de evitar el quiebre de la banca, como para potenciar el crédito y la inversión. Una cantidad importante de esos fondos no se quedaba en los propios Estados Unidos - donde el clima general de los negocios no era bueno - sino que buscaban oportunidades de inversión rentable en los países en desarrollo. Es así como América Latina – por lo menos los países más  abiertos de la región - han recibido grandes volúmenes de inversión extranjera directa, con el consiguiente beneficio en términos de mayor empleo, nuevas tecnología, incremento de las exportaciones y mayor integración con la redes internacionales de producción y comercialización.  Pero no todo ha sido color de rosa para los países receptores de dichos flujos financieros. La Presidente de Brasil llegó a decir que los países en desarrollo estaban enfrentando un tsunami financiero por esa gran ola de fondos que llegaba a sus territorios.  El principal problema que esos fondos ocasionaron dice relación con la revalorización de sus respectivas monedas nacionales, con lo cual se generaba una situación cambiaria poco propicia para  las exportaciones y altamente incentivadora de las importaciones. Además, los grandes volúmenes de inversión extranjera generaban dificultades para controlar el incremento de la masa  monetaria interna, generando presiones inflacionarias indeseables.
LA CAIDA DE CHINA
Como China no entró en el clima recesivo o depresivo en que cayó Europa y Estados Unidos, su producción siguió creciendo y su demanda internacional de materias primas no se detuvo sino que siguió aumentando, con el consiguiente aumento de los precios. Todo ello favoreció a los países en desarrollo productores de materias primas, muy en particular a los de América Latina.
La situación no podía, por lo tanto, ser más favorable para América Latina: cantidades abundantes y baratas de capital  en los mercados financieros internacionales y altos precios para las materias primas de exportación.
La política de dinero barato no ha terminado, pero Estados Unidos ha dado señales de que piensa modificar su política monetaria, seguramente aumentado sus tasas de interés en un futuro cercano, con lo cual es dable pensar que el crédito se encarecerá y la inversión será más reducida. Además, muchos de los capitales que recorren el mundo en busca de inversiones rentables comenzarán a mirar nuevamente a los propios Estados Unidos como un destino positivo y seguro, regresando a su país de origen o no canalizándose con la misma intensidad hacia los países en desarrollo. A ello hay que agregar que muchos de esos capitales jugaban especulativamente en los mercados de bienes primarios, como forma de obtener ganancias en un mercado con precios que manifestaban tendencia al alza, por obra y gracia del  propio accionar de esos capitales especulativos. Esos capitales pueden también volver al sistema financiero interno norteamericano, con lo cual los precios de las materias primas - petróleo, cobre, trigo, soya, etc – se estabilizarían o incluso podrían decrecer. Si a todo esto agregamos que China seguirá creciendo, pero no a los ritmos cercanos al 10 % anual que han asombrado al mundo en las últimas décadas, sino a tasas más modestas, llegamos a una situación en que las cosas se complican para los países en desarrollo. No se trata ni remotamente de un situación crítica ni angustiante, pero sí de una situación  menos fácil que la conocida durante el transcurso del presente siglo.
CAMBIÓ LA SITUACIÓN
Obviamente la situación  no será la misma para todos los países. Hay algunos que han aprovechado los años de vacas gordas para modernizar su industria, para hacer obras de infraestructura  y para acumular reservas. Los que se han farreado alegremente los años de bonanza, es posible que se vean mas afligidos en estos años que se avecinan, a menos, claro está, que una nueva guerra, en cualquier parte lejana del mundo, haga subir los precios del petróleo.

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miércoles, 11 de septiembre de 2013

EL GOLPE QUE FRACTURÓ UN PAIS.

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 11 de Septiembre de 2013.)


En este septiembre del 2013 se conmemoran, en Chile, los 40 años de la muerte de Salvador Allende  y de la entronización en el poder de la dictadura de Augusto Pinochet. Aun cuando esa cantidad de años puede parecer grande - y dar lugar demográficamente al nacimiento de toda una nueva generación de chilenos - hay análisis y problemas que nacen de ese acontecimiento histórico que se mantienen vivos y vigentes en la memoria chilena y universal.
En primer lugar, nunca será suficiente el reconocimiento emocionado de toda la humanidad contemporánea a la consecuencia y la valentía de Salvador Allende, que prefirió morir en el Palacio Presidencial de La Moneda, antes que transar o entregarse a los militares que se habían levantado contra la Constitución, contra el Gobierno y contra una larga tradición democrática que los chilenos habían ido construyendo con grandes sacrificios a lo largo del siglo XX.
Unido a ello, valga también recordar y valorar el compromiso de Allende con la democracia, no solo como conquista del pueblo chileno,  sino como el paso más alto dado por la humanidad, a lo largo de muchos siglos, en términos de las normas que deben regir su ordenamiento social y político. Las grandes demandas sociales y económicas que la realidad chilena reclamaba debían, según el pensamiento de Allende, darse en el contexto y dentro de los límites de la democracia, como única forma de darle validez y sentido histórico a las transformaciones que él propiciaba. Ese binomio – democracia y cambio social- forman parte del legado histórico de Salvador Allende, aun cuando algunos han intentado  e intentan hasta el día de hoy,  colocar esa situación en el campo de los déficit o las limitaciones del proceso que Allende encabezó. Es indudable que el cambio social, sin democracia, es una vía que se ha intentado en América y en otras partes del mundo, pero no sería jamás la vía de Salvador Allende, además que todo parece indicar que es una vía que tiene muy limitadas posibilidades de perdurar en la historia de los pueblos que la transitan.
Los 40 años transcurridos desde la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet también dejan algunos hitos conceptuales ya plenamente consolidados. Entre ellos, la idea clara de que no hay ningún error eventualmente cometido por Allende y por los partidos que lo apoyaban que pueda servir de justificación a la horrible violación de los derechos humanos y de los derechos políticos que vino a  continuación. Se trata de delitos contra la humanidad que no tienen presentación ni justificación  alguna, y que deben ser identificados y denunciados uno a uno, aun cuando hayan pasado 40 años.  Sólo la verdad y la transparencia pueden dar lugar a la justicia y eventualmente al perdón y la reconciliación nacional. En ese terreno se ha avanzado a pasos agigantados desde que se reinstauró la democracia, pero todavía quedan zonas de oscuridad y de silencio, por un lado, y de dolor desgarrante, por otro. En todo caso, un pueblo que conoció del asesinato masivo, de las torturas, del exilio, de la negación de todos los derechos humanos y políticos - todo ello sin un asomo de legalidad - no puede convertirse en un pueblo que quiera hacer lo mismo ni a sus verdugos de antaño ni a sus actuales opositores políticos. Muy por el contrario, lo que se busca, y en gran medida se ha conseguido –aun cuando todavía quedan pendientes cambios que requieren de la  modificación de la constitución y/o de muchas leyes heredadas de la dictadura-  es la generación de una institucionalidad donde se pueda disentir sin ser por ello castigado y donde los derechos de todos deban ser irrestrictamente respetados. Sólo en ese marco es posible construir un país que tenga posibilidad de crecer y desarrollarse sin desgarros traumáticos y donde se pueda luchar por dosis crecientes de bienestar económico  y justicia social para los sectores más humildes de la población. Todo ello es parte del legado de Salvador Allende, ante cuyo recuerdo nos inclinamos, una vez, con respeto y admiración.    
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viernes, 6 de septiembre de 2013

VENEZUELA Y SU RELACIÓN CON CHINA

Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 6 de Septiembre 2013.


Algunos altos funcionarios de Gobierno han hecho declaraciones recientemente en el sentido de que Venezuela puede ser, para China, una puerta de entrada al Mercosur, debido a la inmensa cantidad de recursos naturales con que cuenta nuestro país, fundamentalmente petróleo y gas.
 Ese tipo de afirmaciones - que en realidad es son un lugar común repetido desde tiempos inmemoriales - puede que lleguen a convencer a sectores ciudadanos poco informados, sobre todo de la propia Venezuela, pero es difícil que tengan mayor acogida entre los funcionarios chinos de alto nivel.
Veamos algunos antecedentes y reflexiones al respecto.  En materia de recepción de inversiones extranjeras Venezuela no ocupa un lugar muy destacado a nivel regional. Según las últimas estadísticas relativamente confiables que existen sobre ese tema -fundamentalmente las generadas por Cepal - en el año 2012 apenas llegaron al país 3.216 millones de dólares, cantidad que incluye las utilidades de los capitales venidos en épocas anteriores que han debido  reinvertirse porque no les dieron oportunidad de volver al país de origen en calidad de utilidades remesadas. 
Ese monto total de inversión extranjera  directa es un monto sumamente modesto y que no guarda relación con las dimensiones económicas de este país. En relación al PIB, se trata de la inversión extranjera más modesta de entre todos los países de la región, superado en este indicador solo por Ecuador. Es decir, a pesar del gas y del petróleo - y de mil cosas más - los inversionistas extranjeros lo piensan mucho antes de invertir en Venezuela, pues las expropiaciones, por un lado, los controles de todo tipo por otro, y la imposibilidad de remesar las utilidades al país de origen, lo hacen bastante poco atractivo. Los chinos no parecen ser una excepción al respecto, pues de toda la inversión que llevan adelante en América Latina y el Caribe, solo un 0.4 % % se canaliza hacia Venezuela. Prefieren invertir en Brasil, en Perú o en Argentina, sin perjuicio de que sus destinos predilectos con las Islas Caimán y las Islas Vírgenes.
MERCOSUR
Además, el hecho de que Venezuela haya pasado a ser parte del Mercosur no hace necesariamente más atractivas las inversiones en petróleo, pues ese producto no se vende en forma significativa en ese mercado regional, dado que tanto Brasil como Argentina son productores importantes de ese hidrocarburo. Con el gas la situación es diferente, pero Venezuela todavía no se perfila como exportador de gas - sino que se mantiene como importador neto - y cuando llegue a serlo, tendrá que competir con sus amigos bolivianos, que abastecen actualmente gruesa parte de la demanda de Brasil y de Argentina. Y en el caso de que los chinos decidieran invertir en gas ¿tendrían que asociarse con el estado venezolano? ¿Tendrían que aceptar que Pdvsa maneje la gerencia de finanzas de las empresas conjuntas que se creen? ¿O les entregarán el 100% de las empresas gasíferas que se creasen con los eventuales capitales chinos?
En materia de comercio las cosas son un tanto diferentes. No hay dudas de que los chinos están y seguirán estando dispuestos a comprar todas las materias primas que necesiten, incluido el petróleo, en cualquier país que las produzca. Seguirán también interesados en vender todo aquello que cualquier eventual socio comercial esté dispuesto a comprarles.  Pero Venezuela no figura en América Latina y el Caribe como un vendedor importante, pues el porcentaje de sus exportaciones que se canaliza hacia China es menor que el porcentaje promedio de toda la región y está por debajo de Cuba, Chile, Perú, Brasil o Argentina. En materia de importaciones desde China tampoco Venezuela figura en un lugar importante en América Latina y el Caribe, pues su porcentaje de importaciones desde ese origen es también menor que el promedio regional y está por bajo países como Paraguay, Perú, Chile, Brasil, Argentina Colombia Uruguay o República Dominicana. 
FONDO CHINO
En el ámbito estrictamente financiero, sin embargo, las relaciones entre China y Venezuela parecen tener dimensiones y modalidades especiales y diferentes a las del resto del continente. El famoso Fondo Chino le ha permitido a China vender en este mercado una buena cantidad de mercancías, y le ha permitido asegurarse el pago de las mismas por la vía de la entrega prepagada de petróleo, al mismo tiempo que le ha permitido a Venezuela contar con dinero fresco para comprar  -en China, desde luego-  mercancías que suplan los déficits productivos del mercado nacional y para llevar adelante algunas obras de infraestructura, sobre todo en el área habitacional.  Pero – no  por casualidad - esta modalidad de relacionamiento financiero no parece estar en el campo de lo que aspiran conseguir los demás países latinoamericanos.   

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