lunes, 30 de junio de 2014

REALIDADES Y DIFICULTADES DEL MERCOSUR

(Artículo de Sergio Arancibia, publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS, el día 30 de Junio de 2014.)


A principios del mes de junio Brasil y Argentina, llegaron a un acuerdo bilateral para normar el comercio automotriz entre ambos países. Mediante ese acuerdo las importaciones de bienes automotrices realizadas por Argentina, desde Brasil, sin pago de aranceles, solo podrán ser 1.5 veces mayor que las ventas que Argentina haga a Brasil del mismo tipo de bienes. Puede parecer un buen tipo de arreglo, pero es indudable que si se necesitan tensiones, discusiones, negociaciones y decisiones como éstas es única y exclusivamente porque la liberación del comercio bilateral - que se supone es la columna vertebral del acuerdo que une a los países firmantes  del Mercosur - no está funcionando.  Hay que agregar - para entender cabalmente la significación de ese acuerdo - que el comercio automotriz representa el 40 % de las exportaciones argentinas a Brasil, que en su totalidad alcanzaron a poco mas de 16 mil millones de dólares en el año 2013.  Brasil, por su parte, exporta a Argentina por un total aproximado de 19 mil millones de dólares, el  32 % de los cuales está representado por bienes del sector automotriz (capítulo 87 del arancel). En otras palabras, el comercio argentino brasileño, amparado por la normativa Mercosur, se ha convertido fundamentalmente en un comercio de vehículos, partes y piezas, el cual necesita de negociaciones adicionales entre los gobiernos, pues la normativa Mercosur por sí sola no arregla los déficit y desequilibrios que se producen en ese campo. 

Cuando los cuatro países que conformaron originalmente  el Mercosur – Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- pusieron plenamente en marcha, en 1995,  las clausulas comerciales que se establecían en el convenio constitutivo, hubo un notable incremento del comercio entre los países miembros. Hubo una apasionante luna de miel que llevaba a pensar que el comercio intra Mercosur seguiría en crecimiento por un período largo, con el consiguiente estímulo a la economía de cada uno de los países participantes. Precisamente porque el comercio reciproco no era alto, había mucho espacio para que creciera, como efectivamente sucedió. Actualmente el comercio bilateral es indudablemente más alto, pero  no da muestras de crecimiento. Más aun, desde el 2011 las exportaciones reciprocas han disminuido. En los comienzos del Mercosur Brasil no era el principal socio comercial de Argentina, como lo  ha llegado a ser hoy en día. Además, el comercio existente era favorable a Argentina. Actualmente Argentina  envía a Brasil el 21 % de sus exportaciones, mientas que importa desde Brasil el 26 % de sus compras internacionales. Pero el comercio bilateral se ha hecho favorable a Brasil a pesar de que  este país compra a Argentina solo el 6.8 % de sus importaciones, y le vende el 7.2 % de sus exportaciones. China, y no Argentina, ha llegado a ser el principal socio comercial de Brasil, seguido de Estados Unidos. Argentina ocupa un tercer lugar como socio comercial de Brasil, mientras que Brasil es el principal socio comercial de Argentina. La dependencia de Argentina con respecto al comercio con Brasil, por lo tanto, es mucho mayor que la dependencia de Brasil con respecto a Argentina.

Cuando la economía de ambos países crece, el comercio exterior de cada país aumenta y se incrementan las importaciones y exportaciones recíprocas, todo lo cual puede restarle significación a los problemas sectoriales que puedan existir. Pero cuando la economía de uno u otro - o peor aún, de ambos a la vez - está en problemas, la tentación de solucionar esos problemas por medio de modificaciones al comercio bilateral es muy grande.  Y Argentina está en estos momentos en problemas. Y Brasil también.

Argentina se encuentra técnicamente en recesión. Las cifras oficiales, en días recientes, y las cifras de organismos privados y de organismos no tan privados como el Congreso,  desde hace varias semanas atrás, han puesto de manifestó que la economía argentina ha decrecido en el primer trimestre de este año, y que también lo hizo en el cuarto trimestre del año anterior, lo cual genera una situación que se define internacionalmente como recesión. Esa situación va de la mano con el aumento del paro, y en el caso argentino, además, con aumento de la inflación, que ya ha alcanzado niveles de 13.5% en los cinco primeros meses de 2014, lo cual permite pronosticar una tasa cercana al 30 % para el conjunto del año en curso. A eso se agrega la sorpresa dada por el fallo de los tribunales norteamericanos que obliga a  Argentina a pagarles a los llamados fondos buitres, lo cual es una decisión que si se acata, muchos otros acreedores que estaban dispuestos a recibir menos, exigirán las mismas condiciones, y si no se acata, deja a Argentina en una situación complicada con el conjunto del sistema financiero internacional. Todo ello genera aumento del riesgo país, imposibilidad de acceso fluido al mercado financiero internacional y, por lo  tanto, necesidad urgente de divisas. Solución posible: reducir importaciones desde Brasil.

Brasil, por su parte sigue creciendo, pero a tasas cada vez más bajas. Para el presente año la proyección que hacen los diferentes analistas internacionales es que el crecimiento llegará a 1.2 %, lo cual es una tasa muy baja para cualquier país.  Y Brasil, apenas salga del mundial de futbol, entrará de lleno en la campaña presidencial, en la cual la oposición levanta con mucha fuerza la idea de que el Mercosur es una camisa de fuerza que impide la apertura internacional que un país como Brasil necesita para crecer. Pero hasta ahora, la Presidente Roussef, a diferencia de su colega argentina, no parece buscar soluciones a sus problemas por la vía de acrecentar el proteccionismo. Hasta ahora la línea de respuesta de Brasil a la ralentización de su crecimiento parece ser el tratar de negociar un tratado comercial con la Unión Europea, para ampliar por esa vía sus exportaciones.

Ya quedo suficientemente claro para todos los miembros del Mercosur que la entrada de Venezuela al bloque no implicó un salto adelante en las ventas a este nuevo socio. Más  aun, justo cuando se concretaba el arancel cero al comercio con Venezuela, este país entró en una fase económica y política en la cual sus compras externas, provenientes de todos los países, se ven disminuidas, con lo cual el impacto del “efecto Venezuela” se redujo prácticamente a cero.

Y en la tratativa con la Unión Europea, Brasil choca nuevamente con Argentina, que no ve con mucha simpatía un tratado de esa naturaleza. Esa negociación se ha tomado mucho tiempo, precisamente porque ha sido difícil concertar una propuesta común que hacerle a los europeos. Si eso no camina, es posible pensar que Brasil buscará una negociación solo, o con alguno de los otros los socios del Mercosur, pero sin seguir atado eternamente a Argentina. Eso no implicaría necesariamente una ruptura del Mercosur. Ya Venezuela se descolgó de esa negociación con la Unión Europea, lo cual generó, sin drama alguno, un mensaje claro en el sentido de que el Mercosur puede negociar en bloque, o puede negociar tratados que solo sean validos para algunos de sus países miembros.  Una figura de esa naturaleza es bien parecida a una ruptura de la unión aduanera, pero sin muertos ni heridos, tal como de hecho ha sucedido con la Comunidad Andina de naciones.

Efectivamente, la CAN, enfrentada al hecho de que Ecuador y Bolivia no simpatizan mucho con la idea de firmar tratados de libre comercio, resolvió, hace ya varios años atrás,  autorizar a Perú y a Colombia a que lo hicieran por su cuenta, rompiendo así de hecho con arancel externo común. Eso implicó que Perú negociara y firmara sendos TLC con China y con Estados Unidos, y que Colombia, a su vez, lo hiciera con Estados Unidos. La CAN mantiene, en esa medida su carácter de una zona de libre comercio, pero ha dejado de ser, en la realidad de los hechos, una unión aduanera. Algo parecido podría suceder en el Mercosur, si Brasil y algunos de los otros países miembros, deciden, con autorización del resto del bloque, negociar por su cuenta con la Unión Europea, sin Argentina ni Venezuela.

Otro asunto importante que debe enfrentar el Mercosur en el futuro cercano es la respuesta a la invitación que le formulara la Alianza del Pacifico, para que estudien los mecanismos de convergencia que puedan darse entre ambos bloques subregionales. Eso puede significar para el Mercosur una apertura comercial que agilice sus exportaciones, al mismo tiempo que una búsqueda de esfuerzos compartidos en el camino de las  exportaciones conjuntas hacia Asia, que es el objetivo último y más importante que se plantea la Alianza del Pacífico. Una convergencia de ese tipo tendría, indudablemente, consecuencias económicas y políticas de gran significación. Implicaría, entre otras cosas,  que el Mercosur, que perdió en algún recodo del camino su oportunidad de ser el punto de confluencia de los esfuerzos integracionistas de la América del Sur, pueda volver a reencontrarse con el conjunto de la región.
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jueves, 26 de junio de 2014

LAS MIGRACIONES ENTRE EL DOLOR Y LA ESPERANZA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 26 de junio de 2014.)


Hay un fenómeno que se está haciendo cada vez más masivo, a nivel internacional, pero del cual se habla poco en los ámbitos de la política y de la economía. Se trata del tema de las migraciones, y en particular, de la migraciones de niños.
Cuando miles de africanos se echan a las aguas oceánicas, en frágiles embarcaciones, para intentar llegar a España  o a Italia, y de allí poder posteriormente internarse en algún otro país europeo, se está en presencia no solo de un fenómeno económico – la movilidad internacional del factor trabajo – sino de un fenómeno social de tremendo dramatismo. Más aun, es un drama que debería sacudir en mayor medida las fibras morales que se supone que constituyen uno de los soportes de la civilización occidental.
 Todo parece indicar que las familias se separan para enfrentar esa odisea de poder radicarse en Europa. Primero viajan las mujeres y/o los niños. No siempre pueden viajar juntos, pues el viaje por agua no solo es riesgoso, sino que además es caro. Hay que pagar, por el cupo en una patera, cantidades que son exorbitantes para los niveles de ingreso de las familias que recurren a este expediente. Primero viajan los niños. Solos. Si llegan con vida, y logran ser admitidos en un país europeo, se salvarán de morir de hambre a temprana edad y tendrán acceso a un  nivel de vida al cual jamás podrían acceder en sus países de origen. Si se puede, después de meses o de años, viajarán las madres, y solo después, si los ingresos lo permiten, los padres. Las posibilidades de llegar con vida, de no ser deportados y de poder reencontrarse con sus hijos y con sus mujeres, son escasas.  ¿Estamos en presencia de personajes desalmados, que arriesgan frívolamente la vida de sus mujeres y de sus hijos? ¿O estamos en presencia de la más íntima, profunda y ancestral manifestación del instinto de conservación, que lleva a los individuos de todas las especies, a hacer todo lo posible por salvar la vida de sus cachorros, aun con los sacrificios que sean necesarios?
El fenómeno se repite en América. Aquí, muy cerca de nosotros. Desde Guatemala, El Salvador y Honduras comienza a darse en forma cada vez más frecuente la práctica de enviar a niños de corta edad, solos, a que crucen las fronteras del paraíso norteamericano. Puede que mueran en la travesía, o que caigan en poder de la mafias, o que lleguen a tierra norteamericana y sean aprehendidos por las fuerzas fronterizas, lo cual les genera casa y comida por algunos días hasta que se decida sobre su situación. Es posible que sean enviados a casa de parientes que ya viven en Estados Unidos, o incluso que  sean entregados en adopción, en forma definitiva o transitoria. Todo es mejor que el hambre, la violencia o la vida sin destino en las garras de la pobreza, en sus países de origen.
Desde un punto de vista estrictamente económico, se llevan buenas estadísticas de los ingresos que los trabajadores radicados en un determinado país envían a sus familiares en los países de origen. Esas remesas se han convertido en parte importante de los ingresos con que viven no solo las familias sino que incluso los países que reciben esos aportes. Durante muchos años, esas remesas no han causado problema al país desde donde se envían, pues los trabajadores han obtenido esos ingresos de fuentes legítimas y han contribuido, con mano de obra barato, al crecimiento de los países donde se han radicado. Pero en épocas de crisis, esos son los bolsones de mano de obra que primero quedan no solo cesantes, sino que sobrantes.
La globalización, que difunde por el mundo las imágenes idílicas del mundo desarrollado, y que genera medios de transporte que acortan distancias entre países situados en latitudes muy distantes - unido al hambre, las enfermedades, la violencia, la inseguridad, la falta de educación y de salud, en muchos países en desarrollo - sigue fomentando ese fenómeno de las migraciones. Ya no se trata de los buques cargados de emigrantes irlandeses o italianos que tanta importancia tuvieron en el desarrollo de Estados Unidos - y en la conformación del alma misma de ese país - sino de hombres, mujeres y niños que lo arriesgan todo, absolutamente todo, por encontrar un lugar en este mundo donde puedan vivir como seres humanos. Si los derechos humanos han llegado a ser objeto del derecho internacional, y a ser considerados derechos que acompañan al ser humano con independencia de su nacionalidad, sexo, color o religión, este problema debería ser abordado en ese contexto legal y moral.

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viernes, 20 de junio de 2014

BRASIL EL MUNDIAL MAS CARO DO MUNDO

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 20 de junio 2014)



El mundial de futbol colocará a Brasil en las pantallas de televisión de todo el planeta, y miles de periódicos y otros medios de comunicación del mundo entero hablarán durante un mes de Brasil y de la gesta deportiva que allí se llevará a cabo. Hoy en día todos los países de mediana envergadura - o los que tienen pretensiones de ser considerados entre los países importantes de este planeta - tienen que gastar bastante dinero en proyectar lo que se denomina una positiva imagen país.  Una buena imagen país tiene importancia económica y política, pues atrae capitales, turistas y socios comerciales, y hace que el país correspondiente gane respetabilidad y credibilidad en el ámbito internacional.

Pero, ¿mejorará Brasil su imagen internacional con el Mundial FIFA 2014? La respuesta es sí, siempre y cuando los estadios alcancen a estar totalmente operativos el día de la inauguración del torneo, y no se presenten casos importantes de turistas asaltados o asesinados, y  los hoteles y restaurantes presten buenos servicios a los miles de turistas que visitarán el país. Pero también puede suceder lo contrario, es decir, que después de todas las inversiones y preocupaciones estatales, los estadios no estén a punto, en las calles hayan disturbios, los turistas no se sientan seguros, y en los aeropuertos se pierdan el 10 % de las maletas. Si suceden estas ultimas situaciones, puede que se termine dando la imagen de tercermundismo, y más aun, de tercermundismo tropical, con música, prostitutas y mucho desorden y caos institucional, todo lo cual echaría por tierra décadas de trabajo de Brasil para ser considerado un país emergente y actor serio y relevante en la arena internacional.  Se trata por lo tanto, de una apuesta sumamente riesgosa.

En la  reparación  y/o construcción de los 12 estadios en los cuales tendrán lugar los partidos oficiales del mundial  se terminarán gastando aproximadamente 3.700 millones de dólares.  A la reparación o construcción de 27 aeropuertos en diferentes puntos de país se destinaron 3.800 millones de dólares  y en el mejoramiento de varios miles de kilómetros de carreteras y autopistas, además de vías de transporte urbano, se invirtió más de 4.500 millones de dólares. Los gastos totales del gobierno federal se estiman en más de 13 mil millones de dólares. Dentro de esa suma se incluyen los gastos ya mencionados y otros gastos en materia seguridad, publicidad y gastos  generales.  A la inversión del gobierno federal hay que sumar la que realizarán los gobiernos regionales y las empresas privadas, cuya cifra exacta es difícil de calcular.   

¿Cuáles serán los retornos o los ingresos que recibirá Brasil en compensación por este inmenso gasto? Aquí es donde comienzan las polémicas  e incluso los disturbios y manifestaciones callejeras. Los ingresos del gobierno no igualarán ni remotamente los gastos realizados. Pero el rol del gobierno no es ganar dinero, ni lograr que sus ingresos sean mayores que sus gastos, sino lograr que Brasil incremente sus ingresos y que el país  obtenga una ganancia neta positiva de todo este expectante torneo deportivo.  Y vistas las cosas desde ese punto de vista todo parece indicar que los ingresos del conjunto del país efectivamente crecerán. En turismo, por ejemplo, se supone que Brasil recibirá la visita de 600 mil extranjeros durante el mes que durará el mundial, los cuales dejarán, por lo menos un ingreso de 3.000 o de 3.600 millones de dólares, según se les suponga un gasto de  500 o de 600 dólares por turista, lo cual es un cálculo bastante conservador.  Ese solo ingreso por concepto de la recepción y atención de turistas  iguala a lo que costó la reparación o construcción de los 12 estadios en que se jugarán los partidos. Pero el gasto en estadios lo hizo el gobierno y los gastos de los turistas irán a manos de los dueños de hoteles, restaurantes, taxistas y toda una larga cadena agentes económicos que constela alrededor del turismo. De todo ello el gobierno solo captará lo que corresponda en materia de impuestos, que obviamente no igualará al gasto realizado.

Todo lo invertido en estadios, aeropuertos y caminos no desaparece ni sale del país, sino que va  a manos de empresas constructoras, contratistas de todo tipo, proveedores de insumos, y a los ingenieros y  trabajadores que laboran en todas esas empresas que directa o indirectamente se ven beneficiadas con esas obras de infraestructura, los  cuales elevarán con ello sus niveles de gasto o de inversión y generarán, en esa medida, nuevos impulsos reactivadores  Nuevamente el gobierno gasta, y otros agentes de la economía y de la sociedad captan, directa o indirectamente, las ganancias, sin perjuicio de que el efecto reactivador de la economía que tienen  las inversiones en infraestructura  realizadas por el Gobierno tendrán, en algún  momento - y en alguna medida aun cuando sea modesta - un efecto positivo sobre los ingresos de los brasileños más modestos. Es lo que los economistas llaman el efecto multiplicador de las inversiones, por un lado, y el efecto derrame, por otro.

Otro aspecto importante de mencionar es que cuando el mundial termine - y los gastos cesen -  las obras de infraestructura perdurarán. Doce estadios de nivel mundial no son poca cosa, y 27 aeropuertos  regionales tampoco. Esas obras pueden tener en el futuro cercano un impacto importante sobre la economía y sobre el desarrollo del deporte y de la calidad de vida regional.  Sin embargo, se han presentado argumentos en el sentido de varios de esos estadios se han construido en ciudades que no tiene clubes de futbol de nivel nacional, y los gobiernos regionales o municipales no tendrán la capacidad de utilizar y de darle mantenimiento a esas costosas infraestructuras deportivas. Además, el gasto en estadios ha resultado tres veces mayor que el cálculo que se comprometió inicialmente ante la FIFA, lo cual deja la impresión de grados relevantes de ineficiencia, de despilfarro o de corrupción.

 Frente a toda esta danza de millones, hay sectores importantes de la sociedad que temen o creen - con razón o sin ella - que los efectos reactivadores y redistributivos que puedan tener los gastos en infraestructura no llegarán a ellos en forma directa ni indirecta. Se plantean, por lo tanto, que esos fondos se podrían invertir en una forma socialmente más justa si se construyen escuelas  o hospitales, que son obras cuyas consecuencias positivas se ven y se sienten más directamente por parte de los sectores sociales más débiles.  Y ese punto de vista se traduce en manifestaciones, y éstas pueden derivar en represión y en tensión política que eche a perder la imagen país que el Gobierno está obviamente interesado en proyectar.  No hay que perder de vista que Brasil exhibe todavía un porcentaje de población en situación de pobreza que supera el 18 % - según cifras correspondientes al año 2012 - lo cual es mayor que lo que impera en Argentina o en Uruguay, sus socios originales en el Mercosur, aun cuando inferior a lo que presenta Venezuela.   

Todo lo anterior se agrava por el hecho de que no se trata solo de las acciones, obras y compromisos relacionados con el mundial de futbol, sino que son tres circunstancias de la misma naturaleza las que se han presentado en un plazo de tiempo relativamente breve: primero fue la Copa Confederaciones, ahorita viene el Mundial de Futbol y dentro de un par de años  Brasil será sede de las Olimpiadas. Se trata de tres eventos muy parecidos en cuanto a los beneficios y los problemas que acarrean.

Quizás nada de las dudas y polémicas relacionadas con el Mundial se habrían generados si Brasil atravesara por un período de bonanza económica, como la que conoció en la década anterior. Pero hoy en día la economía brasileña está llena de presagios poco alentadores. Nadie, ni dentro ni fuera del país, parece pronosticar un retroceso o una caída en la producción, pero todos parecen coincidir en que la tasa de crecimiento se va haciendo cada vez más pequeña. En el año 2010 el PIB creció a un 2.5 % y al año siguiente esa tasa fue 2.7%. Ambas son tasas relativamente modestas en el contexto internacional de esos años. Pero en el año 2012 la tasa fue menor aún, 1.0 % - menor que el crecimiento de la población -lo cual es una situación preocupante para cualquier país. En el año recién pasado la tasa volvió a crecer a un 2.13 % pero para el año en curso se espera que vuelva a bajar, y/o que se mantenga alrededor del 2.0%.

El más bajo ritmo de crecimiento de China, y su impacto sobre el precio de las materias primas que exporta Brasil, así como los menores flujos de capitales provenientes de los países desarrollado, los incesantes problemas comerciales con Argentina, y la incapacidad del Mercosur como para abrirse al comercio con otras macro regiones del planeta, en especial hacia la Unión Europea, con la cual se negocia lentamente un tratado comercial,  son algunos de los elementos que explican la lentitud actual del crecimiento económico brasileño.

El otro elemento preocupante en la economía brasileña - y de gran impacto social y político - es el problema de la inflación. El año 2013 la inflación fue de 5.9% que es una tasa todavía baja y manejable, pero preocupante. Para el año 2014 se espera, en el mejor de los  casos, una tasa inflacionaria de 5.6 %. Y el problema inflacionario se interrelaciona con los otros problemas y dudas ocasionadas por el mundial de futbol, pues en ese contexto no son solo los precios de las entradas a los estadios las que aumentan de precios, sino son muchos los bienes y servicios que colapsan o aumentan sus precios en forma acelerada, frente al crecimiento del gasto y de la inversión. Los tres grandes compromisos internacionales – Copa Confederaciones, Mundial de Futbol y Olimpiadas- unido al escenario electoral de este año - en el cual la Presidenta parece que se verá obligada a contarse en una segunda vuelta -  no generan un cuadro propicio como para hacer  grandes cambios en materia de ingeniería tributaria ni fiscal, que sería lo que se podría analizar, como política antiinflacionaria, en un contexto distinto.

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jueves, 19 de junio de 2014

LOS PRECIOS SIGUEN SUBIENDO

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAl el día 19 de junio del 2014.)


En estos primeros cinco meses del año 2014 la inflación –medida a través del Índice Nacional de Precios al Consumidor- ha aumentado en un 23.02 %, lo cual es una cifra elevada para cualquier país, y más  aun si se trata de un país como Venezuela que ya el año recién pasado presentó una tasa de inflación superior al 55%.

En lo que va corrido desde el 10 de  enero al 6 de junio la liquidez monetaria ha aumentado solo en un 17 %, lo cual revela que en el seno del Gobierno y del BCV se está actuando un una dirección correcta, en el sentido de corregir o revertir la tendencia que se venía dando en años anteriores y que llevaba a que la liquidez monetaria aumentara a tasas sumamente elevadas, lo cual se visualizaba como un elemento que precisamente generaba, permitía o estimulaba el crecimiento de los precios, incluido el precio de las divisas. Hasta hace poco la liquidez monetaria arrastraba hacia arriba a los precios. Ahora pareciera que los precios tienen una tendencia o una inercia alcista que ya no depende única o fundamentalmente del crecimiento monetario.  

Al parecer el mecanismo que le ha permitido al gobierno aminorar la tendencia al crecimiento de la liquidez monetaria es la puesta en funcionamiento del sicad 2. Con ello, el BCV recoge liquidez de manos del público, lo cual le permite financiar a PDVSA con fondos ya existentes en el torrente monetario de la economía, sin necesidad de tener que recurrir - o sin recurrir en la misma proporción que antes – a la pura y simple emisión. La idea no es mala, pero no ha logrado parar la inflación.

Paralelamente con esa política, el gobierno ha incrementado los controles de precios. La Ley de Precios Justos permite prácticamente el control de precios de todas las mercancías que se transan en todos los mercados del país. Pero los precios siguen aumentando, ya sea porque el propio gobierno ha tenido que consentir en su aumento, o porque los precios aumentan de todos modos, con control o sin él. Por si fuera poco, la Ley Habilitante se mantiene como una posibilidad siempre abierta de legislar en forma rápida y efectiva para resolver cualquier cosa en la forma que al Gobierno le parezca adecuada. Pero los precios siguen subiendo. 

Por otro lado, el sicad 2 ha permitido generar una pequeña veta que permite a productores y comerciantes proveerse de divisas, pero como la oferta  de dólares sigue siendo menor que las necesidades de importaciones que tiene el país, los déficit de mercancías se acentúan en los mercados tanto de insumos como de mercancías finales, generando un desabastecimiento generalizado.  Pero el paso de las importaciones desde la tasa de  6.30 o de 11.00 bolívares por dólar, a la nueva tasa de 50.00 bolívares por dólar, implica un incremento de costos que se traslada a toda la economía y genera un estímulo inflacionario de grandes proporciones, unido a la escasez de los artículos que aumentan de precios.  Se genera así el terrible binomio de alza de precios con escasez de producción, bailando pegados. De paso, se ha puesto de manifiesto que el mercado paralelo, que se asumió en algún momento como el enemigo fundamental que había que derrotar - como si de esa batalla dependiera la suerte económica del país - es poco significativo, y ha bajado, sin que ello implique una baja de precios de ninguna mercancía conocida.   

Como se supone que muchas de las importaciones que fueron financiadas en el año pasado no se realizaron, sino que se desvanecieron misteriosamente en el camino - llegando ese fenómeno a evaluarse en 20 mil millones de dólares - se creó el Sicoex, que velará por que cada dólar asignado para efectos de importación no solo se corresponda con una importación efectivamente realizada, sino que el precio de la misma dentro del mercado interno se corresponda con el 30 % de ganancia que el gobierno ha establecido como justa. Es la última alternativa en la cual cifra sus esperanzas el gobierno.

Pero hay una alternativa que algún día habrá que explorar: conversar con el país - con todo el país -  para buscar soluciones a una crisis que no tiene soluciones fáciles y que requiere, por lo tanto, de grandes acuerdos nacionales.

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jueves, 12 de junio de 2014

BRASIL Y SU MUNDIAL

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 12 de junio 2014.)


El campeonato mundial de futbol que se inicia hoy en Brasil es el más caro que se haya realizado hasta la fecha, o dicho en otras palabras, es aquel en el cual el Gobierno del país sede ha tenido que realizar más gastos con dinero de todos los contribuyentes. Se calcula que el Gobierno brasileño ha tenido que desembolsar alrededor de 13 mil millones de dólares para construir o repotenciar infraestructura deportiva, aeroportuaria y vial y para los demás gastos en seguridad, comunicaciones, administración,  etc. Doce estadios y 24 aeropuertos han tenido que se construidos o reparados, al igual que varios cientos de kilómetros de carreteras y vías urbanas.  . ¿Se trata de gastos inútiles que nada le dejan al país? ¿O se trata de gastos que podrían haber sido mejor empleados en escuelas o hospitales? Las respuestas no son simples. Veamos.
En primer lugar, aun cuando sea obvio, es bueno recordar que el gasto público en infraestructura genera gastos, pero también genera infraestructura. Quedar con 12 estadios de nivel mundial y con 24 aeropuertos regionales es una ganancia neta para el país. Ello se puede traducir, a futuro, en mayor acceso al deporte o a los espectáculos deportivos, lo cual eleva la calidad de vida de la población. O la mayor comunicación de las regiones - por la vía de carreteras y aeropuertos -  con los grandes centros de Sao Paulo o Rio de Janeiro, se puede traducir en mejor y mayor movilización de personas y de mercancías. Y también  hay que considerar que la inversión que se realiza en un determinado sector tiene un efecto reactivador de la economía mayor que el monto mismo que se gasta en la inversión inicial. Se calcula que esos 13 mil millones de dólares elevarán el ingreso interno bruto de Brasil en más de 50 mil millones de dólares. Es lo que los economistas llaman el efecto multiplicador de las inversiones.
Otro aspecto, más inmediato, tiene que ver con los más de  600 mil turistas que se supone que irán a  Brasil en los 30 días que durará el mundial de futbol. Esa masa de turistas dejarán por lo menos 3.600 millones de dólares en la economía brasileña, que es casi lo mismo que costó la construcción o reparación de los 12 estadios.
Pero el mayor ingreso que se genera por efecto de las nuevas inversiones, y el  ingreso que dejan los turistas durante su paso por Brasil, se canaliza hacia determinadas manos, pero no va a manos de todos los brasileños por igual. Taxistas, hoteles, restaurantes y una gran cantidad de vendedores y productores de bienes y servicios, por un lado, y empresas constructoras, contratistas y subcontratistas de todo tipo,  consultores, y empresas ligadas a  la producción de bienes relacionados, por otro, se beneficiarán con esa inversión y con esos turistas, pero  no todos los brasileños. Hay una gran masa que quedará al margen de los beneficios del mundial, pero que de una u otra forma se sienten con derechos sobre esos 13 mil millones de dólares que se han gastado en ese evento, y son, por lo tanto, el contingente más propenso a protagonizar marchas y protestas de todo tipo.
Otro aspecto importante de toda esta jornada deportiva es lo relativo a la imagen país. La imagen país - así como la imagen de una empresa o incluso de una persona - constituye un capital que permite incrementar sus potencialidades  económicas y políticas. Por ello, los países, las empresas y los políticos invierten cantidades no pequeñas de dinero en actividades encaminadas  a mejorar su imagen pública. Son actividades de marketing, que son necesarias para ciertos agentes económicos y políticos, una vez que han superado un determinado umbral de importancia. Y tener al mundo entero, durante un mes completo, pendiente de los que sucede en Brasil, es una oportunidad única como para proyectar una buena imagen país en todo al ámbito planetario. Pero es también un riesgo. Si todo sale bien, perfecto. El gasto realizado se podrá considerar como bien invertido. Pero si los estadios no están plenamente operativos, si los equipos de uno u otro país se quejan de los servicios dentro de uno u otro de esos estadios, o si algunos turistas de cierta notoriedad son asaltados o estafados, o si los hoteles resultan caros, insuficientes o sencillamente malos en cuanto a la calidad de sus servicios, entonces la imagen país que se proyecte puede resultar exactamente la contraria a la deseada.  Brasil ha gastado mucho esfuerzo y dinero, durante muchos años,  en proyectar internacionalmente una  imagen de país de categoría mundial, y sería lamentable que retrocediera en un mes a la categoría de país tropical y  tercermundista.
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viernes, 6 de junio de 2014

ARGENTINA: LA VIDA ENSEÑA

Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 6 de Junio del 2014.


El Gobierno argentino ha tomado, en los últimos meses,  medidas de política económica que marcan claramente un viraje con respecto a las posiciones que se habían sostenido durante años anteriores. Y esas medidas se visualizan como más interesantes aun si se considera que han sido tomadas sin medias tintas, sin irse por las ramas, sin la vieja práctica imperante en muchos otros países -incluido el nuestro -  de hacer reformas que son meros giros oratorios, pero sin intención de  modificar nada de lo que sucede en la realidad de las cosas. No. Todo parece indicar que en Argentina se han llevado adelante cambios para que efectivamente las cosas cambien.
Por un lado, se han pagado indemnizaciones a empresas extranjeras que estaban litigando con el Estado argentino, particularmente a Repsol, que se ha embolsado recientemente  la no pequeña cantidad de 6 mil millones de dólares por sus  antiguos yacimientos de Vaca Muerta y sus acciones en YPF. Con eso se despeja el ambiente como para que el capital extranjero, - que se visualiza como necesario no solo para poner en operación ese yacimiento, sino para reactivar el conjunto de la economía argentina - pueda volver a fluir en forma sustantiva hacia la economía rioplatense. Venezuela, que tiene varios litigios pendientes con empresas extranjeras, puede en algún momento verse enfrentada a situaciones similares.
Con la misma intencionalidad de tener normas claras con respecto al capital extranjero, Argentina llegó a un acuerdo en el mes de mayo de este año con el Club de Paris, lo cual implica renegociar y comprometerse a pagar la deuda con los países que conforman ese bloque de acreedores. Eso le permite abrirse a la posibilidad de recibir créditos no solo de esos países, sino también de los organismos crediticios internacionales, tales como el Banco Mundial, donde esos países son socios fundamentales. Los gobiernos de los países desarrollados, las grandes corporaciones y los bancos de inversión multinacionales, constituyen, en la práctica, un club muy unido, donde no se puede pelear con uno de ellos sin ganarse también la enemistad de los otros. Eso es algo que Argentina ha terminado por aceptar.  Venezuela, en ese campo, ha optado desde siempre por la sana política de honrar su deuda soberana, con lo cual no tiene en el horizonte cercano problemas con países acreedores y tiene crédito abierto en los organismos multinacionales. Los problemas de pagos que Venezuela enfrenta dicen relación con la deuda comercial privada, que tiene otro status en el ámbito internacional.
Otra medida importante, tomada por el Gobierno argentino, ha sido la  devaluación  de la moneda nacional y la reducción de  parte importante de los controles cambiarios, con lo cual ha disminuido la diferencia con el dólar no oficial, y  ha logrado normalizar el mercado de divisas, estimulando de pasada las exportaciones.
En el campo de los gastos fiscales redujo - aun sin eliminar del todo - ciertas subvenciones al gas y al agua - que no son en ninguna parte medidas simpáticas ante los ojos de la ciudadanía - y que necesitan, por lo tanto, una cuota importante de valentía política y de realismo económico para ser tomadas. Venezuela coquetea con la idea de reducir la subvención a la gasolina, pero no se atreve en el actual contexto político a tomar las medidas correspondientes.   
El Gobierno argentino ha optado también por reconocer que sus estadísticas económicas, especialmente las referidas a las tasas de inflación, no servían para nada, eran pura fantasía, lo cual fue durante mucho tiempo un punto de honor en las polémicas internas con la oposición, y sobre todo con los sindicatos, que pedían salarios más altos que los ofrecidos por la Gobierno.  Ahora se  ha permitido que circulen, se elaboren y se difundan  cifras más realistas, que han puesto de relieve que la inflación en el país supera el 30 % anual, lo cual es alto, pero real. No se puede enfrentar un problema serio, si se niega totalmente su existencia.  En ese campo Venezuela desgraciadamente avanza hacia el punto de donde Argentina viene saliendo: oculta sus cifras más vergonzosas y maquilla tanto como se pueda las cifras que se ve obligado a publicar. Ojala que la experiencia de sus amigos internacionales le sirva de algo.

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