miércoles, 27 de junio de 2012

¿PARA QUE SE DEMANDAN DOLARES?


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 27 de junio de 2012.)


Hay países - como Venezuela, como Argentina u otros - en los cuales la población tiene una manifiesta apetencia por dólares, y busca comprar las cantidades que le sean posibles de dicha moneda extranjera, aun cuando sea a precios relativamente elevados. ¿A qué obedece una actitud de esa naturaleza?
Creemos que hay dos motivos centrales. Por un lado, para protegerse de la inflación. Mucha gente cree -  con razón o sin ella, pero cree – que cuando la cuando la inflación es elevada  - de dos dígitos por lo menos-  ahorrar en moneda nacional es una forma casi suicida de mantener sus activos. El que ahorra en moneda nacional ve y siente como sus activos, o su riqueza, o su poder de compra disminuyen día a día. Buscan, entonces, refugiarse en un activo distinto, cuyo valor no disminuya como consecuencia de la inflación, sino que se mantenga o incluso se incremente en medio del alza generalizada de precios en la economía. En esa búsqueda puede encontrarse con el oro, con los dólares, con los bienes raíces, con las joyas, con las obras de arte, o con otros bienes que se nos escapen en este momento. Si no hubiera inflación, o ésta fuera muy mínima, probablemente esta razón para comprar y acumular divisas desaparecería o se reduciría a su más mínima expresión, pues los  pequeños  y dudosos beneficios que se podrían conseguir no compensarían los costos de transacción que toda esa operación entrañaría.
Pero aun en una hipotética economía con inflación cero se mantendría vigente una segunda razón para adquirir y conservar dólares. Se trata del proceso de internacionalización de los valores, de los activos o de la riqueza. Pasado un cierto umbral de ingresos, hay una tendencia natural y racional, en personas y empresas, a esperar que el poder de compra que esos activos implican se pueda hacer efectivo en cualquier rincón del planeta. En otras palabras, que el dinero legal dentro de un país, con el poder de compra que éste da sobre los mercados locales, pueda traducirse también en poder de compra en los amplios mercados internacionales del mundo contemporáneo. Cada vez son menos los que se conforman con recibir, a cambio de su trabajo, dinero que sólo sirve en un limitado ámbito nacional, es decir, algo así como dinero de metrópoli que sólo sirve dentro de ese juego. Ya no son solo los muy ricos dentro de cada país los que esperan poder usar su dinero en otras latitudes, sino que amplias capas medias o bajas aspiran  a comprar bienes, servicios o activos físicos o financieros en el exterior. Esa es una tendencia que forma parte consustancial de los procesos de globalización.  Esa apetencia por divisas se incrementa, obviamente, en la medida en que el gobierno de turno sea ineficiente, corrupto o inestable políticamente. Pero curiosamente, mientras mayor sea la capacidad de convertir los activos nacionales en activos transables internacionalmente, por medio de buenas o de malas artes, menor será la importancia que se le dará a la evolución de los procesos políticos dentro del país. En otras palabras, el que ya tiene recursos suficientes en el exterior, puede ver con mayor indiferencia y con menor compromiso la evolución de los procesos políticos internos. Su futuro y el de sus hijos ya no dependen del futuro de ese gobierno ni de ese país. Eso hace una diferencia con respecto al comportamiento político de muchas capas medias de antaño, que sólo tenían el país propio como ámbito de referencia donde crecer y desarrollarse. Hoy en día, con visa, idioma, saberes y activos internacionalmente valorados, esos mismos sectores tienen el mundo como escenario.
Pero volviendo al problema de la demanda y la compra de dólares, para que ésta sea posible, tiene que encontrarse en el mercado con una oferta equivalente. Esta oferta puede provenir de las arcas del Banco Central respectivo – mientras la botija esté llena -, del incremento de las exportaciones –mientas el mercado internacional sea favorable-, de la inversión extranjera directa- mientras existan buenos negocios dentro del país que sean tentadores para el capital extranjero - o del incremento de la deuda externa- mientras existan agentes económicos dispuestos a prestarle al gobierno. Todos estos elementos pueden manejarse en un delicado equilibrio, para que sea el mercado, con diferentes grados de intervención y regulación estatal, el que determine el precio de la divisa y las cantidades transadas de la misma. También puede el Gobierno asumir todas las funciones del mercado – quien compra, quien vende, que cantidades se transan y a cual es el precio que se paga – con lo cual el grado de control y de poder del Gobierno se ensancha en forma sustantiva, al mismo tiempo que se incrementan las apetencias por nuevas divisas que sacar al exterior, y se reducen las fuentes de la mismas.   
Sergio Arancibia











viernes, 22 de junio de 2012

LA LOGICA DEL CAPITAL EXTRANJERO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 22 de junio de 2012.)



La expropiación de las acciones que la empresa española Repsol tenía en YPF, en Argentina, no es una buena señal para el conjunto de los capitales internacionales que andan por el mundo en busca de inversiones rentables. Indudablemente ese es un dato político o institucional que cambia las reglas del juego y que conduce a cambios en las conductas de los agentes económicos que quieran meterse en ese juego. Pero no es ni remotamente un antecedente que elimine de raíz la llegada de nuevos capitales extranjeros a los países que lleven adelante expropiaciones de esa naturaleza. Sin perjuicio de algunas obvias declaraciones altisonantes de la empresa afectada - y de algunos gobernantes inexpertos que quieren aparecer como más papistas que el papa - la verdad es que las grandes empresas trasnacionales no son muy dadas a tener grandes gestos de solidaridad entre ellas, como ya se empieza a visualizar en el propio caso argentino.  Más bien todos se preparan para ver como entran a participar  en ese apetitoso  festín de donde ha sido expulsado uno de los comensales que les había ganado anteriormente la partida.
Algo parecido sucede también en Venezuela, donde la seguidilla de expropiaciones realizadas en los últimos años no ha detenido el flujo de inversiones extranjeras, las cuales siguen llegando, aun cuando concentradas en dos sectores: el sector de los hidrocarburos y el sector financiero. 
En cualquier caso,  todo parece indicar que no se trata de una mera sustitución de un inversionista por otro.  El problema es más complejo. Se trata de un cambio en las reglas del juego que presidirán el comportamiento de los nuevos inversionistas extranjeros. Las opciones, en principio son dos: o los inversionistas extranjeros entran a participar en un mercado competitivo, con reglas del juego claras, conocidas e iguales para todos los participantes, y donde los resultados dependen de la competencia, de la eficiencia de cada uno y de las condiciones del mercado,  o entran a participar  en un negocio cuyos resultados se definen en la mesa inicial de las negociaciones que se sostienen con el gobierno correspondiente, incluso antes de arriesgar un solo dólar. Obviamente, entre estas dos opciones polares hay varias opciones intermedias, pero es más o menos obvio que con las expropiaciones recientes el promedio de las nuevas operaciones se mueve en dirección a la segunda de las opciones mencionadas.
LOS HUMORES
Seria de una inocencia superlativa el suponer que los capitales extranjeros sólo se radican en países democráticos, con reglas del juego bien definidas y enteramente cónsonas con el derecho internacional.  La verdad verdadera es que no hay dictador o dictadura en los últimos cincuenta años que no haya contado con volúmenes sustantivos de inversiones extranjeras, aun cuando sus ganancias y la propia permanencia en los negocios correspondientes  dependan día a día de los humores del gobernante. Este último es el que define, en última instancia, las áreas de interés, el tipo y el monto de la inversión, las ganancias que se obtendrán y como se repartirán.  Aun así, el negocio vale la pena, mientras dure.  Los riesgos políticos – que el gobierno caiga y sea remplazado por otro que no conozca o no quiera avalar los acuerdos anteriores-  pasan a ser más importantes que los riesgos propiamente económicos –que surjan competidores o que las condiciones del mercado se modifiquen. Aun cuando hay ciertos códigos éticos que los gobiernos de los países de origen – sobre todo los de la OCDE - tratan de imponer a sus empresas en el  extranjeros, lo cierto es que estas tienen una larga experiencia en materia de  negociar con todo tipo de gobiernos, aun con aquellos cuyas credenciales democráticas no sean muy claras, siempre y cuando el negocio que ofrecen sea suficientemente tentador.
NEGOCIOS
Así que ni en Venezuela ni en Argentina es dable suponer que los capitales extranjeros se ausentarán en forma absoluta por solidaridad con otras empresas que hayan sido expropiadas o por temores respecto a su propio futuro.  Los negocios seguirán su marcha, quizás en menor cuantía que en otros escenarios posibles, pero sin que se detengan las inversiones ni los procesos productivos allí donde está el lomito de la actividad productiva y exportadora.
Sergio Arancibia



lunes, 18 de junio de 2012

VENEZUELA ENTRE LOS PAÍSES MENOS ATRACTIVOS

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 18 de Junio del 2012.)
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No sólo los zapatos o las camisas utilizan en el mercado contemporáneo marcas que las identifican y que las rodean inicialmente de una cierta imagen positiva o negativa. También los países, o sus nombres,  se han constituido en marcas que otorgan una cierta imagen a todo lo que proviene o está relacionado con ese país. Esa marca condiciona, a su vez,  comportamientos y demandas en el mercado. Si por ejemplo, usted busca un país con buena calidad de vida, donde pasar unas gratas vacaciones con su familia, o eventualmente donde hacer negocios ¿qué país elegiría entre Namibia y Barbados? ¿O entre Botswana y Trinidad y Tobago?
Probablemente una gran cantidad de personas no sólo sabe muy poco, o absolutamente nada, de ciertos países, pero de todos modos tiene una cierta imagen respecto a ellos, por su situación geográfica o  por retazos de información - poco sistematizada o incluso poco fidedigna - que han quedado en algún  momento acumulados en su mente.  Esas imágenes, vagas y subjetivas, tienen, sin embargo,  un peso importantísimo en el mundo contemporáneo. En el comercio internacional de mercancías por mucho que las frías cifras sobre rentabilidad ayuden a tomar decisiones, en última instancia la imagen que se  tenga sobre un país – sobre su calidad de vida, sobre la estabilidad de sus instituciones, sobre la eficiencia de sus servicios, sobre su sistema de valores – jugará un papel no menor a la hora de elegir a sus socios comerciales.  En materia de servicios el peso de la marca país es más importante todavía. Nadie va de turismo, o utiliza los servicios bancarios, o envía a sus hijos a estudiar, a países que no parecen tener buenos servicios de sanidad, ni mucha tradición de honestidad en los negocios o en el ejercicio de la justicia, o donde la criminalidad pura y simple presenta niveles elevadísimos.   
Estas imágenes ligadas a una determinada marca país no tienen necesariamente que ser ciertas para jugar un rol importante en el comercio y en las  finanzas internacionales, e incluso en la política contemporánea. Basta con que existan, y que incidan en la toma de decisiones de los ciudadanos, de los empresarios y de los gobernantes extranjeros.  Y al igual como sucede con las personas, una mala imagen, o una  mala reputación, una vez que se consolida, aun cuando no sea cierta, cuesta mucho para ser modificada.
EL RANKING
Estas reflexiones vienen  al caso pues la revista AméricaEconomía acaba de publicar un interesante ranking de marca país elaborado por el Instituto Brand. Ese estudio abarca 132 países de todos los continentes y fue realizado fundamentalmente entre hombres de negocios y viajeros frecuentes a nivel internacional. Esa investigación arroja como conclusión que Canadá es el país que tiene la mejor marca país, seguido de Suiza y de Nueva Zelandia.  El índice correspondiente es el resultado, a su vez, de cinco sub índices, que son: sistema de valores, turismo, patrimonio cultural, clima de negocios y calidad de vida. El país latinoamericano que figura en el lugar más elevado del ranking es Costa Rica, que se ubica en el lugar 24. Brasil se ubica en el puesto 31, Chile en el 34 y Perú en el 44. Venezuela se encuentra en el lugar 84 del ranking general, un puesto más abajo que Camboya y un puesto más arriba que Argelia.  En lugares más destacados que Venezuela, en el ámbito latinoamericano, además de los países ya mencionados,  se encuentran México (47), Panamá (67), Ecuador (75) y Guatemala (81).  Más abajo que Venezuela se ubican Colombia (89), Honduras (90), Bolivia (96) y  Nicaragua (100).
ACTIVO
En tiempos de globalización, donde tenemos el mercado mundial por escenario, y donde los compradores finales de las mercancías son ciudadanos de a pie que en los  supermercados tienen que elegir entre una mermelada proveniente de Brasil o de Botswana, la marca país deviene en un activo importante que debe cultivarse y cuidarse por parte de cada miembro de la comunidad internacional. A menos, claro está, que uno quiera vender toda la vida un producto como el petróleo, que se negocia entre pocos y que no es posible diferenciar a nivel del consumidor.
Sergio Arancibia






viernes, 15 de junio de 2012

LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 15 de Junio 2012)


La reunión que la Organización de Estados Americanos, OEA, celebró recientemente en Cochabamba, Bolivia, tenía como tema central en su agenda lo relativo a la Seguridad Alimentaria. En realidad sobre ese tema no se avanzó en consideraciones sustantivas, pues otros temas de carácter más político acapararon la atención de los cancilleres americanos. Sin embargo, el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, IICA, presentó allí  un documento sobre el tema, que pretendía servir como referente central de la discusión. Curiosamente, quizás en una elegante ironía diplomática, el documento sobre Seguridad Alimentaria declaraba en su portada que su objetivo era “alimentar el debate” correspondiente.  Pero en su interior dicho documento aporta algunos antecedentes que es importante analizar y difundir.
En primer lugar, el documento del IICA define o conceptualiza lo que cabe entender por Seguridad Alimentaria, pues esas palabras se suelen utilizar con significados muy diversos. De lo aportado por el IICA queda claro que la seguridad alimentaria se refiere a la seguridad de las personas de tener, en forma estable, la posibilidad de disponer, acceder y utilizar los alimentos que necesita. Un concepto diferente es el concepto de Soberanía Alimentaria, que se refiere a los países, y no ya a las personas.  Es posible que un país tenga soberanía alimentaria, pero una cantidad importante de sus ciudadanos tenga inseguridad alimentaria. O viciversa, toda la ciudadanía puede tener alta seguridad alimentaria, pues las importaciones abastecen plenamente el mercado de alimentos, pero el país respectivo carecer de soberanía en esos rubros, pues depende en alta medida de abastecedores externos.
Un segundo problema es el de elegir algunos indicadores cuantitativos que permitan medir y comparar el problema de la inseguridad alimentaria. En ese campo el IICA utiliza dos indicadores que están relacionados, pero que no son exactamente iguales. El primero de ellos es el Índice Global de Hambre, GHI, que a su vez es un índice compuesto que reúne tres elementos componentes: el porcentaje de la población desnutrida, la prevalencia de la desnutrición infantil, y la mortalidad infantil. De acuerdo con el GHI hay en la América  Latina y el Caribe siete países que tienen una situación baja en materia de inseguridad alimentaria, pues el indicador mencionado marca para ellos un nivel menor a 5. Ellos son Uruguay, Costa Rica, Chile, Argentina, Jamaica, Brasil y México.
Paralelamente hay tres países que tienen una situación no sólo alta, sino claramente alarmante, en materia de seguridad alimentaria. Ellos son Haití (indicador GHI de 28), Guatemala (indicador GHI de 12)  y Bolivia (indicador GHI de 11 ). El resto de los países se encuentra en una situación intermedia, con un indicador GHI entre 5 y 10.
El otro indicador que muestra el estudio del IICA es el porcentaje de la población en situación de desnutrición. El país que muestra en ese campo la situación más dramática es Haití, que tiene un 58 % de la población en situación de desnutrición. Le sigue Bolivia con 23 %, Nicaragua y República Dominicana con 21 %, y Guatemala con 16%.
En los niveles más bajos de esa dramática escala se encuentra Argentina, con 1 % de la población desnutrida;  Chile y Uruguay con 2 %; Costa Rica y México con 4 %; Jamaica con 5 % ; y  Brasil con 6 %.
Venezuela figura en ese documento con un 12 % de su población en situación de desnutrición.
Como siempre suele suceder en estos organismos internacionales, los problemas se analizan y se digieren durante largos años antes de transformarse en acciones y resoluciones más concretas. En todo caso, el documento cumplió su objetivo de alimentar el debate, aun cuando los desnutridos de Venezuela y de América sigan con la  misma hambre.

Sergio Arancibia









viernes, 8 de junio de 2012

LA ALIANZA DEL PACIFICO


(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 8 de junio de 2012.)


Chile, Perú, Colombia y México conforman lo que se ha denominado la Alianza del Pacífico. Panamá y Costa Rica, analizan su posible incorporación al grupo. Todos ellos tuvieron una reunión a  nivel presidencial en el transcurso de esta semana, en las dependencias de uno de los observatorios astronómicos más modernos del mundo, ubicado en la desértica zona norte chilena. Hasta ahora ese conjunto  de países no ha pasado de ser un grupo, casi informal,  que tienen políticas similares en materia de apertura comercial internacional y que se reúnen periódicamente para coordinar posiciones e intercambiar experiencias. Ahora, sin embargo,  en la reunión de Antofagasta, se supone que acordaron la firma de un acuerdo formal que permitirá prontamente el libre tránsito de mercancías, personas y capitales entre todos ellos, al mismo tiempo que una proyección coordinada hacia el Asia Pacífico.
Esos objetivos con que nace la Alianza del Pacífico no son nada distintos a las metas declaradas de todos los esfuerzos integracionistas que se han intentado en América Latina en los últimos 40 años, ni a las declaraciones de todos los grupos, organismos  e instituciones que se han generado en la región para llevar adelante dichos fines. Lo único que hace diferente a la Alianza del Pacífico es una cierta creencia colectiva, dentro y fuera del grupo, de que dichos países van a llevar adelante, rápidamente, aquello que declaran.
PASARON EL ACIDO
Tienen para ello varios elementos a favor. Por un lado, todos han pasado por la prueba del acido de los tratados de libre comercio con Estados Unidos. Eso hace que ninguno tenga miedo ni preocupación respecto a la apertura de sus respectivas economías frente a las mercancías provenientes de los países más avanzados del mundo en materia tecnológica y manufacturera. Menos razones tienen, por lo tanto, para tener miedos y recelos de la oferta exportable proveniente de uno u otro de los países participantes. La otra cara de la medalla es que todos tienen confianza en que - con las mercancías donde han ganado ventajas competitivas en los mercados internacionales - pueden abrirse paso aun en los mercados más exigentes en materia de precios y calidades.   
Otro elemento a favor, que tienen en común los países mencionados, es que casi todos  tienen, en forma bilateral,  tratados de libre comercio ya firmados y plenamente vigentes con todos o con varios de los países restantes. Así por ejemplo, Chile tiene tratados de libre comercio con Perú, con Colombia y con México, y también con Panamá y con Costa Rica, y por lo tanto, la tarea de multilateralizar esos tratados es un problema de más fácil solución.
Apertura hacia el capital extranjero, acceso empresarial y ciudadano al mercado cambiario, instituciones judiciales con relativa autonomía del poder central y mercados bursátiles en proceso de unificación, son algunas de las otras circunstancias comunes que permiten  tener confianza en que la Alianza del Pacífico  avanzará rápidamente en concretar las metas integracionistas que se propone. 
SIN FANFARRÍA
Este grupo surge con poca fanfarria protocolar, con poca vocinglería, sin atacar a nadie, sin grandes discursos ideológicos y altisonantes  y sin cerrarle las puertas a nadie que quiera integrarse posteriormente al grupo, confiando más en lo que serán capaces de hacer en el corto plazo que en las declaraciones reiterativas de metas ya conocidas. Ojala la formalización de este grupo signifique el nacimiento de una nueva forma de hacer política y de hacer integración en América Latina.
Sergio Arancibia






miércoles, 6 de junio de 2012

LA INNOVACIÓN


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 6 de junio de 2012.)


Ya se ha convertido ya en un lugar común el decir que la innovación es la clave para el crecimiento de las empresas y de los países. Sin embargo ese problema es lo suficientemente complejo como para que valga la pena realizar algunas reflexiones adicionales a las miles de páginas que ya se han escrito al respecto.
La mera innovación en maquinaria y equipo – que no es, desde luego, la única forma de innovación - es una tarea relativamente fácil de realizar: basta tener los fondos suficientes como para poder comprar una maquinaria portadora de una tecnología más avanzada.  Hacer que esa innovación sea exitosa, sin embargo, es una cosa distinta y mucho más difícil. Requiere, en primer lugar, tener muy claro cuáles son los objetivos que se buscan con esa innovación. Puede ser, por ejemplo, que el objetivo sea generar un producto nuevo, o reducir los costos de los bienes  que se están produciendo – por la vía de utilizar menos insumos- o reducir los costos de mano de obra. Cada uno de esos posibles objetivos requiere innovaciones diferentes y lograr uno de esos objetivos no implica necesariamente lograr simultáneamente los otros.  
Otro problema que hay que enfrentar, muy relacionado con lo anterior,  es la selección de la maquinaria y equipo más apropiada para el objetivo que se tiene por delante. En el mundo actual hay decenas de proveedores internacionales posibles para cualquier tipo de maquinaria y equipo. La selección, adquisición, instalación, adaptación, mantenimiento y reparación de esa maquinaria es un problema técnica y económicamente  complejo, que requiere de servicios ingenieriles que tengan la experticia correspondiente. Si no, se corre el riesgo de comprar nuevos equipos basado exclusivamente en el menor precio o en las mejores condiciones crediticias, lo cual traerá seguramente grandes problemas en el mediano plazo.

También se requiere, para que la innovación sea exitosa, tener un cálculo, aun cuando sea aproximado, de los beneficios que eventualmente se obtendrán como resultado de la innovación, y confrontarlos con los costos de la misma. Puede suceder que estos últimos sean superiores a los beneficios, en cuyo caso la innovación  puede ser técnicamente viable, pero económicamente no recomendable. Si se lleva adelante la empresa ganará menos, y no más. Y tener ese cálculo aproximado de los beneficios futuros requiere conocer el mercado actual- nacional e internacional- , conocer o prever el crecimiento de ese mercado y tener una hipótesis sobre el porcentaje de ese mercado que puede ser captado por la empresa antes y después de la innovación.  Y esa evolución del mercado no es una cuestión que pueda ser manejada o controlada por la empresa que eventualmente realizará la innovación.  Se trata fundamentalmente del comportamiento de un entorno  mercantil e institucional que depende en alta medida de las decisiones de política económica que se tomen en el contexto nacional y de las vicisitudes del mercado internacional. Es obvio, por ejemplo,  que si el mercado nacional se visualiza en plena expansión y la competencia internacional es un acicate permanente que pesa sobre las  empresas nacionales, y se  visualiza la permanencia de las instituciones jurídicas y políticas, las empresas se sentirán altamente incentivadas a llevar adelante innovaciones.  Pero si el mercado nacional esta contraído y/o enfrentado a una competencia desleal por parte de las  empresas extranjeras, y la institucionalidad jurídica del  país es objeto de cambios frecuentes e inconsultos, es altamente probable que todo tipo de innovación se retraiga o se postergue.  Sin perjuicio, por lo tanto,  de las políticas específicas encaminadas a promover el desarrollo científico técnico del país, y/o de las políticas de incentivo para las innovaciones a nivel empresarial, el marco general de política económica y la estabilidad del marco institucional son  elementos fundamentales para posibilitar la innovación que se necesita a nivel micro y macroeconómico.
Sergio Arancibia














  


martes, 5 de junio de 2012

NUEVAS COMPLICACIONES SACUDEN A EUROPA.


(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 5 de Junio del 2012.)


Hasta mediados del mes de mayo del presente año, la crisis europea era básicamente un problema relacionado con la capacidad de ciertos países como para seguir gastando como lo habían venido haciendo en los últimos años, o en su defecto, introducir profundos recortes en sus niveles de inversión y/o de consumo de modo de que sus gastos se  adecuaran a sus reales niveles de ingreso, y, generaran, además, los saldos necesarios como pagar el servicio de la deuda que habían acumulado. 
En condiciones normales, ese equilibrio entre ingresos y gastos, en el sector público,   se logra por la vía de reducir el gasto  – léase  menores erogaciones para educación, salud, previsión, obras públicas, etc. – o por la vía de aumentar los impuestos - los impuestos al consumo o los impuestos a la renta. Ambos mecanismos, desde luego, son bastante resistidos por diferentes sectores de la población. También la receta convencional, muy usada en América Latina cuando atravesamos por problemas similares, es dejar que la inflación  aumente, lo cual implica que todos terminan  gastando menos, pero el gobierno no da la impresión de estar recortando ningún gasto.
DEVALUACION.
Asimismo, en nuestra región, y en otras regiones del mundo, se ha utilizado el expediente de la devaluación  para hacer frente a situaciones de esa naturaleza. Con la devaluación se logra encarecer los precios de los artículos importados y  reducir su consumo, al mismo tiempo que se potencian sus exportaciones.  Esta parte de la receta, sin embargo, no es posible aplicarla en los países que no tienen una moneda propia, sino que están atados a una moneda cuyo valor no manejan directamente los gobernantes de cada país. Si un país no quiere o no puede devaluar, ni reducir los salarios, ni disminuir los gastos públicos, ni aumentar los impuestos, ni caer en inflación- y si sus amigos no quieren prestarle más dinero para paliar su situación - entonces ese país, y también sus amigos, están en un grave problema.
Pero a ese problema - la cara griega del problema europeo -  se agrega ahora una nueva faceta, la cara española, cuyas principal manifestación es la crisis bancaria, heredada de la gran burbuja inmobiliaria, también llamada la crisis del ladrillo. Los bancos han dado en exceso créditos que no se pueden cobrar en el corto plazo;   cada banco teme el cierre de los otros bancos, y por lo tanto, todos se niegan mutuamente el llamado crédito interbancario, con lo cual éste ha estado totalmente cerrado durante ya más de un mes; los capitales extranjeros comienzan a salir del país; los pequeños depositantes sacan poco a poco sus ahorros de los bancos, sin generar afortunadamente una estampida, ni colas ante las sucursales bancarias, que serían ya las manifestaciones últimas de una crisis impredecible, y el Gobierno se ha visto en la obligación de nacionalizar Bankia, uno de los principales bancos de España, con lo cual se ha echado encima la obligación de mantenerlo en funcionamiento, con todo el costo financiero que ello implica.     
 Hasta ahora, el Banco Central Europeo, BCE, ha proporcionando fondos a bajas tasas de interés a los bancos europeos con problemas de liquidez, no por la vía de riesgosos fondos de salvataje , sino por la vía de préstamos vía subastas.  Esos fondos han permitido, paradójicamente, financiar la salida de capitales y financiar la Tesorería de sus respectivos países.  Este mecanismo ha permitido que los capitales con mayor movilidad internacional huyan de los euros, y se escuden en el dólar – con lo cual se deprecia el euro, se revalúa el dólar y se esparcen por el mundo las consecuencias de la crises europea - y/o que huyan de los bonos españoles, irlandeses y desde luego griegos, y se refugien en los bonos alemanes y franceses.
EL DEFICIT
El caso griego condujo a la discusión sobre disciplina fiscal y crecimiento, que ha dominado  el debate económico europeo en el transcurso de este año, hasta la mitad de mayo. ¿Hasta dónde es posible exigirle a los países que no hagan uso del déficit fiscal y del endeudamiento público? El caso español - que se hace presente sin que se haya solucionado el problema anterior - plantea un problema adicional: ¿Hasta dónde puede funcionar una integración monetaria como la europea sin una integración bancaria que implique un sistema único de supervisión, un sistema único de garantía de depósitos, y un banco central que tenga la capacidad de emitir bonos, hacer operaciones de mercado abierto e inyectar capital a los bancos con problema?
Sergio Arancibia



viernes, 1 de junio de 2012

LEY ANTI MONOPOLIOS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 1 de Junio de 2012.)


Dado que hay en estudio en la Asamblea Nacional una nueva Ley Antimonopolios, es bueno  recordar algunos elementos que pueden  servir para enmarcar la discusión al respecto.
En primer lugar, hay suficientes antecedentes y argumentos teóricos a nivel internacional como para sostener que los monopolios no son buenos para una economía o para una sociedad. Sin embargo, como ellos surgen como consecuencia del funcionamiento mismo de los mercados, es bueno legislar para evitar que surjan,  y cuando esto no es posible, para  eliminar o al menos reducir sus efectos negativos más importantes.
Los principales males que los monopolios generan sobre el conjunto de la sociedad dicen relación con los precios,  con los niveles de producción y con la distribución del ingreso. Los monopolios tienen la posibilidad de cobrar precios más elevados que los que imperarían en situaciones de mayor competencia, pues no tienen competidor cercano  en el mercado. Tienen también la posibilidad de reducir sus propios s niveles de producción, con relación  a la situación que sería posible en una situación de competencia. Como consecuencia de esa menor producción y de esos mayores precios, el monopolista obtiene ganancias extraordinarias, con relación a lo que es la ganancia media en el seno de esa economía, con lo cual se genera en ella una desigual distribución del ingreso.
Para solucionar estos problemas derivados de la presencia de monopolios hay varias herramientas que se han utilizado en los diferentes países. Entre las más convencionales se puede mencionar  la fijación de precios o tarifas a los productos o servicios respectivos, con lo cual se elimina, por lo menos parcialmente, la posibilidad de los monopolios de imponer precios excesivos en el mercado, y se consigue también que el monopolio se vea inducido a aumentar la producción. También con ese tipo de medidas  se reducen en forma sustantiva las ganancias extraordinarias de origen monopólico.  Otra medida convencional es imponer a los monopolios una tributación  tal que permita al gobierno captar todo o parte de las ganancias monopólicas, y revertirlas por la vía del gasto público en beneficios de toda la comunidad. Pero para caminar por esta vía se necesita dejar que el monopolio opere con precios altos, y con ganancias extraordinarias, y actuar posteriormente  sobre el nivel de ganancias, con lo cual puede que se beneficien las arcas fiscales, pero se perjudica a los consumidores directos de los bienes producidos por el monopolio.
También en los tiempos que corren, una medida sumamente efectiva contra los monopolios nacionales es abrir el mercado tanto como se pueda, para obligar a los monopolistas a competir con sus iguales ubicados en otras latitudes del mundo. En el contexto de una economía abierta el precio internacional del producto fija un límite a la subida de los precios internos, y la posibilidad de importar actúa como un acicate para impedir que alguna empresa ose en forma suicida reducir sus propios niveles de producción con el objetivo de ejercer presión sobre el mercado. No hay nada que potencie más la existencia de una estructura monopólica u oligopólica que una economía cerrada  o con presencia de elevadas barreras de entrada a los productos provenientes del exterior.
Otro  elemento importantes de una posible ley antimonopolios debe ser la reducción de los trámites, los costos, los tiempos  y los peajes necesarios como para instalar una empresa, pues muchas veces son ese tipo de barreras las que impiden la entrada de nuevos empresarios en determinadas áreas de la producción.  También es posible y deseable legislar en relación a las fusiones empresariales que crean monopolios u oligopolios allí donde potencialmente pueden existir estructuras competitivas.
Sin embargo, siendo positiva y deseable la existencia de una ley anti monopolios, esta puede ser terminar siendo como un cuchillo, que es muy útil en circunstancias normales, pero que en malas manos puede constituir un auténtico peligro.
Sergio Arancibia






LOS DESOCUPADOS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 1 de Junio de 2012.)



 Según la definición que el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, le da a las categorías laborales con las cuales trabaja habitualmente, una persona se considera OCUPADA, siempre y  cuando haya trabajado al menos una hora en el transcurso de la semana inmediatamente anterior a la encuesta. Está es, realmente, la definición con la que se construyen más habitualmente las estadísticas internacionales en materia de empleo y desempleo. No se trata, por lo tanto, de una forma antojadiza de construir las estadísticas laborales del país.  
Pero, de acuerdo con esta conceptualización, una persona que en Venezuela haya invertido poco más de una hora en lavar un par de carros- y no haya realizado ninguna otra actividad productiva en el transcurso de esa semana -se considera ocupada, tanto como el que trabajó 40 y 45 horas.
Una persona que cuida carros una vez a la semana, en algún sitio más o menos concurrido, donde se necesite ese tipo de servicio, y ocupa en esa actividad 3 o 4 horas, y no hace más nada hasta la semana siguiente, se considera ocupada.
Una persona que trabaja  un par  horas al día cuidado o cooperando en un puesto  buhoneril que pertenece a su madre o su madre, y donde se rotan los diferentes miembros de la familia, no se considera un desocupado, sino un ocupado, tanto como un funcionario de la administración pública o un obrero de la empresa privada.
Un miliciano de la Fuerza Armada Nacional, que concurre a entrenamiento o a otros servicios uniformados durante unas pocas horas a la semana, también se considera ocupado, aun cuando no realice ningún tipo de actividad remunerada en el transcurso de la semana.  
DEBIL CONFIABILIDAD
Un plomero, que haya destapado un par de lavaplatos en el trascurso de la semana, pero que no tuvo más clientela que atender, se contabiliza como ocupado en las estadísticas laborales del país. Lo mismo sucede con cualquier otro artesano que mate un par de tigritos a la semana
Un trabajador del campo, al que se contrate para que arregle una cerca, o para que ayude a matar y asar una ternera, se considera por ese solo hecho puntual como parte de los ocupados.
Todo eso – repetimos- se hace de acuerdo a los criterios internacionalmente aceptado en esta materia. Sin embargo, en un país como Venezuela, sería altamente positivo que estadísticas de esta naturaleza se complementaran con información regular y confiable sobre la cantidad de horas que han trabajado, en la semana inmediatamente anterior a la encuesta, aquellas personas a quienes se califica como ocupados. No parece un criterio sano meter en un mismo saco a quien trabajó dos horas en esa semana, que al que trabajó 20, o al que trabajó 40.  Obviamente, su situación laboral y social no es la misma. La encuesta a partir de la cual se elaboran los índices de ocupación y desocupación  permitirían perfectamente proporcionar esa información sobre las horas efectivamente  trabajadas por los ocupados. Si el INE quisiera generar información sobre la real situación laboral del país, podría perfectamente hacerlo.  Sería una información seguramente peligrosa para quienes  quieren dar una visión idílica del país,  pero muy útil para la toma de decisiones que se tengan que tomar en esa materia.  
LOS BECADOS
Otro aspecto en que  no hay mucha información en los documentos que hace público el INE es sobre cómo se contabilizan en las estadísticas laborales del país a las muchas personas que reciben un ingreso por parte del gobierno para realizar una actividad que muchas veces es más supuesta que real.  Por ejemplo, los que están becados en las misiones educativas, pero que no van a clases ni estudian, y  reciben, sin embargo,  regularmente, el estipendio correspondiente. ¿Están ocupados o desocupados? ¿Forman parte o no de la población económicamente activa?  O los que reciben dinero en forma regular por ser madres adolescentes, o por ser madres del barrio. ¿Cómo se califican? ¿Ocupados o desocupados?
Sergio Arancibia