(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 1 de Junio de 2012.)
Según la definición
que el Instituto Nacional de Estadísticas, INE, le da a las categorías
laborales con las cuales trabaja habitualmente, una persona se considera OCUPADA,
siempre y cuando haya trabajado al menos
una hora en el transcurso de la semana inmediatamente anterior a la encuesta.
Está es, realmente, la definición con la que se construyen más habitualmente
las estadísticas internacionales en materia de empleo y desempleo. No se trata,
por lo tanto, de una forma antojadiza de construir las estadísticas laborales
del país.
Pero, de
acuerdo con esta conceptualización, una persona que en Venezuela haya invertido
poco más de una hora en lavar un par de carros- y no haya realizado ninguna otra
actividad productiva en el transcurso de esa semana -se considera ocupada,
tanto como el que trabajó 40 y 45 horas.
Una persona
que cuida carros una vez a la semana, en algún sitio más o menos concurrido,
donde se necesite ese tipo de servicio, y ocupa en esa actividad 3 o 4 horas, y
no hace más nada hasta la semana siguiente, se considera ocupada.
Una persona
que trabaja un par horas al día cuidado o cooperando en un
puesto buhoneril que pertenece a su
madre o su madre, y donde se rotan los diferentes miembros de la familia, no se
considera un desocupado, sino un ocupado, tanto como un funcionario de la administración
pública o un obrero de la empresa privada.
Un miliciano
de la Fuerza Armada Nacional, que concurre a entrenamiento o a otros servicios
uniformados durante unas pocas horas a la semana, también se considera ocupado,
aun cuando no realice ningún tipo de actividad remunerada en el transcurso de
la semana.
DEBIL
CONFIABILIDAD
Un plomero,
que haya destapado un par de lavaplatos en el trascurso de la semana, pero que
no tuvo más clientela que atender, se contabiliza como ocupado en las estadísticas
laborales del país. Lo mismo sucede con cualquier otro artesano que mate un par
de tigritos a la semana
Un
trabajador del campo, al que se contrate para que arregle una cerca, o para que
ayude a matar y asar una ternera, se considera por ese solo hecho puntual como
parte de los ocupados.
Todo eso –
repetimos- se hace de acuerdo a los criterios internacionalmente aceptado en esta
materia. Sin embargo, en un país como Venezuela, sería altamente positivo que
estadísticas de esta naturaleza se complementaran con información regular y
confiable sobre la cantidad de horas que han trabajado, en la semana inmediatamente
anterior a la encuesta, aquellas personas a quienes se califica como ocupados.
No parece un criterio sano meter en un mismo saco a quien trabajó dos horas en
esa semana, que al que trabajó 20, o al que trabajó 40. Obviamente, su situación laboral y social no
es la misma. La encuesta a partir de la cual se elaboran los índices de
ocupación y desocupación permitirían
perfectamente proporcionar esa información sobre las horas efectivamente trabajadas por los ocupados. Si el INE quisiera
generar información sobre la real situación laboral del país, podría perfectamente
hacerlo. Sería una información
seguramente peligrosa para quienes
quieren dar una visión idílica del país, pero muy útil para la toma de decisiones que se
tengan que tomar en esa materia.
LOS BECADOS
Otro aspecto
en que no hay mucha información en los
documentos que hace público el INE es sobre cómo se contabilizan en las estadísticas
laborales del país a las muchas personas que reciben un ingreso por parte del
gobierno para realizar una actividad que muchas veces es más supuesta que
real. Por ejemplo, los que están becados
en las misiones educativas, pero que no van a clases ni estudian, y reciben, sin embargo, regularmente, el estipendio correspondiente.
¿Están ocupados o desocupados? ¿Forman parte o no de la población
económicamente activa? O los que reciben
dinero en forma regular por ser madres adolescentes, o por ser madres del
barrio. ¿Cómo se califican? ¿Ocupados o desocupados?
Sergio
Arancibia
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