viernes, 25 de mayo de 2012

DEVALUAR, PRODUCTIVIDAD Y COMPETITIVIDAD


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 25 de mayo 2012.)


Las medidas económicas que ha tomado recientemente Brasil – control sobre los capitales externos que llegan al país, rebaja de impuestos, menores tasas de interés-  le han permitido una ligera devaluación de su moneda, la cual ha alcanzado el nivel – de alto valor sicológico-  de dos reales por dólar, lo cual ha traído más tranquilidad a sus exportadores y a sus industriales manufactureros internos.
Devaluar la moneda de un país no genera mayor productividad, pero sí genera mayor competitividad internacional. Productividad y competitividad son dos conceptos cuyas diferencias y relaciones son importantes de clarificar.
La productividad es un concepto económico que tiene que ver con la cantidad de producción que se puede generar como consecuencia del uso de un determinado factor productivo. Así, por ejemplo, se habla de mayor productividad de la tierra, en la medida que una misma extensión de terreno- una hectárea, un valle, toda la superficie agrícola del país- arroje una mayor cantidad de producción. O de mayor productividad del factor trabajo, en la medida que la producción por hombre empleado – en una empresa, en una industria, o en toda la economía nacional- sea mayor.  La variación en la productividad – de un país, por ejemplo- puede visualizarse comparando la situación en un momento determinado, con la situación de ese país en un período anterior.
La competitividad es un concepto distinto, aun cuando relacionado. La competitividad tiene que ver con la comparación que se hace entre dos o más países respecto a la calidad y al precio de las mercancías que cada uno oferta en el mercado internacional. Un país puede ser más productivo, comparado consigo mismo, es decir, con su pasado reciente, pero un país nunca puede ser más competitivo comparado consigo mismo. La competitividad exige una comparación con otro país, en un mismo momento del tiempo.
Es evidente que si un país aumenta su productividad es altamente probable que logre con ello una mejor competitividad internacional, pues sus mercancías se presentarán en el mercado internacional con mayor calidad o con menores precios.  Y esa mayor productividad puede lograse por la vía de una mayor densidad de capital por hombre empleado en las actividades productivas, por la vía de una mayor densidad de conocimientos científicos y técnicos hombre empleado, por la vía de una mejor administración de los procesos productivos, por la vía de más y mejor infraestructura física, por la vía de mejores servicios gubernamentales, por la vía de una mejor salud media de la población, etc.
Pero la competitividad también se puede ganar o perder por la vía de las variaciones en los tipos de cambio entre las monedas de los diferentes países. Si un país devalúa su moneda nacional, aun cuando no haya modificación alguna en la productividad interna de los factores productivos, ese país gana en competitividad internacional, pues sus mercancías podrán ofertarse en los mercados externos a un precio menor que antes de la devaluación. Por el contrario, si la moneda nacional se revalúa, las mercancías exportables tendrán que venderse en el mercado internacional a un precio superior – para que las divisas obtenidas por concepto de la venta, una vez convertidas en moneda nacional,  logren cubrir los costos internos- o tendrán que disminuirse las ganancias, o tendrá que exhibirse una mayor productividad que compense la pérdida de competitividad y/o de ganancias que acompaña a la revaluación.  
En los tiempos que corren - de alta volatilidad y movilidad internacional de los flujos financieros- las tasas de cambio entre las monedas están propensas a sufrir alteraciones imprevistas - en la medida en que su relación de cambio quede sujeta a las condiciones de oferta y demanda presentes en los mercados monetarios-  lo cual genera  muchas veces modificaciones injustas en la condiciones de competitividad, perdiéndose incluso las ganancias legitimas que se puedan estar obteniendo por concepto de incremento de productividad. Sin embargo, tampoco parece posible, en el corto plazo, contar con un sistema de tasas de cambio  fijas entre las diferentes monedas. La norma vigente en el sistema  monetario internacional es la flotación entre las principales monedas de reserva del mundo, con lo cual terminan flotando también las monedas locales que se amarran a una u otra de las anteriores. La actuación de los bancos centrales, comprando o vendiendo divisas – la llamada flotación sucia-  o los estímulos fiscales a las exportaciones, como vienen haciendo Brasil, parecen ser una solución por lo menos circunstancial, que contrarresta las tendencias  a la revaluación provenientes del acrecentado flujo de capitales que van hoy en día desde los países desarrollados hacia los más estables y confiables entre los países emergentes.
Sergio Arancibia
  


miércoles, 23 de mayo de 2012

ENTENDIENDO LA BALANZA DE PAGOS.


(Articulo de Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 23 de mayo de 2012.)


El Banco Central de Venezuela acaba de hacer públicos los resultados de la Balanza de Pagos del país durante el primer trimestre del presente año.  Dado que dicho instrumento contable no siempre es cabalmente entendido y analizado por la opinión pública, creemos que es importante poner de relieve algunos de los fenómenos económicos que allí aparecen reflejados.
En primer lugar, las exportaciones totales de bienes realizadas por el país en el primer trimestre del presente año ascendieron a 25.723 millones de dólares. El año pasado, en el mismo período, las exportaciones sumaron 20.815 millones de dólares. El incremento ha sido, por lo tanto de 23.5 %. De ese total exportado en el primer trimestre de este año, 24.675 millones de dólares, es decir, el  95.9 % del total,  corresponden a exportaciones petroleras. En el primer trimestre del año 2011 las exportaciones petroleras sólo representaron el 94.5 % de las exportaciones totales, lo cual permite decir que se profundiza en el presente el carácter petrolero de las exportaciones venezolanas.
La otra cara de la medalla de lo anterior es que las exportaciones no petroleras – que incluyen tanto bienes tradicionales como el hierro y el aluminio, como bienes no tradicionales como el ron- sumaron 1.048 millones de dólares en este primer trimestre del año, lo cual es ligeramente menor que los 1.139 millones de dólares que se exportaron en ese subconjunto durante el primer trimestre del año pasado. Las  exportaciones no petroleras retrocedieron, por lo tanto, de un año al otro,  tanto en porcentaje como en valor absoluto.
Las importaciones de bienes, a su vez, ascendieron a 13.190 millones de dólares en el primer trimestre del 2012, lo cual representa un 48 % más de lo que se importó durante el mismo período del año anterior. Las compras externas, aumentan, por lo tanto, a un ritmo más acelerado que lo que aumentan las exportaciones totales.
El incremento de las importaciones va muy ligado al incremento de los gastos en transporte internacional, que arrojó un saldo neto negativo de 1.153 millones de dólares en el primer trimestre de este año, y de sólo 874 millones de dólares en el mismo período del año 2011.
Es interesante destacar que los gastos netos en viajes – que corresponden a los gastos en turismo realizadas en el exterior por los venezolanos, menos el ingreso por turismo internacional recibido en el país- pasaron de un saldo negativo de 384 millones de dólares en el primer trimestre del 2011 a un saldo negativo de 510 millones de dólares.
El ítem Renta de la Inversiones, que corresponde a  las utilidades obtenidas por los inversionistas extranjeros radicados en Venezuela, menos las utilidades obtenidas por los capitales venezolanos radicados en el exterior – la inversión de Pdvsa en Citgo, por ejemplo-  tuvo en el primer trimestre de este año, un saldo negativo de 1.784 millones de dólares, lo cual representa un ligero incremento con respecto a los 1.689 millones de dólares que salieron del país por ese concepto en el primer trimestre del año pasado.
Todo lo anterior, mas una serie de otros ítems que conforman la cuenta corriente de la balanza de pagos,  arrojaron en el primer trimestre de este año un saldo positivo de 7.143 millones de dólares, lo cual es una cantidad menor que el saldo positivo que se presentó en el primer trimestre del año 2011, que fue de 7.684 millones de dólares. Esto significa que por concepto de compras y ventas de bienes y de servicios, el país obtiene un saldo a su favor de más de 7 mil millones de dólares-
En la cuenta financiera y de capital destaca lo relativo a los depósitos en el exterior por parte de organismos del sector público, que aumentaron en este primer trimestre en 3.542 millones de dólares, lo cual representa un pequeño decrecimiento en el ritmo al cual vienen aumentando esos depósitos, pues en el primer trimestre del año pasado esos estos habían aumentado en 4.536 millones de dólares. Los depósitos y monedas extranjeras del sector privado, en cambio, que habían aumentado en 3.231 millones de dólares en el primer trimestre del año 2011 aumentaron sólo en 89 millones en el transcurso del mismo período del presente año.
El total de los ítems que componen la cuenta financiera y de capital arrojaron un saldo negativo, por un valor de 8.613 millones de dólares, lo cual supera el saldo positivo ya mencionado en la cuenta corriente, en 1.470 millones de dólares. Si a eso se le suma el saldo negativo en el ítem “errores y omisiones”,  que asciende a 1.069 millones de dólares, se llega a un déficit total en balanza de pagos de 2.539 millones de dólares, lo cual se financia por la vía de la disminución de reservas del Banco Central de Venezuela.

lunes, 21 de mayo de 2012

EXPROPIAR ES UN DERECHO, PAGAR ES UN DEBER


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de Mayo de 2012.)



A raíz de la expropiación por parte de Argentina de los activos de la empresa española Repsol, cabe hacer las siguientes reflexiones.
En primer lugar, hay que dejar en claro que todos los países tienen el pleno derecho a expropiar empresas asentadas en su territorio. Eso no puede estar en discusión a esta altura de los tiempos. Se trata de un derecho claramente establecido en el derecho nacional e internacional. Ninguna empresa que se asienta en el territorio de un país extranjero puede reclamar para sí alguna suerte de clausula de no expropiación. Si una empresa extranjera participa de la vida económica de un país  determinado, se tiene que acoger a todas y cada una de las leyes que rigen en ese país para el conjunto de las empresas existentes, es decir, las norma tributarias, cambiarias, laborales ecológicas, etc. También, entre ellas, las normas que rigen la posibilidad de ser expropiadas.  
La norma internacional que rige el trato que debe dársele a las inversiones extranjeras se basa fundamentalmente en el principio del “trato nacional”. Ese es el principio que rige en el seno de la Organización Mundial de Comercio, OMC.  Ello implica un trato “no menos favorable” que el que rige para las empresas nacionales. En la práctica, las empresas en que se materializa inversión extranjera gozan, en la mayoría de los países, de un trato claramente más favorable que las empresas meramente nacionales, pues tienen normas específicas, por ejemplo,  para efectos de convertir sus ganancias en dólares y repatriarlas al extranjero, cosa que no pueden hacer el común de las empresas nacionales. También los inversionistas extranjeros gozan de la posibilidad de recurrir a tribunales internacionales para determinar montos de indemnización en caso de expropiación, cuestión que no les está permitida a las empresas meramente nacionales.   
Pero el derecho a expropiar va ligado a la obligación de pagar una justa indemnización a los inversionistas afectados. El monto de esa indemnización no es una cuestión fácil de resolver. Una primera posibilidad es que la negociación directa entre las partes permita llegar a un monto que sea aceptable por ambos. Sin embargo, ya las noticias internacionales dan cuenta de que las cantidades que pide Repsol están muy por arriba de lo que Argentina está dispuesta a pagar. El paso siguiente es, por lo tanto, llevar el problema ante el tribunal arbitral internacional que ambas partes han aceptado previamente para dirimir este tipo de conflictos, que es el famoso Centro Internacional para Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones, CIADI, que depende del Banco Mundial.  Allí el pleito durará varios años. Argentina ha sido sometida a 48 demandas ante el CIADI. De ellas, según un interesante artículo del diario El País, 24 han concluido y 24 siguen pendientes. De las querellas concluidas, sólo tres han sido desfavorables a Argentina. En el resto, se ha llegado a acuerdos entre las partes, lo cual es la actitud que siguen las empresas cuando su causa se ve perdida.  En los  tres casos en que ha perdido, Argentina todavía no paga las indemnizaciones que le fueron impuestas, argumentando trámites internos adicionales. Además, cada una de esos casos arbitrales duró seis o más años, todo lo cual hace difícil para Repsol pensar en que recuperará rápidamente los valores de los activos que le fueron expropiados.
Pero el hecho de que Argentina tenga el derecho a expropiar, en los términos en que lo hemos expuesto, no quiere decir que haya tomado una buena decisión de política económica. El expropiar los activos de Repsol es altamente posible que se traduzca en una reducción de los montos de inversión extranjera que fluyen regularmente hacia su territorio.  En los tiempos que corren son elevados los capitales internacionales que buscan inversión rentable fuera de su país de origen, pero también es grande la cantidad de países que buscan atraer esa inversión a su propio territorio, pues todos reconocen que ello - con la debida direccionalidad en función de los intereses del país receptor-, constituye un aporte sustantivo al crecimiento y a la modernización de las respectivas economías. Por lo tanto, la decisión argentina - cualquiera que sea el resultado final, a largos años plazo, de su litigio particular con Repsol - traerá en lo inmediato, como consecuencia,  una disminución de una de las variables que inciden en sus posibilidades de crecimiento y desarrollo.


 
   

COLOMBIA ESTRENA TLC CON ESTADOS UNIDOS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 18 de mayo de 2012.)



El día 15 de este mes Colombia puso en funcionamiento el Tratado de Libre Comercio suscrito con Estados Unidos. Se suma, en esa medida, a México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Perú y Chile, que son los países latinoamericanos que ya tienen  en pleno funcionamiento tratados de esta naturaleza. La negociación y tramitación de ese acuerdo le tomó  a Colombia 8 años, lo cual pone en evidencia el hecho de que este tipo de tratados no es un mecanismo que forme parte de los instrumentos más utilizados o mas promovidos por parte de los gobiernos norteamericanos. En realidad son pocos los países del planeta tierra que han logrado poner en funcionamiento tratados de libre comercio con Estados Unidos, los cuales no son fáciles de hacer aceptar en el seno de la institucionalidad política y económica norteamericana.
Gracias a este tratado, los colombianos esperan poder acceder en mejores condiciones a una economía que presenta un PIB  de 1.5 billones de dólares, poblada por  350 millones de habitante y que es el país que presenta las más elevadas importaciones a nivel internacional. Se visualiza como enteramente posible, por lo tanto, encontrar allí mercado para muchas de las exportaciones manufactureras y agroindustriales que Colombia está en condiciones de generar.  Más allá de las exportaciones mineras y petroleras – que tienen una cierta dinámica propia-  Colombia espera aumentar sus exportaciones al mercado norteamericano en mercancías tales como la pesca, los textiles y  prendas de vestir, cueros, calzados, etanol, azúcar, aceite de palma, entre otros. En forma simbólica, el mismo día que se puso en vigencia el tratado, partieron desde Colombia un envío de textiles, por vía marítima, y un en vio de flores, por vía aérea, que entrarán ya a Estados Unidos sin pagar arancel alguno.
Muchas de las mercancías exportables por parte de Colombia gozaban hasta esta semana de las preferencias arancelarias que otorgadas  por el ATPDEA, que es el sistema unilateral de preferencias que concede Estados Unidos a los países andinos.  Esas preferencias arancelarias dejan ahora de ser un instrumento unilateral otorgado de año en año por Estados Unidos, y pasa a ser un aspecto incluido en un tratado internacional, lo cual constituye una base más sólida y estable a partir de la cual se pueden construir relaciones comerciales con un horizonte de más largo plazo.
INVERSIÓN EXTRANJERA
Además, el TLC con  Estados Unidos se espera se convierta en un elemento que atraiga inversión extranjera directa hacia Colombia, en la medida que lo producido en dicho país gozará de mejores condiciones de entrada y de competitividad en el mercado norteamericano, en la medida, desde luego, que cumpla con las correspondientes normas de origen
Como siempre sucede con este tipo de tratados, los sectores agropecuarios son los que presentan mayores temores de verse arrollados por los productos provenientes de la economía norteamericana. Para combatir esos temores este tipo de tratados contemplan la posibilidad de recurrir a salvaguardias automáticas, aranceles de base altos, amplios plazos de desgravación, contingentes arancelarios y años de gracia, mecanismos todos que están presentes en el TLC Colombia-Estados Unidos. Así, por ejemplo, el arroz, se desgravará en 19 años, con seis años de gracia, y partiendo de un  arancel de base de 80 %, todo lo  cual asegura a los productores arroceros un período largo de adaptación a las nuevas condiciones de competitividad. 
Este acuerdo se complementa con el acuerdo aeronáutico ya firmado  entre Colombia y Estados Unidos conducente a establecer cielos abiertos entre ambos países a partir del  primero de enero del 2013, lo cual implica que las líneas aéreas de uno o de otro país podrán llegar con sus aviones a cualquier ciudad de destino del otro país. Eso se convertiré en un elemento que intensificará los contactos no sólo turísticos, sino también los fletes y los viajes de negocios.
COMPETITIVIDAD
Mas importante que el incremento de exportaciones que puedan generarse en el corto plazo, lo importante de este tipo de tratados es que genera a largo plazo un ambiente general de competitividad, que obliga a todos los agentes económicos de un país como Colombia a preocuparse en forma cotidiana por todos los aspectos vinculados al aumento de productividad – que pasan por la educación universitaria, la infraestructura carretera y portuaria, la política económica y la innovación  a nivel empresarial, entre otras cosas-  todo  lo cual se traduce en una mejor inserción del conjunto del país en los complicados circuitos del comercio internacional contemporáneo.






sábado, 5 de mayo de 2012

CHILE: UNA ECONOMIA CADA VEZ MAS ABIERTA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 4 de mayo de 2012.)


Chile es un país que tiene firmados y en plena vigencia Tratados de Libre Comercio con 59 países, entre los cuales, desde luego, se encuentran sus principales socios comerciales. En América Latina tiene TLC con el Mercosur, con todos los países de la Comunidad Andina y de Centroamérica, con México y también con  Venezuela. En la América del Norte, tiene libre comercio con Estados Unidos y con Canadá.  Al otro lado del Atlántico tiene libre comercio con la Unión Europea, y hacia el oeste lo tiene con China, con Corea del Sur y varios otros países del Asia Pacífico, entre los cuales cabe mencionar a Australia y Nueva Zelandia.
Los  tratados de libre comercio son, en el mundo contemporáneo, un complicado mecanismo mediante el cual dos o más países negocian la apertura reciproca de sus mercados, estableciendo, entre otras cosas, los años que cada país se tomará para llegar al cero arancel, así como los productos que recibirán tratamientos especiales y que por lo tanto, quedarán fuera del libre comercio, o tendrán plazos de desgravación particularmente largos.  El tener en consideración períodos de desgravación variables permite que los diferentes sectores productivos vayan adaptándose paso a paso a la creciente competencia internacional que tendrán finalmente que enfrentar.  El definir sectores particularmente sensibles, que quedarán fuera del libre comercio y de la mayor competencia, permite tomar en consideración las estrategias de desarrollo de cada país, así como sus sensibilidades políticas. Pero aun con todo ello, los tratados de libre comercio implican, tal como su nombre lo indica, un gran salto adelante en materia de liberar el comercio de mercancías de las trabas arancelarias y paraarancelarias, de modo de ganar mercados internacionales para los productos posibles de exportar, de adquirir mercancías necesarias allí donde sean más baratas o presenten mayor calidad y de obligar a los sectores productivos internos a preocuparse en forma permanente de innovar y de competir en escala internacional.

LA ALTERNATIVA DE LOS TLC.

Los TLC no definen que mercancías serán objeto de compras o de ventas por parte de los gobiernos respectivos, sino que define un marco normativo que presidirá el intercambio de mercancías entre los agentes económicos de uno y otro país. Esos agentes económicos podrán ser públicos o privados, pero todos se regirán por el mismo marco normativo definido en el TLC correspondiente. Los gobiernos, lejos de ser neutrales o indiferentes,  juegan un rol estelar en términos de abrir mercados para las empresas de su respectivo país, por medio de los tratados internacionales, tipo TLC, o por medio de la diplomacia. Obviamente las empresas – tanto públicas como privadas - necesitan estabilidad de las reglas del juego para poder planificar su despliegue comercial a mediano y largo plazo, sin perjuicio de que en  determinadas ocasiones se necesite del apoyo diplomático o político de su respectivo gobierno para concretar determinadas operaciones comerciales. Pero ello sólo sucede en circunstancias excepcionales, pues  hacerlo en forma frecuente es ineficiente y gastador para las empresas y para los gobiernos.  
Como consecuencia de los TLC firmados y vigentes, el grueso de las mercancías que Chile importa entran al mercado interno sin pagar arancel. Las mercancías provenientes de los países  con los cuales no se tiene firmado un TLC pagan un arancel que fluctúa entre 1 y 6 %.  El promedio de las mercancías importadas termina pagando un arancel promedio de 1 %.  El actual gobierno chileno se ha planteado la meta de bajar todavía más los aranceles- ya sea por la vía de la negociación con los pocos países con los cuales no se tiene un TLC y/o por la vía unilateral-  de modo de llegar a un arancel universal igual a cero para el año 2015.  De concretarse esa meta Chile se convertiría en un país plenamente abierto al comercio internacional, tal como lo es Hong Kong y unos muy pocos otros países a nivel internacional. Desde luego, a nivel latinoamericano sería el primero de su especie.

QUIETUD INCONVENIENTE.

Es indudable que esta senda de la  apertura internacional negociada le ha traído ventajas a Chile en términos de potenciar su desarrollo económico durante los últimos 20 años. Es indudable también que cada país tiene sus mecanismos y sus propias velocidades para buscar integrarse a los circuitos del comercio internacional contemporáneo. Sin embargo, el permanecer quieto, comerciando internacionalmente con los mismos esquemas que han permanecido vigentes durante más de 80 años, como lo hace Venezuela, es la negación misma de una estrategia de inserción positiva en la economía internacional.    

miércoles, 2 de mayo de 2012

EL FMI FRENTE A LA DEBACLE ECONOMICA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 27 de Abril de 2012).

El Fondo Monetario Internacional, FMI,  ha sido durante mucho tiempo la bestia negra del sistema financiero internacional. Se le culpa de todos los males  habidos y por haber. Se le supone una institución todopoderosa que tiene capacidad de imponerle a los países miembros  directrices respecto a las políticas económicas que cada uno debe seguir, las cuales a su vez conducen inevitablemente a la recesión económica de los mismos.
En realidad el FMI es una institución financiera internacional que se especializa en otorgar crédito a los países miembros para efectos de solventar situaciones de desequilibrio de sus balanzas de pagos. En otras palabras, el FMI no otorga créditos para cualquier objetivo, ni para solucionar cualquier problema económico que tenga un país miembro, ni para financiar proyectos de desarrollo económico,  por atrayentes que estos puedan ser.
TOCAR PUERTAS
EL FMI otorga créditos para ayudar a los países a equilibrar sus balanzas de pagos, es decir -simplificando un poco las cosas - para ayudarlos cuando las salidas de capital son sustantivamente superiores a los ingresos. Y cuando el FMI otorga créditos, impone condiciones. Exige que la política económica que de allí en adelante se implemente en dicho país se adecúe a lo que el FMI considera necesario como para solucionar ese problema de balanza de pagos que ocasionó la petición de crédito. Y las consideraciones del FMI en esta materia no están dadas por motivaciones de justicia social, ni de solidaridad  internacional, ni de beneficencia de ningún tipo.
El FMI responde fríamente a los intereses de sus socios mayoritarios, que son los Estados Unidos y los principales países europeos. En el FMI no se vota de acuerdo a la norma de  “un país un voto”, sino que las decisiones se toman de acuerdo a la cuota que cada país tenga suscrita en ese organismo. Es decir, se asemeja a una sociedad anónima, en que los que más capital han aportado, tienen más ponderación a la hora de elegir a los directivos y a la hora de tomar decisiones.    
Tradicionalmente los países en desarrollo han sido los que en mayor medida se han visto obligados a golpear las puertas del FMI en busca de financiamiento. Sin embargo, esa situación comienza a modificarse. A raíz de la crisis financiera internacional, que golpea con fuerza hoy en día  los países de Europa, se ha visto que es necesario que el FMI participe en los eventuales procesos de salvataje de los países que sobrepasen la línea roja. Para ello, el FMI ha constituido un fondo especial,  un fondo de cortafuego, mediante el compromiso de los diferentes países de aportar a ese fondo cuando las circunstancias lo ameriten. El principal aportante en ese fondo especial es Estados Unidos, que se ha comprometido con más de 100 mil millones de dólares. Le sigue Japón, con una cantidad similar. En tercer lugar se sitúa China, que ha comprometido aproximadamente 45 mil millones de dólares en este fondo de salvataje.  Rusia, Brasil y la India, países todos componentes del llamado grupo BRIC, han comprometido cada uno una cantidad cercana a los 12 mil millones de dólares. 
EL BRIC
Esta actitud de China, Brasil, India y Rusia pone de relieve dos cosas importantes. Por un lado, que estos países tienen  claro que una quiebra del sistema financiero, monetario y comercial internacional es perjudicial para todos, y que por lo tanto hay que fortalecer o crear mecanismos para eventuales salvatajes, pues no se puede dejar que países importantes entren en crisis muy profundas. Nadie puede sentarse a ver como arden las bardas de su vecino. En segundo lugar, los países mencionados, que tienen volúmenes elevados de reservas internacionales, en vez de salir en forma aislada, o con amigos de ocasión, a buscar como canalizar esos fondos en préstamos o en inversiones internacionales, prefieren confiar esa misión en el FMI, que sabe como prestar sin perder sus capitales, aun cuando tengan que imponer condiciones que no siempre son muy simpáticas.