domingo, 23 de diciembre de 2012

EL ATLANTICO Y EL PACIFICO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 21 de Diciembre de 2012.)



En este último mes del año hubieron – en el ámbito regional - varias noticias económicas, comerciales y políticas que modifican en algunos aspectos la situación de los países agrupados en torno al Mercosur, por un lado, y de  los países de la costa del Pacifico, agrupados algunos de estos últimos en Comunidad Andina de Naciones y otros en la Alianza del Pacífico.
Los Presidentes de los países que componen el Mercosur se reunieron recientemente en Brasil y sin perjuicio de los aspectos burocráticos o administrativos que son propios de estas reuniones – le traspasaron la Presidencia al Presidente Mujica, de Uruguay – se oficializaron allí tres  cuestiones de alta importancia. Por un lado, se trataba de la primera reunión en la cual participaba Venezuela como socia de pleno derecho. Aun cuando el Presidente Chávez no pudo hacerse presente, debido a su estado de salud, se decidieron allí algunas primeras cuestiones respecto al ritmo o al cronograma que seguirá el proceso de adopción, por parte de este país, de la normativa propia del Mercosur.  Un segundo aspecto allí tratado dijo relación con la nueva situación de Bolivia, convertida ahora en país socio en proceso de incorporación.  Y en tercer lugar - aun cuando es una noticia todavía con poco grado de concreción – hay que mencionar el hecho de que se  invitó a Ecuador para que se integre también a dicho  bloque subregional. Todo esto constituye una situación que potencia el rol político de Mercosur, aun cuando desde el punto de vista de la cuantía y de la dirección de los flujos propiamente comerciales las cosas no cambien mucho en el continente como consecuencia de los hechos que comentamos,
En las costas del Océano Pacífico las cosas no han estado tampoco totalmente quietas. Por un lado, la Unión Europea, por la vía de su Parlamento, ratificó ya el Tratado de Libre Comercio con Perú y con Colombia, lo cual implica que sólo quedan trámites administrativos que deben cumplirse, fundamentalmente en el lado americano, como para que ese acuerdo inicie su plena vigencia. En esa medida, los cuatro países que conforman la Alianza del Pacífico – Chile, Perú, Colombia y México – tendrán, en los primeros días del 2013, sendos TLC con Europa, además de que todos ellos tienen también un TLC en plena vigencia con Estados Unidos, y Chile y Perú los tienen también con China.
COMERCIO
Otro paso relevante de estos últimos días del año ha sido el avance en las negociaciones comerciales entre Costa Rica  y Colombia, que cuando se concreten y den lugar a un TLC entre esas dos naciones, harán posible que Costa Rica se integre a la Alianza de Pacífico, pues una de las condiciones de ese bloque de reciente aparición en la escena regional es que cada uno de sus miembros tenga tratados de libre comercio firmados con los demás.
Sin perjuicio de lo anterior, el 1 de Enero del 2013 se pone en vigencia, automáticamente, una nueva rebaja en los aranceles recíprocos vigentes entre los países de la CAN y del Mercosur, de acuerdo a lo contemplado en el  Acuerdo de Complementación Económica 59 firmado entre ambos bloques.
Toda esta situación podría hacer pensar que cada bloque, o sub conjunto de países, va avanzando en sus respectivos procesos de integración, y que ambos, a su vez, van convergiendo hacia un proceso de unidad, que terminará necesariamente en el transcurso de esta década con una América del Sur convertida de hecho en un solo mercado. 
DOS VÍAS
Sin embargo, si bien hay convergencia y elementos comunes entre lo que sucede en la ribera atlántica y en la ribera pacífica de la América del Sur, también hay diferencias significativas. En la ribera atlántica se avanza por la vía de la suma de nuevos países al área de libre comercio qué conforman los cuatro países que dieron origen inicialmente al  Mercosur, y por la vía paralela de levantar una barrera común a los productos provenientes de fuera del bloque, mediante la adopción de un arancel externo común.  En la ribera occidental, en cambio, se avanza por la vía de abrirse a la competencia y al libre comercio con los mercados de mayor tamaño demográfico y económico de entre los existentes en el mundo contemporáneo. Se trata obviamente, no sólo de dos vías diferentes de avanzar hacia la mayor integración continental, sino de dos modalidades distintas de insertarse en el mercado internacional contemporáneo.


viernes, 14 de diciembre de 2012

DOLARIZACIÓN Y POLITICA COMERCIAL EN MERCOSUR.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 14 de Diciembre de 2012.)



El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, hizo durante la reciente cumbre del Mercosur, realizada en Brasil, unas importantes declaraciones o reflexiones que constituyen una sabia  lección de buena teoría económica. Hablando sobre la posibilidad de que Ecuador ingrese al Mercosur como socio de pleno derecho - igualando el reciente paso en esa dirección dado por Bolivia -  el Presidente ecuatoriano hizo ver que la dolarización que impera en su país se convierte en una dificultad  a la hora de dar pasos integracionistas como el que se le proponen.
La dolarización – o en otras palabras, el no tener moneda nacional, sino que asumir el dólar como moneda de libre circulación en la economía interna- hace que el país no tenga la posibilidad de modificar el tipo de cambio cuando su situación de balanza de pagos se enfrente  o se aproxime a una situación de desequilibrio o de crisis.
El común de los países que tienen moneda propia – como es el caso de todos los países de la América del Sur, excepto Ecuador- pueden devaluar su moneda nacional cuando el nivel de sus importaciones es muy elevado, y quieren por lo tanto desincentivar las compras realizadas en el exterior. También están en la posibilidad de revaluar la moneda cuando se quiera incentivar las importaciones, situación que puede suceder cuando, por ejemplo, se quiere combatir una tendencia inflacionaria ocasionada por una abundancia de liquidez interna.
DECISIONES
Devaluar o revaluar la  moneda son, así,  decisiones de política económica que están disponibles en el arsenal de medidas a disposición de los gobernantes. Por lo general, en todo caso, las decisiones en ese campo no operan por la vía directa de imponer un valor a la moneda norteamericana, sino que por la vía más sutil de comprar o vender dólares por parte de de un agente tan importante como lo es el  Banco Central de cada país, para efectos de que la oferta o la demanda respectiva incidan en el precio de la divisa.  Pero en un caso como el ecuatoriano las cosas no suceden así. No hay moneda nacional. Todo es dólar. Entonces, en caso de un desajuste no deseado en la balanza de pagos, la más importante herramienta de política económica que queda en manos de los gobernantes es la herramienta propiamente comercial, es decir, aumentar o reducir las tasas arancelarias, para subir o bajar los precios de los productos importados. Pero la incorporación al Mercosur implicaría no sólo comprometer al país en una política de cero arancel con un grupo importante de países. Implicaría, además, asumir el compromiso de establecer un  arancel externo común, aplicable a los productos originarios de fuera del bloque, lo cual implica, en la práctica, que las tarifas arancelarias dejarían de estar disponibles como una herramienta de política económica posible de emplear por parte de los gobernantes.  La modificación eventual de los aranceles pasaría a ser, en estas circunstancias,  una posibilidad subordinada a las decisiones de un grupo de países y de gobernantes, cada uno de los cuales defenderán en su momento, tal como corresponde, sus respectivos  intereses nacionales. El Ecuador, como miembro del Mercosur, quedaría así, en alta medida, atado de manos, pues no podría utilizar, cuando lo necesite, ni la política cambiaria, debido  la dolarización, ni tampoco la política arancelaria, por los acuerdos del bloque subregional.
INTEGRACIÓN
Este no es solo un problema de Ecuador. Es un problema general con el que se enfrentan los procesos de integración en nuestra América. El adoptar un arancel externo común se convierte en una camisa de fuerza que impide abrirse hacia el libre comercio con otros países o grupos de países de fuera del bloque, al mismo tiempo que en una renuncia a  hacer uso de la herramienta arancelaria como instrumento de política económica, lo cual implica asumir una situación de indefensión anticipada, gratuita y sin reciprocidad frente a las muchas vicisitudes de la política y de la economía internacional.  
  



LAS TECNOLÓGICAS NO SON HERMANITAS DE LA CARIDAD.



(Artículo de Sergio Arancibia publicado en ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 14 de Diciembre de 2012.)


En el campo del comercio internacional siempre ha existido el problema de la sobre o de la sub facturación, como mecanismos utilizados por las empresas para intentar evadir impuestos. El proceso es bastante simple: cuando las empresas trasnacionales tienen  filiales o sucursales  en diferentes países -y hacen transacciones entre varias de ellas – tienen grados de libertad en cuanto a decidir donde radicar el grueso de sus ganancias. 
Puede suceder que una empresa A, localizada en un país X,  le compre bienes y servicios a una empresa B, localizada en el país Y. Eso es lo normal y corriente en el mundo contemporáneo. Pero puede suceder, además, que A y B pertenezcan a un misma empresa trasnacional, con lo cual la cosa se complica, pues las transacciones entre A y B  ya no son realizadas o contabilizadas  a precios propiamente de mercado, sino que son meras traslaciones al interior de una misma empresa, que se contabilizan al precio que la casa matriz determine.
El precio que B le cobre a A por los bienes y servicios que le entrega no es una cuestión que la decida el mercado, sino que es una cuestión que la deciden los mandos superiores de la trasnacional, de acuerdo a como convenga a los intereses globales del grupo. Si los precios que cobra B son artificialmente bajos, entonces las ganancias de A no solo serán artificialmente más grandes, sino que serán ganancias que aparecerán y que tributarán en el país X, y no en el país Y. Si los precios que B le cobra a A son artificialmente altos, entonces las ganancias  - y los tributos - se acumularán en l empresa B y en el país Y, con gran dolor tributario para el país X.
Obviamente, a la empresa trasnacional lo que le interesa es incrementar las ganancias que quedan después de pagar tributos, razón por la cual tratarán de hacer aparecer las ganancias allí donde los tributos sean lo más bajos posibles.       
Frente a este problema -  que no es nuevo, sino que es tan viejo como el hilo negro - los países han respondido asumiendo la potestad de fijar precios en aduana a los bienes y servicios que por allí circulan, de modo de evitar la sobre o la subfacturación. Para una gran cantidad de las mercancías que se transan en los mercados mundiales existen precios de referencia a nivel internacional. Hay muchas empresas a nivel planetario que producen y exportan un mismo bien o un mismo tipo de bien, y es enteramente posible recabar información sobre los precios que imperan en esas múltiples operaciones. Cualquier empresa que venda o compre muy por encima de esos precios de referencia llama inmediatamente la atención y puede ser objeto de una valoración aduanera distinta a que intentaba hacer aparecer.  Para muchos productos incluso hay bolsas o sub mercados internacionales donde se transan esos bienes y de donde sale diariamente un precio de referencia internacional. Eso sucede habitualmente con muchos productos mineros y alimenticios.
El problema se complica, sin embargo, cuando no hay precio de referencia alguno a nivel internacional para un determinado producto, pues se trata de bienes nuevos, recién lanzados al mercado, o de bienes antiguos que salen al mercado periódicamente con cualidades distintas y más avanzadas, y que son producidos - con esas nuevas  cualidades tecnológicas- por una sola empresa a nivel planetario.  Ese es el caso de las grandes empresas trasnacionales del campo de la tecnología de la información  y las comunicaciones. Es muy difícil para un país determinar si el precio que una empresa B le cobra a una empresa A - por una nueva tableta o de un nuevo tipo de celular recién salido al mercado mundial -  es muy elevado o muy barato. Y en ese campo, cada pieza del bien final se produce muchas veces en varios países diferentes, se arma y se embala en otro país distinto a los anteriores, se vende íntegramente a unas pocas empresas encargadas de las ventas internacionales ubicadas en otros países o en otros continente, y desde allí se vende a cada país donde es posible conseguir consumidores para dicho producto. ¿Cómo fijar el precio justo en cada una de esas transacciones o intercambios, cuando todos los eslabones son manejados por un mismo mando central? 
Curiosamente este no es solo un problema que enfrenta sólo a los países desarrollados con los países en desarrollo, sino que es un problema de los propios países desarrollados entre sí, pues mientras las norma tributarias no sean iguales en todos lados, las empresas trasnacionales trasladarán sus ganancias hacia donde la tributación sea menor, sin consideración alguna a su país de origen ni a simpatías de ninguna especie. Los países europeos – y España con particular énfasis-  comienzan a enfrentar este problema que muestra el lado no tan generoso ni tan positivo de las empresas líderes en el campo tecnológico mundial.

viernes, 7 de diciembre de 2012

MERCOSUR Y LAS GRANDES LIGAS AGROPECUARIAS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 7 de diciembre de 2012.)


Brasil y Argentina no sólo son los dos más grandes productores y exportadores agropecuarios de la América del Sur: son productores agropecuarios de estatura mundial. Así como a nadie se le ocurriría negar que Venezuela es un agente económico y político importante en el  mercado petrolero mundial, así tampoco nadie podría negar que Argentina y Brasil juegan en las grandes ligas de la producción de sorgo, carnes, lácteos, trigo, maíz  y oleaginosas, por mencionar sólo los rubros principales. En dichos productos la producción y exportación argentina y brasileña incide en forma significativa  en los precios y en las demás circunstancias relevantes imperantes en los mercados mundiales respectivos.
Veamos. Brasil exportó 79 mil 600 millones de dólares en productos agropecuarios en el año 2011. De un gran total de exportaciones de 251 mil 60 millones de dólares, un 33 % estuvo constituido por exportaciones agropecuarias. Así, por ejemplo, el país carioca exporto 16 mil millones de dólares en sorgo, 15 mil millones de dólares en azúcar, 10 mil 500 millones de dólares en carne, 8 mil millones de dólares en café y  2mil 600 millones de dólares en maíz.
Argentina, a su vez, de un total de exportaciones de 82 mil millones de dólares, exportó 44 mil 300 millones de dólares  en productos agropecuarios, lo cual representa el 54 % del total de las exportaciones. Allí nos encontramos nuevamente con la soya – con exportaciones por un monto de 20 mil millones de dólares – con el maíz cuyas exportaciones alcanzaron a los 4.400 millones de dólares,  y con otros productos como la carne, los lácteos, los aceites  y el trigo.


COMPETITIVIDAD INSEGURA.
Esta presencia sustantiva y significativa en el mercado mundial de productos agropecuarios, por parte de los dos países analizados, no puede ya, a esta altura de los tiempos, atribuirse sólo a las buenas condiciones de sus suelos o de su clima. Eso puede haber sido cierto hace 100 años atrás, pero hoy eso ya no lo es válido para nadie. El que no es capaz de desarrollar buena gerencia y desplegar la más avanzada tecnología agraria disponible en el mundo – básicamente biotecnología agrícola y animal y agricultura de precisión-   no está en condiciones de exportar ni de  competir en los complejos  mercados  mundiales contemporáneos.
¿Puede Venezuela, una vez que se incorpore plenamente a todas las disciplinas del Mercosur, competir en buena lid con estas dos importantes potencias agropecuarias?
Venezuela exportó el año pasado la modesta cantidad de 50 millones de dólares en productos agropecuarios. Esa cantidad representa menos del 0.5 % de las exportaciones nacionales. El 40% de esas modestas exportaciones estuvieron constituidas por ron, que es un producto venezolano que irrumpe con fuerza en los mercados internacionales. Se suma a ello algo de cacao, pescados, mariscos y frutas. Sin embargo, mientras las exportaciones argentinas y brasileñas son grandes, crecientes y altamente tecnologizadas, las exportaciones agropecuarias venezolanas – todas las mencionadas, incluido el ron-  son pequeñas y decrecientes.
Cuando la vinotinto se enfrenta en los campeonatos regionales o internacionales  con los países de larga tradición futbolística, siempre es posible esperar que una sorpresa, un milagro, un supremo esfuerzo de los jugadores, o un cambio en los vientos de la historia nos conduzca al triunfo. En el campo del  comercio internacional, sin embargo, todo parece indicar que los milagros son escasos y de lenta maduración, y que a la hora de la chiquita, termina sucediendo lo que todo el mundo sabe que va a suceder: la producción agropecuaria venezolana no podrá competir exitosamente con la producción proveniente de Brasil y Argentina.
EFICIENCIA.
Eso no significa que todos los productores de sorgo, leche, carne o maíz tendrán que abandonar el mercado y dedicarse a otra cosa. No. Significa que los productores menos eficientes tendrán que desaparecer o hacer esfuerzos muy grandes para elevar sus niveles de productividad y competitividad. Los más eficientes, los que están por sobre la media, podrán sobrevivir con algunos sobresaltos, pero sin una muerte anunciada en su horizonte. En todo caso, la apertura hacia el Mercosur tendrá costos para el sector agropecuario venezolano, donde no dejaran de verse, en un sentido figurado,  una cantidad importante de muertos y heridos.   
sergio-arancibia.blogspot. com



  

jueves, 6 de diciembre de 2012

LA ALIANZA DEL PACIFICO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 5 de Diciembre de 2012.)


Reuniones como la de Cádiz - donde se reunieron recientemente la gran mayoría de los Presidentes de Hispanoamérica – sirven, entre otras cosas, para que los gobernantes allí presentes puedan tener reuniones bilaterales o multilaterales que sean de su interés, y atender por esa vía, temas importantes para sus respectivos países que de otra forma requerirían viajes internacionales específicos. Una de esas reuniones realizadas en Cádiz fue la de la Alianza del Pacífico, conformada por México, Colombia, Perú y Chile, cuyos presidentes aprovecharon de pasar revista a los avances en esta novel iniciativa de integración y señalar metas para el próximo año.
La Alianza del Pacifico tiene la peculiaridad de no meter demasiada bulla ni hacer demasiados despliegues protocolares. Tiene en ese campo una gran diferencia con otros organismos que se gestan en nuestra América, que se inauguran en medio de grandes torneos de discursos y declaraciones grandilocuentes, sin que nadie sepa muy bien para que servirá el organismo que se crea.
La Alianza del Pacifico se ha planteado la meta de generar prontamente la libre circulación de bienes, servicios, inversiones y personas, entre los cuatro países miembros.
En materia de circulación de bienes, para principios del próximo año - es decir, dentro de pocos meses o semanas - el 90 % de las mercancías intercambiables entre esos cuatro países circulara sin pagar arancel.  Otros países de nuestra América han tardado décadas en llegar a ese punto. Estos cuatro países logran esa meta casi justo un año después de que el grupo se constituyó formalmente.
En materia de libre circulación de personas, los cuatro países mencionados han establecido que no serán necesarias las visas de turismo, hasta por 180 días,  para los connacionales de los otros países.   
Existe en funcionamiento, aun cuando todavía a un nivel de prueba, la unificación de las respectivas bolsas de valores, lo cual permite el flujo de capitales y la unificación de oportunidades de inversión entre los países que en ello participan.
Una característica importante de esta nueva asociación regional es que su deseo de constituir entre ellos un área de libre comercio – que abarca el 35 % del PIB de América Latina y el 55 %  de las exportaciones de la región - no va en absoluto unido a la idea de constituir una unión aduanera. El Mercosur es una unión aduanera, aun cuando incompleta, pues tiene un arancel externo común, y cada uno de sus países socios se encuentra imposibilitado por la alianza colectiva, de establecer compromisos de libre comercio con otros países de cualquier parte del mundo, a menos que sea un acuerdo de todos los países miembros. Ese acuerdo de unión aduanera se convierte en la práctica en una camisa de fuerza que imposibilita que sus países miembros puedan abrirse a asociaciones comerciales que les puedan ser ventajosas con otros países del mundo.
La Comunidad Andina de Naciones también intentó caminar por la vía de una unión aduanera y un arancel externo común, pero viene manifiestamente de regreso. Para evitar rupturas, la CAN ha procedido a autorizar a  sus países miembros a establecer asociaciones o tratados de libre comercio con  otros países, o grupos de países, de la región o de fuera de ella. De allí que Perú y Colombia tengan en pleno funcionamiento, cada uno por su cuenta, un tratado de libre comercio con Estados Unidos, y estén ambos a punto de lograr en el transcurso de lo que queda de este año, un tratado de libre comercio con la Unión Europea. Perú tiene además un tratado de libre comercio con China.
La Alianza del Pacifico no quiere en absoluto transitar por esa vía. Su meta es el libre comercio entre los países socios, y eventualmente lograr asociaciones de libre comercio con otros países o zonas del mundo, fundamentalmente del Asia Pacifico. Es indudable que la experiencia latinoamericana, y de ellos mismos,  les ha servido de lección.