viernes, 16 de diciembre de 2016

MERCOSUR ¿TODO O NADA?



(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 15 de Diciembre de 2016)



El intrincado, folklórico y tropical lio de Venezuela con el Mercosur debería llevarnos a reflexionar sobre lo que gana o pierde Venezuela si abandona ese pacto sub regional. Todo parece indicar que desde el punto de vista estrictamente económico o comercial no es mucho lo que se modificaría si Venezuela se sale - o es invitada a salirse – de ese bloque de países. Ello es así por cuanto hay acuerdos firmados entre Venezuela y Brasil, por un lado, y entre Venezuela y Argentina, por otro, que generan un cuadro de concesiones comerciales recíprocas que no dependen de que Venezuela firme o no el Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica número 18, que es el que define en lo sustantivo la pertenencia o no al Mercosur.

El 26 de diciembre de 2012 Venezuela y Brasil firmaron el Acuerdo de Alcance Parcial de Complementación Económica número 69, conocido sencillamente como ACE 69. Ese acuerdo entró en vigencia casi dos años después, el 14 de octubre del 2014, pero hoy en día goza de plena vigencia legal, y preside gruesa parte de las relaciones comerciales entre esos dos países. En ese acuerdo se establece que Brasil libera de inmediato del pago aranceles a la totalidad de los bienes procedentes de Venezuela. Venezuela, en reciprocidad libera de aranceles a la casi totalidad de las mercancías provenientes de Brasil, pero mantiene un pequeño listado de productos exceptuados, para los cuales impera un calendario de desgravación que culmina en el año 2018.

Ese acuerdo no está supeditado o condicionado a que Venezuela firme el ACE 18, que define la incorporación plena al Mercosur, aun cuando se deja establecido que cuando lo haga, la desgravación será la que se defina en el ACE 18 y no la que defina el ACE 69. Pero queda implícito que si Venezuela no firma el ACE 18 - como ha sido la situación hasta el presente - el ACE 69 mantiene incólume su validez.

Con Argentina sucede una situación bastante parecida. Se firmo el ACE 68, el mismo día 26 de diciembre del 2012, pero ese acuerdo entró en vigencia el 2 de enero del 2003. También Argentina libera en forma total e inmediata de aranceles a las mercancías provenientes de Venezuela, y Venezuela en reciprocidad libera de aranceles a todas las mercancías procedentes de Argentia, excepto las que quedan incluidas en 4 listados de excepciones.

Pero nada de ello queda supeditado a que Venezuela firme el ACE 18, aun cuando era evidente que el ACE 68 -así como también el ACE 69 - se daban en el entendido y en el contexto de la incorporación de Venezuela en el Mercosur. Era una forma de facilitarle las cosas a Venezuela y empezar todos a gozar de las ventajas de un comercio más liberado, a la espera de que Venezuela ordenara sus aspectos normativos e institucionales y diera el paso de su incorporación plena.

Toda esta situación lleva, en el día de hoy, a que si Venezuela es marginada del Mercosur, el ACE 68 y el ACE 69 mantienen su vigencia legal, lo cual significa que en el comercio con esos dos países, que tienen el mayor peso económico,comercial, demográfico y geográfico en el Mercosur, seguirá en los mismos terminos actuales.

Venezuela puede que salga diplomaticamente maltrecha u ofendida de toda esta inconsulta aventura con el Mercosur, pero en terminos estrictamente comerciales conservara las condiciones de libertad comercial que había alcanzado, y que desgraciadamente ha aprovechado muy poco.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

LA DIPLOMACIA VATICANA



(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 14 de Diciembre de 2016)



La diplomacia vaticana tiene detrás de sí casi dos mil años de experiencia. Nadie podría decir que se trata de un desarrollo lineal y ascendente, en que cada año se acumulan más éxitos y destrezas. En toda institución hay rupturas, giros, virajes y retrocesos y es enteramente posible que en la actividad diplomática del Vaticano haya sucedido también mucho de ello a lo largo de su larga existencia. Pero, aun así, es posible decir que se trata de una de las diplomacias más eficientes existentes hoy en día en la geografía política mundial, aun cuando sus acciones y sus objetivos no siempre se conocen y/o se interpretan cabalmente en el corto plazo. Ejemplos hay muchos en el mundo. Su participación en la mejora de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en un ejemplo reciente. Los chilenos – y varios otros pueblos latinoamericanos - han conocido otros ejemplos de ello en períodos no muy lejanos.

En 1987 - aun bajo el gobierno militar - el Papa Juan Pablo II decidió viajar a Chile, en el contexto de una gira que lo llevaría por varios paises latinoamericanos. Los chilenos que luchaban contra la dictadura, fuera y dentro del paíst - por lo menos algunos de ellos - tuvieron algunas dudas iniciales sobre la conveniencia de esa visita. Podría interpretarse aquello - se pensaba - como una forma de apoyar o de legitimar al gobierno de Pinochet, que era repudiado por la mayoría del pueblo chileno y por la mayoría de los países civilizados del planeta. Sin embargo, esa visión era expresión de una mirada de corto alcance.

En Chile, durante todo el largo período de la dictadura - desde 1973 hasta 1990- la Iglesia Católica y también otros credos cristianos - jugaron un rol estelar, insustituible y positivo en términos de su defensa de los derechos humanos. La Vicaría de la Solidaridad - creada por la Iglesia Católica- era la primera instancia donde acudían los familiares de los presos y desaparecidos, y allí recibían el apoyo legal, moral, material, comunicacional e institucional como para rastrear el paradero de su seres quéridos. La Vicaría de la Solidaridad era la instancia que apoyaba, hasta donde le era posible, a los presos en las carceles y campos de prisioneros, que canaliza ayudas y apoyos nacionales e internacionales, que acopiaba y divulgaba antecedentes sobre cada caso que implicara una violación de los derechos humanos, y que hacia seguimiento - y participaba activamente - en las interminables causas legales que se abrían contra los ciudadanos del país. La Vicaría de la Solidaridad fue creada por el Cardenal Silva Henrquez, que fue un incansable defensor de los derechos humanos en el período dictatorial, y como tal, una molestia diaria para la cúpula militar.

El viaje del Papa no fue un apoyo a Pinochet. Fue un apoyo inmenso a la labor del Cardenal Silva Henriquez, de la Iglesia Católica y de la Vicaría de la Solidaridad. La presencia del Papa en Chile implicó un apoyo a la labor que venía realizando la Iglesia desde el comienzo de la dictadura. Pero hubo mas. Al calor de la visita del Papa el pueblo pudo salir a la calle, congregarse en grandes reuniones masivas y encontrarse y manifestarse en ellas con inusuales niveles de libertad. Pudieron en esos actos religiosos escuchar la voz de sus lideres poblacionales y/o de mucha de las víctimas más emblematicas de las violaciones a los derechos humanos. Se encontraron, por lo tanto, con su propio drama, en un contexto de solidaridad de miles de sus iguales. Eso generó, despertó o permitió organizar fuerzas que confluyeron al resultado final que fructificó poco mas de un año años más adelante en la derrota plesbicitaria de Pinochet. No fue, desde luego la única fuerza que causó ese resultado, pero fue una de ellas. La visita del Papa tuvo, por lo tanto, resultados claramente positivos.

Otra cosa importante que resultó de la visita papal fue el retorno de los exiliados. Habían miles de chilenos que se encontraban fuera del país - cualquiera que hubiera sido las circunstancias de su salida - que tenían prohibición expresa por parte de la dictadura de intentar entrar al territorio nacional . Su eventual aparición en cualquier punto fronterizo generaba el envio inmediato de regreso al punto de origen, lo cual implicaba costos e inconvenientes a las líneas aereas involucradas, que en función de ello se abtenían de embarcar a quienes estaban en las largas listas de impedidos de regresar a su país. El Papa negoció, con discresión y reserva, esa situación, y logró que poco después de su partida la dictadura empezara a publicar listados con los exiliados a quienes se les autorizaba desde ese momento a retornar a su país. Esa fue una medida que tuvo gran impacto en el desarrollo de la lucha contra la dictadura en el futuro cercano. Miles de chilenos, sobre todo los dirigentes históricos de los partidos que mantenían la resistencia contra Pinochet, pudieron volver al país e incorporarse de una u otra forma a las actividades de oposición y rebeldía que se desarrollaban por doquier.

No todas la circunstancias históricas son iguales y la diplomacia no siempre tiene los mismo objetivos. Pero creo que se puede decir que la diplomacia vaticana tiene experiencia y tiene paciencia en lo que respecta al accionar por conseguir los objetivos que la iglesia visualice como positivos para sus intereses de largo plazo.







viernes, 9 de diciembre de 2016

ME PASÉ PARA LA ULTRAIZQUIERDA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición  impresa de TAL CUAL el día 8 de Diciembre de 2016)

Cuando entramos a militar en los partidos de la izquierda - hace ya unas cuantas décadas atrás - cultivábamos una solidaridad franca y sincera con los presos políticos que en cualquier rincón de América Latina, se desangraban o se malgastaban en las cárceles de las dictaduras militares o civiles que jalonaban la geografía política del continente. Sin embargo, tendíamos a ser bastante complacientes o indiferentes frente a la realidad de los presos políticos que sufrían idéntica suerte en aquellos otros países del globo que proclamaban su adhesión a los altos y generosos ideales del socialismo, o que por lo menos eran amigos o aliados de aquellos países que se proclamaban socialistas.  Los unos eran mártires que sufrían la privación de su libertad por adherir a las causas más nobles por las cuales se podía luchar en nuestra sufrida América. Los otros eran unos reaccionarios que no querían adherir a la nueva sociedad que se abría paso en medio de los dolores del parto histórico, y que consciente o inconscientemente se convertían en aliados del imperialismo y de la reacción internacional.
Ahora, en mi madurez biológica - y creo que también en mi madurez política - creo que he ampliado mi rango que solidaridades: soy solidario con todos los presos políticos, con todos los presos de conciencia, y con todos los que permanecen presos por expresar sus ideas, donde quiera que ellos se encuentren, y sea quien sea el culpable de su encarcelamiento.  Si antes era izquierdista y era solidario con unos pocos, ahora debo ser ultraizquierdista al ser solidario con todos los presos políticos existentes en todas las cárceles del planeta.  La libertad de conciencia va estrechamente unida a la libertad de expresión. Tener libertad de pensar lo que uno quiera, pero no tener libertad de expresar o compartir esas ideas con otros ciudadanos, es también una negación de libertades que deben ser intrínsecas e inalienables del ser humano.
Lo mismo que pienso con relación al encarcelamiento, lo pienso con relación a la tortura, en cualquiera de sus formas – físicas o sicológicas. Si antes pensaba que los malos no debían torturar ni encarcelar a los buenos, pero no éramos igualmente exigentes en términos de oponernos a que los buenos torturaran a los malos - en aras de los más altos valores de la humanidad - hoy en día proclamo claramente que nadie puede atribuirse el derecho a torturar a nadie, y me pongo en contra de todos los torturadores y al lado de todos los torturados. No hemos luchado durante décadas para ganar el derecho a torturar a los que nos torturaron, sino para construir un mundo en que la tortura esté totalmente erradicada.
Igualmente, en mis años juveniles, era un opositor implacable de los regímenes no democráticos, de los cuales habían muchos en toda nuestra América. Las dictaduras militares o los gobiernos encabezados por un civil, pero con apoyo sustantivo y represivo de los militares, eran centro de los ataques políticos de nosotros los izquierdistas de esos años. Pero no éramos igualmente tenaces en la lucha contra los regímenes civiles o militares que en otras partes del planeta habían olvidado hace mucho tiempo lo que eran las elecciones libres, las libertades civiles, el funcionamiento de la prensa libre, los tribunales independientes o los parlamentos plurales. Aun cuando no usábamos esa terminología, había para nosotros dictaduras buenas y dictaduras malas. Ahora, después no solo de muchos años, sino también de muchas experiencias políticas propias o ajenas, creo que he ampliado el campo de los regímenes que no me gustan, y creo que no me gustan los gobiernos represivos y antidemocráticos cualquiera que sea la filosofía con la cual adornan su accionar. Debo, por ello, ser más izquierdista que antes, es decir, ultraizquierdista.

jueves, 8 de diciembre de 2016

SE EXPORTA POCO, PERO MUCHO



(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 7 de diciembre de 2016)


Con las exportaciones no petroleras venezolanas pasa una cosa interesante y singular. Todo el mundo sabe que – además de petróleo - el país exporta una buena cantidad de petroquímicos, de fierro y sus manufacturas, de aluminio y sus manufacturas y algo de cacao y de ron. Pero las exportaciones no petroleras de Venezuela son mucho mas que todo eso.

Veamos. El arancel de aduanas se divide en 97 capítulos, en los cuales se incluyen prácticamente todos los bienes imaginables que pueden ser objeto de comercio internacional. En el año 2015 Venezuela exportó bienes que se ubicaban en 90 de esos 97 capítulos. Los capítulos en los cuales no se presentaron exportaciones son capítulos tales como armas y municiones, polvora, seda, estaño, que por circunstancias naturales o institucionales son dificiles que estén presentes entre las exportaciones venezolanas. Pero se exportaron, en la práctica, una gram variedad de bienes. Casi de todo. Desde sombreros, objetos de arte, ceramicas o productos farmacéuticos, pasando por calzado o paraguas. Obviamemte, hay algunas de esas partidas o subpartidas en las cuales las exportaciones son muy modestas, tal como sucede con el cinc y sus manufacturas - capítulo 79- de lo cual solo se presentan, en el año mencionado, exportaciones por un monto de mil dolares.

Pero hay también capítulos como el 29 – relativo a productos de la química orgánica- que es el que concentra la mayor cantidad de exportaciones no petroleras, en que encontramos 49 bienes distintos que se enviaron en el año 2015 a los mercados externos, identificados cada uno de esos bienes con seis dígitos del código arancelario. Cada uno de esos códigos se puede a su vez abrir y descomponer en varios otros productos, componentes todos de una misma familia, dando origen a productos identificados con 8 o con 10 dígitos.

Entre esos dos capìtulos ubicados en los extremos de las exportaciones venezolanas encontramos el capítulo 41, con exportaciones de pieles por 36 millones de dólares; el capítulo 78, referido a plomo y sus manufacturas, en el cual se agrupan exportaciones por un total de 22 millones de dólares; el capìtulo 74, relativo al cobre y sus manufactutras se exportan 8 millones de dólares; el niquel y sus manufactutas, que se ubica en el capítulo 75, presenta exportaciones por 1.2 millones de dólares; en el capítulo 92, donde se agrupan los instrumentos musicales, se presentan exportaciones por 200 mil dólares; y plumas y plumones, agrupados en el capítulo 67, se venden en el extranjero por un monto de 7 mil dólares.

Esta situación de elevada dispersión y heterogeneidsda exportadora no es nueva. Esta misma característica se puso de relieve en un completo diagnóstico que se hizo en el año pasado, en la Asociación Venezolana de Exportadores, AVEX, sobre las exportaciines vebezolanas en el período 1990 - 2013, en el cual se puso de relieve esa presencia de pequeñas exportaciones de muchos bienes diferentes. Mas un, se puso en evidencia que esas partidas se mantenían en el tiempo, por cinco o mas años, y no eran, por lo tanto, exportaciones circunstanciales que entraban y salían rápidamente de la canasta exportadora del pais.

Si tomamos todos los productos codificados con seis dígitos arancelarios, es posible identificar una cantidad cercana a los 2.000 productos diferentes que se exportaron en el año 2015. El producto que representó la menor cantidad en dólares fueron los camisones y pijamas, de los cuales se exportaron mil dólares. El de mayor significación cuantitativa fue el metanol alcohol metilico, del cual se exportaron 408 millones de dólares.

Toda esta situación tiene una gran importancia si se piensa en el posible despegue de las exportaciones no petroleras. La situación descrita implica que hay cientos de empresarios que de alguna forma, sin apoyos oficiales - casi se podría decir venciendo las trabas oficiales - lograron colocar algunas pequeñas partidas de muchos productos, en mercados extranjeros. Para ello hay que tener y manejar contactos comerciales con el exterior y hay que tener precios y calidades que sean competitivos. En ese número alto de empresarios y de productos vinculados al comercio exterior el país tiene un capital que podría perfectamemte multiplicarse si hubieran políticas claras que estimulen el sector exportador.

Todo lo que se diga respecto a que que hay que dejar atras el modelo rentista petrolero es pura demagogia si no hay politicas claras, sensatas, sistemáticas y sostenidas, para promover exportaciones no petroleras. Si el pais quiere dejar de vivir de la renta petrolera debe generar una fuente alternativa de ingresos en divisas, pues sin divisas no se puede ser exitoso en el contexto de la economía internacional contemporánea, y ni siquiera se puede ser viable como estado o como país.

Y en materia de exportaciones no petroleras hay dos posibilidades: o se inventan y se desarrollan otros productos, desconocidos hasta ahora en el comercio exterior venezolano - lo cual no es una alternativa totalmente descabellada - o se busca en aquellos heróicos productos que han logrado vencer las dificultadades del presente y mantener modestas presencias en el mercado internacional, y se potencia de su seno aquellos productos en que el pais puede desarrollar una mayor competitividad.

domingo, 4 de diciembre de 2016

CONDENAR LAS CAUSAS Y NO LAS CONSECUENCIAS



(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 2 de diciembre de 2016)


El Gobierno, por boca del Alcalde de Caracas Jorge Rodríguez, ha levantado la voz para condenar el alza del dólar paralelo y para culpar de esa situación a la famosa pagina web aquella que publica diariamente una cierta cotización entre el dólar y el bolívar.

En primer lugar, cabe mencionar al respecto que la existencia de mercados paralelos para el dólar es la consecuencia directa de una política cambiaria, monetaria y fiscal absolutamente erróneas. Con la política cambiaria que hoy en día existente es claro como el agua que tiene que existir un mercado paralelo, pues el mercado oficial - que tiene a su vez varias versiones - no da abasto para satisfacer toda la demanda por la divisa verde. La demanda insatisfecha busca por donde puede. No se puede condenar la existencia de un mercado paralelo, sin condenar primero - y con mucha fuerza - la existencia de esa política cambiaria que impone varios mercados diferentes para el dólar, cada uno con una tasa diferente, y cada uno incapaz de satisfacer la demanda que sobre ellos se canaliza.

En segundo lugar, no se puede condenar que alguien publique lo que buenamente cree que es el precio del dólar en ese mercado paralelo. Más aun, lo que debería incentivar el Gobierno es que existan muchas publicaciones de esa naturaleza, que compitan en dar la información más veraz y con la metodología más convincente. Al prohibir toda versión de ese mercado – en un mundo donde todas las noticias del planeta están accesibles por medio de un clic en el computador - y donde las noticias vuelan de celular en celular en cosa de minutos - es una medida francamente infantil. Es la política del avestruz. Creer que por meter la cabeza debajo de la tierra, el problema va a desaparecer. Si prohíben informar dentro del país, incentivan la visita a esa página web. Más aún, la convierten en una página de obligatoria visita para quien se interese por ese tema, pues dentro de país no puede consultarse una página similar. La prohibición gubernamental de informar sobre el mercado paralelo del dólar genera prácticamente el monopolio de esa página que comentamos.

En tercer lugar, es realmente increíble que alguien en su sano juicio pueda postular que los males del país se deben a una cierta publicación. No hay publicación en el mundo que tenga tanto poder. Ni el New York Time, que es uno de los periódicos de mayor tiraje y de mayor número de lectores en el planeta. Los agentes económicos son libres de hacerle caso a esa página web o no, o tomarla como una referencia, al igual que cualquiera otra. Pero es parte de la libertad de prensa y de la libertad de expresión el dejar que esa página exista. El gobierno puede combatirla, con información veraz sobre el mercado paralelo, si quisiera, o con medidas cambiarias tendientes a generar una situación en ese mercado distinta a la que esa página pública. Vendiendo dólares más baratos, por ejemplo.

No creo, por lo tanto, que sea posible condenar las consecuencias de la política cambiaria y comunicacional del gobierno, sin condenar las políticas cambiaria, monetaria, fiscal y comunicacional en sí. El dólar paralelo existe como consecuencia del accionar económico del gobierno, y eso es lo que hay que condenar. Si el gobierno quiere recabar apoyos en su lucha contra el elevado precio del dólar, que proponga medidas concretas para solucionar ese problema, y serán analizadas de acuerdo a su eficacia y a su eficiencia para conseguir ese objetivo, pero condenar las consecuencias, sin decir nada de las causas, luce como una forma elegante de ocultar estas últimas.

viernes, 2 de diciembre de 2016

PINTADO EN LA PARED


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 1 de diciemgre de 2016)


Después del pintoresco episodio en que nuestro país se declaró presidente del Mercosur - sin contar con el beneplácito o el acuerdo de ninguno de los presididos - ahora viene otro capítulo igualmente simpático y pintoresco para los observadores internacionales, pero desgraciadamente tragicómico para quienes estamos en el medio del problema: los cuatro países fundadores han anunciado que Venezuela perderá próximamente el derecho a voto en el Mercosur, por no haber aprobado en su legislación interna las normas y acuerdos de dicha agrupación regional. Es decir, Venezuela no será expulsada, pero quedará pintada en la pared. Podrá decir lo que quiera, en las reuniones o en los pasillos, pero a la hora de decidir o de votar, se saltarán al representante de este país, como si no existiera. Y frente a esa situación, Venezuela ratifica que no se ira ni será expulsada, como si quedarse en esas condiciones fuera una gran cosota.

Pero más allá de lo pintoresco, folklórico y tropical que luce toda esta situación – sobre todo para los observadores internacionales de fuera del área- es propicia la ocasión para interrogarse sobre si le conviene o no a Venezuela permanecer en el Mercosur. Ya no tiene sentido interrogarse sobre si fue buena o mala la decisión de integrarse a ese bloque subregional. Ahora lo que queda es tomar en forma serena y bien meditada la decisión respecto a si vale la pena quedarse o no.

Un interrogante de ese tipo no puede resolverse a la luz de si las ofensas recibidas son posibles de olvidar o si todavía son heridas sangrantes. En el campo diplomático se puede olvidar cualquier cosa, siempre y cuando eso sea conveniente para el país que pase por olvidadizo. Salirse del Mercosur podría entenderse como un reconocimiento expreso de que entrar en ese bloque fue un error del comandante supremo, y eso no se puede hacer todavía. Pero si hubiera un nuevo gobierno - que no fuera un mero conservador de las tradiciones chavistas - que actuara en función de los mejores intereses del país, la respuesta sobre si permanecer o salirse del Mercosur seguiría siendo una decisión compleja.

Para meterse en ese tema, creo que hay que partir por decidir con que productos quiere Venezuela insertarse en los circuitos comerciales internacionales en los próximos 20 o 30 años. Si alguien se toma en serio la vieja aseveración de que el rentismo petrolero ya no da para más, entonces hay que generar una nueva fuente de divisas, porque sin divisas no se puede ser exitoso en el mundo contemporáneo. Y para obtener divisas, hay que exportar. No parece ser una buena respuesta decir que en materia de exportaciones se actuará con el criterio de que “como se vaya dando vamos viendo”. Esa es la respuesta de los más recalcitrantes neoliberales, que dejan que el mercado lo decida todo. Los gobiernos y países serios deben priorizar o jerarquizar aquellos productos, sectores o cadenas de valor que tienen potencialidad exportadora y poner en ellos todo el peso de la acción promotora, inversora e innovadora del Estado. Más aun, hay que convertir en política de estado el apoyo sistemático y sostenido a aquellos productos que se asume que constituirán por las próximas décadas la carta de presentación del país en los mercados extranjeros.

En segundo lugar, si se han tomado decisiones sobre los productos prioritarios, hay que ver hacia qué países se pueden exportar esos productos. O en otras palabras, que mercados se quieren penetrar con esos productos en los cuales se supone que Venezuela incrementará su capacidad competitiva. Es obvio que no todos los países figuraran como países meta en lo que respecta a esa capacidad de convertirse en buenos socios comerciales de Venezuela. En esos países, elegidos con una perspectiva estratégica, es posible y necesario concentrar los esfuerzos diplomáticos, comerciales y negociadores del país.

Si se tomaran decisiones de ese tipo, y más aún, decisiones que sean verdaderamente políticas de estado, sería posible analizar en base a ellas si conviene o no permanecer en el Mercosur. En otras palabras, ver si el mercado de esos cuatro países constituye un mercado potencial para los productos con que Venezuela aspira insertarse en los circuitos comerciales internacionales en los próximos decenios. Hasta la fecha, ninguno de los cuatro países fundadores del Mercosur se ha constituido como un mercado de importancia para los productos no petroleros que forman parte hoy en día la oferta exportable de Venezuela. También es cierto que Venezuela ha carecido de decisiones y de políticas en el campo de la promoción de exportaciones, y no es fácil alcanzar ciertas metas cuando nadie se las ha propuesto. Con un gobierno que planifique su accionar a mediano y a largo plazo las cosas podrían ser distintas, tanto en relación al Mercosur como al resto de la comunidad latinoamericana. En síntesis, aun cuando parezca obvio y redundante, lo primero es tener metas y objetivos claros, respecto a productos y a países, y hacer de ellos el centro de la política comercial del país. Con ese instrumental en la mano se puede hacer ahora lo que no se hizo cuando se decidió de un día para otro ingresar al Mercosur, es decir, analizar como país las ventajas y desventajas que nos ofrece ese bloque subregional.