jueves, 26 de octubre de 2017

GOBERNAR A LOS HAMBRIENTOS.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 26 de octubre de 2017)


La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, dio a conocer recientemente su estudio titulado Panorama de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en América Latina y el Caribe.  En ese documento se expresa que en la América del Sur la cantidad de personas subalimentadas pasó de 20 millones de habitantes, en el trienio 2013 - 2015, a 21,5 millones de personas subalimentadas el trienio 2014- 2016. Es decir, en el trienio que termina en el 2016, se terminó con 1.5 millones más de habitantes que sufren el flagelo del hambre, con relación al trienio que terminó en el 2015.
En lo que respecta a Venezuela, los datos de la FAO son extraordinariamente dramáticos. En el trienio 2013 -2015 habían en este país 2,8 millones de personas en condiciones de subalimentación. En el trienio 2014 - 2016 esa cantidad aumentó a 4.1 millones de personas. Es decir, se generó un aumento de 1.3 millones de subalimentados en el transcurso de un año.
En toda la América del Sur los subalimentados aumentaron en 1.5 millones. Pero de esa cantidad 1.3 millones de personas son nuevos venezolanos subalimentados. Si no hubiera sido por la dramática situación de Venezuela, los subalimentados en la América de Sur hubieran aumentado solo en 0,2 millones de personas, lo cual sería una cantidad cercana a la mantención de los niveles de alimentación. Lo que voltea la balanza hacia abajo, es indudablemente el caso venezolano.
Según las cifras publicadas por la FAO la proporción de subalimentados en Venezuela  alcanza, en el trienio 2014 -2916, a un 13 % de la población.
Hay que recordar que, de acuerdo a la definición con que trabaja la FAO, subalimentado  es aquel “que no cumple con los requerimientos energéticos diarios mínimos para llevar una vida saludable y activa”. Es una definición bastante cercana – aun cuando no exactamente igual -  a la definición de pobreza extrema con que trabajan otros organismos internacionales.
¿Como es posible que la petrolera, alegre y orgullosa Venezuela haya devenido en uno de los países con más hambre o subalimentación en toda nuestra América del Sur? ¿Cómo es posible que esta hambruna tenga lugar precisamente cuando el siglo XXI presentó los precios internacionales del petróleo más altos de toda la historia de Venezuela? ¿Cómo es posible que toda esa riqueza pueda esfumarse y solo quedar el hambre generalizada?
La subalimentación tiene consecuencias directas sobre sobre la capacidad retentiva de los niños en edad escolar, o sobre la capacidad productiva de los adultos en edad laboral, o sobre la mortalidad materno infantil, por citar solo algunos efectos. Se puede decir, por lo tanto, que la política económica del régimen es altamente hambreadora,  empobrecedora y mortífera.

viernes, 20 de octubre de 2017

DE MAL EN PEOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 19 de octubre de 2017)


El FMI no es una institución que se haya cubierto de gloria durante sus años de existencia, pero nadie pone en duda de que hay allí una buena cantidad de datos, estadísticas e informaciones sobre la economía mundial. Sus proyecciones y mediciones sobre los niveles que alcanzará el PIB de cada país son, por lo tanto, necesariamente tomadas en cuenta por los agentes económicos que se desempeñan a nivel de los gobiernos y/o de las grandes corporaciones financieras internacionales.
En los primeros días de octubre el FMI publicó sus proyecciones sobre cuanto serán los niveles con que cerrarán este año las economías de los principales países del mundo, así como los niveles que alcanzará el PIB de los mismos en el próximo año.
En dichas proyecciones se visualiza que Venezuela cerrará el año 2017 con una caída del PIB del 12.0 %, con relación al nivel que había alcanzado en el año anterior. Pero resulta que el año anterior, es decir, el 2016, el PIB había caído en un 12.6% con relación al 2015.  Y en el año 2015, el PIB había caído en un 7 % con relación al 2014. Y lo peor, es que para el próximo año, 2018, el pronóstico es que la economía venezolana siga decreciendo.
Si resulta cierto el pronóstico del FMI de que en el año 2018 Venezuela decrecerá en un 6 % con relación al 2017, entonces a fines del año 2018 estaremos aproximadamente un 40 % peor que lo que estábamos en el año 2014.
Es decir, cada año caemos más y más con relación al año anterior, Cada año estamos peor. El común de los empresarios no cierran las puertas de sus empresas y se dedican a esperar pacientemente que la cosas cambien para volverlas a abrir. Lo más corriente – sobre todo cuando la crisis se prologa durante varios años- es que el capital financiero, el capital humano y el capital físico se destruyan o se vayan del país, lo cual implica que la crisis actual destruye en forma brutal el patrimonio productivo de Venezuela.
Esta situación es única en América y en el mundo. En toda la América, de polo a polo, Venezuela es el único país que presenta un cuadro de esta naturaleza. Los países petroleros, tales como Ecuador, Colombia y México, crecerán durante el presente año. También lo harán los países del Mercosur y los países de la Alianza del Pacífico. Y los países de Centroamérica y los del Caribe. Ni siquiera los países azotados por los huracanes presentan un cuadro tan dramático como el que presenta Venezuela.
Se suele decir que si uno hace lo mismo varias veces, siempre obtendrá el mismo resultado. Si los resultados son malos, la única forma de que cambien es hacer las cosas en forma diferente. Si nos referimos a los malos resultados económicos del país la única posibilidad de que estos cambien es que cambie la política económica que los origina.   De Perogrullo.


jueves, 19 de octubre de 2017

PRESUPUESTO DE DIVISAS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de octubre de 2017)


El Presidente de la República, Nicolás Maduro, informó recientemente que se había tomado la decisión de elaborar un presupuesto de divisas, para que el país supiera - y los organismos legislativos pudieran decidir con fundamento -cuanto eran las divisas que el gobierno recibe anualmente por concepto de exportaciones, inversiones extranjeras y prestamos – por mencionar solo las principales fuentes de ingresos - y, al mismo tiempo, cuáles son los egresos o gastos que se tienen planificados. Sería muy bueno que efectivamente se avanzara en la construcción y presentación al país de un instrumento financiero y de planificación de esa naturaleza, siempre y cuando, desde luego, no se confundieran los ingresos y gastos del gobierno con los ingresos y gastos de todos los agentes económicos que hacen vida en el país.
Si un presupuesto de esa naturaleza existiera se podría saber con certeza, por ejemplo, cuanto se debe pagar por concepto de amortizaciones e intereses de la deuda externa, en lo que queda de año, y quienes son realmente los acreedores de la nación.
Se podría saber, también, que importaciones de bienes y servicios contarán con divisas oficiales para comprar insumos y materias primas, y que sectores tendrán que reducir sus niveles de producción y/o tendrán que arreglárselas como puedan.  Si se contara con una asignación previa de esa naturaleza los empresarios sabrían con la debida antelación con qué cantidad de divisas por la vía estatal cuenta cada sector o sub sector a lo largo de los próximos meses. Hoy en día el gobierno decide en forma bastante poco transparente como asigna las divisas. Mientras esa asignación centralizada -que no es buena - persista, es mejor que lo permitido y lo posible se sepan con la debida antelación.  
Sería muy bueno contar con información transparente sobre cuáles son los niveles de exportación petrolera y hacia que países se canalizan esas ventas. También sería bueno sincerar cual es el monto de las exportaciones no petroleras.
¿Cuánto ha ingresado al país -y cuanto se espera que ingrese en el futuro cercano- por concepto de inversión extranjera directa? ¿O por concepto de turismo? ¿O por concepto de nuevos créditos, si logran conseguirlos?  Toda esa información podría ser relevante para restarle secretismo a las discusiones sobre política económica y para tomar decisiones – e incluso para llegar a ciertos consensos nacionales - sobre una base más certera y transparente.
Si se contara con un instrumento de esa naturaleza, y se hiciera el control posterior de los gastos y los ingresos, se podría saber no solo lo que se pensaba hacer al principio del año, sino también que fue lo que efectivamente sucedió. Sería un avance importante con respecto a la situación actual.














domingo, 15 de octubre de 2017

COMPARACIONES ODIOSAS: ECUADOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día jueves 12 de octubre de 2017)

En toda la América continental, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, hay solo tres países que pueden denominarse con toda propiedad como países petroleros, en la medida en que el petróleo es el principal producto de exportación de los mismos. Esos países son Ecuador, Colombia y Venezuela. Hay otros países – como México, Canadá, Argentina- que también producen y exportan petróleo y sus derivados, pero esas exportaciones no son el primero y principal rubro de exportación de esos países, por lo menos de acuerdo con las estadísticas de comercio exterior del año 2016.
Ecuador llevó adelante, en el año 2016 exportaciones totales por un monto de 16.797 millones de dólares. De esa cantidad, el petróleo representó 5.053 millones de dólares. Es decir, el 30 % de la oferta exportable ecuatoriana está representada por petróleo. No tiene, por lo tanto, Ecuador, el grado de dependencia con respecto a un solo producto como lo tiene Venezuela.
Además, hace 10 años atrás – si vemos esta situación con una perspectiva de mediano plazo - las exportaciones totales de Ecuador ascendieron a 12.727 millones de dólares. La cantidad ya mencionada de exportaciones del año 2016 muestra que las exportaciones de dicho país han aumentado a lo largo de una década, a pesar de la caída en los precios internacionales del petróleo. Venezuela, en cambio pasó de 61.385 millones de dólares por concepto de exportaciones totales en el 2006, a 29.281 millones de dólares en el 2016.
En el año 2006 Ecuador llevo adelante exportaciones petroleras por un monto de 6.934 millones de dólares. Es decir, en el transcurso de una década el valor de las exportaciones petroleras disminuyó en un 27%, lo cual es un porcentaje bastante diferente de la baja presentada por las exportaciones petroleras venezolanas que en el mismo período pasaron de 57.819 millones de dólares a   24.159 millones de dólares, es decir, se ha reducido en más de un 50 %.  En un caso se trata de caída de los precios internacionales - que es una situación que no está en manos de un país pequeño poder evitar - pero en el otro caso se trata de caída de los precios internacionales, unida a caída de la producción, por perdida de eficiencia productiva y falta de inversiones y de prospección.
Paralelamente, Ecuador incrementó sus exportaciones no petroleras desde los 5.793 millones de dólares del año 2006, a 11.743 millones de dólares en el año 2016. Más del doble han crecido las exportaciones no petroleras, caminando en una senda que podríamos decir que ha sido una autentica siembra del petróleo.  ¿En cuánto han aumentado en el mismo período las exportaciones no petroleras de Venezuela?

COMPARAR CON EL VECINO: COLOMBIA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 11 de octubre de 2017)


Colombia y Venezuela no solo son países vecinos y países que tienen a Bolívar como miembro relevante de sus héroes libertadores, sino que también tienen en común el hecho de ser países petroleros. En la América continental son pocos los países que pueden hacer uso legítimamente de ese calificativo: solo Ecuador, Colombia y Venezuela, si por país petrolero entendemos una situación en la cual el petróleo y sus derivados más directos constituyen el primer rubro de sus exportaciones. Así solo sucede en los tres países mencionados. México y Canadá también son exportadores de petróleo, pero éste no es el primer rubro en su respectiva su cartera de exportaciones.
Colombia exportó en el año 2006 – hace diez años atrás - un monto total de 24.390 millones de dólares. De ese monto, 4.535 millones eran petróleo. Es decir, los hidrocarburos representaban el 18.6 % del total de las exportaciones colombianas. Diez años después las exportaciones totales han aumentado a 30.984 millones de dólares, y las exportaciones petroleras se han incrementado hasta sumar 8.000 millones de dólares, lo cual representa el 25.8 % del total de lo exportado.  
Ya en estas cifras se percibe una diferencia sustantiva con nuestro país. Venezuela pasó de 61.385 millones de dólares como exportaciones totales en el año 2006, a 29.281 millones de dólares en el año 2016, cifra esta última que esta inflada por las exportaciones de oro monetario del BCV, que fueron aproximadamente 3 mil millones de dólares.  No es cierto, por lo tanto, que todos los países que tienen la categoría de países petroleros se han visto disminuidos en sus exportaciones en el transcurso de la última década.  
Y de ese total exportado, las exportaciones petroleras venezolanas - que fueron de 56.819 millones de dólares en el año 2006 - pasaron a 24.159 millones de dólares en el 2016. Tuvieron una baja superior al 50 %. Mientras las exportaciones totales de uno aumentan, las del otro bajan. Mientas las ventas petroleras de uno aumentan las del otro bajan.  
De las cifras anteriores se desprende que las exportaciones no petroleras de Colombia fueron 19.855 millones de dólares en el 2006 y que diez años después ellas llegaban casi a los 23 mil millones de dólares. En el caso venezolano, en cambio, las exportaciones no petroleras y no auríferas fueron de 4.566 millones de dólares en el 2006 y bajaron a 2.204 millones de dólares en el 2016.
Comparar la situación de dos países es indudablemente una tarea que demanda mucho más espacio y muchas otras variables y reflexiones. Pero lo que queda claro de estas pocas líneas es que la situación del mercado petrolero internacional no es la única variable que puede explicar lo que sucede con las exportaciones totales de un país petrolero. Lo que hagan o dejen de hacer los gobernantes tiene también muchísima importancia.