jueves, 30 de junio de 2016

LA UNICACIÓN CAMBIARIA




(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 29 de Junio de 2016).

 
La comisión de economistas que la Unasur puso a disposición del gobierno venezolano - para ver si recibían consejo, por lo menos de gente amiga y cercana -  planteó como una de sus principales sugerencias la de caminar hacia una unificación cambiaria. La unificación cambiaria significa – tal como el nombre lo indica -  terminar con los tipos de cambio múltiples que existen hoy en día en la economía venezolana e imponer un solo tipo de cambio, válido para todo tipo de transacciones.
Una medida de esa naturaleza tendría una serie de efectos positivos. Mencionemos dos de ellos: por un lado implicaría que se acabaría el arbitraje que llevan adelante algunos vivos, que reciben dólares a un precio bastante modesto y lo pueden vender a tasas de cambio varias veces superior. O, lo que es lo mismo, compran mercancías con un dólar super subvencionado, y venden luego esas mercancías como si se hubieran comprado con un dólar más caro. Con una tasa de cambio única, se acabaría, por lo tanto, con el rol actual del mercado cambiario de ser una inmensa fábrica de nuevos ricos.
En segundo, lugar, una tasa de cambio única implicaría que el dólar dejaría de ser el mecanismo para subvencionar ciertas mercancías o determinados consumos en el seno de la economía venezolana. La política de tener dólares baratos para que ciertos bienes se mantuvieran baratos en el mercado interno – que por lo demás no ha funcionado para nada – tendría que ser sustituida por una política en que el dólar dejaría de ser un instrumento de la política social, y los subsidios que se quieran dar tendrían que asumir la forma de subsidios directos, focalizados hacia los sectores más modestos de la población, y no subsidios generales abiertos a toda la ciudadanía como vienen siendo hasta este momento. También implicaría que la tasa de cambio dejaría de ser utilizada como un instrumento de política antiinflacionaria. La lucha contra la inflación tendría que pasar por la reducción del déficit fiscal, por la reducción de los créditos del Banco Central al Ejecutivo, y por el cese de los financiamientos a PDVSA.
Pero la sola unificación cambiaria no basta ni para solucionar todos los males del país y ni siquiera para solucionar los males que presenta el mercado cambiario. Se necesita, precisamente, que exista algo que pueda llamarse con cierta propiedad un mercado cambiario, que hoy en día está ausente de la institucionalidad económica venezolana. Se necesita que exista un mercado al cual puedan concurrir libremente ofertantes y demandantes de dólares. Si se logra la unificación cambiaria, pero el gobierno se reserva el derecho a decidir a quién le vende dólares y a quién no, entonces no se habría avanzado mucho. Se mantendría la asignación centralizada, la discriminación entre algunos demandantes y otros y la falta de transparencia en el proceso de asignación. Y ese es el caldo de cultivo más propicio como que se desarrollen eventualmente algunas prácticas económicas un tanto reñidas con la ética.
La unificación cambiaria no debe confundirse con la total libertad de mercado. Durante una cantidad importante de años de la década del 70, en Venezuela imperó la tasa de cambio de 4.30 bolívares por dólar. Había unificación cambiaria y había libertad de compra y venta de dólares a esa tasa fijada por las autoridades económicas. Pero no había una tasa que se fijara cotidianamente de acuerdo a los vaivenes de la oferta y la demanda, sino una tasa fijada por el organismo rector del sistema monetario y cambiario, la cual se consideraba sostenible a mediano plazo por la economía venezolana. Si circunstancialmente la oferta se alejaba de la demanda el Banco Central intervenía comprando o vendiendo dólares en el mercado cambiario, para que la tasa volviera a su nivel normal. El Banco Central tenía reservas suficientes como para jugar es rol.
Hay que reconocer que el Gobierno camina lenta pero inexorablemente hacia una cierta modalidad-  bastante peculiar, por cierto - de unificación cambiaria. Mantiene - como cuestión de honor - un dólar super barato - para lo que el gobierno quiera y para quien el gobierno decida - que se mantiene congelado durante ya un largo tiempo, a un nivel que nadie en su sano juicio considera ni de equilibrio, ni compatible con los datos de la economía venezolana a corto o a largo plazo. Cualquier cosa que toque ese dólar barato no es bien vista por el Gobierno, lo cual puede ser la razón por la cual el paquete de recomendaciones de la Unasur no contó con mucha simpatía en los círculos gubernamentales.
Pero la segunda tasa de cambio existente -la tasa simadi- esa sí que se mueve día a día y se encamina hacia una eventual unificación, o por lo menos hacia una disminución de la brecha que lo separa del dólar aquel del cual no se puede hablar. Con esto último se pone de manifiesto que este último no era un puro invento de mentes malignas que se encontraban en guerra contra Venezuela y contra su economía, sino que es un dato que hay que mirar y tratar con mayor seriedad, pues es posible que algún día cercano la tasa oficial se dé con él un abrazo de hermano. Pero aun cuando esta modalidad de unificación cambiaria continúe con su marcha ascendente, no se logrará una tasa de cambio que sea única, estable y transparente mientras no se analicen con realismo los niveles de la oferta y la demanda de dólares, que a mediano y largo plazo, sean sostenibles en las nueva condiciones estructurales en que se desenvuelve la economía venezolana.

viernes, 24 de junio de 2016

LAS JOYAS DE LA ABUELA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 23 de junio del 2016)


¿Cuánto oro ha vendido el BCV en los dos últimos años? No es fácil rastrear esa información en las estadísticas oficiales venezolanas.
Sin embargo, lo que se oculta como exportación en un país determinado, aparece por lo general reflejado en las estadísticas de importación de los países de destino, a menos que ambos países se pongan de acuerdo para ocultar la información, lo cual no suele suceder. En el caso de las ventas de oro por parte de Venezuela, es posible llegar a las cifras correspondientes por la vía de las estadísticas de importación de otros países, y/o por las estadísticas publicadas por organismos internacionales de reconocido prestigio y seriedad.
El International Trade Center es un organismo conjunto creado por la Organización Mundial de Comercio y las Naciones Unidas, que se especializa precisamente en publicar las cifras del comercio internacional mundial. Según las cifras que publica ese organismo, Suiza ha comprado en el curso del año 2014 un total de 503 millones de dólares de oro – código arancelario 7108 – a Venezuela. En el transcurso del año 2015 esas ventas continuaron y alcanzaron en ese año a 854 millones de dólares. En el primer trimestre del año 2016 las ventas de oro a Suiza han superado todo lo que se había vendido en los dos años anteriores y llegaron a 2.191 millones de dólares, según la fuente señalada.
Las cifras presentadas son claramente mayores a todo lo que se pueda suponer en materia de producción de oro por parte de la minería venezolana. Se trata manifiestamente de oro proveniente de las reservas internacionales del BCV.
Estas cifras han generado una curiosa situación: Suiza ha pasado a ser el primer país de destino de las exportaciones no petroleras de Venezuela y el oro ha pasado a ser el primer producto no petrolero en la cartera de exportaciones del país. Obviamente, con estas ventas, es posible que las exportaciones no petroleras del país aparezcan sumamente incrementadas tanto en el año 2015 como en el año 2016, siempre y cuando ello encuentre el debido espacio en las cuentas externas del país.
Obviamente el oro que un país tiene en sus reservas internacionales no está allí para ser mirado y admirado, sino para servir a los mejores intereses del país. En el caso venezolano todo parece indicar que esas ventas de las reservas en oro han posibilitado el pago de deudas externas, que de otra forma hubieran obligado al país a caer en situación de default. Ese tipo de operación no es intrínsecamente mala. Lo malo es que no se puede utilizar en forma sostenida. Una vez que se venden las joyas de la abuela, y se sale de un apuro, hay que pensar en cómo generar nuevas fuentes de divisas, para recuperar las reservas internacionales y para poder responder a los gastos que se avecinan. Desgraciadamente, en el caso venezolano, las señales de mayores precios del petróleo son todavía muy tímidas e inestables, y el resto de las exportaciones no petroleras distintas al oro no parecen tener un repunte significativo. 
sergio-arancibia.blogspot.com


jueves, 23 de junio de 2016

LS VUELTAS QUE DA LA VIDA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 23 de junio de 2016)


En este país están pasando algunas cosas raras en materia de política económica. Por un lado, la liquidez monetaria está aumentando tan lentamente, que casi da la impresión de que se ha quedado congelada. En los cinco primeros meses del año ese indicador monetario ha aumentado escasamente un 20 % - según las cifras oficiales del BCV - mientras que la inflación aumenta en ese mismo período en más de un 100%. Es decir, se está lanzando menos poder de compra a la calle. Se están congelando los medios de pago. Se limita la alegre emisión de billetes que ha protagonizado con tanto entusiasmo el BCV en los últimos años, y que ha generado la más elevada inflación a nivel planetario. Puede que esa medida de congelar la liquidez monetaria tenga éxito para parar la inflación, o puede que no, pero lo cierto es que esa estrategia de restricción monetaria es la más ortodoxa de las medidas de política económica que se suelen tomar en situaciones inflacionarias. Eso es lo primero que propondría cualquier economista de formación neoliberal. Raras son, por lo tanto, esas medidas en manos de nuestros revolucionarios locales. 
Como las estadísticas económicas se han limitado en este país a lo estrictamente necesario – y siempre y cuando no muestren situaciones poco simpáticas para el desempeño gubernamental- no hay datos sobre los niveles del déficit fiscal ni sobre como el nuevo precio del dólar dicom ha incrementado los ingresos fiscales y de Pdvsa.  Si el déficit fiscal sigue en niveles superiores al 10% del PIB como ha sido en años anteriores, entonces la reducción del consumo – a través de la reducción o el congelamiento de la liquidez monetaria - sería una receta solo válida para el sector privado - fundamentalmente para el 50 % más pobre de la población- pero sin que se reduzca en igual medida el consumo y el déficit gubernamental - y su correspondiente financiamiento por la vía de la emisión del BCV. Si eso estuviera sucediendo - lo cual es altamente probable - entonces se estaría en presencia de una brutal transferencia de recursos y de riqueza desde el sector privado de la economía hacia el sector gubernamental, con lo cual aumenta le ineficiencia global de la economía y la inequidad social de la política fiscal.
Paralelamente, se aumentan los precios de la carne, de la leche, de los cosméticos y de una serie de artículos de primera necesidad que habían estado con precios congelados durante muchos meses y/o años. Se argumenta hoy en día que las empresas no pueden aumentar la producción si no tienen precios que cubran los costos y que dejen un margen - aunque sea modesto - de ganancias. Ha costado sangre, sudor y lágrimas hacer que en las altas esferas del gobierno se acepte la idea de que sin precios remunerativos no hay producción posible. Durante largos períodos de la revolución bolivariana aquí se ha importado de todo, gastando irresponsablemente los dólares que provenían el boom petrolero – pensando ingenuamente que eso nunca se iba a acabar-  con lo cual se arruinaba, de paso, a los empresarios venezolanos, sobre todo a los medianos y pequeños, que no podían competir con el producto importado. Por otro lado, el acceso a los dólares baratos generaba una casta de nuevos ricos, corruptos y ostentosos, pero generosos con sus amigos, y con los amigos de sus amigos. Hoy en día todavía no se detiene la fábrica de nuevos ricos que es el dólar a 10 bolívares, pero por lo menos se permite a los productores que han sobrevivido que trabajen con precios que permitan la continuidad del proceso productivo.
El dólar Dicom, o Simadi, por otro lado, sigue subiendo día a día, con lo cual se pone de manifiesto que el ancla cambiaria de los años anteriores no era realista, viable ni conveniente para la economía venezolana, y que las otras tasas – todavía innombrables - hacia donde se acerca hoy en día la tasa Dicom, tenían una cierta dosis de realismo y que no eran, por tanto, mera manipulación de los eventuales y tenebrosos protagonistas de la guerra económica.
¿Y dónde quedo la guerra económica? ¿La baja de la producción es consecuencia de la decisión maligna de empresarios tenebrosos e inescrupulosos, o es la consecuencia lógica de precios demagógicos y populistas que no permitían que la producción ni siquiera se mantuviera en sus niveles históricos?
¿Y la inflación no era consecuencia de una tasa de cambio ficticia divulgada por una publicación satánica que día a día publicaba datos especulativos, que curiosamente una gruesa parte de la ciudadanía venezolana leía y creía? ¿Y ahora la inflación pasó a tener algo que ver con la emisión monetaria y con el déficit fiscal? Esa publicación maligna y especulativa sigue editándose día a día, ahora con datos a la baja sobre ciertas tasas de cambio, pero ahora parece que ya no tiene tanta importancia o tanta incidencia, en la medida en que el dólar oficial se va acercando a la tasa de cambio que se tenía como la máxima expresión de la mentira, de la especulación y de la guerra económica.
Es posible que en el futuro cercano sigamos viendo cambios de esta naturaleza, como producto de una cuota de realismo, por un lado, y de desespero, por otro. Como se supone que dijo el Quijote “cosas veredes, amigo Sancho, que harán fablar las piedras”.
sergio-arancibia.blogspot.com


















miércoles, 22 de junio de 2016

NI CALVO NI CON DOS PELUCAS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO CONOMÍA Y NEGOCIOS el día 22 de Junio de 2016.)


El Ministro de Comercio Exterior hizo recientemente unas interesantes declaraciones en el sentido de que cada empresa venezolana debería generar sus propios dólares. Una declaración de ese tipo amerita una serie de reflexiones adicionales. Como la única forma legal de generar dólares es por la vía de exportar bienes o servicios, la declaración del ministro se puede interpretar como una exhortación a que todas las empresas del país incrementen su competitividad internacional y se conviertan en empresas exportadoras. Eso sería indudablemente muy positivo, pero desgraciadamente creo que las cosas no suceden en esos términos en ninguna parte del planeta tierra. En todos los países conocidos hay empresas que son grandes exportadoras y, paralelamente, hay empresas que no exportan ni una sola locha, sino que toda su producción va encaminada hacia el mercado interno.
Pero puede perfectamente suceder que estas últimas - las que no exportan - necesiten de todos modos insumos y materias primas importadas. Necesitan, por lo tanto, comprarle dólares a alguien. Y como los que exportan no utilizan totalmente esos dólares para importar, sino que necesitan moneda nacional para pagar salarios y hacer compras de bienes y servicios en el mercado local, entonces necesitan vender en el mercado interno todo o parte de los dólares que han obtenido legítimamente en el mercado internacional. Se genera así la necesidad de un mercado de compra y venta de dólares que relacione a los ofertantes y demandantes, y termine beneficiando a unos a otros. No se puede, por lo tanto, satanizar a las empresas que necesitan dólares, pues ellas están dispuestas a comprarlos - no están pidiendo que se los regalen – y su actividad es fundamental para la buena marcha de la economía nacional.  Más claro aún: sin la producción de esas empresas que no producen dólares, la economía no podría funcionar. No se les puede condenar a desaparecer. 
No se puede a esta altura de los tiempos concebir una sociedad en que las únicas empresas manufactureras que existan sean las que generan dólares, y con esos dólares se importen todos los bienes de consumo que el país necesite. Ese modelo de desarrollo ya pasó. Tuvo su período de auge en el siglo XIX pero ya pasó. Ahora hay empresas que producen para el mercado interno y que necesitan dólares, y que es bueno para la salud de la economía, que funcionen con la mayor normalidad y eficiencia posible. Lo que se deduce de todo lo anterior es que hay que incrementar la cantidad de empresas que generan dólares, para que funcionen a su vez la mayor cantidad posible de aquellas empresas que necesitan dólares pero no los generan.
En materia de producir dólares es importante recordar que en este país hay una cantidad importante de empresas que podrían perfectamente generar sus propios dólares, si las dejaran. Pero no las dejan. Les ponen tal cantidad de trabas, requisitos y alcabalas, que prácticamente impera sobre ellas una prohibición de exportar. Hay que generar condiciones como para que todo el que pueda exportar, desde el punto de vista de su competitividad internacional, lo haga.
En segundo lugar, hay que generar condiciones como para que la oferta de dólares que generan las empresas que exportan -públicas o privadas -  se pueda encontrar con la demanda que proviene de los que necesitan dólares para importar. Es decir, generar las condiciones para que exista y funcione un mercado de divisas. Actualmente no hay un mercado de divisas legal y accesible para exportadores e importadores. Es posible que un mercado funcione en determinados momentos, con ciertas anomalías, y en esas circunstancias eventuales, el Estados deba tener mecanismos o instrumentos para arreglar en esos mercados lo que funcione mal. Pero en el mercado cambiario venezolano no se han tomado medidas para que funcione bien, sino que todas las medidas que se han venido tomando en los últimos años están encaminadas a que el mercado cambiario no funcione en absoluto. Se le ha sustituido por una asignación centralizada, poco transparente y arbitraria, que en la práctica es una gran fábrica de nuevos ricos. Como resultado de todo ello, las empresas que necesitan dólares para producir mercancías para el mercado interno no tienen acceso a ellas.
Por lo tanto, siendo buena la idea de que se incremente la cantidad de exportadores - y siendo buenas todas las medidas de política económica que se tomen para acercarse a dicho objetivo - tampoco hay que exagerar y postular que todos deben ser exportadores. En este mundo, desde que hay división del trabajo, algunos son exportadores, otros son importadores, y otros son exportadores que a su vez pueden importar materias primas y otros bienes y servicios con los propios dólares que ellos mismos generen. Pero para que todos estos diferentes agentes económicos estén interconectados y se apoyen recíprocamente, se necesita que funcione de verdad verdad un mercado cambiario. Más aun, se necesita un mercado cambiario unificado - como recomendó recientemente el grupo de economistas que reunió la Unasur para asesorar al gobierno venezolano - pues los tipos de cambios múltiples, como han funcionado hasta este momento, generan necesariamente la intervención del gobierno para que discrimine entre quienes reciben dólares y quienes no y - entre los primeros-  quienes los reciben a un precio y quienes a otro, lo cual es la madre de todas ineficiencias y de todas las tentaciones. 
sergio-arancibia.blogspot.com




miércoles, 15 de junio de 2016

SEGUNDO AIRE

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el dÍa 15 de Junio de 2016)



No todo le sale mal al Gobierno del Presidente Maduro. Aquellas cosas en las cuales no tiene incidencia- o tiene una incidencia muy marginal - terminan por resultarle favorables. Hay dos circunstancias del mercado internacional que están evolucionando en forma favorable a los intereses de Venezuela: el precio del barril de petróleo y el precio de la onza de oro.
El precio internacional del petróleo bordea hoy en día los 50 dólares por barril, lo cual significa para Venezuela un precio cercano a los 40 dólares por barril, dado que el petróleo venezolano, por su calidad, tiene un precio menor que los precios marcadores de los crudos europeos, árabes o norteamericanos. Pero 40 dólares por barril es un buen precio, o por lo menos bastante mejor que los 30 dólares, o menos, que ha sido el precio promedio durante lo que va corrido del año 2016. Esa situación puede darle a Venezuela un cierto respiro en sus cuentas externas. Puede permitirle un nivel un poco superior en materia de importaciones – quizás importar alimentos y medicinas, o importar mayores insumos para la industria nacional, - o puede pagar las deudas acumuladas que el país tiene con las compañías aéreas o con empresas proveedoras, o con los inversionistas extranjeros que tratan de remesar al exterior las ganancias legítimamente logradas en el mercado interno.
Con el oro la situación es similar. Gruesa parte de las reservas internacionales del Banco Central de Venezuela están constituidas por oro monetario, que se valora en la contabilidad de esa institución según el precio que ese metal vaya presentando en los mercados internacionales correspondientes en los meses previos. En la primera quincena de junio el precio del oro llegó a 1.252 dólares por onza, lo cual representa un precio un 16 % superior al que se presentaba a principios del presente año. No se trata, en este caso, exactamente de un mayor ingreso, pero si de un mayor valor para unos de los activos con que cuenta el país, que puede ser vendido en el mercado internacional y obtener de esa venta un precio un poco mayor que el obtenido en las ventas que discretamente ha estado realizando el Banco Central en el transcurso del último año. Además, se trata de un activo que abre posibilidades de un mejor trato por parte del sistema financiero internacional, que hoy en día tiene al país catalogado como uno de los más riesgosos del planeta.
La pregunta que el país debe formularse frente a esta situación es ¿a qué se van a destinar estos mayores recursos con que contará el país en el resto del año, en el caso de que la presente situación favorable se mantenga o se fortalezca más aun? Las cosas no parecen tener en el presente las características de boom que tuvieron en otros momentos de la historia reciente de Venezuela, y por lo tanto es dable pensar que a nadie en su sano juicio en el seno del gobierno se le ocurrirá la idea de volver a reiniciar la farra que se vivió en los años gozosos del boom petrolero reciente.  Pero alguien podría pensar que, dado que hay que combatir la inflación a como dé lugar, entonces hay que disponer de dólares baratos para comprar en el mercado internacional, a cualquier precio, alimentos y otros bienes de primera necesidad para venderlos baratos en el mercado interno. Esa es exactamente la fórmula que no ha funcionado. O por lo menos la fórmula que no ha funcionado casi en nada, excepto en lo relativo a comprar a cualquier precio en el mercado internacional. 
El dólar debe encaminarse hacia un precio de escasez y hacia un precio de mediano o de largo plazo sostenible por la economía venezolana bajo supuestos conservadores de los precios en los mercados internacionales de los productos con que nos relacionamos con el mundo. Si se quiere subsidiar el consumo y/o el ingreso real de los sectores más vulnerables de la población eso debe hacerse por la vía de los subsidios directos, y no por la vía de los supuestos dólares baratos – que se convierten en una inmensa fábrica de ricos de ocasión- ni por la vía de los bienes con precios supuestamente baratos, que siendo escasos, terminan  convirtiéndose en caros por la vía del  mercado negro, protagonizado por quienes tienen acceso a los dólares y a las importaciones privilegiadas. También hay herramientas, como los aranceles de aduana, que se pueden usar para discriminar en lo que respecta a importaciones que no son prioritarias para el país.
En tiempos en que todos hablan de dialogo, quizás podría pensarse en que en el seno del Parlamento- que es la instancia natural en la que dialogan los partidos políticos de distinta orientación política en el seno de la democracias modernas- se genere algún grado de consenso sobre un  presupuesto anual de divisas, que rompa con el secretismo, la falta de transparencia, el amiguismo y el “ahí vamos viendo” que preside hoy en día la asignación y el uso de las divisas.
Se supone que el hombre es un único animal que tropieza dos veces con el mismo palo. Ojalá el gobierno venezolano actúe sacando las conclusiones correctas de la experiencia no muy lejana, y piense en los intereses de largo plazo del país. Pero en épocas de crisis, políticas y económicas, cuando la consigna central es salvarse como sea, es posible que termine por imponerse el viejo mecanismo populista de repartir y repartir para mantener contentos a los amigos y a los votantes. Ojalá se haya aprendido algo.
sergio-arancibia.blogspot.com








  

viernes, 10 de junio de 2016

LA ECONOMA VUELVE POR SUS FUEROS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 10 de Junio de 2016)


El Ministro Pérez Abad se ha referido en varias oportunidades a que las medidas económicas que se han tomado recientemente han logrado detener o revertir el crecimiento del dólar innombrable. Eso parece ser cierto. Analicemos brevemente las causas de ese fenómeno
En primerísimo lugar hay que tener en cuenta que la liquidez monetaria se encontraba el 1 de enero del 2016 en 4.028.561 millones de bolívares. Al 25 de mayo de este año, ese indicador monetario se encontraba en 4.831.447 millones de bolívares. Eso implica un crecimiento cercano al 20 % durante los primeros cinco meses del año. En ese mismo período la inflación ha crecido en un 100% por lo menos, o quizás más. Desgraciadamente el BCV no da cifras al respecto. El silencio del BCV sobre esta materia solo puede interpretarse como una confesión de que las cifras son más malas que en el año anterior. Por lo tanto, 100% es una cifra conservadora.  
Si la liquidez monetaria ha crecido en un 20 % y la inflación en un 100% eso significa que en términos reales la liquidez monetaria ha decrecido en forma sustantiva. 
Durante varios meses se dijo en este país que la causa de la inflación era la guerra económica que fuerzas oscuras y tenebrosas llevaban adelante contra la economía nacional. Más aun, se llegó a decir que lo que explicaba más del 50 % del incremento de los precios era una cierta publicación también innombrable. Ahora parece que las cosas han cambiado. Se pretende combatir la inflación por medio de la reducción de la liquidez monetaria. Se pretende, al mismo tiempo, que el precio del innombrable se reduzca por obra y gracia del mismo tipo de medida: reducir los medios de pago y reducir la capacidad adquisitiva de la población. En esa medida, el gasto presionará en menor medida sobre la oferta de bienes existentes en los mercados nacionales y los precios no subirán en forma tan acelerada. Además, tanto las empresas como las personas tienen demandas de algunos bienes que son más urgentes que otras, y no reducen, por lo tanto, sus compras de todos los bienes en la misma proporción. Algunas cosas se siguen demandando igual - los alimentos, por ejemplo -  y otras se reducen en forma total o parcial. Entre estas última se encuentra el dólar. Se reduce la demanda de dólares por la misma razón por la cual se reduce la demanda de whisky: porqué hay poca plata y las prioridades son otras.
¿Se están derrotando las fuerzas tenebrosas que habían declarado una guerra económica contra este país? No señor, se está intentado controlar la inflación y reducir el tipo de cambio mediante el método más ortodoxo conocido por cualquier estudiante de primer semestre de economía: por la vía de controlar la cantidad de dinero. Métodos de mercado. Métodos sacados de los textos de economía, no de los manuales de guerra.  La página maldita sigue editándose día a día, ahora con precios a la baja gracias al misil que significa el reducir la cantidad de liquidez monetaria que ya no puede volcarse hacia el mercado del dólar. 
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miércoles, 8 de junio de 2016

VENEZUELA Y LA ALIANZA DEL PACÏFICO


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 8 de Junio del 2016)


Venezuela depositó en el Mercosur la fe y la confianza absoluta propia de los nuevos conversos. Para ser miembro de ese grupo sub regional Venezuela rompió no solo con la Comunidad Andina de Naciones, sino que también rompió, casi simultáneamente, con el Grupo de los Tres, que era un sub grupo conformado por México, Colombia y Venezuela, y que avanzaba a buen ritmo en materia de liberación recíproca del comercio. Se embarcó de lleno, con todos los fierros, en la alianza con el Mercosur, donde creía que sus aliados de Brasil y de Argentina iban a durar cien años en el poder, tal como el gobierno chavista pensaba sobre sí mismo. No se dejó espacio para retroceder, ni se diseñó un plan B, contrariando así todas las normas de la buena diplomacia. Dio todas las pruebas de amor que tenía a disposición, aun cuando nadie se las estaba pidiendo.
Pero las cosas han caminado en una dirección distinta a la que supuso la diplomacia y la estrategia comercial y política chavista. Lo que está en crisis es el Mercosur, y la Alianza del Pacífico - donde participan Colombia y Perú, antiguos socios de Venezuela en la CAN; México, antiguo socio de Venezuela en el Grupo de los Tres; y Chile, que es un país que tiene un hermoso tratado comercial enteramente vigente con Venezuela - navega con ritmo tranquilo y mesurado en las aguas tempestuosas del comercio internacional contemporáneo. Pero Venezuela, que les dio la espalda, se queda ahora sin el Mercosur - que ya le sacó a Venezuela todo lo que ésta podía dar, sin aportarle prácticamente nada-  -  y sin la Alianza del Pacífico, de donde Venezuela se ha alejado porque se le ha dado la gana.
Con Chile las exportaciones venezolanas en el 2015 alcanzaron una cifra cercana a los 22 millones de dólares, lo cual es casi la nada misma. El año anterior, 2014, esas ventas habían llegado a 78 millones de dólares, según las cifras que publica la Aladi. En sentido inverso, las ventas chilenas a Venezuela alcanzaron aproximadamente a los 314 millones de dólares, en el año 2015, y a 465 millones dólares en el año anterior.
Con Perú las cifras de intercambio son también modestas, pues solo se le vendió un monto cercano a los 26 millones de dólares, en el 2014, lo cual aumentó a 30 millones de dólares en el año 20l5. En materia de importaciones a dicho país se le compró un total aproximado a los 469 millones de dólares en el año 2014, cantidad que se redujo violentamente, a 141 millones de dólares, en el año 2015.  
Esas cantidades no se compadecen para nada con las magnitudes económicas, es decir, con lo producido, con lo exportado y con lo importado por parte de ninguno de esos dos países. Eso coloca a Venezuela como un socio absolutamente poco relevante en el comercio internacional de esas dos dinámicas economías.
 Hacia Colombia, las exportaciones siguen siendo las más altas después de las ventas a Estados Unidos, pero se ha hecho todo lo posible para que éstas vayan en picada hacia abajo. Se cerró la frontera terrestre para todo el comercio legal y solo se mantiene el comercio vía aérea y marítima, que no son las vías por donde transcurría tradicionalmente el comercio con ese país vecino.  Las ventas a Colombia pasaron de 440 millones de dólares en el 2014, a 292 millones de dólares en el 2015, siempre según cifras de Aladi. Las importaciones, a su vez, que en el 2014 alcanzaron a 1.987 millones de dólares, cayeron a 1.060 millones de dólares en el 2015.
Con México las exportaciones, aun cuando partiendo de niveles muy modestos, han presentado un mejoramiento, pues pasaron de 72 millones de dólares en el 2014, a 130 millones d dólares en el 2015. Las importaciones, a su vez, desde el país azteca, cayeron desde 1.551 millones de dólares, a 1.221 millones de dólares en el 2015, lo cual constituye a México como un socio comercial importante de Venezuela, incluso más importante que todos los países del Mercosur, con la excepción de Brasil. 
Argentina se asoma tímidamente hacia la Alianza del Pacifico y el Presidente Macri asistirá como invitado a la próxima reunión presidencial de este grupo subregional. Brasil no ha dado un paso de ese tipo, pero las declaraciones recientes del Canciller Serra, apuntan hacia la apertura de Brasil hacia Europa y hacia el resto de América Latina.
Venezuela tiene todavía un acervo normativo importante -dado por acuerdos, tratados y concesiones recíprocas- con los países de la Alianza del Pacífico, y tiene un comercio que se ha mantenido a pesar de la falta de interés manifestado por Venezuela. Una buena expresión de esa falta de interés comercial y diplomático por parte de Venezuela está dada por las veces que el Presidente Chávez y el Presidente Maduro han visitado a uno u otro de los países de la Alianza, con excepción de Colombia donde los contactos estaban presididos por razones distintas a la búsqueda de oportunidades comerciales. Todavía se puede recuperar el tiempo perdido y aprovechar el potencial que esos países representan para una eventual apertura comercial de Venezuela, que no tiene que ir acompañada, como creen los talibanes, con la ruptura o el distanciamiento con el resto de los socios o de los amigos que Venezuela haya conquistado a lo largo de su historia.
sergio-arancibia.blogspot.com














miércoles, 1 de junio de 2016

LOS AJUSTES DE ECUADOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONÍA Y NEGOCIOS el día 1 de Junio de 2016)

Ecuador - al igual que Venezuela - es un país petrolero en el cual los hidrocarburos constituyen el principal producto de exportación, la fuente de los mayores ingresos en dólares con que cuenta el país y uno de los sectores de la economía que en mayor medida contribuye al financiamiento de los ingresos fiscales. También Ecuador es un país miembro del Alba, es decir, de la alicaída alianza de los países bolivarianos de América. Cabe agregar que, como consecuencia de la caída en los precios internacionales del petróleo, Ecuador ha devenido es un país que está sufriendo estrecheces, tanto en los niveles de ingresos del sector público como del sector privado. Hasta allí las principales semejanzas entre Ecuador y Venezuela.
Las diferencias, sin embargo, se están convirtiendo en un asunto más interesante que las semejanzas. El presupuesto del Ecuador para el año 2016 se calculó sobre el supuesto de un barril de petróleo que tendría en el mercado internacional un valor de 35 dólares como promedio anual. En la realidad de las cosas ese barril de petróleo ha presentado un valor promedio durante el año 2016 que solo alcanza a los 28 dólares. Por lo tanto, los ingresos presupuestados no están resultando parecidos a los ingresos que realmente se están logrando por concepto de las exportaciones petroleras. Frente a esa realidad, el gobierno de Ecuador, encabezado por el Presidente Correa, ha llegado a la conclusión – por lo demás bastante obvia - de que tiene que ajustar sus gastos de modo que estos se adecuen lo más posible al nivel de los ingresos. En otras palabras, tiene que reducir los gastos gubernamentales. La opción de seguir gastando como si no hubiera pasado nada es más difícil en el caso de Ecuador, pues como se trata de un país dolarizado, no se le puede pedir al Banco Central que imprima alegremente billetes para cubrir los mayores y deficitarios gastos del Estado. Siempre queda la posibilidad de endeudarse, pero esa opción es un tanto complicada en los tiempos actuales, pues el mercado financiero internacional ve con más desconfianza la posibilidad de prestarle a los países emergentes, y menos aun cuando se trata de un país que está viendo como sus ingresos por concepto de exportaciones se reducen en forma sustantiva, sin que se visualice una mejora en el futuro cercano. Además, el gasto por sobre los ingresos – pasados determinados umbrales - se traduce rápidamente en inflación, lo cual, en una economía dolarizada como la ecuatoriana, conduciría a una caída de sus exportaciones no petroleras. 
En Venezuela el `presupuesto del año 2016 se construyó a partir del supuesto de que el barril de petróleo se mantendría en un precio promedio de 40 dólares por barril. Un supuesto más irreal que el ecuatoriano, y que genera, por lo tanto, una distancia mayor entre lo presupuestado y lo real. El ajuste debería, también, por ello, ser mayor y más necesario.
El plan de ajuste que el Presidente Correa ha presentado a su país contempla algunas cosas que deberían ser analizadas por los países que sufren circunstancias más o menos similares. Por un lado, ha eliminado 6 instituciones públicas, cuyas funciones pueden ser asimiladas por otros organismos de la misma especie. Igualmente ha eliminado 12 vice ministerios. Ambas medidas, además de reducir gastos, ayudan a lograr un sector público menos pesado y menos adiposo. En materia de manejo de las empresas públicas - que no siempre dan buenos dividendos económicos al Estado al cual pertenecen - se ha tomado la decisión de buscar alianzas con el sector privado, de modo que este pueda localizar allí inversiones y asumir responsabilidades en su gestión administrativa. Eso permite al Estado recaudar en los inmediato una cierta cantidad de fondos y abre la posibilidad en el futuro cercano de que dichas empresas se conviertan en generadoras de ingresos para el gobierno, tanto por la vía de dividendos como de tributación. En particular se tomó la decisión de vender o de buscar alianzas con el sector privado en la empresa Transportes Aéreos Militares, TAME, lo cual implica que el ajuste toca a todos los sectores del país – civiles y militares - y que no se pretende lograr estabilidad política y económica por la vía de hacer concesiones oportunistas y/o temerosas a los uniformados. Bien por Ecuador. En la misma forma, se busca vender o lograr alianzas con el sector privado en relación a la Empresa Pública Cementera del Estado, EPCE.
 Estas medidas de ajuste rompen con la filosofía estatista, intervencionista y proteccionista que, de una u otra manera, se identificaba con la política del Alba y del Presidente Chavez. Se trata ahora de una política en que el Estado se adelgaza, los controles se reducen, el Estado no se mete a producir cualquier cosa, y las empresas privadas adquieren una mayor presencia en el mercado. Venezuela, amarrada a la política económica anterior, se va quedando sola en un continente que ve como se hunde un país que estaba llamado a ser próspero y desarrollado. Los aliados lloran y lamentan la situación de Venezuela - como en todo buen funeral - pero ninguno se mete en el foso junto con el finado para correr su misma suerte.
Unasur se ha comprometido a montar una misión económica que asesore a Venezuela. Sería bueno que en ese equipo - que estará coordinado por el Ex Presidente de República Dominicana Leonel Fernández - se incluyan algunos buenos economistas ecuatorianos, de aquellos que estén asesorando al Presidente Correa. 
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