(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONÍA Y NEGOCIOS el día 1 de Junio de
2016)
Ecuador - al
igual que Venezuela - es un país petrolero en el cual los hidrocarburos
constituyen el principal producto de exportación, la fuente de los mayores
ingresos en dólares con que cuenta el país y uno de los sectores de la economía
que en mayor medida contribuye al financiamiento de los ingresos fiscales. También
Ecuador es un país miembro del Alba, es decir, de la alicaída alianza de los
países bolivarianos de América. Cabe agregar que, como consecuencia de la caída
en los precios internacionales del petróleo, Ecuador ha devenido es un país que
está sufriendo estrecheces, tanto en los niveles de ingresos del sector público
como del sector privado. Hasta allí las principales semejanzas entre Ecuador y
Venezuela.
Las
diferencias, sin embargo, se están convirtiendo en un asunto más interesante
que las semejanzas. El presupuesto del Ecuador para el año 2016 se calculó
sobre el supuesto de un barril de petróleo que tendría en el mercado
internacional un valor de 35 dólares como promedio anual. En la realidad de las
cosas ese barril de petróleo ha presentado un valor promedio durante el año
2016 que solo alcanza a los 28 dólares. Por lo tanto, los ingresos
presupuestados no están resultando parecidos a los ingresos que realmente se
están logrando por concepto de las exportaciones petroleras. Frente a esa
realidad, el gobierno de Ecuador, encabezado por el Presidente Correa, ha
llegado a la conclusión – por lo demás bastante obvia - de que tiene que
ajustar sus gastos de modo que estos se adecuen lo más posible al nivel de los
ingresos. En otras palabras, tiene que reducir los gastos gubernamentales. La
opción de seguir gastando como si no hubiera pasado nada es más difícil en el
caso de Ecuador, pues como se trata de un país dolarizado, no se le puede pedir
al Banco Central que imprima alegremente billetes para cubrir los mayores y
deficitarios gastos del Estado. Siempre queda la posibilidad de endeudarse,
pero esa opción es un tanto complicada en los tiempos actuales, pues el mercado
financiero internacional ve con más desconfianza la posibilidad de prestarle a
los países emergentes, y menos aun cuando se trata de un país que está viendo
como sus ingresos por concepto de exportaciones se reducen en forma sustantiva,
sin que se visualice una mejora en el futuro cercano. Además, el gasto por
sobre los ingresos – pasados determinados umbrales - se traduce rápidamente en
inflación, lo cual, en una economía dolarizada como la ecuatoriana, conduciría
a una caída de sus exportaciones no petroleras.
En Venezuela
el `presupuesto del año 2016 se construyó a partir del supuesto de que el
barril de petróleo se mantendría en un precio promedio de 40 dólares por
barril. Un supuesto más irreal que el ecuatoriano, y que genera, por lo tanto,
una distancia mayor entre lo presupuestado y lo real. El ajuste debería,
también, por ello, ser mayor y más necesario.
El plan de
ajuste que el Presidente Correa ha presentado a su país contempla algunas cosas
que deberían ser analizadas por los países que sufren circunstancias más o
menos similares. Por un lado, ha eliminado 6 instituciones públicas, cuyas
funciones pueden ser asimiladas por otros organismos de la misma especie.
Igualmente ha eliminado 12 vice ministerios. Ambas medidas, además de reducir
gastos, ayudan a lograr un sector público menos pesado y menos adiposo. En
materia de manejo de las empresas públicas - que no siempre dan buenos
dividendos económicos al Estado al cual pertenecen - se ha tomado la decisión
de buscar alianzas con el sector privado, de modo que este pueda localizar allí
inversiones y asumir responsabilidades en su gestión administrativa. Eso
permite al Estado recaudar en los inmediato una cierta cantidad de fondos y
abre la posibilidad en el futuro cercano de que dichas empresas se conviertan
en generadoras de ingresos para el gobierno, tanto por la vía de dividendos como
de tributación. En particular se tomó la decisión de vender o de buscar
alianzas con el sector privado en la empresa Transportes Aéreos Militares,
TAME, lo cual implica que el ajuste toca a todos los sectores del país –
civiles y militares - y que no se pretende lograr estabilidad política y
económica por la vía de hacer concesiones oportunistas y/o temerosas a los
uniformados. Bien por Ecuador. En la misma forma, se busca vender o lograr
alianzas con el sector privado en relación a la Empresa Pública Cementera del
Estado, EPCE.
Estas medidas de ajuste rompen con la
filosofía estatista, intervencionista y proteccionista que, de una u otra
manera, se identificaba con la política del Alba y del Presidente Chavez. Se
trata ahora de una política en que el Estado se adelgaza, los controles se
reducen, el Estado no se mete a producir cualquier cosa, y las empresas
privadas adquieren una mayor presencia en el mercado. Venezuela, amarrada a la
política económica anterior, se va quedando sola en un continente que ve como
se hunde un país que estaba llamado a ser próspero y desarrollado. Los aliados
lloran y lamentan la situación de Venezuela - como en todo buen funeral - pero
ninguno se mete en el foso junto con el finado para correr su misma suerte.
Unasur se ha
comprometido a montar una misión económica que asesore a Venezuela. Sería bueno
que en ese equipo - que estará coordinado por el Ex Presidente de República
Dominicana Leonel Fernández - se incluyan algunos buenos economistas
ecuatorianos, de aquellos que estén asesorando al Presidente Correa.
sergio-arancibia.blogspot.com
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