viernes, 25 de julio de 2014

ACUERDO COMERCIAL ENTRE ECUADOR Y LA UNIÓN EUROPEA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 23 de julio de 2014.)


Al Presidente de Ecuador Rafael Correa no le gustan para nada los Tratados de Libre Comercio que son parte constitutiva del  entramado normativo del comercio internacional contemporáneo. Por ello, seguirá hasta el final de sus días diciendo que el acuerdo al cual llegó en la semana pasada Ecuador con la Unión Europea no es un TLC. Y no le falta razón al Presidente ecuatoriano pues el termino  TLC se suele utilizar para designar lo que en el campo de las negociaciones internacionales se conocen como acuerdos de última generación, en los cuales no se negocian solo los aranceles y la liberación del comercio, sino también que un conjunto de cuestiones normativas, tales como las patentes las compras gubernamentales, los requisitos técnicos y sanitarios, las salvaguardias, las normas antidumping, etc. Pero llámese como se llame, lo importante es que Ecuador ha llegado  a un acuerdo comercial con la Unión Europea, que permitirá que una cantidad importante de bienes agrícolas y no agrícolas procedentes del país latinoamericano entren sin pago de aranceles en ese mercado de 500 millones de habitantes conformado por los 28 países que integran hoy en día la Unión Europea. La contrapartida de esta situación es que los productos europeos que no hayan sido objeto de clausulas específicas de excepción entrarán sin arancel en el  mercado ecuatoriano. 
Habían dos circunstancias que hacían que Ecuador tuviera urgencia en cerrar un tratado de esta naturaleza. Por un lado, el hecho de que en diciembre de este año se terminan las preferencias arancelarias que la Unión Europea ha otorgado en forma unilateral a una cantidad importante de mercancías  ecuatorianas. Perder esas preferencias  hubiera significado que las mercancías ecuatorianas se hubieran encarecido y hubieran perdido presencia en el mercado europeo.  La segunda circunstancia es el hecho de que sus vecinos Colombia y Perú tienen sendos Tratados de Libre Comercio con la Unión Europea, y si Ecuador no hacia algo parecido –con el nombre que fuera- se abría la posibilidad de que muchos productos ecuatorianos perdieran competitividad en Europa ante la ventaja  que ya habían pactado sus vecinos. Ya esa situación se hacía particularmente visible en el mercado del banano, producto particularmente sensible para Ecuador, que venía perdiendo mercado en forma sistemática en Europa en los últimos tres años. En 2001 las exportaciones totales de banano por parte de Ecuador fueron de 110 millones de cajas, cantidad que bajó a 85 millones de cajas en 2012, y continuó su baja, aun cuando a un ritmo menor, en el 2013.
Con el acuerdo alcanzado la Unión Europea se compromete a mantener las preferencias arancelarias actualmente vigentes, hasta que entre en plena vigencia el acuerdo comercial propiamente tal.  
Con esta negociación ecuatoriana, que posiblemente entre en vigencia a mediados del 2016, ya toda la costa del Pacifico de la América del Sur tendrá libre comercio con la Unión Europea. Es posible que el Mercosur-aun cuando sin Venezuela en este caso particular, y sin mucho entusiasmo por parte de Argentina - llegue en algún  momento cercano a un acuerdo de la misma naturaleza,  culminando negociaciones que se extienden durante varios años.  
sergio-arancibia.blogspot.com



viernes, 18 de julio de 2014

MERCOSUR TRANSGÉNICO

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 16 de Julio 2014.)


Cuando se descubrieron las vacunas- que en su esencia consisten en inyectar en el torrente sanguíneo de un individuo elementos antígenos para obligar al organismo a reaccionar y generar anticuerpos frente a determinados elementos patógenos – la escandalera debe haber sido grande. Se estaba creando no solo algo novedoso, sino algo que rompía con los paradigmas científicos  - e incluso éticos y teológicos -  existentes hasta ese momento. Si eso mismo hubiera sido planteado un par de siglos antes sus propiciadores hubieran  sido acusados de brujería y hubieran  terminado quemados en la hoguera. Algo parecido debe haber sucedido cuando se descubrió la penicilina, en particular, y los antibióticos en general – generados a partir de la fermentación de organismos vegetales – pues era algo extraño y  desconocido que modificaba el funcionamiento del organismo humano y que generaba defensas que no estaban necesariamente inscritas en la lógica interna del sistema corporal del individuo.
Con los alimentos transgénicos creo que está sucediendo algo similar. Los alimentos genéticamente modificados consisten en especies vegetales o animales en las cuales se han modificado algunos de los genes que componen desde hace siglos la cadena genética de esa especie y que le concede, en última instancia, su  especificidad o  individualidad. Esa modificación les permite adquirir cualidades o características que son útiles desde el punto de vista de las necesidades humanas: mayor producción por unidad de superficie, mayor volumen de cada unidad producida, mayor resistencia al frio, o al calor, o a ciertas plagas, etc.   Técnicamente, al alterarse el mapa genético de la especie original - y reemplazar uno o más de sus genes por genes provenientes de otras especies - se está creando una especie genéticamente nueva.
Los que creen en el equilibrio eterno de la naturaleza, critican esta creación de nuevas especies pues alteran los equilibrios existentes sin que se sepa cómo será el nuevo equilibrio resultante. Los que creen en un equilibrio más  bien de carácter teológico, postulan que se está violando y desorganizando el orden creado por Dios, pues se está incursionando en el campo de la creación de vida- aun cuando de la vida de animales o de plantas – que es, en cualquier caso, un terreno peligroso. Otros, mas mesurados, plantean sus dudas sobre las consecuencias que los alimentos transgénicos pueden tener sobre el organismo humano pues se le induciría a ingerir especies animales o vegetales con un mapa genético diferente a lo que han ingerido durante varios miles de años.
Hasta ahora no se han podido detectar consecuencias negativas de los alimentos transgénicos sobre el ser humano. Por lo menos, no más negativas que cualquier otro producto animal o vegetal de consumo corriente. Pero los efectos sobre el medio ambiente sí que parecen innegables: alteran la vida de las plantas y de los insectos que viven en los alrededores de las zonas donde se han plantado productos transgénicos. Otro aspecto importante de todo este debate es el relacionado con los agentes económicos que se benefician con la difusión de los productos transgénicos. Hay tres grandes empresas trasnacionales – Monsanto entre ellas- que se han convertido en líderes en la comercialización de las semillas que se necesitan para este tipo de productos y de las cuales no se puede dejar de depender una vez que se entra en esos circuitos.
En el mundo en su conjunto se calcula que hay actualmente 150 millones de hectáreas plantadas con productos genéticamente modificados. Entre Brasil y Argentina suman aproximadamente 50 millones de hectáreas. Paraguay posee 2.6 millones de hectáreas bajo esas condiciones y Uruguay 1.1 millones de hectáreas.  Esos cuatro países están en el listado de los diez países que en mayor medida siembran cultivos transgénicos en el mundo, en el cual se encuentran también India, Canadá, China y Sudáfrica y que se encuentra encabezado por Estados Unidos. Mientras en otros países se debaten en largas discusiones filosóficas, económicas, ecológicas y teológicas - e incluso prohíben la producción y comercialización de productos transgénicos - en los cuatro países originales del  Mercosur se avanza tan rápido como se pueda en el uso de ese tipo de productos, fundamentalmente en lo que dice relación con la producción de soya y de maíz, que se venden, posteriormente, a los países que se entretienen discutiendo al respecto.
Hay todavía mucha investigación científica que se hace necesaria en relación a los productos transgénicos, pero es indudable que es una veta que abre grandes posibilidades a la humanidad para efectos  de incrementar la producción agropecuaria y alejar los espectros del hambre y de la desnutrición. Cerrase a esos estudios es como cerrarse a las vacunas o a los antibióticos.

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LA REFORMA UNIVERSITARIA PERUANA: LA ENVIDIA QUE NOS DA

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 15 de julio 20104.)


Se habla hasta por lo codos en toda América Latina de la importancia estratégica que tiene la educación como elemento que define lo que los países podrían llegar a ser en un futuro nada lejano.  Sin embargo, los gobierno - preocupados por lo general más por lo urgente que por lo importante - no suelen entrar de lleno a  analizar las necesarias reformas en los sistemas educacionales, y siguen, por lo tanto, en estas materias, avanzando en la misma senda que ya ha sido definida hace varias décadas atrás.

Hasta ahora el gran indicador de lo que se hace en educación ha sido el porcentaje de cobertura, es decir, medir cuantos de los hombres y  mujeres que de acuerdo a su edad podrían o deberían estar inscritos en algún establecimiento educacional, efectivamente lo están. Y en ese campo, los índices de cobertura que exhibe la América Latina no son malos. Hay elevados índices de cobertura educacional tanto en educación básica, media y universitaria. No es malo, desde luego, que la cobertura educacional se eleve y se mantenga alta. No es malo que existan colegios, liceos  y universidades dislocadas en todo el territorio nacional, en cada país de nuestra América. Pero es igualmente importante que la educación sea de buena calidad. Y cuando el problema se plantea en esos términos, se abren polémicas interminables, que muchas veces terminan por paralizar las reformas que se intentaban realizar.

En Perú se ha aprobado recién, a nivel parlamentario, una reforma universitaria cuya columna vertebral está centrada más en la calidad de la educación que en la mera extensión cuantitativa de la misma. Dicha reforma está conformada por un conjunto de grandes ideas-fuerza, que puede que no solucionen de un plumazo todos los problemas de la educación universitaria, pero que avanzan en la dirección correcta. Veamos algunas de esas ideas.

En primer lugar, impone la norma de que todos los profesores universitarios tienen que tener el grado académico de master. Así de simple. Es decir, se elevan los requisitos necesarios como para ejercer de profesor universitario. Ya no basta con ser licenciado, sino hay que tener un nivel académico mas elevado aun. Es obvio que el titulo de master puede haber sido adquirido en universidades de poco rigor académico, y que ser master no asegura de por sí vocación académica ni docente. Pero es mejor así que nada.

Otro componente importante de esta reforma peruana es que se impone a todas las universidades, públicas y privadas, tener un 25 % o más de su personal académico en calidad de personal a jornada exclusiva. También, así de simple. Eso obliga a que un porcentaje importante de la actividad docente sea realizada por profesores que hacen de la docencia y de la investigación una actividad central de su vida laboral y profesional.

Y para fomentar la actividad investigativa en el seno de la universidades, precisamente por parte de ese personal académico que trabaja en jornada exclusiva en el seno de las universidades, se concede un 50 % más de remuneración a quien realice investigación.
Otro asunto importante es que se impone que todos los alumnos, para recibir el grado académico que bachiller -  correspondiente al bachelor norteamericano - tengan que realizar un trabajo de investigación, es decir, que no sea un titulo automático.

En aras de mejorar la gestión administrativa de las universidades- que parece ser un punto flaco de todas ellas en toda la América Latina- se establece que las universidades tendrán que contar con una gerencia administrativa, encargada profesionalmente de todos los aspectos que correspondan, y que sustituya por lo tanto, a los vicerrectorados administrativos, que por lo general son docentes o investigadores prestados a la actividad administrativa, sin mucho conocimiento ni continuidad en esas labores.

No se trata, obviamente, de reformas que sean la panacea universal. Dejan muchos problemas sin resolver y su implementación requerirá de períodos de transición que hay que definir en forma cuidadosa, para asegurar que la transición sea ordenada. Pero se trata de cambios que se hacen con la mente del legislador más puesta en el problema de la calidad que en la mera extensión cuantitativa de los sistemas universitarios. Se trata de cambios que se orientan en la dirección adecuada.
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jueves, 10 de julio de 2014

LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA EN LA AMÉRICA DEL SIUR

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 10 de julio 2014.)


Si dos países se compran y se venden recíprocamente volúmenes crecientes de bienes y servicios se puede decir, por lo menos como una primera aproximación, que entre esos dos países hay un proceso creciente de integración económica. Lo más probable, en el mundo contemporáneo, es que esos procesos de integración necesiten de acuerdos, convenios o tratados específicos  entre los países - en los cuales se establecen estímulos y preferencias que potencian ese comercio bilateral -  pero eso no es estrictamente necesario. Puede crecer el comercio y aumentar los grados de integración aun sin ese tipo de convenios.  Por el contrario, si entre dos o más países el comercio recíproco está disminuyendo, se puede decir que el proceso de integración entre ellos está disminuyendo.
La Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI, ha hecho público recientemente un estudio en el cual dan a conocer las cifras correspondientes a 2013 relativas al comercio entre los países miembros de dicha asociación, que son casi todos los de la América del Sur - con la únicas excepciones de Guyana y Surinam- más México, Cuba y Panamá.
 De dicho estudio se desprenden algunos antecedentes que son importantes de divulgar y de analizar. Las exportaciones de Brasil a los 12 restantes países miembros de Aladi aumentaron de 45.048 millones de dólares a 50.404 millones de dólares, entre el 2012 y el 2013. Las exportaciones de Brasil a Argentina, en particular, aumentaron, en el 2013 con relación al 2012 - pasando de 17.998 millones de dólares a 19,615 millones de dólares -a pesar de las continuas divergencias y tensiones comerciales entre ambos países.  Las ventas de Argentina, a su vez,  al conjunto de la Aladi pasaron de 33.769 millones de dólares en el 2012 a 34.029 millones de dólares en el 2013. Las exportaciones de Argentina a Brasil aumentaron  en el mismo período de 16.495 millones de dólares a 17.895 millones de dólares.  No hay dudas, por lo tanto de que el comercio de esos dos países - entre ellos y con el resto de los países de la región - ha aumentado entre el 2012 y el 2013. Una situación de ese tipo necesariamente lleva, dado el hecho de que esos dos países son los más más grandes de la América del Sur - desde el punto de vista comercial, económico, geográfico y demográfico -  a que las cifras del comercio intra Aladi e incluso intra Mercosur, presenten un incremento en los años considerados. Pero las cifras del comercio de varios de los otros países de la región no son tan positivas.
Así por ejemplo, las exportaciones regionales de Perú, que es un país que sin duda presenta un buen desempeño global, pasaron de 8.215 millones de dólares en el 2012 a 7,872 millones de dólares en el 2013. Colombia, país que presenta también tasas positivas de crecimiento, pasó de exportaciones a Aladi por un valor 13.759 millones de dólares en el 2012, a 13.404 millones de dólares  en el 2013. Ecuador pasó de 7.364 millones de dólares a 6.844 millones de dólares entre los dos años mencionados. Chile prácticamente mantuvo inalteradas sus exportaciones regionales, pues solo creció de 11.814 millones de dólares  a 11.864 millones de dólares entre el 2012 y el 2013.
 Venezuela aun no ha entregado a Aladi cifras oficiales de su comercio exterior correspondientes al 2013, pero sus exportaciones e importaciones al resto de los países de Aladi se pueden detectar fácilmente por las estadísticas que presentan dichos países. Así entonces, se deduce que en el 2012 las exportaciones venezolanas a los países de la región fueron de 15.658 millones de dólares, y bajaron en el 2013 a 14.211 millones de dólares,  mientras que sus importaciones en el mismo periodo y de los mismos países,  pasaron de 3.797 millones de dólares a 2.554 millones de dólares.
El conjunto de estas cifras parecen mostrar, entre otras cosas, que los procesos de integración no son homogéneos en el conjunto de la región, y que el peso de lo regional no necesariamente va avanzando a los mismos ritmos en cada uno de nuestros países.
sergio-arancibia. blogspot.com



jueves, 3 de julio de 2014

EL PROBLEMA ARGENTINO

(Articulo de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 3 de julio de 2014.)

Ya es suficientemente conocido que los tribunales norteamericanos fallaron a favor de los holdouts – también llamados despectivamente fondos buitres – lo cual es una y la misma cosa que decir que fallaron en contra del gobierno  argentino.
Si se acata ese fallo, Argentina debería pagar, a los tenedores de bonos que se negaron a renegociar, una cantidad cercana a los 1500  millones de dólares, lo cual no es una cifra muy elevada, en el contexto de las magnitudes que se manejan en el campo de las finanzas internacionales  ni en el contexto de las cifras de una economía como la argentina. Lo grave de la situación creada es que los tenedores de bonos que si renegociaron con Argentina en años anteriores -y que aceptaron recibir pagos menores a los que estaban estipulados en la condiciones iniciales de emisión de esos bonos - están en su pleno derecho a exigir que se les pague igual como se les pagaría a los holdouts. Apelarían al principio del pari passu, es decir, exigir que se les pague en igualdad de condiciones que a los holdouts.  Eso implicaría que  se vendría abajo la renegociación anterior y Argentina se vería obligada a pagar una cantidad cercana a los 15 mil millones de dólares, lo cual ya es una cifra que complica gravemente a la economía argentina. 
Frente a esta situación todo el mundo ha actuado con prudencia, aun cuando los países y organismos internacionales más amigos de Argentina han sacado declaraciones en que manifiestan “su pleno respaldo” a la nación rioplatense, sin que nadie sepa que significa exactamente aquello. Argentina, por su parte, ha optado por la cautela y por la búsqueda de soluciones negociadas. Nada de declaraciones iracundas ni rupturistas, pues el asunto es complejo.
La jurisdicción de los tribunales norteamericanos para decidir sobre estos asuntos no es cuestionada por nadie, pues así estaba planteado en la emisión misma de los bonos. Y  Argentina, en esta coyuntura, ha aceptado pleitear en esos tribunales, para bien o para mal. Sería muy bueno que en vez de recurrir a los tribunales de un país determinado – además, de un país con tantos intereses mundiales - pudieran existir  organismos internacionales con capacidad de decidir o de arbitrar en situaciones como estas. Cuando dentro de un país una empresa está en situación de quiebra, se suelen convocar a las juntas de acreedores, donde se toman decisiones vinculantes para todos los acreedores, aun cuando esa decisiones no sean del  agrado de todos. Pero en este problema no existe una figura de ese  tipo, aun cuando sería bueno que los organismos internacionales - tan buenos para sacar declaraciones solidarias - hicieran algo para constituir figuras internacionales de esa naturaleza. También cuando los que están en dificultades de pago son los bancos, los gobiernos y los organismos financieros internacionales corren a prestarles ayuda, la cual asume muchas veces cantidades inmensamente más elevadas que las que están en juego en el caso argentino. No se recurre, en estos casos, al mero imperio de la ley, ni se lleva a los banqueros a ningún tribunal, sino que se hace gala del sentido común y se reconoce el peso económico y político de los organismos en dificultades.     
Tampoco nadie ha cuestionado la legalidad de los holdouts, aun cuando su moralidad pueda ser criticada. Compraron barato un bono que tenía un valor facial mucho más elevado que su valor de mercado y exigen que se les pague ahora de acuerdo a lo establecido originalmente por los emisores de esos papeles. Eso sucede bastante seguido en todo tipo de mercado.  Si como consecuencia de ese tipo de operaciones millones de argentinos tienen que apretarse el cinturón, eso es un problema  moral que no les afecta.  Más aun, la inmensa mayoría de los países solidarios con Argentina, pagan rigurosamente los valores comprometidos en los bonos que han emitido, sin preguntarle a nadie si compraron esos bonos en el mercado secundario a un precio más bajo o más alto que el valor facial. El riesgo está en la base del actual sistema financiero internacional y nadie se muere de la impresión por la palabra especulación, que es la palabra que técnicamente corresponde frente a las operaciones consistentes en comprar a un precio barato para vender posteriormente a un precio más alto.
La situación es propicia, por lo tanto, para discutir en serio sobre la estructura y las posibles reformas del sistema financiero internacional y sobre la utilidad declarativa de los múltiples organismos internacionales existentes en la región.
sergio-arancibia.blogspot.com