(Articulo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 3 de julio de 2014.)
Ya es suficientemente
conocido que los tribunales norteamericanos fallaron a favor de los holdouts –
también llamados despectivamente fondos buitres – lo cual es una y la misma
cosa que decir que fallaron en contra del gobierno argentino.
Si se acata
ese fallo, Argentina debería pagar, a los tenedores de bonos que se negaron a
renegociar, una cantidad cercana a los 1500
millones de dólares, lo cual no es una cifra muy elevada, en el contexto
de las magnitudes que se manejan en el campo de las finanzas internacionales ni en el contexto de las cifras de una
economía como la argentina. Lo grave de la situación creada es que los
tenedores de bonos que si renegociaron con Argentina en años anteriores -y que
aceptaron recibir pagos menores a los que estaban estipulados en la condiciones
iniciales de emisión de esos bonos - están en su pleno derecho a exigir que se
les pague igual como se les pagaría a los holdouts. Apelarían al principio del
pari passu, es decir, exigir que se les pague en igualdad de condiciones que a
los holdouts. Eso implicaría que se vendría abajo la renegociación anterior y Argentina
se vería obligada a pagar una cantidad cercana a los 15 mil millones de
dólares, lo cual ya es una cifra que complica gravemente a la economía argentina.
Frente a
esta situación todo el mundo ha actuado con prudencia, aun cuando los países y
organismos internacionales más amigos de Argentina han sacado declaraciones en
que manifiestan “su pleno respaldo” a la nación rioplatense, sin que nadie sepa
que significa exactamente aquello. Argentina, por su parte, ha optado por la
cautela y por la búsqueda de soluciones negociadas. Nada de declaraciones
iracundas ni rupturistas, pues el asunto es complejo.
La jurisdicción
de los tribunales norteamericanos para decidir sobre estos asuntos no es cuestionada
por nadie, pues así estaba planteado en la emisión misma de los bonos. Y Argentina, en esta coyuntura, ha aceptado
pleitear en esos tribunales, para bien o para mal. Sería muy bueno que en vez
de recurrir a los tribunales de un país determinado – además, de un país con
tantos intereses mundiales - pudieran existir
organismos internacionales con capacidad de decidir o de arbitrar en
situaciones como estas. Cuando dentro de un país una empresa está en situación
de quiebra, se suelen convocar a las juntas de acreedores, donde se toman decisiones
vinculantes para todos los acreedores, aun cuando esa decisiones no sean
del agrado de todos. Pero en este
problema no existe una figura de ese
tipo, aun cuando sería bueno que los organismos internacionales - tan
buenos para sacar declaraciones solidarias - hicieran algo para constituir
figuras internacionales de esa naturaleza. También cuando los que están en
dificultades de pago son los bancos, los gobiernos y los organismos financieros
internacionales corren a prestarles ayuda, la cual asume muchas veces
cantidades inmensamente más elevadas que las que están en juego en el caso
argentino. No se recurre, en estos casos, al mero imperio de la ley, ni se
lleva a los banqueros a ningún tribunal, sino que se hace gala del sentido
común y se reconoce el peso económico y político de los organismos en dificultades.
Tampoco nadie
ha cuestionado la legalidad de los holdouts, aun cuando su moralidad pueda ser
criticada. Compraron barato un bono que tenía un valor facial mucho más elevado
que su valor de mercado y exigen que se les pague ahora de acuerdo a lo
establecido originalmente por los emisores de esos papeles. Eso sucede bastante
seguido en todo tipo de mercado. Si como
consecuencia de ese tipo de operaciones millones de argentinos tienen que
apretarse el cinturón, eso es un problema
moral que no les afecta. Más aun,
la inmensa mayoría de los países solidarios con Argentina, pagan rigurosamente
los valores comprometidos en los bonos que han emitido, sin preguntarle a nadie
si compraron esos bonos en el mercado secundario a un precio más bajo o más alto
que el valor facial. El riesgo está en la base del actual sistema financiero
internacional y nadie se muere de la impresión por la palabra especulación, que
es la palabra que técnicamente corresponde frente a las operaciones consistentes
en comprar a un precio barato para vender posteriormente a un precio más alto.
La situación
es propicia, por lo tanto, para discutir en serio sobre la estructura y las
posibles reformas del sistema financiero internacional y sobre la utilidad
declarativa de los múltiples organismos internacionales existentes en la
región.
sergio-arancibia.blogspot.com
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