(Artículo de
Sergio Arancibia, publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS, el día 30 de Junio
de 2014.)
A principios
del mes de junio Brasil y Argentina, llegaron a un acuerdo bilateral para
normar el comercio automotriz entre ambos países. Mediante ese acuerdo las
importaciones de bienes automotrices realizadas por Argentina, desde Brasil, sin
pago de aranceles, solo podrán ser 1.5 veces mayor que las ventas que Argentina
haga a Brasil del mismo tipo de bienes. Puede parecer un buen tipo de arreglo,
pero es indudable que si se necesitan tensiones, discusiones, negociaciones y
decisiones como éstas es única y exclusivamente porque la liberación del comercio
bilateral - que se supone es la columna vertebral del acuerdo que une a los
países firmantes del Mercosur - no está
funcionando. Hay que agregar - para
entender cabalmente la significación de ese acuerdo - que el comercio
automotriz representa el 40 % de las exportaciones argentinas a Brasil, que en
su totalidad alcanzaron a poco mas de 16 mil millones de dólares en el año 2013. Brasil, por su parte, exporta a Argentina por
un total aproximado de 19 mil millones de dólares, el 32 % de los cuales está representado por
bienes del sector automotriz (capítulo 87 del arancel). En otras palabras, el
comercio argentino brasileño, amparado por la normativa Mercosur, se ha
convertido fundamentalmente en un comercio de vehículos, partes y piezas, el
cual necesita de negociaciones adicionales entre los gobiernos, pues la normativa
Mercosur por sí sola no arregla los déficit y desequilibrios que se producen en
ese campo.
Cuando los cuatro países que conformaron
originalmente el Mercosur – Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay- pusieron plenamente en marcha, en 1995, las clausulas comerciales que se establecían
en el convenio constitutivo, hubo un notable incremento del comercio entre los
países miembros. Hubo una apasionante luna de miel que llevaba a pensar que el
comercio intra Mercosur seguiría en crecimiento por un período largo, con el consiguiente
estímulo a la economía de cada uno de los países participantes. Precisamente
porque el comercio reciproco no era alto, había mucho espacio para que creciera,
como efectivamente sucedió. Actualmente el comercio bilateral es indudablemente
más alto, pero no da muestras de
crecimiento. Más aun, desde el 2011 las exportaciones reciprocas han
disminuido. En los comienzos del Mercosur Brasil no era el principal socio
comercial de Argentina, como lo ha
llegado a ser hoy en día. Además, el comercio existente era favorable a Argentina.
Actualmente Argentina envía a Brasil el
21 % de sus exportaciones, mientas que importa desde Brasil el 26 % de sus compras
internacionales. Pero el comercio bilateral se ha hecho favorable a Brasil a
pesar de que este país compra a
Argentina solo el 6.8 % de sus importaciones, y le vende el 7.2 % de sus
exportaciones. China, y no Argentina, ha llegado a ser el principal socio
comercial de Brasil, seguido de Estados Unidos. Argentina ocupa un tercer lugar
como socio comercial de Brasil, mientras que Brasil es el principal socio
comercial de Argentina. La dependencia de Argentina con respecto al comercio
con Brasil, por lo tanto, es mucho mayor que la dependencia de Brasil con
respecto a Argentina.
Cuando la
economía de ambos países crece, el comercio exterior de cada país aumenta y se
incrementan las importaciones y exportaciones recíprocas, todo lo cual puede restarle
significación a los problemas sectoriales que puedan existir. Pero cuando la
economía de uno u otro - o peor aún, de ambos a la vez - está en problemas, la
tentación de solucionar esos problemas por medio de modificaciones al comercio
bilateral es muy grande. Y Argentina
está en estos momentos en problemas. Y Brasil también.
Argentina se
encuentra técnicamente en recesión. Las cifras oficiales, en días recientes, y
las cifras de organismos privados y de organismos no tan privados como el
Congreso, desde hace varias semanas
atrás, han puesto de manifestó que la economía argentina ha decrecido en el primer
trimestre de este año, y que también lo hizo en el cuarto trimestre del año
anterior, lo cual genera una situación que se define internacionalmente como
recesión. Esa situación va de la mano con el aumento del paro, y en el caso
argentino, además, con aumento de la inflación, que ya ha alcanzado niveles de 13.5%
en los cinco primeros meses de 2014, lo cual permite pronosticar una tasa
cercana al 30 % para el conjunto del año en curso. A eso se agrega la sorpresa
dada por el fallo de los tribunales norteamericanos que obliga a Argentina a pagarles a los llamados fondos
buitres, lo cual es una decisión que si se acata, muchos otros acreedores que
estaban dispuestos a recibir menos, exigirán las mismas condiciones, y si no se
acata, deja a Argentina en una situación complicada con el conjunto del sistema
financiero internacional. Todo ello genera aumento del riesgo país, imposibilidad
de acceso fluido al mercado financiero internacional y, por lo tanto, necesidad urgente de divisas. Solución
posible: reducir importaciones desde Brasil.
Brasil, por
su parte sigue creciendo, pero a tasas cada vez más bajas. Para el presente año
la proyección que hacen los diferentes analistas internacionales es que el
crecimiento llegará a 1.2 %, lo cual es una tasa muy baja para cualquier país. Y Brasil, apenas salga del mundial de futbol,
entrará de lleno en la campaña presidencial, en la cual la oposición levanta con
mucha fuerza la idea de que el Mercosur es una camisa de fuerza que impide la
apertura internacional que un país como Brasil necesita para crecer. Pero hasta
ahora, la Presidente Roussef, a diferencia de su colega argentina, no parece
buscar soluciones a sus problemas por la vía de acrecentar el proteccionismo.
Hasta ahora la línea de respuesta de Brasil a la ralentización de su crecimiento
parece ser el tratar de negociar un tratado comercial con la Unión Europea,
para ampliar por esa vía sus exportaciones.
Ya quedo
suficientemente claro para todos los miembros del Mercosur que la entrada de
Venezuela al bloque no implicó un salto adelante en las ventas a este nuevo
socio. Más aun, justo cuando se
concretaba el arancel cero al comercio con Venezuela, este país entró en una
fase económica y política en la cual sus compras externas, provenientes de
todos los países, se ven disminuidas, con lo cual el impacto del “efecto
Venezuela” se redujo prácticamente a cero.
Y en la
tratativa con la Unión Europea, Brasil choca nuevamente con Argentina, que no ve
con mucha simpatía un tratado de esa naturaleza. Esa negociación se ha tomado
mucho tiempo, precisamente porque ha sido difícil concertar una propuesta común
que hacerle a los europeos. Si eso no camina, es posible pensar que Brasil
buscará una negociación solo, o con alguno de los otros los socios del Mercosur,
pero sin seguir atado eternamente a Argentina. Eso no implicaría necesariamente
una ruptura del Mercosur. Ya Venezuela se descolgó de esa negociación con la
Unión Europea, lo cual generó, sin drama alguno, un mensaje claro en el sentido
de que el Mercosur puede negociar en bloque, o puede negociar tratados que solo
sean validos para algunos de sus países miembros. Una figura de esa naturaleza es bien parecida
a una ruptura de la unión aduanera, pero sin muertos ni heridos, tal como de
hecho ha sucedido con la Comunidad Andina de naciones.
Efectivamente,
la CAN, enfrentada al hecho de que Ecuador y Bolivia no simpatizan mucho con la
idea de firmar tratados de libre comercio, resolvió, hace ya varios años atrás,
autorizar a Perú y a Colombia a que lo
hicieran por su cuenta, rompiendo así de hecho con arancel externo común. Eso
implicó que Perú negociara y firmara sendos TLC con China y con Estados Unidos,
y que Colombia, a su vez, lo hiciera con Estados Unidos. La CAN mantiene, en
esa medida su carácter de una zona de libre comercio, pero ha dejado de ser, en
la realidad de los hechos, una unión aduanera. Algo parecido podría suceder en
el Mercosur, si Brasil y algunos de los otros países miembros, deciden, con
autorización del resto del bloque, negociar por su cuenta con la Unión Europea,
sin Argentina ni Venezuela.
Otro asunto
importante que debe enfrentar el Mercosur en el futuro cercano es la respuesta a
la invitación que le formulara la Alianza del Pacifico, para que estudien los
mecanismos de convergencia que puedan darse entre ambos bloques subregionales.
Eso puede significar para el Mercosur una apertura comercial que agilice sus
exportaciones, al mismo tiempo que una búsqueda de esfuerzos compartidos en el camino
de las exportaciones conjuntas hacia Asia,
que es el objetivo último y más importante que se plantea la Alianza del
Pacífico. Una convergencia de ese tipo tendría, indudablemente, consecuencias
económicas y políticas de gran significación. Implicaría, entre otras cosas, que el Mercosur, que perdió en algún recodo
del camino su oportunidad de ser el punto de confluencia de los esfuerzos
integracionistas de la América del Sur, pueda volver a reencontrarse con el
conjunto de la región.
sergio-arancibia.blogspot.com
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