Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 6 de Junio del 2014.
El Gobierno
argentino ha tomado, en los últimos meses, medidas de política económica que marcan
claramente un viraje con respecto a las posiciones que se habían sostenido
durante años anteriores. Y esas medidas se visualizan como más interesantes aun
si se considera que han sido tomadas sin medias tintas, sin irse por las ramas,
sin la vieja práctica imperante en muchos otros países -incluido el nuestro
- de hacer reformas que son meros giros
oratorios, pero sin intención de modificar
nada de lo que sucede en la realidad de las cosas. No. Todo parece indicar que
en Argentina se han llevado adelante cambios para que efectivamente las cosas
cambien.
Por un lado,
se han pagado indemnizaciones a empresas extranjeras que estaban litigando con
el Estado argentino, particularmente a Repsol, que se ha embolsado
recientemente la no pequeña cantidad de
6 mil millones de dólares por sus
antiguos yacimientos de Vaca Muerta y sus acciones en YPF. Con eso se despeja
el ambiente como para que el capital extranjero, - que se visualiza como
necesario no solo para poner en operación ese yacimiento, sino para reactivar el
conjunto de la economía argentina - pueda volver a fluir en forma sustantiva
hacia la economía rioplatense. Venezuela, que tiene varios litigios pendientes
con empresas extranjeras, puede en algún momento verse enfrentada a situaciones
similares.
Con la misma
intencionalidad de tener normas claras con respecto al capital extranjero,
Argentina llegó a un acuerdo en el mes de mayo de este año con el Club de
Paris, lo cual implica renegociar y comprometerse a pagar la deuda con los
países que conforman ese bloque de acreedores. Eso le permite abrirse a la
posibilidad de recibir créditos no solo de esos países, sino también de los
organismos crediticios internacionales, tales como el Banco Mundial, donde esos
países son socios fundamentales. Los gobiernos de los países desarrollados, las
grandes corporaciones y los bancos de inversión multinacionales, constituyen,
en la práctica, un club muy unido, donde no se puede pelear con uno de ellos
sin ganarse también la enemistad de los otros. Eso es algo que Argentina ha
terminado por aceptar. Venezuela, en ese
campo, ha optado desde siempre por la sana política de honrar su deuda soberana,
con lo cual no tiene en el horizonte cercano problemas con países acreedores y
tiene crédito abierto en los organismos multinacionales. Los problemas de pagos
que Venezuela enfrenta dicen relación con la deuda comercial privada, que tiene
otro status en el ámbito internacional.
Otra medida
importante, tomada por el Gobierno argentino, ha sido la devaluación
de la moneda nacional y la reducción de
parte importante de los controles cambiarios, con lo cual ha disminuido
la diferencia con el dólar no oficial, y ha logrado normalizar el mercado de divisas,
estimulando de pasada las exportaciones.
En el campo
de los gastos fiscales redujo - aun sin eliminar del todo - ciertas
subvenciones al gas y al agua - que no son en ninguna parte medidas simpáticas
ante los ojos de la ciudadanía - y que necesitan, por lo tanto, una cuota
importante de valentía política y de realismo económico para ser tomadas.
Venezuela coquetea con la idea de reducir la subvención a la gasolina, pero no
se atreve en el actual contexto político a tomar las medidas correspondientes.
El Gobierno
argentino ha optado también por reconocer que sus estadísticas económicas,
especialmente las referidas a las tasas de inflación, no servían para nada,
eran pura fantasía, lo cual fue durante mucho tiempo un punto de honor en las
polémicas internas con la oposición, y sobre todo con los sindicatos, que
pedían salarios más altos que los ofrecidos por la Gobierno. Ahora se ha permitido que circulen, se elaboren y se
difundan cifras más realistas, que han
puesto de relieve que la inflación en el país supera el 30 % anual, lo cual es
alto, pero real. No se puede enfrentar un problema serio, si se niega
totalmente su existencia. En ese campo
Venezuela desgraciadamente avanza hacia el punto de donde Argentina viene saliendo:
oculta sus cifras más vergonzosas y maquilla tanto como se pueda las cifras que
se ve obligado a publicar. Ojala que la experiencia de sus amigos internacionales
le sirva de algo.
sergio-arancibia.blogspot.com
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