(Artículo
de Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 4 de mayo de 2012.)
Chile es un país que tiene firmados y en plena vigencia
Tratados de Libre Comercio con 59 países, entre los cuales, desde luego, se
encuentran sus principales socios comerciales. En América Latina tiene TLC con
el Mercosur, con todos los países de la Comunidad Andina y de Centroamérica,
con México y también con Venezuela. En
la América del Norte, tiene libre comercio con Estados Unidos y con
Canadá. Al otro lado del Atlántico tiene
libre comercio con la Unión Europea, y hacia el oeste lo tiene con China, con
Corea del Sur y varios otros países del Asia Pacífico, entre los cuales cabe mencionar
a Australia y Nueva Zelandia.
Los tratados de libre
comercio son, en el mundo contemporáneo, un complicado mecanismo mediante el cual
dos o más países negocian la apertura reciproca de sus mercados, estableciendo,
entre otras cosas, los años que cada país se tomará para llegar al cero
arancel, así como los productos que recibirán tratamientos especiales y que por
lo tanto, quedarán fuera del libre comercio, o tendrán plazos de desgravación
particularmente largos. El tener en consideración
períodos de desgravación variables permite que los diferentes sectores
productivos vayan adaptándose paso a paso a la creciente competencia
internacional que tendrán finalmente que enfrentar. El definir sectores particularmente sensibles,
que quedarán fuera del libre comercio y de la mayor competencia, permite tomar
en consideración las estrategias de desarrollo de cada país, así como sus sensibilidades
políticas. Pero aun con todo ello, los tratados de libre comercio implican, tal
como su nombre lo indica, un gran salto adelante en materia de liberar el
comercio de mercancías de las trabas arancelarias y paraarancelarias, de modo
de ganar mercados internacionales para los productos posibles de exportar, de
adquirir mercancías necesarias allí donde sean más baratas o presenten mayor calidad
y de obligar a los sectores productivos internos a preocuparse en forma
permanente de innovar y de competir en escala internacional.
LA ALTERNATIVA DE LOS TLC.
Los TLC no definen que mercancías serán objeto de compras o
de ventas por parte de los gobiernos respectivos, sino que define un marco
normativo que presidirá el intercambio de mercancías entre los agentes económicos
de uno y otro país. Esos agentes económicos podrán ser públicos o privados,
pero todos se regirán por el mismo marco normativo definido en el TLC
correspondiente. Los gobiernos, lejos de ser neutrales o indiferentes, juegan un rol estelar en términos de abrir
mercados para las empresas de su respectivo país, por medio de los tratados
internacionales, tipo TLC, o por medio de la diplomacia. Obviamente las
empresas – tanto públicas como privadas - necesitan estabilidad de las reglas
del juego para poder planificar su despliegue comercial a mediano y largo
plazo, sin perjuicio de que en determinadas
ocasiones se necesite del apoyo diplomático o político de su respectivo
gobierno para concretar determinadas operaciones comerciales. Pero ello sólo
sucede en circunstancias excepcionales, pues
hacerlo en forma frecuente es ineficiente y gastador para las empresas y
para los gobiernos.
Como consecuencia de los TLC firmados y vigentes, el grueso
de las mercancías que Chile importa entran al mercado interno sin pagar
arancel. Las mercancías provenientes de los países con los cuales no se tiene firmado un TLC pagan
un arancel que fluctúa entre 1 y 6 %. El
promedio de las mercancías importadas termina pagando un arancel promedio de 1
%. El actual gobierno chileno se ha
planteado la meta de bajar todavía más los aranceles- ya sea por la vía de la
negociación con los pocos países con los cuales no se tiene un TLC y/o por la vía
unilateral- de modo de llegar a un
arancel universal igual a cero para el año 2015. De concretarse esa meta Chile se convertiría
en un país plenamente abierto al comercio internacional, tal como lo es Hong
Kong y unos muy pocos otros países a nivel internacional. Desde luego, a nivel
latinoamericano sería el primero de su especie.
QUIETUD INCONVENIENTE.
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