Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 6 de Septiembre 2013.
Algunos
altos funcionarios de Gobierno han hecho declaraciones recientemente en el
sentido de que Venezuela puede ser, para China, una puerta de entrada al
Mercosur, debido a la inmensa cantidad de recursos naturales con que cuenta nuestro
país, fundamentalmente petróleo y gas.
Ese tipo de afirmaciones - que en realidad es
son un lugar común repetido desde tiempos inmemoriales - puede que lleguen a
convencer a sectores ciudadanos poco informados, sobre todo de la propia
Venezuela, pero es difícil que tengan mayor acogida entre los funcionarios
chinos de alto nivel.
Veamos
algunos antecedentes y reflexiones al respecto.
En materia de recepción de inversiones extranjeras Venezuela no ocupa un
lugar muy destacado a nivel regional. Según las últimas estadísticas
relativamente confiables que existen sobre ese tema -fundamentalmente las
generadas por Cepal - en el año 2012 apenas llegaron al país 3.216 millones de
dólares, cantidad que incluye las utilidades de los capitales venidos en épocas
anteriores que han debido reinvertirse
porque no les dieron oportunidad de volver al país de origen en calidad de utilidades
remesadas.
Ese monto
total de inversión extranjera directa es
un monto sumamente modesto y que no guarda relación con las dimensiones
económicas de este país. En relación al PIB, se trata de la inversión
extranjera más modesta de entre todos los países de la región, superado en este
indicador solo por Ecuador. Es decir, a pesar del gas y del petróleo - y de mil
cosas más - los inversionistas extranjeros lo piensan mucho antes de invertir
en Venezuela, pues las expropiaciones, por un lado, los controles de todo tipo
por otro, y la imposibilidad de remesar las utilidades al país de origen, lo
hacen bastante poco atractivo. Los chinos no parecen ser una excepción al respecto,
pues de toda la inversión que llevan adelante en América Latina y el Caribe,
solo un 0.4 % % se canaliza hacia Venezuela. Prefieren invertir en Brasil, en
Perú o en Argentina, sin perjuicio de que sus destinos predilectos con las
Islas Caimán y las Islas Vírgenes.
MERCOSUR
Además, el
hecho de que Venezuela haya pasado a ser parte del Mercosur no hace
necesariamente más atractivas las inversiones en petróleo, pues ese producto no
se vende en forma significativa en ese mercado regional, dado que tanto Brasil
como Argentina son productores importantes de ese hidrocarburo. Con el gas la
situación es diferente, pero Venezuela todavía no se perfila como exportador de
gas - sino que se mantiene como importador neto - y cuando llegue a serlo,
tendrá que competir con sus amigos bolivianos, que abastecen actualmente gruesa
parte de la demanda de Brasil y de Argentina. Y en el caso de que los chinos
decidieran invertir en gas ¿tendrían que asociarse con el estado venezolano?
¿Tendrían que aceptar que Pdvsa maneje la gerencia de finanzas de las empresas
conjuntas que se creen? ¿O les entregarán el 100% de las empresas gasíferas que
se creasen con los eventuales capitales chinos?
En materia
de comercio las cosas son un tanto diferentes. No hay dudas de que los chinos
están y seguirán estando dispuestos a comprar todas las materias primas que
necesiten, incluido el petróleo, en cualquier país que las produzca. Seguirán
también interesados en vender todo aquello que cualquier eventual socio
comercial esté dispuesto a comprarles.
Pero Venezuela no figura en América Latina y el Caribe como un vendedor
importante, pues el porcentaje de sus exportaciones que se canaliza hacia China
es menor que el porcentaje promedio de toda la región y está por debajo de
Cuba, Chile, Perú, Brasil o Argentina. En materia de importaciones desde China tampoco
Venezuela figura en un lugar importante en América Latina y el Caribe, pues su
porcentaje de importaciones desde ese origen es también menor que el promedio
regional y está por bajo países como Paraguay, Perú, Chile, Brasil, Argentina
Colombia Uruguay o República Dominicana.
FONDO CHINO
En el ámbito
estrictamente financiero, sin embargo, las relaciones entre China y Venezuela
parecen tener dimensiones y modalidades especiales y diferentes a las del resto
del continente. El famoso Fondo Chino le ha permitido a China vender en este
mercado una buena cantidad de mercancías, y le ha permitido asegurarse el pago
de las mismas por la vía de la entrega prepagada de petróleo, al mismo tiempo
que le ha permitido a Venezuela contar con dinero fresco para comprar -en China, desde luego- mercancías que suplan los déficits productivos
del mercado nacional y para llevar adelante algunas obras de infraestructura,
sobre todo en el área habitacional. Pero
– no por casualidad - esta modalidad de
relacionamiento financiero no parece estar en el campo de lo que aspiran
conseguir los demás países latinoamericanos.
sergio-arancibia.blogspot.com
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