(Articulo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día jueves 26 de Septiembre 2013.)
La capacidad
negociadora del Mercosur se ha demostrado escasa en los últimos años, pues no
ha logrado cerrar acuerdos comerciales suficientemente amplios con los
principales actores del comercio internacional contemporáneo, especialmente con
la Unión Europea – con quien lo ha intentado – y mucho menos con Estados
Unidos, con quien hace mucho rato que no hay negociaciones de ese tipo.
Si esto es
así, no se debe a que el Mercosur no sea un socio atrayente para varios de los
bloques en que es posible dividir hoy en día la geografía comercial
internacional, sino fundamentalmente a que las divergencias internas del propio
Mercosur le impiden tomar decisiones en este campo. Más aun, con el ingreso de
Venezuela a este bloque sub regional la situación se complica cada vez más, por
un lado, porque nuestro país ha dejado claro, cada vez que ha podido, que no le
interesan los tratados de libre comercio con nadie, y por otro, por cuanto la
situación irregular en que Venezuela entró al grupo genera un cuadro en el cual
los interlocutores a nombre del Mercosur no quedan claros para ningún actor
serio del mundo contemporáneo.
El Mercosur,
a lo pocos años de haberse creado, hizo dos negociaciones comerciales relevantes:
por un lado negocio un TLC con Chile, que ha implicado que, en la práctica, hay
libre comercio, sin mayores problemas,
entre este país y los cuatro socios originarios del Mercosur. Por otro
lado, el Mercosur realizó una interesante negociación con los países de la
Comunidad Andina – el Acuerdo de Complementación Económica número 59 – mediante
el cual se camina hacia el libre comercio entre los países firmantes, pero con
velocidades diferentes para cada par de países de entre los dos bloques
regionales.
ACUERDOS
SUBREGIONALES
Ese acuerdo,
aun cuando todavía no ha culminado - en términos de que el proceso de
desgravación está en pleno desarrollo - funciona normalmente y avanza en forma inexorable hacia una situación en que no
habrán aranceles en la abrumadora mayoría de los intercambios entre ambos
bloque sub regionales. En la práctica, toda la América del Sur, excepto Guyana
y Surinam, quedarán sin aranceles recíprocos a fines de la presente década.
Sin embargo,
esa apertura hacia el libre comercio regional no es suficiente para un país
como Brasil, que quiere y puede ser un actor de las grandes ligas del comercio
internacional contemporáneo. En otras palabras, Brasil aspira a establecer acuerdos
comerciales que permitan a sus
mercancías gozar de preferencias arancelarias en los grandes mercados mundiales,
y abrir su propio mercado a la competencia correspondiente. Pero no puede hoy
en día establecer negociaciones por separado, pues los acuerdos intra Mercosur
se lo impiden. En esa medida, el Mercosur se convierte, cada día más, en una
piedra ataca al cuello de Brasil, que le impide nadar con soltura en las aguas
de la economía y del comercio mundial.
Las
soluciones que se presentan frente a esta situación son varias, pero hay dos
que parecen ser las más relevantes. Por un lado, la posibilidad que el Mercosur
actúe como lo ha hecho la Comunidad Andina, en que cada país ha sido autorizado
a negociar por su cuenta tratados de libre comercio con terceros países. Eso es
lo que le ha permitido a países como Perú y Colombia, negociar bilateralmente
con China, con Estados Unidos o con Europa, con independencia de lo que piense
Ecuador o Bolivia al respecto.
ACE 59
La otra
posibilidad es que se tome como modelo el ACE 59, y se camine hacia una negociación
aparentemente global, pero que en el fondo implique que cada país negocie una
velocidad distinta en su proceso de apertura hacia los países europeos. Unos
podrían así negociar a una velocidad elevada, que sea verdaderamente significativa,
y otros podrían negociar una velocidad tan lenta que casi parezca que están
detenidos. Eso permitiría salvar al
Mercosur y salvar al mismo tiempo a Brasil, para quien el mero ámbito
regional no parece ser el espacio suficiente para su desarrollo como potencia
en el siglo XXI.
sergio-arancibia.blogspot.com
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