(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y
NEGOCIOS el día 28 de noviembre 2017)
La tasa riesgo
país es un indicador emitido generalmente por la EMBI – Emerging Markets Bonds
Index - y que pretende medir la
posibilidad o probabilidad de que un país incumpla con los compromisos emanados
de su emisión de bonos de deuda soberana.
No se trata un
dato emitido alegre e irresponsablemente por una institución financiera internacional
dominada por las oscuras y tenebrosas fuerzas el imperio, y que pretenda perjudicar
la situación y el prestigio de un determinado país. Mas bien, en principio, es
todo lo contrario. La institución que emite finalmente la cifra sobre la tasa riesgo
país trata de recoger las condiciones que imperan en el mercado de los bonos de
deuda soberana y en función de eso saca sus conclusiones. En la práctica se trata
de algo así como un círculo vicioso: el indicador sobre tasa riesgo país se
convierte en un antecedente que debe ser tomado en cuenta por los agentes financieros
en sus operaciones con bonos soberanos, y ese comportamiento es recogido, a su
vez, para conformar el índice de riesgo país del periodo inmediatamente siguiente.
Pero cualquiera
que sea la forma en que ese índice se genera y se utiliza, lo cierto es que la
banca de inversión a nivel internacional realiza prestamos, o compra de bonos soberanos,
tomando en cuenta ese indicador. En otras palabras, cobra una tasa de interés
igual o superior a la tasa riesgo país, para cubrirse de la posibilidad de
impago.
Al día 14 de
noviembre la tasa riesgo país publicada por EMBI con relación a Venezuela fue
de 43 %. Se trata de una tasa absolutamente prohibitiva. Nadie en el mundo puede
tomar deuda a esa tasa de interés, pues los intereses y amortizaciones de un crédito
de esa naturaleza se convierten rápidamente en una bola de nieve imposible de
detener.
Pero esa
tasa de riesgo país extraordinariamente alta – quizás la más alta del mundo en
los momentos actuales – no es consecuencia exclusiva, al parecer, ni de la decisión
del gobierno venezolano de renegociar su deuda soberana, ni tampoco de la decisión
tomada por el gobierno norteamericano en términos de aplicar prohibiciones en
relación a ciertas operaciones financieras con el gobierno venezolano, aun
cuando esas decisiones indudablemente contribuyen al alza. Ya hace tres meses atrás esa tasa riesgo país estaba
en 30 % y hace un año atrás estaba en 23 %, lo cual son tasas menores que las
actuales pero igualmente prohibitivas. Por ello es que Venezuela no pudo seguir
endeudándose por la vía de emitir bonos soberanos en el último año, a pesar de
que las reservas internacionales y la capacidad para importar ya iban cuesta
abajo. Aun cuando el gobierno no publique cifras sobre la situación económica
del país, los agentes financieros conocen lo básico de la situación nacional, y
lo que no lo saben, lo deducen, lo cual termina siendo todavía peor para los
intereses del país.
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