(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y
NEGOCIOS el día 24 de agosto de 2017.)
Afortunadamente
algunos organismos internacionales publican cifras relativamente creíbles sobre
el desempeño de la economía venezolana. Si no fuera por ellas, habría oscuridad
total sobre lo que sucede en el país en materia económica, pues el Banco
Central y el Instituto Nacional de Estadísticas dejaron hace raro de publicar
las cifras que antaño alimentaban sin problemas los debate sobre política económica.
La Comisión
Económica para América Latina de Naciones Unidas, Cepal, acaba de publicar al
menos tres series de estadísticas que son interesantes de analizar y de tener
en cuenta.
La primera
de ellas se refiere a las proyecciones de crecimiento de los países de la región
para el año 2017. En ese campo, Venezuela saca la peor nota de todo el salón.
Se espera que la economía caiga este año en un 7.2 %. No hay ningún país desde
el Rio Bravo hasta la Patagonia cuyo PIB amenace bajar en una forma tan violenta.
En la América del Sur, todos los países presentan crecimiento, aun cuando
algunos crezcan muy lentamente como Brasil, que se espera crezca solo en un 0.4
%, o Ecuador que lo haría en un 0.7%. En la América Central y México, todos los
países están en vías de crecer durante el año en curso. En el Caribe los únicos
países que se espera que decrezcan son Santa Lucia y Suriname, que lo harían
cada uno en un 0.2 %.
Como Venezuela
ya decreció en un 9.7 % en el año 2016, al volver a bajar en un 7.2 % en el
presente año, se llegaría a que la baja en dos años seria de aproximadamente de
16 %. Eso significaría que en promedio cada venezolano debería ser a fines del
2017 un 16 % más pobre que a principios del 2016, si es que el menor ingreso se
repartiera en forma equitativa entre toda la población del país. Pero como hay
algunos que han mantenido sus ingresos, e incluso otros que tienen mecanismos
como para incrementarlos, es dable pensar que los sectores populares verán reducidos
sus ingresos en 25% o más, en el transcurso de los dos años considerados.
En materia
de deuda pública Venezuela exhibe, a fines del 2016, una deuda de 132.156
millones de dólares, cantidad que es mayor que la deuda que tiene Brasil, que
es un país de dimensiones económicas mucho mayor que el nuestro, y que tiene
una deuda pública total de 130.274 millones de dólares. Argentina, otro país
que podría servir de punto de comparación tiene una deuda pública total de
95.3024 millones de dólares. Además, en el caso venezolano, se trata de una
deuda que hay que pagar en forma estricta, y cuya eventual reprogramación o refinanciamiento
es muy difícil y muy caro, pues la tasa deuda país de Venezuela es sumamente
elevada.
El tercer
dato se refiere a la recepción de inversión extranjera directa durante los años
2015 y 2016. Según las cifras de Cepal, en el año 2015 las entradas de capital
por ese concepto fueron aproximadamente el 1 % de todas las entradas que se registraban
en la América del Sur, en circunstancias que países como Brasil recibían el 40
% o más de dichas entradas de capital. Durante el año 2016 no se registran
entradas en Venezuela por concepto de inversión extranjera directa.
En síntesis,
en materia de producción, se retrocede; en materia de deuda externa se avanza,
y en materia de recepción de inversión extranjera directa, se mantiene en un
punto cercano a cero, lo cual en el mundo contemporáneo es una forma bastante
segura de quedarse atrás.
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