jueves, 31 de agosto de 2017

¿HACIA DONDE EXPORTAR?

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 31 de agosto de 2017)


Hay varias circunstancias que están haciendo que actualmente los empresarios venezolanos miren con creciente interés la posibilidad de exportar. Los controles de precios y la caída del mercado interno llevan a que el exportar se convierta casi en una tabla de salvación que les permita elevar su rentabilidad promedio y evitar así el cierre de la empresa. También el exportar parte de la producción se convierte casi en la única vía para obtener dólares, que son imprescindibles para mantener la actividad productiva global de la empresa. Sin embargo, les asalta a todos la duda sobre hacia donde exportar.
Se piensa que hay que comerciar con los países vecinos, pues los costos de flete son menores y el conocimiento reciproco es mayor.  En ese sentido, Colombia y Brasil son mercados de condiciones económicas y demográficas atrayentes, pero no lo son en la misma forma los múltiples países del Caribe, que aun cuando cercanos, son países con un mercado interno muy pequeño y muy abiertos a los intercambios con Europa y/o con Estados Unidos.
Otro aspecto importante a considerar es la existencia o no, entre Venezuela y un eventual país de destino, de acuerdos o tratados comerciales que permitan que los productos venezolanos gocen de alguna ventaja arancelaria con respecto a los productos provenientes de otras zonas del planeta. Venezuela se ha quedado bastante rezagada en materia de esos acuerdos, pero, aun así, en el ámbito latinoamericano, por obra y gracia de los acuerdos firmados en el contexto de la Asociación Latinoamericana de Integración, ALADI, gruesa parte del comercio intrarregional se encuentra liberado de aranceles y ya en el año 2018 se completará ese proceso. La experiencia en esta materia parece indicar que los acuerdos y tratados comerciales son importantes, pero tienen que ir acompañados de una intensa actividad de promoción de exportaciones, sin la cual las oportunidades que se abren con los acuerdos o tratados no llegan a ser conocidas ni aprovechadas por los agentes económicos que eventualmente podrían comerciar entre si.
En síntesis, podríamos decir que los países que se elijan como países de destino tienen que ser países donde se visualice la existencia de un mercado comprador cuantitativamente atrayente para las mercancías venezolanas y donde se pueda llegar con las mismas en condiciones competitivas. Para analizar cuáles son esos países no hay recetas universales. Depende desde luego del producto que se desee vender. Pero en todo caso, hay que hacer estudios de mercado suficientemente serios antes de dar pasos en el campo de las exportaciones, pues los tropiezos o caídas iniciales pueden inhibir durante varios años más la actividad exportadora que se supone Venezuela necesita, con urgencia, llevar adelante.

domingo, 27 de agosto de 2017

LA SEGURIDAD JURÍDICA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 24 de agosto de 2017)


Las empresas que realizan inversiones en otros países corren indudablemente riesgos, pues en el mundo de los negocios no se pueden tener controladas todas las variables.  El futuro siempre es incierto solía decir un gran economista inglés. Las circunstancias cambiantes del mercado internacional pueden hacer disminuir el precio de la mercancía que se produce y/o aumentar el precio de los insumos con que dicha mercancía se genera, y estos cambios pueden ocasionar variaciones sustantivas en las ganancias que se esperaban al momento de llevar adelante la inversión inicial. Todo eso es parte del juego y las empresas que llevan adelante la inversión están conscientes de ello. Lo único que se puede hacer frente a esos riesgos es una tener una buena gerencia y una buena capacidad de visualizar a tiempo las tendencias del mercado, por la vía de los estudios e investigaciones correspondientes.
Pero lo que no puede cambiar son las reglas del juego que presiden el mercado y la institucionalidad del país de destino de la inversión. Si un gobierno que ha recibido un flujo importante de inversión extranjera cambia violentamente las normas sobre tributación, puede ocasionar el fracaso de ese proyecto de inversión e incluso la quiebra de la empresa correspondiente. Ello puede suceder también si se modifica la tasa de cambio a la cual el empresario puede convertir sus ganancias para poder remesar al país de origen todo o parte de sus utilidades; o si el acceso mismo al mercado cambiario le es modificada; o si cambian las normas de acceso a las divisas para importar materias primas e insumos; o si varían las disposiciones respecto a patentes de productos o procesos. Todas estas circunstancias no son cuestiones que se pueden explicar por el cambio de las condiciones del mercado, sino que son claramente cambios en las políticas que se le aplican a dicha inversión extranjera. Por ello, los capitales extranjeros tienen particular cuidado de no invertir allí donde no existen leyes claras y permanentes en materia de inversión extranjera, y donde la posibilidad de que dichas normas se modifiquen sea muy grande y donde no se contemplen pagos e indemnizaciones a las empresas que se vean afectadas por decisiones políticas.
El criterio más universalmente presente en materia de protección e incentivo a la inversión extranjera es asegurarles a los inversionistas foráneos las mismas condiciones que imperan para el inversionista local. El mismo trato tributario, el mismo acceso a los mercados, las mismas normas técnicas, las mismas normas de calidad, etc. Todo aquello protege contra la discriminación y la arbitrariedad.
En Venezuela existe hasta el día de hoy una ley que regula todos los deberes y derechos del inversionista extranjero. En realidad no se trata de una ley que guarde mucha correspondencia con los estándares internacionales, pero, buena o mala, es una ley de la república. Pero ahora que la república está dirigida por una asamblea, que puede aprobar cualquier cosa y anular cualquier ley anterior, es bien difícil darle a los inversionistas extranjeros - a los nuevos o a los anteriores- la seguridad jurídica que su inversión demanda. Digan lo que digan los funcionarios que están sentados en los ministerios, la asamblea constituyente puede aprobar mañana mismo cualquier cosa, desde restaurar la monarquía o establecer un sistema de partido único. Y a esa asamblea constituyente se subordinan todos los órganos del país. En realidad, es bien difícil que cualquier inversionista extranjero quiera venir a invertir a este país en esas circunstancias. Difícil pero no imposible. Es dable pensar que habrán inversionistas en este planeta dispuestos a correr riesgos muy grandes siempre y cuando la tasa de ganancias sea lo suficientemente alta y obtenible en un período corto de tiempo. Esos inversionistas - piratas y especuladores - se pueden entender bien con países asambleísticamente dirigidos.   


sábado, 26 de agosto de 2017

EL MÁS MALO DE LA CLASE.


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 24 de agosto de 2017.)


Afortunadamente algunos organismos internacionales publican cifras relativamente creíbles sobre el desempeño de la economía venezolana. Si no fuera por ellas, habría oscuridad total sobre lo que sucede en el país en materia económica, pues el Banco Central y el Instituto Nacional de Estadísticas dejaron hace raro de publicar las cifras que antaño alimentaban sin problemas los debate sobre política económica.
La Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas, Cepal, acaba de publicar al menos tres series de estadísticas que son interesantes de analizar y de tener en cuenta.
La primera de ellas se refiere a las proyecciones de crecimiento de los países de la región para el año 2017. En ese campo, Venezuela saca la peor nota de todo el salón. Se espera que la economía caiga este año en un 7.2 %. No hay ningún país desde el Rio Bravo hasta la Patagonia cuyo PIB amenace bajar en una forma tan violenta. En la América del Sur, todos los países presentan crecimiento, aun cuando algunos crezcan muy lentamente como Brasil, que se espera crezca solo en un 0.4 %, o Ecuador que lo haría en un 0.7%. En la América Central y México, todos los países están en vías de crecer durante el año en curso. En el Caribe los únicos países que se espera que decrezcan son Santa Lucia y Suriname, que lo harían cada uno en un 0.2 %.
Como Venezuela ya decreció en un 9.7 % en el año 2016, al volver a bajar en un 7.2 % en el presente año, se llegaría a que la baja en dos años seria de aproximadamente de 16 %. Eso significaría que en promedio cada venezolano debería ser a fines del 2017 un 16 % más pobre que a principios del 2016, si es que el menor ingreso se repartiera en forma equitativa entre toda la población del país. Pero como hay algunos que han mantenido sus ingresos, e incluso otros que tienen mecanismos como para incrementarlos, es dable pensar que los sectores populares verán reducidos sus ingresos en 25% o más, en el transcurso de los dos años considerados.
En materia de deuda pública Venezuela exhibe, a fines del 2016, una deuda de 132.156 millones de dólares, cantidad que es mayor que la deuda que tiene Brasil, que es un país de dimensiones económicas mucho mayor que el nuestro, y que tiene una deuda pública total de 130.274 millones de dólares. Argentina, otro país que podría servir de punto de comparación tiene una deuda pública total de 95.3024 millones de dólares. Además, en el caso venezolano, se trata de una deuda que hay que pagar en forma estricta, y cuya eventual reprogramación o refinanciamiento es muy difícil y muy caro, pues la tasa deuda país de Venezuela es sumamente elevada.
El tercer dato se refiere a la recepción de inversión extranjera directa durante los años 2015 y 2016. Según las cifras de Cepal, en el año 2015 las entradas de capital por ese concepto fueron aproximadamente el 1 % de todas las entradas que se registraban en la América del Sur, en circunstancias que países como Brasil recibían el 40 % o más de dichas entradas de capital. Durante el año 2016 no se registran entradas en Venezuela por concepto de inversión extranjera directa.
En síntesis, en materia de producción, se retrocede; en materia de deuda externa se avanza, y en materia de recepción de inversión extranjera directa, se mantiene en un punto cercano a cero, lo cual en el mundo contemporáneo es una forma bastante segura de quedarse atrás.

viernes, 25 de agosto de 2017

INVERTIR ES UN RIESGO.




(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición j impresa de TAL CUAL el día 24 de agosto de 2017)


Desde el punto de vista económico, llevar adelante una inversión es siempre hacer una apuesta sobre el futuro. Los empresarios llevan adelante gastos en el presente pensado en que obtendrán, como consecuencia de lo anterior, una determinada cantidad de ingresos en el futuro, que compense el gasto realizado. Pero el gasto realizado en un dato conocido del presente, mientras que los ingresos que se van a recibir en el futuro son siempre inciertos. Dependen de las cambiantes situaciones del mercado. Pueden variar los precios de las mercancías, o las cantidades demandadas por los consumidores, o pueden surgir nuevos competidores, o nuevas tecnologías, o pueden cambiar los gustos, etc. 
Frente a tanta incógnita sobre el futuro, los empresarios tratan de que al menos una cosa no se modifique: las reglas del juego. Es parecido a lo que sucede en un partido de futbol. En la cancha el resultado siempre es incierto. Hay mil cosas que pueden pasar. Pero las reglas del juego son invariables. Si no, el partido sería un caos. En el caso del inversionista es importante que no se modifiquen las normas sobre conformación de los precios de las mercancías , ni sobre distribución o comercialización de las mismas, ni el acceso a los mercados de insumos y materias primas, ni las disposiciones sobre la competencia entre las empresas que generen un mismo producto, ni la tributación que afectará los resultados finales de las empresas, ni la protección jurídica de la propiedad, ni el tipo de tribunal a los cuales se puede recurrir cuando hay una discrepancia con otras empresas, con los consumidores o con el propio gobierno. Hay muchas otras circunstancias que configuran lo que podemos calificar como seguridad jurídica, pero con los ejemplos mencionados creemos que el concepto queda suficientemente claro. En síntesis, sin seguridad jurídica es muy difícil llevar adelante las operaciones económicas que – como la inversión- involucran una apuesta sobre el futuro. Y sin inversión, un país se detiene o incluso retrocede.
La Asamblea Constituyente, que ha asumido todo el poder en el país, tiene la potestad de cambiar esas reglas del juego económico como le de la gana. Puede que las nuevas reglas del juego que los constituyentistas tengan en mente sean excelentes, pero mientras no se aprueben, es como si no existieran. Y sin reglas del juego, no hay juego. O en otras palabras, es muy difícil que haya inversión, de parte de agentes privados nacionales o extranjeros. Si esta situación de incertidumbre y de inseguridad jurídica se prologa por dos años, es altamente probable que la inversión se reduzca a sus más mínimos niveles, con la consiguiente paralización de cualquier eventual incremento de la capacidad productiva nacional.   








jueves, 17 de agosto de 2017

LO QUE SE VIENE ES PEOR


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 17 de agosto de 2017)


La Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina, Cepal, publicó recientemente las perspectivas de crecimiento de los países de la región, para el año 2017. Venezuela no sale bien parada. Las perspectivas para el país son que termine el año con una baja en su PIB cercana al 7.2 %. Eso se suma a una baja que ya se experimentó en el PIB del año 2016, que fue de 9.7%, lo cual arroja que en dos años cada uno de los venezolanos habrá retrocedido- en cuanto al ingreso con que vive- en un 16 % aproximadamente, siempre y cuando el bajón los afecte a todos en forma equitativa.
Pero como hay algunos pocos que tienen capacidad de mantener sus ingresos, y algunos, más pocos aun, que tienen la capacidad de aumentar sus ingresos aun en las peores condiciones de crisis, entonces el bajón para aquellos que carecen de estas defensas institucionales tiene necesariamente que ser de 20% o de 25 % por lo menos. Se trata de una baja brutal en las condiciones de ingreso y de vida de la gran mayoría de la población.
En términos comparativos con el resto de los países de la América Latina la situación luce más grave aún. No hay en la América del Sur ningún país que amenace con presentar este año un retroceso en su PIB. Hay indudablemente algunos que crecen bastante en términos relativos, tales como Bolivia y Paraguay, que crecen al 4,0 %, y otros que crecen muy poco, como Ecuador que solo se espera que crezca en un 0.7%, o como Brasil al que se le visualiza creciendo solo a un 0.4 %. Pero todos se espera que crezcan, excepto Venezuela, que no solo no crece, sino que pega un salto hacia atrás de grandes magnitudes.
Con la América Central y México sucede una cosa similar. Algunos países crecen mucho y otros menos, pero todos crecen. En el Caribe la situación tampoco es negativa, pues solo dos países se visualizan con bajas en su PIB: Santa Lucia y Suriname, que bajaran cada uno en un 0.2 %.
La región comienza, por lo tanto, a recuperarse tímidamente de las consecuencias negativas que tuvo la caída en los precios de las materias primas – no solo del petróleo- y enfilan nuevamentee hacia una situación de crecimiento. Excepto Venezuela, que sigue sumida en una profunda crisis económica. 
Pero la crisis económica - sostenida e incrementada- no genera de si sola cambios políticos. Es posible sostener la hipótesis de que la dirigencia política gubernamental  podrá seguir viviendo cómoda y gozosa - pues tiene acceso al lomito de la economía nacional - al mismo tiempo que el ciudadano de a pie tendrá tantas y tan dramáticas situaciones económicas individuales que enfrentar día a día, que no tendrá tiempo para lo público. Si eso fuera cierto, la política estará llamada no a reducirse, sino, al contrario, a tener  nuevos desafíos  y a ser más sensata, democrática, nacional, popular e inteligente. 


viernes, 11 de agosto de 2017

¿QUE HACER CON EL MERCOSUR?


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 9 de agosto de 2017)


¿Qué debería hacer Venezuela con el Mercosur, después de su reciente suspensión indefinida? ¿Seguir luchando por permanecer en su seno? ¿Tratar de redefinir su relación con los cuatro socios fundadores? ¿Pelearse a muerte con cada uno de los países del Mercosur? Creo que la respuesta es muy simple: no debe hacer nada. Debe pasar agachada, tener bajo perfil, no seguir dando peleas perdidas y no seguir recibiendo humillaciones diplomáticas.
El comercio de Venezuela con los países del Mercosur no ha logrado despegar. Según las cifras correspondientes al año 2016, Venezuela exportó hacia ese bloque un total de 210.9 millones de dólares en bienes no petroleros, de los cuales casi el 70 % fueron exportaciones a Brasil. A Argentina se le vendieron escasamente 59.6 millones de dólares y a Uruguay y Paraguay se le enviaron cantidades simbólicas y marginales.
A la Alianza del Pacífico -conformada por Chile, Perú Colombia y México – se le vendieron en ese mismo año mercancías no petroleras por un monto de 425,5 millones de dólares, es decir, más del doble de lo que se le vendió al Mercosur. Y eso sin grandes acuerdos, tensiones ni humillaciones.
Tanto Colombia como México adquieren más exportaciones venezolanas no petroleras que Brasil. Chile compra más que Argentina. Perú, que compra muy poco, compra más que Paraguay y Uruguay juntos. Y eso, sin una diplomacia venezolana que tenga muchas ganas de potenciar el comercio con esos países. Esos niveles de ventas son el resultado de dejar que funcionen las fuerzas del mercado, o de no luchar con demasiada fuerza en contra de las tendencias que el mercado señala.
El mercado no solo reciente, sino que también los intercambios de los últimos 20 años, muestran que las exportaciones hacia los países de la Alianza del Pacífico pueden y deben ser mucho mayores. Con buena diplomacia, y con acuerdos comerciales que faciliten y potencien en comercio, se podrían recuperar niveles anteriores y avanzar en la promoción de las exportaciones venezolanas, incluso sin pretender incorporarse de lleno a esa alianza de países.
Con cada uno de los países del Mercosur Venezuela ha logrado un nivel de preferencias arancelarias que bordea el cero % de arancel, casi para el 100 % de las mercancías intercambiables, y eso está suficientemente consolidado en la normativa actualmente vigente, que no depende para nada de la pertenencia o no de Venezuela en el Mercosur.  Se trata de acuerdos bilaterales, que no dependen de la tratativa multilateral. Eso es casi irreversible. Hay que dejar esas cosas tal como están. No retroceder en ese contexto bilateral potenciador de la competencia y del comercio.
Al ser suspendida en forma indefinida del Mercosur, Venezuela no queda obligada a mantener el arancel externo común. Puede establecer un arancel igual al del Mercosur, como decisión autónoma y soberana, o puede hacer los cambios que estime conveniente. En todo caso - al no quedar atada a una decisión multilateral en materia de arancel externo común - Venezuela recupera su capacidad de establecer libremente acuerdos comerciales con terceros países, cuestión que tiene muchísima importancia en el mundo contemporáneo, sobre todo cuando uno queda un tanto aislado de sus socios regionales.

APOLOGíA DE LA CALLE


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 10 de Agosto de 2017)

En el debate político venezolano “la calle” se ha convertido en una suerte de símbolo que pretende usarse para dividir las aguas entre quienes serían decididos, duros e intransigentes adversarios del actual gobierno y quienes serían débiles, negociadores y traidores de esa noble causa.
Pareciera suponerse que el solo hecho de que la gente salga a la calle a manifestar su oposición al gobierno genera siempre y en toda circunstancia un hecho político que debilita al gobierno y acelera su caída.  Se asume, además, que cualquier convocatoria a que la gente se exprese en otras formas de acción política es en si mismo un hecho intrínsecamente perverso y desmovilizador.  
En la realidad de las cosas, no todos los ciudadanos que están decididamente en contra del actual gobierno están dispuestos a salir tres veces por semana a marchar por las calles de Caracas, ni tienen la edad, ni el estado físico como para correr rápido si es que son reprimidos, ni están en condiciones de tragarse una bomba lacrimógena, ni de caminar dos o tres kilómetros por las calles de la capital. Mas de 7.5 millones de personas estuvieron entusiastamente dispuestas a ir a un centro de votación y hacer posible la más contundente demostración de oposición, pero jamás han salido 7.5 millones de personas a caminar por las calles del país. La política está encaminada a convocar voluntades, a sumar fuerzas y a movilizar esas fuerzas de una forma que genere hechos políticos relevantes en relación al poder. Y eso se consigue a veces con la movilización callejera, pero no siempre.
Aun asumiendo lo peor con respecto al actual gobierno, aun así hay – o pueden llegar a haber – espacios en los cuales es posible que los ciudadanos se expresen con libertad, y esos espacios hay que aprovecharlos tanto como se pueda, de modo que el virus democrático se haga presente y se esparza por todo el cuerpo social. Entre esos espacios están los sindicatos, los consejos comunales, los condominios, los centros estudiantiles, los municipios, los consejos legislativos, las gobernaciones, los colegios profesionales, etc. Negarse a participar en esos enclaves de poder ciudadano no es avalar las mañas del gobierno, sino precisamente una forma de luchar contra ellas.
Un dato histórico que puede ser interesante: en Chile, cuando Pinochet convocó al plebiscito que finalmente determinó su caída, la oposición decidió participar - aun cuando la capacidad de Pinochet de hacer trampas era infinita – y nadie pensó que con eso se legitimaba a la dictadura. Se pensó que esa pelea se podía ganar, como efectivamente se ganó. Y no se hizo sino un solo gran mitin en Santiago en toda la campaña electoral correspondiente. Ni siquiera se hizo un mitin la noche del triunfo, pues no era eso lo que definía, en ese momento, el curso de la historia.

lunes, 7 de agosto de 2017

LES PRESENTO EL METANOL


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 6 de agosto de 2017)

 
El metanol es el segundo producto de exportación venezolano después de los aceites crudos de petróleo. Siendo así, su producción y comercialización debería ser objeto de preocupación y de interés nacional, en la medida en que el petróleo se visualiza como un producto cuyo precio disminuye en el mercado internacional, además de ser un producto que Venezuela produce en cantidades cada vez más modestas. La famosa renta petrolera, en la medida en que se reduce, debería generar la búsqueda desesperada de otros productos que puedan reemplazar, al menos en parte, el vacío que va dejando el petróleo.
El metanol se genera fundamentalmente por procesos industriales a partir del gas natural. Se le conoce también como alcohol metílico o alcohol de madera. Se le usa como combustible o como elemento que se mezcla con la gasolina, para ser utilizado como un combustible menos contaminante. También tiene usos como disolvente industrial.
En el año 2014 el país exportó metanol por un valor total de 576.918 miles de dólares, cantidad que disminuyó en el año siguiente a 404.835 miles de dólares. En el año 2016 el valor de las ventas de metanol alcanzó a 276.634 miles de dólares, es decir, menos de la mitad del valor exportado en el año 2014. Esa baja hace sospechar que Venezuela no solo ha disminuido la producción y exportación de petróleo, sino que también ha disminuido la extracción de gas natural, que puede presentarse asociado o no a la extracción de petróleo. Los planes o los sueños de producir grandes cantidades de gas, e incluso de construir gaseoductos para distribuirlo por toda la América del Sur, quedaron en la nada misma.
El principal mercado de exportación para el metanol venezolano fue, en el al año 2016, Estados Unidos, que adquirió ese producto por un valor de 124.458 miles de dólares, lo cual significa que compró el 45 % del metanol exportado por Venezuela. Le sigue como segundo mejor cliente Brasil, que adquirió metanol por un valor de 53.662 miles de dólares, lo cual representa un 19.4 % de las ventas venezolanas de dicho producto. El tercer cliente es China, con compras por 50.686 miles de dólares y el 18.3 % de las ventas venezolanas de metanol.
La petroquímica en general - y el metanol en particular - pueden ser una buena fuente de dólares no petroleros, pero tampoco allí Venezuela ha pegado ni una.  

domingo, 6 de agosto de 2017

ECUADOR Y LAS DECISIONES OPEP


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 6 de agosto de 2017)


En América Latina hay dos países productores de petróleo que pertenecen a la OPEP. Ellos son Venezuela y Ecuador. El uno, un productor importante, y el otro un productor de los más pequeños dentro de dicha organización. Ambos, en todo caso, atados a la decisión tomada en el seno de ese cartel internacional en el sentido de bajar los niveles de producción para efectos de produciir un efecto alcista sobre el precio internacional de los hidrocarburos.
Además, hay dos productores importantes que no pertenecen a la OPEP. Ellos son México y Brasil. México, aun cuando no es miembro de la organización, ha participado de la decisión mencionada y ha respetado hasta ahora la restricción de producción que se le ha acordado.
Ecuador ha hecho pública recientemente su decisión de no cumplir plenamente con la reducción de producción a la cual se había comprometido en el seno de la OPEP. Las dificultades fiscales por las cuales atraviesa ese país lo llevan a potenciar tanto como puedan su producción de petróleo para incrementar sus ingresos fiscales. Obviamente ese anuncio no conlleva amenazas de expulsión ni de castigo de ninguna naturaleza. Eso por cuanto Ecuador es un país cuya modesta producción de petróleo no hace alterar mayormente los equilibrios que se dan en el mercado petrolero internacional y, además, por cuanto la OPEP no tiene capacidad alguna de imponer una férrea disciplina entre sus países miembros.
Venezuela en cambio se mantiene atada a la decisión OPEP, a pesar de que su economía se cae a pedazos y a pesar de que la mencionada decisión de la OPEP no ha producido en el mercado petrolero las consecuencias esperadas sobre el precio.
Todo esto debe traer a colación el debate siempre abierto sobre si a Venezuela le conviene o no seguir como miembro de la OPEP.  Fue una decisión no solo sensata sino que incluso valiente por parte de Venezuela impulsar la creación de dicha organización de países productores de petróleo, pues significó que los países productores pasaron a tener real capacidad de incidencia sobre los precios de su principal producto de exportación, lo cual fue indudablemente un ejercicio de soberanía y de cambio de las relaciones de poder en el seno de la política y de la economía mundial. Pero hoy en día las condiciones han cambiado. Ya la OPEP no controla un porcentaje relevante del mercado mundial del petróleo y las decisiones en su seno obedecen en alta medida a los intereses económicos y políticos de los grandes productores árabes.
La soberanía se pone en juego efectivamente cuando el interés nacional debe ser defendido por sobre las presiones y decisiones de otros países. Ecuador da pasos en defensa de sus intereses nacionales y de su soberanía política. Venezuela, que ha dado pasos que se creían imposibles para arruinar su industria petrolera, debe indudablemente recuperar primero su alicaída capacidad de producción, para decidir después si produce tanto como pueda, o si se limita su producción a las decisiones OPEP.

VENEZUELA Y LOS BLOQUES REGIONALES


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 6 de agosto de 2017)


Venezuela ha tenido que pagar altos costos políticos y económicos - y sufrir una cuota elevada de humillaciones diplomáticas - por su obstinada decisión de pertenecer al Mercosur. Sin embargo, al cabo de varios años de intentos y pujos, el Mercosur aparece como el destino de exportaciones venezolanas no petroleras que sumaron escasamente 210.9 millones de dólares en el año 2016. Ellas se descomponen de la siguiente manera: 146.6 millones de dólares exportados a Brasil; 59.6millones de dólares comprados por Argentina; 4 millones de dólares vendidos a Uruguay; y menos de un millón de dólares adquiridos por Paraguay.
Sin embargo, hacia la Alianza del Pacífico - agrupación comercial que reúne a Chile, Perú, Colombia y México -  se canalizan exportaciones venezolanas no petroleras, en el 2016, por el orden de los 425.5 millones de dólares, más del doble que las ventas al Mercosur. Esas exportaciones se dividen de la siguiente forma: 60.9 millones de dólares se venden a Chile; 9.9 millones de dólares se canalizan hacia Perú; 186.2 millones de dólares se importan por parte de Colombia; y a México se le venden mercancías venezolanas no petroleras por un monto de 168.3 millones de dólares.
Estas cifras son un interesante reflejo de lo que el mercado muestra como posible y deseable, a pesar de las fricciones y malas caras políticas. Con Colombia las relaciones políticas y diplomáticas están bastante a mal traer, y sin embargo se le venden 186 millones de dólares de mercancías no petroleras, la cantidad más alta de entre todas las ventas a países latinoamericanos. Le sigue en ese ranking México, al cual se le venden 168 millones de dólares, con el cual tampoco las relaciones políticas y diplomáticas están de lo mejor.
A Brasil - antaño el socio estrella dentro del Mercosur - se le venden 146 millones de bienes no petroleros, lo cual no se corresponde en absoluto con las dimensiones económicas de dicho país ni con el capital político y diplomático que se ha invertido allí durante la época chavista. A Argentina - el otro país del Mercosur grande desde el punto de vista económico, demográfico y geográfico - y con el cual parecía hace pocos años atrás que al amor recíproco sería eterno- se le vende menos que a Chile. Las ventas a Paraguay y a Uruguay son casi simbólicas.
A Perú se le vende una cantidad sumamente modesta - menos de 10 millones de dólares - a pesar de que dicho país presenta un dinamismo comercial y económico extraordinario.
Todo este análisis nos conduce a postular que las relaciones diplomáticas de Venezuela no han tenido una buena sintonía con sus intereses comerciales. El comercio no se ha visto apoyado por buenas relaciones políticas y diplomáticas, y estas últimas,  a su vez, no han logrado mantenerse como tales en el tiempo - al basarse en relaciones altamente personalizadas  e ideologizadas - ni han servido para potenciar un intercambio comercial sostenido y mutuamente favorable.






jueves, 3 de agosto de 2017

LA MUERTE NUESTRA DE CADA DIA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 3 de agosto de 2017)

En Venezuela la muerte gana día a día batallas que en otras condiciones perdería. En los hospitales la muerte no se siente combatida por la ciencia y por la técnica que ha humanidad contemporánea ha desarrollado en contra de ella. Muy por el contrario, la institucionalidad hospitalaria se ha convertido en una colaboradora consciente o inconsciente de la muerte, en la medida que no tienen medicinas ni instrumental como para dar las debidas batallas en su contra.
En las farmacias las medicinas brillan por su ausencia. Los médicos recetan fármacos que saben que no serán encontrados en el mercado por sus potenciales beneficiarios. Y si se encuentran, esas medicinas presentan un valor que las hace imposibles de adquirir por más de la mitad de los venezolanos. Allí también, por lo tanto, la muerte se sonríe y siente que no existen las municiones con que en otras condiciones se le atacaría.
Los profesionales de la salud, fundamentalmente los médicos - que son la fuerza de choque en contra de la muerte - han sido ahuyentados de la patria donde se formaron, pues aquí se les rechaza y se les margina. El ejercito que se le opone a la muerte ha perdido a una cantidad importante de su oficialidad joven.
Las enfermedades endémicas, como la malaria y el cólera, se han incrementado en forma exponencial, aumentando las muertes por esas causas, o dejando una población expuesta y debilitada por los estragos de dichas enfermedades.
La alimentación en las escuelas ha sido sustituida por niños famélicos que dejan de ir a clases, pues allí se desmayan de hambre, o por profesores que salen a pedir limosnas para poder alimentar a sus alumnos. También los niños que escarban bolsas de basura para poder encontrar algo con que llenar el estómago, han pasado a ser parte habitual de la geografía urbana. Muchos de ellos no llegarán a la mayoría de edad. La muerte los acecha en cada esquina.
La muerte violenta en jornadas de protesta -como respuesta de quienes tienen la responsabilidad estatal de cuidar en cualquier circunstancia la vida de los ciudadanos - es quizás la forma más visible y mediática en que se presenta la muerte, pero no es la única.
La muerte siempre genera una cuota de dolor y de tristeza. Pero lo más terrible no es la muerte misma, sino el hecho de que nos acostumbremos a ella como si fuera parte inescapable del acontecer ciudadano. Con ello, están matando los más nobles sentimientos humanistas y solidarios del pueblo venezolano. Nos están, por lo tanto, matando un poco cada día, aun a los que tenemos la suerte de mantenernos con vida.