(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 31 de agosto
de 2017)
Hay varias
circunstancias que están haciendo que actualmente los empresarios venezolanos miren
con creciente interés la posibilidad de exportar. Los controles de precios y la
caída del mercado interno llevan a que el exportar se convierta casi en una tabla
de salvación que les permita elevar su rentabilidad promedio y evitar así el cierre
de la empresa. También el exportar parte de la producción se convierte casi en
la única vía para obtener dólares, que son imprescindibles para mantener la actividad
productiva global de la empresa. Sin embargo, les asalta a todos la duda sobre
hacia donde exportar.
Se piensa
que hay que comerciar con los países vecinos, pues los costos de flete son
menores y el conocimiento reciproco es mayor. En ese sentido, Colombia y Brasil son mercados
de condiciones económicas y demográficas atrayentes, pero no lo son en la misma
forma los múltiples países del Caribe, que aun cuando cercanos, son países con
un mercado interno muy pequeño y muy abiertos a los intercambios con Europa y/o
con Estados Unidos.
Otro aspecto
importante a considerar es la existencia o no, entre Venezuela y un eventual
país de destino, de acuerdos o tratados comerciales que permitan que los
productos venezolanos gocen de alguna ventaja arancelaria con respecto a los productos
provenientes de otras zonas del planeta. Venezuela se ha quedado bastante
rezagada en materia de esos acuerdos, pero, aun así, en el ámbito latinoamericano,
por obra y gracia de los acuerdos firmados en el contexto de la Asociación Latinoamericana
de Integración, ALADI, gruesa parte del comercio intrarregional se encuentra
liberado de aranceles y ya en el año 2018 se completará ese proceso. La experiencia
en esta materia parece indicar que los acuerdos y tratados comerciales son
importantes, pero tienen que ir acompañados de una intensa actividad de
promoción de exportaciones, sin la cual las oportunidades que se abren con los
acuerdos o tratados no llegan a ser conocidas ni aprovechadas por los agentes
económicos que eventualmente podrían comerciar entre si.
En síntesis,
podríamos decir que los países que se elijan como países de destino tienen que
ser países donde se visualice la existencia de un mercado comprador cuantitativamente
atrayente para las mercancías venezolanas y donde se pueda llegar con las
mismas en condiciones competitivas. Para analizar cuáles son esos países no hay
recetas universales. Depende desde luego del producto que se desee vender. Pero
en todo caso, hay que hacer estudios de mercado suficientemente serios antes de
dar pasos en el campo de las exportaciones, pues los tropiezos o caídas iniciales
pueden inhibir durante varios años más la actividad exportadora que se supone
Venezuela necesita, con urgencia, llevar adelante.