(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 29 de
Octubre.)
En la ciudad
de Ipiales - frontera sur de Colombia - tienen lugar situaciones comerciales
que son comunes a muchas ciudades fronterizas de América, incluidas las
situadas en las fronteras entre Colombia y Venezuela. En la ciudad de Ipiales
las mercancías de todo tipo son sustantivamente más baratas que en el lado ecuatoriano.
Ello es así por la dolarización que impera en Ecuador y por la depreciación de
la moneda nacional que ha tenido lugar en Colombia, a lo largo del presente
año. Miles de ecuatorianos viajan cotidianamente a Ipiales, desde la ciudad
ecuatoriana de Tulcán, para abastecerse de mercancías de uso cotidiano o
familiar, como alimentos, o para comprar bienes de consumo durable como
televisores o electrodomésticos de todo tipo.
Para los
comerciantes colombianos esta situación es sumamente favorable, pues les
permite tener una clientela masiva y bien provista de dólares. Para los consumidores
ecuatorianos también la situación es favorable, pues les permite adquirir
mercancías más baratas que en Ecuador, lo cual les permite un mayor ahorro
familiar y/o les abre la posibilidad de la reventa, con buen margen de ganancia.
Los grandes perjudicados son los
comerciantes del lado ecuatoriano que no pueden competir con la mercancía
proveniente de Colombia. El gobierno ecuatoriano
se encuentra también entre los perjudicados: una masa de varios millones de dólares
se van de Ecuador por esa vía comercial, lo cual no le hace bien a la situación macroeconómica
del país. Para paliar esta situación el gobierno de Ecuador ha implementado
medidas de carácter arancelario y fronterizo que son enteramente compatibles
con los derechos humanos y con las prácticas comerciales internacionales. No ha
cerrado las fronteras, ni ha sacado a nadie a patadas de su casa, ni ha
solicitado a Colombia que cambie su política
económica.
Las medidas tomadas
por Ecuador son básicamente las siguientes:
por un lado, todo tráfico de mercancías desde Colombia hacia Ecuador que supere
los 2 mil dólares de valor, debe ser considerada una importación formal y requiere
los servicios de un agente de aduanas, y debe pagar no solo los aranceles
normales, sino tasas extraordinarias que se han establecido para estos efectos.
Las mercancías que no sobrepasen el valor
de 2 mil dólares, y que sean consideradas objetos de uso personal, pasan libres
de arancel. Esas mercancías consideradas de uso personal son las que entran
dentro de un listado de 17 tipos de bienes que el gobierno ecuatoriano ha elaborado
con ese fin. Todas las mercancías, cualquiera que sea su valor, si no están
consideradas en el listado de 17 tipos de productos, deben pagar aranceles en
aduana, incluidas en algunos casos las sobretasas correspondientes.
Todo esto
está dentro de la más irrestricta legalidad comercial internacional. Todo dentro
del respeto a los derechos de todos. Con este tipo de medidas se perjudican los
comerciantes colombianos de Ipiales, que pierden parte de su clientela, o parte
de las ventas que hacían a la misma. Se beneficia a los comerciantes ecuatorianos,
que recuperan a su clientela nacional, pues sus precios vuelven a ser competitivos.
Se respetan los derechos de muchos consumidores, cuyos bienes de consumo habitual
pueden seguir adquiriéndose en Ipiales, y se castiga a los revendedores y contrabandistas
que lucraban con toda la situación anterior.
Es muy pronto
todavía para cantar victoria en lo que respecta a los objetivos estrictamente
comerciales. Todavía los funcionarios de aduanas no tienen la pericia como para detectar la presencia de
mercancías sin libre paso en los equipajes de los ecuatorianos que regresan
desde Ipiales. Además, se ha potenciado la creatividad de estos últimos para transitar
por pasos no controlados o para ocultar en las aduanas formales los bienes comprados.
Pero las
medidas tomadas son desde ya un éxito de la sensatez, del respeto a las
prácticas comerciales internacionales y del derecho de cada país a tomar las
medidas económicas que estime conveniente. Son, en ese sentido, un ejemplo que
debería tenerse en cuenta en otras fronteras igualmente complicadas, pero dónde
no ha imperado una cuota tan alta de racionalidad.
sergio-arancibia.blogspot.com