(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 26 de Agosto
de 2016)
El Ministro
de Comercio Exterior, Jesús Farías, ha lanzado recientemente una interesante
iniciativa: que los empresarios que tienen divisas en el exterior las puedan
traer a Venezuela bajo la forma de materias primas o insumos para producir
bienes que posteriormente se canalicen hacia la exportación.
Lo
interesante del asunto es que se propone que las divisas que la exportación
genere queden en un 100 % a disposición del empresario, sin la obligación que
pesa actualmente sobre los exportadores que trabajan con divisas otorgadas por
el Estado, de liquidar un 40 % del valor de las exportaciones en el Banco
Central y a la tasa oficial.
La
iniciativa es sin duda digna de analizarse. Un primer punto que es necesario
analizar es el estatuto legal de una iniciativa de esta naturaleza. Si todo
esto es una postura del Ministro, avalada por su honor y su palabra, es
posible, con todo respeto, que la cosa no funcione. Esa iniciativa tiene que
estar plasmada en una ley, o en un decreto, o en una disposición ministerial, o
en una resolución del Banco Central, o en algún instrumento con fuerza legal de
esa naturaleza. Las palabras son importantes para generar dialogo, pero no
bastan para generar de por si una nueva institucionalidad. Además, los
ministros cambian, incluso con demasiada frecuencia, y los que llegan no
siempre heredan las iniciativas o los compromisos de quienes los precedieron.
Sería interesante
incluso explorar la posibilidad de que una ley sobre esa materia fuera apoyada
por la bancada gubernamental y por la bancada opositora, dando un mensaje muy
interesante al país de que es posible todavía ponerse de acuerdo en algunas
materias de interés nacional. No es seguro que con una medida de esta
naturaleza los dólares lleguen en estampida, pero tener seguridad jurídica es
un importante primer paso en cualquier política encaminada a atraer capitales
extranjeros, o capitales venezolanos depositados en el extranjero, que es una
cosa bien parecida a la anterior.
Si llegan
mil dólares en forma de materias primas e insumos, para producir bienes
exportables, es altamente probable que estos últimos tendrán un valor superior
a mil. El valor final dependerá del valor que se le agregue dentro del
territorio a esos insumos y materias primas. Es decir, el empresario que actúe
en ese sentido recuperará su capital y dejará salarios, impuestos y valor
agregado en el país. El problema radica en la tentación que puede generarse en
un gobierno extraordinariamente sediento de divisas, de echarle mano a esos
dólares que se generen por la vía de esas exportaciones. No faltaría un funcionario con iniciativa que
proponga matar la gallina de los huevos de oro, en aras de la equidad y la
justicia social. Por ello, el que tenga algunas divisas en el exterior, tiene
que tener certezas jurídicas muy claras como para participar en este juego.
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