(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 22 de Abril
de 2016.)
En Venezuela
el Producto Interno Bruto, PIB, cayó en un 4 % en el año 2014 en relación al
año 2013. Eso significa que en el 2014 se produjo una cantidad de bienes y servicios
cuyo valor es un 4 % menor que la que se produjo el año anterior. Menor valor
de lo producido significa también menor ingreso para el total de la población
que se desenvuelve en ese país. En otras palabras, el país en su conjunto
devino en más pobre.
En el año
2015 el PIB volvió a caer, esta vez en
7.1 % en relación al nivel que había alcanzado en el 2014, que ya vimos que era
más bajo que en el 2013. Menor
producción y menores ingresos que en el 2014 y que en el 2013. Pero como entre un año y otro la población
aumentó, entonces es enteramente lícito decir que la producción y el ingreso
per cápita disminuyeron más rápido que lo que disminuyó el monto del producto y
del ingreso.
Para el año
2016 todos los pronósticos apuntan a que nuevamente habrá una caída en la
producción, esta vez de cerca de 7 %. Un nuevo bajón en la producción y en los
ingresos. Y como los venezolanos se siguen reproduciendo con el mismo entusiasmo
de siempre, la producción y el ingreso per cápita disminuyen más aún.
Sumando todo
lo sucedido en los últimos dos años, y
lo que está por suceder en el 2016, se puede decir que el producto y el ingreso
per cápíta retrocederá aproximadamente en un 20%. En promedio todos los venezolanos serán a
fines del presente año un 20% más pobres de lo que eran en el 2013. Esa cifra
es ya, por si misma, un balance dramático para cualquier gobierno. Si el
gobierno anterior era tan bueno como dicen sus adherentes, entonces el gobierno actual es muy malo y es
el único responsable de lo que está sucediendo. También es posible pensar que
el gobierno actual no ha hecho sino cosechar lo que sembró el gobierno
anterior. Pero esa caída promedio de 20%
de los ingresos es tan engañosa como todos los promedios: puede haber algunos ciudadanos
cuyos ingresos caen mucho más que 20 %, al mismo tiempo que otros cuyos ingresos
caen muy poco, e incluso otros cuyos ingresos aumentan, a pesar del promedio
descendente.
Parte de
esta situación se puede explicar por la caída de los precios del barril de petróleo,
pero eso es solo la mitad de la explicación. Durante 15 años el barril de petróleo
se ha vendido a buenos precios en el mercado internacional. El país tuvo
elevados ingresos por concepto petrolero. Más aún, ingresos más elevados que
nunca antes en la historia del país. Y de eso no quedó nada. No se ahorró nada.
Se lo gastaron todo, casi hasta la última locha. No se tomó ninguna medida para prever una caída
en los precios del petróleo. Se pensaba alegremente que la bonanza y el
despilfarro podían durar eternamente. Más aún, se endeudaron en los mercados
internacionales para tener en sus manos más dólares aún. Todo eso se hizo sal y
agua. Y ahora hay que pagar la fiesta. Todos los venezolanos tenemos que pagar
la fiesta y empezar a vivir sin los bienes y servicios básicos, sin agua, sin electricidad, sin harina pan, sin
medicinas, sin papel, sin carne, etc. etc. Incluso, muchos, sin esperanzas.
Pero la situación es peor que la mera caída de la producción. Cuando la
producción cae puede volver a levantase,
siempre y cuando la fabrica misma, o la estructura productiva, estén en pie. Pero
en el caso venezolano se ha reducido en forma sustantiva el número de industrias,
lo cual significa que hay capacidad instalada que sencillamente desapareció. Salir
de la crisis no será tarea fácil.
sergio-arancibia.blospot.com
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