(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa
de TAL CUAL del día 8 de Marzo del 2016.)
Venezuela sigue pregonando nacional e internacionalmente que
es objeto de una campaña de desestabilización económica por parte de tenebrosas fuerzas nacionales e
internacionales que quieren derrocar a su gobierno.
Si esa situación fuese cierta uno podría pensar que se ha
empezado por no venderle a este país las mercancías que esta economía necesita
para funcionar. Es decir, cerrarle
determinados mercados, sobre todo de materias primas e insumos, que es donde
podrían ocasionar mayor daño a la economía nacional. Pero hasta donde se
conoce, nadie le ha cerrado ningún mercado internacional a Venezuela. Todo el
mundo le vende, siempre y cuando, desde luego, Venezuela pueda pagar. Si
Venezuela no puede pagar, y quiere que le vendan a crédito, eso ya es otra
cosa.
Otra acción teóricamente posible – que podrían tomar los
enemigos del Gobierno - es cerrarle el acceso al mercado financiero, es decir,
negarse a prestarle dinero a Venezuela. Hoy en día la deuda externa sume la forma
de bonos o de papeles soberanos, que son adquiridos por personas naturales o jurídicas
de cualquier parte del mundo. Si nadie quiere comprar esos papeles, es difícil
suponer que eso se debe a una orden o una disposición de un perverso estado
mayor de la guerra contra Venezuela. Probablemente se debe a que hay opciones
mucho mejores o más seguras en el mercado internacional.
Otra forma posible de desestabilizar al país podría ser el
negarle los créditos de los organismos internacionales - tales como el BID, la CAF,
el Banco Mundial u otros. Eso no ha sucedido. No hay conocimiento de algún
crédito solicitado frente a dichos organismos que le haya sido negado a
Venezuela. Los créditos de esos organismos
siguen fluyendo en la medida en que se presenten proyectos bien estudiados, que
puedan ser financiados. Así funcionan
esos bancos.
¿Qué queda? La inversión extranjera. Muchas empresas extranjeras
que operaban en Venezuela han sido expropiadas o intervenidas y la indemnización
ha tenido que ser llevada a pleito ante los organismos internacionales que operan como tribunales ante situaciones
de esta naturaleza. Esas empresas - y todas las que aprenden de la experiencia
ajena - ven esa situación con muchísima
preocupación y toman distancia del país que las trata mal. ¿Es eso expresión de un bloqueo, o de una campaña
perversa de desestabilización económica y política? Para bien o para mal, es la
forma natural en que operan hoy en día los agentes económicos privados en el
campo de la economía internacional: van para donde las ganancias son más
elevadas y para donde las normas jurídicas son menos cambiantes. Más aun, todos
los países despliegan mil estrategias para atraer a los eventuales inversionistas extranjeros. Los pocos países que despliegan estrategias para expulsarlos
de su territorio deben sentirse muy satisfechos cuando han logrado sus propósitos,
pero no tienen derecho a acusar a nadie de las consecuencias de su accionar.
sergio-arancibia.blogspot.com
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