(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMIA Y NEGOCIOS el día 27 de Abril de 2016)
Argentina
vuelve a los mercados financieros internacionales. En estos días tiene que
concretarse – si no se ha concretado ya - una emisión de bonos soberanos por el
orden de los 15 mil millones de dólares. La mayoría de esos fondos recaudados
se destinará a pagar la deuda acumulada con los tenedores internacionales de
bonos con los cuales no se había llegado anteriormente a acuerdos de pago.
En otras
palabras, Argentina pagará su deuda – que tantos debates y tantos problemas le
ha creado – con la emisión de nueva deuda. También podría decirse que cambia su
deuda actual por deuda de mediano y de largo plazo y se saca así, en el
presente, un complicado problema de
encima. Además, gana la posibilidad de volver a emitir nueva deuda, cuando lo
estime conveniente, pues tiene nuevamente acceso a los mercados financieros
internacionales. Más aún, la demanda que se manifestó por adquirir los bonos
que Argentina está emitiendo es sustantivamente mayor que la oferta que dicho
país ha hecho de esos bonos, lo cual pone de manifiesto que hay espacio en el
mercado como para seguir emitiendo.
Estos bonos recientes
de Argentina se colocan en el mercado a tasas que van desde los 6.25 % para los
papeles a 3 años, hasta 7.6% para los bonos a 10 años o más. A mayor plazo, mayor riesgo, y por lo tanto,
hay que vencer ese mayor temor con una tasa de interés más elevada. La tasa riesgo
país de Argentina a mediados de Abril se ubicaba en 4.13 %, lo cual significa que tiene que pagar
ese tasa por sobre la tasa de los bonos de la Reserva Federal norteamericana,
que se asume que son los papeles de menor riesgo en el mercado financiero
internacional.
¿Por qué no
puede Venezuela hacer algo similar? ¿Por qué Venezuela, que tiene hoy en día tanta
necesidad de liquidez, no sale al mercado internacional a colocar bonos soberanos?
Entre otras razones, porque la tasa riesgo país que enfrenta nuestro país en
los mercados internacionales –medida por la tasa EMBI elaborada por el J.P.
Morgan Chase- se ubica a mediados de Abril ligeramente por sobre el 30%. Es decir, si Venezuela quisiera colocar
papeles soberanos en el mercado financiero internacional tendría que pagar 30% por sobre la tasa que ofrecen los bonos de la
Reserva Federal. Esa es una tasa absolutamente prohibitiva. Nadie puede contratar
créditos aceptando esa tasa de interés.
¿Y por qué
le cobran a Venezuela unas tasas de interés tan elevadas? ¿Por qué se le impone
una tasa de riesgo país tan alta? ¿Acaso no ha pagado Venezuela escrupulosa y puntualmente hasta el último centavo de sus deudas
externas? Es cierto que la tasa de riesgo país no es una mera lectura de los
datos que arroja el mercado, sino que es un cálculo o un pronóstico realizado por
agencias financieras internacionales que gozan de cierto prestigio, pero que no
son ni infalibles ni neutrales. El
Gobierno venezolano jura y proclama a los cuatro vientos que esas agencias son
parte de la guerra económica y que emiten las cifras ya mencionadas para
hacerle daño al país. Pero lo cierto es que si estas cifras fueran
absolutamente disparatadas, y Venezuela quisiera emitir bonos al 8 % o al 10
% - por mencionar tasas cercanas a las argentinas - lo más
probable es que no lograría captar ni un solo dólar. No porque los posibles compradores
tengan ninguna obligación de hacerle caso al índice EMBI, sino porque en el mercado
internacional van a encontrar con facilidad
bonos más seguros o menos riesgosos. Como el capital financiero es
bastante miedoso o cobarde, no quiere correr
riesgos innecesarios – sobre todo si no tiene ninguna obligación de estar financiando
a Venezuela- y se canalizará, por lo tanto, hacia otras ofertas. Si Venezuela
quisiera vence esas resistencia, o tentar a los más osados, tendría que ofrecer
una tasa más elevada, quizás cercana a la tasa EMBI, aun cuando nadie lo obligue
a ello.
¿Y por qué
esa desconfianza con respecto a los bonos soberanos de Venezuela? ¿No es
Venezuela acaso un excelente pagador? Es
cierto que Venezuela no ha cometido la locura de decretar un default, pero los
agentes económicos internacionales no entienden mucho como se toman las
decisiones en el seno del gobierno bolivariano, ni entienden casi nada de la
lógica económica que preside esas decisiones, ni cuentan acá con un Ministro de Hacienda que se de el trabajo de
explicarles todo aquello y tratar de insuflarles confianza. Lo que sí entienden clarito como el agua es
que aquí el déficit de divisas se hace más apremiante cada día. Si las reservas
internacionales están en niveles bajísimos,
si el petróleo no repunta y si la inversión extranjera no fluye hacia el país,
entonces los temerosos y cobardes capitales financieros prefieren mirar hacia
otro lado. Solo queda abierta la posibilidad de contar con ciertos créditos de
gobierno a gobierno, golpeando las puertas de China, de Irán, de Rusia o de otros
países que constituyen el actual club de amigos de Venezuela. Pero parece que
tampoco por allí se puede conseguir mucho, excepto créditos comerciales – te presto
para que me compres – que no solucionan los problemas actuales de Venezuela.
sergio-arancibia.
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