(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 31 de
Diciembre de 2015)
¡¡Las fuerzas
revolucionarias tienen que ser intransigentes en su defensa de Agrabah frente a
los ataques de la derecha reaccionaria, que pretende acabar con los avances
sociales del pueblo!!
Eso es lo
único que les falta por decir a las huestes del gobierno. Han salido en la defensa
de cuanta institución se les ha ocurrido, sin preocuparse de averiguar quién y
cómo está eventualmente interesado de
atacar esas posiciones. Así por ejemplo, han salido en la defensa de Pdvsa -
supuestamente para impedir su privatización - y montaron mítines en todas las
instalaciones petroleras del país, para dejar claro que la clase obrera venezolana
está dispuesta a protagonizar las jornadas de lucha que fuesen necesarias para
defender la riqueza petrolera del país, incluso derramando su propia sangre si
fuera necesario. Lo que no se dijo en esos mítines es que fue el gobierno
de Carlos Andrés Perez el que nacionalizó la industria petrolera nacional, en
1975, y que solo gracias a eso el gobierno
del Presidente Hugo Chávez pudo gozar y dilapidar la renta petrolera como se le
dio la gana. Tampoco han dicho que nadie
en la actualidad ha planteado volver a privatizar la industria petrolera.
Posteriormente
salieron en defensa de la Gran Misión Vivienda Venezuela, GMVV, olvidando que
en los primeros diez años del gobierno chavista se construyó en este país menos
que el cualquier otro gobierno de los 10 años anteriores, y la misión vivienda
Venezuela ha construido en los últimos cuatro años aproximadamente 600 mil
viviendas - es decir 150 mil viviendas anuales - que es lo que efectivamente se
puede y se debe construir en el país. Con eso no hicieron sino reparar su ineficiencia
previa. Pero no basta construir - lo cual nadie pretende detener ni revertir -
sino que lo importante es que los beneficiarios de dichas viviendas lleguen en
algún momento de sus vidas a ser propietarios
de las mismas. Si solo son residentes, o usufructuarios, pero no son propietarios
de sus casas, los pueden echar en cualquier momento.
Además, no pueden venderlas, ni hipotecarlas, ni dejarlas como
herencia a sus hijos. Si se cambian a otra ciudad, no sabrían que hacer con la
vivienda que han obtenido. No se sabe si pueden alquilarla o no, pues no son
realmente dueños de esa vivienda. No pueden venderla para comprar una casa equivalente
en la nueva ciudad donde tengan que trasladarse. Si quieren comprar una casa mejor, pues sus
condiciones de ingreso han mejorado, no pueden vender la casa antigua para
financiar parte de la casa nueva. Ser propietarios de la vivienda donde viven
es una aspiración legítima de todos los beneficiarios de la misión
vivienda
Venezuela, pero el gobierno se opone tenazmente a ello, pues quiere mantenerlos
como una masa de ciudadanos que tienen que acatar las disposiciones del gobierno
y de su partido para poder mantenerse dentro de la vivienda que les ha sido
asignada. Para mantenerlos como una masa factible de ser manipulada política y
electoralmente, es imprescindible no otorgar los títulos de propiedad de las
casas. Ser propietarios les daría, además de las ventajas económicas, libertad
de conciencia y de expresión política. Ese es el supuesto ataque de que se les
viene encima.
Han salido
también en defensa de la salud, supuestamente amenazada de privatización. Eso
es increíble. Este gobierno ha deteriorado en tal grado la salud pública, que
todos los ciudadanos se han visto obligados a virar hacia la salud privada. Todos
los contratos colectivos - incluso de los más rojo rojitos de los partidarios
del gobierno - no negocian condiciones
de mejor atención en los hospitales públicos, sino que piden derechamente pólizas
de HCM que les permitan a ellos y a sus familiares ser atendidos en las
clínicas privadas.
El 30 % de
los partidarios del candidato republicano Trump, en Estados Unidos, manifestaron en una encuesta
reciente que estaban dispuestos a apoyar un eventual ataque norteamericano a Agrabah,
sin saber de que se trataba ni donde estaba esa ciudad. En realidad se trata de
una ciudad inventada, donde trascurre el conocido cuento de Aladino. Quedó así
en evidencia la ignorancia y la histeria de esa masa de partidarios de ese
insólito candidato. En Venezuela, muchos
de los partidarios del gobierno están casi en la misma situación, defendiendo
lo que nadie ataca, y atacando lo que nadie del país defiende.
sergio-arancibia.blogspot.com
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