domingo, 3 de enero de 2016

SOLIDARIDAD CON AGRABAH

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 31 de Diciembre de 2015)


¡¡Las fuerzas revolucionarias tienen que ser intransigentes en su defensa de Agrabah frente a los ataques de la derecha reaccionaria, que pretende acabar con los avances sociales del pueblo!!

Eso es lo único que les falta por decir a las huestes del gobierno. Han salido en la defensa de cuanta institución se les ha ocurrido, sin preocuparse de averiguar quién y cómo está eventualmente interesado  de atacar esas posiciones. Así por ejemplo, han salido en la defensa de Pdvsa - supuestamente para impedir su privatización - y montaron mítines en todas las instalaciones petroleras del país, para dejar claro que la clase obrera venezolana está dispuesta a protagonizar las jornadas de lucha que fuesen necesarias para defender la riqueza petrolera del país, incluso derramando su propia sangre si fuera necesario.  Lo que no se  dijo en esos mítines es que fue el gobierno de Carlos Andrés Perez el que nacionalizó la industria petrolera nacional, en 1975, y que  solo gracias a eso el gobierno del Presidente Hugo Chávez pudo gozar y dilapidar la renta petrolera como se le dio la gana.  Tampoco han dicho que nadie en la actualidad ha planteado volver a privatizar la industria petrolera.

Posteriormente salieron en defensa de la Gran Misión Vivienda Venezuela, GMVV, olvidando que en los primeros diez años del gobierno chavista se construyó en este país menos que el cualquier otro gobierno de los 10 años anteriores, y la misión vivienda Venezuela ha construido en los últimos cuatro años aproximadamente 600 mil viviendas - es decir 150 mil viviendas anuales - que es lo que efectivamente se puede y se debe construir en el país.  Con eso no hicieron sino reparar su ineficiencia previa. Pero no basta construir - lo cual nadie pretende detener ni revertir - sino que lo importante es que los beneficiarios de dichas viviendas lleguen en algún  momento de sus vidas a ser propietarios de las mismas. Si solo son residentes, o usufructuarios, pero no son propietarios de sus casas, los pueden echar en cualquier momento. 
Además, no pueden  venderlas, ni hipotecarlas, ni dejarlas como herencia a sus hijos. Si se cambian a otra ciudad, no sabrían que hacer con la vivienda que han obtenido. No se sabe si pueden alquilarla o no, pues no son realmente dueños de esa vivienda. No pueden venderla para comprar una casa equivalente en la nueva ciudad donde tengan que trasladarse.  Si quieren comprar una casa mejor, pues sus condiciones de ingreso han mejorado, no pueden vender la casa antigua para financiar parte de la casa nueva. Ser propietarios de la vivienda donde viven es una aspiración legítima de todos los beneficiarios de la misión 
vivienda Venezuela, pero el gobierno se opone tenazmente a ello, pues quiere mantenerlos como una masa de ciudadanos que tienen que acatar las disposiciones del gobierno y de su partido para poder mantenerse dentro de la vivienda que les ha sido asignada. Para mantenerlos como una masa factible de ser manipulada política y electoralmente, es imprescindible no otorgar los títulos de propiedad de las casas. Ser propietarios les daría, además de las ventajas económicas, libertad de conciencia y de expresión política. Ese es el supuesto ataque de que se les viene encima.

Han salido también en defensa de la salud, supuestamente amenazada de privatización. Eso es increíble. Este gobierno ha deteriorado en tal grado la salud pública, que todos los ciudadanos se han visto obligados a virar hacia la salud privada. Todos los contratos colectivos - incluso de los más rojo rojitos de los partidarios del gobierno - no negocian  condiciones de mejor atención en los hospitales públicos, sino que piden derechamente pólizas de HCM que les permitan a ellos y a sus familiares ser atendidos en las clínicas privadas.

El 30 % de los partidarios del candidato republicano Trump,  en Estados Unidos, manifestaron en una encuesta reciente que estaban dispuestos a apoyar un eventual ataque norteamericano a Agrabah, sin saber de que se trataba ni donde estaba esa ciudad. En realidad se trata de una ciudad inventada, donde trascurre el conocido cuento de Aladino. Quedó así en evidencia la ignorancia y la histeria de esa masa de partidarios de ese insólito candidato.  En Venezuela, muchos de los partidarios del gobierno están casi en la misma situación, defendiendo lo que nadie ataca, y atacando lo que nadie del país defiende.      
sergio-arancibia.blogspot.com



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