(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición impresa
de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 20 de Enero de 2016)
Casi todos los países han creado en las últimas décadas,
dentro de su institucionalidad estatal o para estatal, agencias u organismos
especializados en la promoción de exportaciones. En América Latina algunos de esos
organismos han sido particularmente exitosos, entre los cuales se puede mencionar
a ProMéxico, a ProColombia y a ProChile, cada uno de los cuales ha sido un
apoyo importante en el proceso de internacionalización de las respectivas
empresas nacionales.
El Real Instituto Elcano, de España, en su último boletín de
diciembre, publicó un interesante artículo del Dr. E. Fanjul, en el cual se
reflexiona sobre la efectividad de las agencias de promoción de exportaciones
existentes en el mundo. Gruesa parte del artículo se basa, a su vez, en un estudio
realizado al respecto en la Universidad de Ginebra, en el cual se pasa revista
a la experiencia de aproximadamente 100 de estas agencias a nivel mundial. La
idea central al cual se llega en el estudio de la Universidad de Ginebra y en las
reflexiones del Dr. Fanjul es que las agencias de promoción de exportaciones
son efectivas. En otras palabras, que un dólar invertido en promoción de
exportaciones, por la vía de estas agencias estatales o paraestatales, tiene un
efecto multiplicador sobre las exportaciones: un dólar invertido en promoción de
exportaciones se traduce en más de 10 dólares de incremento en las aquellas
exportaciones que constituyen el universo meta de dichas agencias de promoción.
Se llega también a la conclusión de que estas agencias son
más efectivas en la medida en que su universo meta sean las empresas medianas.
Es decir, no las muy grandes ni las muy pequeñas. Las primeras tienen sus propios
contactos y relacionamientos internacionales y tienen la capacidad financiera
como para llevar adelante, con sus propios recursos, las actividades de información
o de promoción que estimen conveniente realizar. Convertir a ese tipo de empresas
en receptoras de la ayuda estatal se constituye en una subvención que no incrementa
lo que de todos modos éstas realizarían por sí mismas. Las empresas muy pequeñas,
a su vez, suelen no tener las condiciones tecnológicas ni administrativas como
para generar la competitividad propia de la internacionalización, y las
posibilidades de fracaso son muy altas. Un eventual fracaso puede incluso tener
efectos letales sobre algunas empresas pequeñas que se arriesguen en un terreno
para el cual no están cabalmente preparadas.
Otra conclusión que fluye de este artículo que
comentamos es que las agencias de promoción
de exportaciones son más efectivas en la medida en que el sector privado participa
en los respectivos consejos de administración y en la medida, también, de que
el sector empresarial asume una parte significativa de los gastos que van implícitos
en las operaciones de promoción de exportaciones. La subvención pura y simple,
por parte de los organismos de promoción de exportaciones, de todos los gastos
y de todas las operaciones que se llevan adelante en ese campo, no parece
generar los incentivos suficientes como para que las empresas involucradas hagan
todos los esfuerzos que exportar implica. Así por ejemplo, llevar empresarios a
eventos feriales en el exterior, con todos los gastos pagados, genera muchas
veces una desatención de los respectivos stand y una escasez de contactos
comercialmente útiles.
El pensamiento liberal, pasado o presente, no ve con mucha
simpatía la existencia de estos organismos o agencias especializadas en la
promoción e exportaciones. Postulan que son meros mecanismos para subvencionar
actividades que las empresas pueden realizar por sí mismas y que no hay razones
como para que ellas se lleven adelante con fondos de todos los contribuyentes,
en circunstancias que la apropiación posterior de los beneficios es enteramente
privada. En realidad, la existencia de lo que los economistas llaman los fallos
del mercado, justifican plenamente la realización de ciertas actividades por la
vía de la acción gubernamental. En el campo del comercio internacional se hace
evidente que la información que se necesita para hacerse presente en un mercado
determinado no es transparente, es decir, que no está al alcance, por igual, de
todos los que eventualmente pueden necesitar de dicha información para
participar en ese mercado. Y participar sin la adecuada información es
participar con menores probabilidades de éxito.
Cualquiera que sea el producto que se analice,
no hay acceso a información relevante sobre precios, ofertas, demandas,
calidades, tecnologías, permisologías y
estructuras del mercado, en cualquier parte del mundo.
Y conseguir esa información,
por parte de cada uno de los posibles interesados en la misma, actuando cada
uno por su cuenta, tendría mayores costos que si la misma se consigue en forma
centralizada y compartida. Igualmente la promoción de una imagen país a nivel
internacional es una actividad que solo puede hacerse en forma centralizada.
Otro ejemplo: la participación en eventos feriales a nivel internacional se
lleva adelante con mejores resultados y con menores costos si se tiene un
pabellón nacional, que cobija a varias empresas con real capacidad competitiva,
que si cada empresa levanta y paga su propio stand.
Pero la actitud displicente con respecto a los organismos de
promoción de exportaciones no proviene solo del pensamiento liberal. En Venezuela
se han sumado tradicionalmente a esa postura todos aquellos que han visto en la
actividad petrolera una fuente inagotable de riqueza y de exportaciones para el
país, lo cual desalienta el estar asumiendo inversiones y preocupaciones encaminadas
a buscar otras actividades de exportación, cuando con el petróleo basta y sobra.
A esta altura de los tiempos ya no vale
la pena estar argumentado en contra de ese punto de vista. Luce demasiado
evidente - además de dramáticamente urgente - el promover las exportaciones no
petroleras.
sergio-arancibia.blogspot.com
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