(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 30 de
Septiembre de 2015)
En materia
de promoción de exportaciones – como en muchos otros órdenes de la vida- es
bueno aprender de las experiencias exitosas que hayan protagonizado otros
países. Eso permite, por un lado, no cometer los mismos errores que han
cometido los que ya han transitado por la misma vía, y que les ha tomado tiempo
y esfuerzo poder enmendar. Además, permite
no perder tiempo reinventando la rueda - u otras herramientas, instituciones o
políticas - que ya están suficientemente
inventadas y perfeccionadas. Tomemos como ejemplo lo que al respecto se hace en
México, en Colombia y en Chile. ProMéxico, ProColombia y ProChile, son los
respectivos organismos que tienen en sus manos la responsabilidad de coordinar
y llevar adelante lo que cada uno de esos países considera conveniente hacer en
materia de promoción de exportaciones, concepto este último que incluye hoy en
día la exportación de bienes y servicios y la promoción del turismo y de la
inversión extranjera.
En México
este organismo responsable de la promoción de exportaciones depende de la Secretaría
de Economía; en Colombia depende del
Ministerio de Comercio, y en Chile dicha dependencia administrativa es del Ministerio
de Relaciones Exteriores. En Colombia y en México el organismo coordinador de
la promoción de exportaciones dependió inicialmente de bancos nacionales de
comercio exterior existentes en cada uno de esos países, pero esa dependencia
se eliminó con el correr del tiempo y con la acumulación de experiencias. Se
dejó a los bancos de comercio exterior las funciones estrictamente financieras,
pero todo el resto de las actividades relacionadas con la promoción de
exportaciones se concentró en organismos especializados, altamente profesionalizados,
y con suficiente autonomía administrativa. En Chile no existió nunca - ni
existe hoy en día - un banco nacional especializado en comercio exterior, sino
que el empresariado recibe los apoyos y servicios relacionados con el comercio
exterior de la banca pública o privada que cada uno estime conveniente.
En los tres
casos que mencionamos se cuenta con una red externa de oficinas o departamentos
comerciales – varias decenas en cada caso - cada unas de las cuales está adscrita a la
embajada de su respectivo país y se encuentra dirigida por un director con
acreditación diplomática. Cada una de
estas oficinas o departamentos comerciales son coordinados por la instancia
central existente para tales fines en el país del cual dependen. Cada una de
esas oficinas comerciales lleva adelante
muchas actividades que ya son tradicionales, sin perjuicio de un amplio
espacio para innovar que siempre es bueno mantener abierto. Se incluyen, por ejemplo,
la recopilación de información comercialmente útil, es decir, inteligencia de
mercado, oportunidades de mercado, estudios de mercado, etc. También el apoyo a
los empresarios de su país que quieran incursionar en el país sede de una
oficina comercial, mediante información económica , institucional y comercial y
los contactos comerciales que le puedan ser útil, además del apoyo en preparación
de entrevistas o organización de eventos en que se expongan los productos que
se intenta comerciar. El apoyo a dichas misiones o incursiones comerciales
asume eventualmente la participación, ya sea como expositores o como visitantes,
en ferias o exposiciones especializadas, que se constituyen siempre en puntos
de contacto entre oferentes y demandantes de un cierto tipo de productos. La imagen de los agregaturías comerciales como
premios políticos, donde se puede llevar una vida cómoda y bien pagada durante
algunos años, no tiene nada que ver con las múltiples funciones e intensas actividades
de los agregados comerciales de los países que actúan con seriedad en el campo
del comercio internacional.
Para efectos
de apoyar a la red externa es imprescindible que la coordinación central mantenga
una relación estrecha con los empresarios interesados en abrirse paso en el
mercado internacional, que son en definitiva los usuarios del sistema. Hay que
organizarlos, potenciar sus capacidades exportadoras, capacitarlos en el
desempeño en el comercio internacional, apoyarlos financieramente en aquellas
actividades pre competitivas, y llevar adelante con los clúster de exportadores
todas aquellas actividades en que puedan
haber mayores y mejores rendimientos si se hacen en forma colectiva.
Nada de lo
anterior serviría para nada si no hay una política económica o una política de comercio exterior
que potencie, apoye o deje espacios como para llevar adelante la actividad
exportadora. Si no hay una adecuada política cambiaria, la actividad exportadora
no despegará nunca. También la actividad tributaria y aduanera, son complementos
importantes que hacen posible la competitividad internacional de los productos
de un país. Reducir los riesgos y los costos país, e incrementar la imagen país,
son elementos intangibles que tienen una altísima significación comercial. En síntesis, la promoción de exportaciones ha
devenido hoy en día, en América y en el mundo, en una actividad en que se suman
los esfuerzos de gobiernos y empresarios, y donde se lleva adelante una autentica
política de estado. Pero se trata de una actividad que necesita de
instituciones especializadas que lleven adelante acciones y políticas de largo
plazo, y que recojan la experiencia nacional e internacional acumulada en esta
materia. Ojala algún día Venezuela
también se plantee transitar por estos caminos.
sergio-arancibia.blogspot.com
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