miércoles, 9 de septiembre de 2015

SOBRE AALENDE Y SU GOBIERNO

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 9 de Septiembre de 2015)



Sobre el papel de Salvador Allende en la historia política de Chile - y en particular sobre los hechos que sucedieron en los tres años en que ejerció la Presidencia de la República - se han escrito cientos de artículos y trabajos.

Ha ido quedando clara para la historia la talla moral de un Allende que siendo un hombre de respeto y de tolerancia, de irrestricto apego a la legalidad, y que nunca propició la violencia como forma de imponer ideas ni como forma de ejercicio de la política, murió el  Palacio de La Moneda en medio de un combate militar, pues se opuso con  tranquila y clara decisión  a la idea de rendirse, de entregarse, de negociar o de dejarse humillar por los militares que se habían alzado en contra de la constitución y de las tradiciones democráticas chilenas que Allende se había comprometido a respetar hasta el último momento de su vida.

Ha quedado igualmente clara la extraordinaria relevancia de sus ideas y de su programa político, que implicaba, en apretada síntesis, conjugar la democracia, como forma de relación social y política, y el socialismo, como sistema más justo y más eficiente de crear riqueza y de hacerla llegar a todos los ciudadanos del país. Avanzar hacia el socialismo respetando la democracia y las libertades civiles y políticas que le son inherentes, era una forma de hacer historia que no había estado presente en las luchas del siglo XX. La experiencia del socialismo real, con la Unión Soviética a la cabeza, implicaba un gran salto adelante en materia de igualdad social, pero con un claro sacrificio de las libertades que la humanidad había ido construyendo a lo largo de los últimos siglos. La famosa triada de libertad, igualdad, y fraternidad - que surgió de la revolución francesa y de los filósofos del siglo XVIII y XIX -  se mantenía como un sueño incumplido de la humanidad contemporánea. Las ideas y el accionar de Allende iban encaminados a abrir un camino nuevo, inédito hasta ese momento, para hacer realidad esas banderas.

Sin embargo, todavía queda, en algunos sectores, una sombra de duda sobre la bondad de la política económica que se llevó adelante durante los mil días del gobierno de Allende. Se tiende a poner énfasis en las tensiones y dificultades económicas que se presentaron, e incluso a justificar, basado en ese ejemplo histórico, los desaciertos económicos que se cometen en otros rincones de América, por actores políticos que nada tienen que ver ni con los sueños ni con el guión que presidía el accionar del gobierno de Salvador Allende.

Es importante en ese campo subrayar el hecho de que el cobre, que representaba y sigue representando el principal producto de exportación, sufrió una sustancial caída en su precio internacional precisamente en los dos primeros años del gobierno de Salvador Allende. Si en 1970 el cobre se cotizaba en los mercados internacionales a 64 centavos de dólar la libra, éste bajó a 49 centavos promedio entre los años 1971 y 1972. La expropiación de las grandes minas de cobre, que estaban en manos de grandes compañías norteamericanas, no implicó una pérdida de la producción ni de productividad, sino que, muy por el contario, los técnicos y profesionales chilenos que asumieron la conducción de dichas empresas, no solo las mantuvieron en los niveles de antaño, sino que aumentaron dichos indicadores económicos. Pero el ingreso en dólares que esas exportaciones significaban, disminuyó por el efecto precio, con el consiguiente impacto sobre la capacidad para importar y sobre los ingresos fiscales. ¡Qué distinta hubiera sido la historia si Allende hubiera contado con precios crecientes para la riqueza cuprífera! Más aun, es dable levantar la hipótesis de que la recuperación del precio internacional del cobre, que se visualizaba en el horizonte de 1973, aceleró el momento del golpe de estado, pues no era posible para los golpistas esperar a que Allende superara las  dificultades económicas que enfrentó en sus dos primeros años de gobierno.

Pero no fue solo en la gran minería del cobre donde la expropiación se dio a parejas con aumentos de la producción  y la productividad. En el sector manufacturero, donde se expropiaron una gran cantidad de empresas, la producción aumentó, a pesar de la falta de insumos importados y del boicot empresarial. Todo el período presidencial de Allende se dio en el contexto de un incremento de la producción manufacturera.  De allí que el PIB del país aumentara en un 7.8 % promedio en los años 1971 y 1972. Las grandes variables que explican dicha situación son fundamentalmente la disciplina y la organización de los trabajadores, que se traducía en eficiencia productiva, y la ausencia casi absoluta de corrupción.  Durante el período dictatorial se intentó desesperadamente, sin éxito alguno,  poder probar al menos una falta a los criterios universalmente aceptados en materia de honestidad administrativa. Ni un solo ministro, ni alto o bajo funcionario, pudo ser acusado de deshonestidad, de corrupción o de falta administrativa alguna, aun cuando tenían todos los elementos jurídicos y mediáticos como para hacer prácticamente lo que quisieran en ese  frente. ¿Cuántos de los allendistas de última generación en América son capaces de pasar la prueba del acido y demostrar que no son ineficientes ni corruptos?

Es cierto que hubo colas y que algunos productos de primera necesidad se volvieron escasos, sobre todo los de origen agropecuario,  pero no fue ni por ineficiencia ni por corrupción, sino porque el aumento en los salarios y en los ingresos generó aumentos de demanda que superaban los incrementos de producción que objetivamente se presentaron.
El proceso político latinoamericano, con todo lo que ha tenido siempre de romántico y de esperanzador, por un lado, y de  trágico y de dramático, por otro, no ha parido hasta el día de hoy otro Salvador Allende ni otro proceso tan rico y hermoso como el que él presidió.
sergio-arancibia.blogspot.com






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