(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 14 de octubre
de 2016)
Hay varias
dudas que surgen de la medida anunciada por el Presidente Maduro en el sentido
de que los productores agrícolas y agroindustriales tendrán que entregar el 50
% de su producción al Estado para que éste distribuya aquello por la vía de las
CLAP. Algunas de esas dudas son las siguientes:
Si cada
productor agropecuario debe entregar al estado el 50 % de su producción, solo
podrá entregar a la agroindustria una parte del 50 % restante. La
agroindustria, a su vez, entregará al estado el 50% de aquello que logre
producir con aquella parte de los insumos que logre comprar en el mercado. En
síntesis, si cada eslabón de la cadena productiva entrega al estado el 50 % de
su producción, el estado captará, en principio, el 50 % de lo producido por
cada eslabón, aun cuando lo producido por los eslabones aguas abajo será cada
vez menor, pues dependen para producir de lo que logren comprar en el mercado
de una producción que será canalizada en un 50 % hacia los circuitos estatales
de distribución.
¿A qué
precio pagará el estado aquella producción que se le entregará
obligatoriamente? ¿A precio oficial? ¿A precio de mercado? ¿A precio internacional?
¿Y se pagará al contado? ¿O a crédito? ¿O con bonos? ¿De dónde sacará la plata
el estado para pagar inicialmente ese 50 % de la producción agropecuaria que
comprará? Si los precios que se le paguen al agricultor resultan ser
artificialmente bajos, los precios a los cuales se venderá la producción
restante, en los mercados relativamente libres, será sumamente mayor, para
poder resarcirse. También es probable que se produzca un masivo proceso de
ocultamiento de la producción, para no entregar al estado, a precio de gallina
flaca, exactamente la mitad de lo producido. Es decir, es altamente probable
que el mercado negro resurja en gloria y majestad. ¿Cómo harán para lograr que
los campesinos declaren una cantidad cercana a la verdad en relación a cuanto
ha producido cada predio? ¿Cómo harán para obligar a los campesinos y a los
empresarios del campo para que vendan la mitad - y no menos - de lo producido?
¿Que
mecanismo contralor o contable se implementará -tanto en el presente como a
futuro- para asegurar que lo que el consumidor final pague por su bolsa de
comida CLAP sea efectivamente lo que se canalice hacia arriba? ¿Cómo asegurar
que no hallan pérdidas o filtraciones en lo que cada familia pague por su bolsa
de comida? ¿Hay algún recibo, alguna factura, algún papel que dé cuenta de
cuanto reciben en dinero efectivo los improvisados comercializadores de las
bolsas CLAP? No hay que perder de vista que ese sistema de comercialización
eliminó totalmente de su seno al comercio minorista y mayorista y que el
sistema de distribución ha sido reemplazado por un sistema donde el control,
los registros y las auditorias, son casi imposibles. Todo queda librado a la moral, no siempre
rígida, de los hombres nuevos.
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