jueves, 14 de julio de 2016

EL BREXIT Y VENEZUELA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 13 de Julio de 2014)

La salida de Inglaterra de la Unión Europea tiene complicados a los propios ingleses, a toda Europa y a una buena parte del resto del mundo.
Sin embargo, en Venezuela, nadie parece creer que la situación económica se beneficiará o se perjudicará por ese evento de carácter estratégico mundial. Venezuela, por lo menos directamente, no parece que se verá afectada en su comercio con Inglaterra ni en su comercio con la “Europa-menos-uno”.
Un país como Venezuela, que tiene prácticamente un solo producto con el cual se relaciona comercialmente con el mundo y que ha avanzado muy `poco en las últimas décadas en materia de negociación de tratados o acuerdos comerciales con otros países o regiones, no tiene mucho de qué preocuparse.
Por el lado de las exportaciones, las mercancías venezolanas seguirán entrando a Europa y a Inglaterra con el mismo arancel actual, lo cual vale decir con las mismas preferencias y con la misma competitividad con que entran hoy en día. Si suponemos un escenario en que tanto Inglaterra como el resto de la Unión Europea mantendrán la estructura arancelaria que hoy en día mantienen para terceros no comunitarios, y que no tienen tratados comerciales vigentes con la Unión, entonces todo seguirá igual.
Distinta es la situación de los países como Colombia, Perú o Chile, que tienen sendos tratados comerciales vigentes con la Unión Europea en su conjunto. Para esos países sí que la situación inglesa tiene muchísima importancia, pues no se sabe si Inglaterra mantendrá con esos países la situación actual de aranceles recíprocos, o si se sentirá libre de elevarlos como lo estime conveniente. Pero el mero hecho de abandonar la Unión no determina de por sí lo que Inglaterra hará en ese campo. Puede conservar, abandonar o modificar muchas de las normas que hoy en día son comunes para todos los miembros de la Unión Europea.
Con las importaciones las cosas son más claras aún. El establecimiento de aranceles de importación es una materia autónoma y soberana de la propia Venezuela y no se visualizan razones como para introducir modificaciones en ese campo.
Hay otras modificaciones más indirectas del brexit, que también merecen ser analizadas. La libra esterlina ha bajado en los mercados cambiarios internacionales y lo más probable es que se quede en esos sitiales bajos. Eso beneficia al dólar, al euro o al yen, es decir a las monedas que se hacen más fuertes en relación a la libra. Debido a ello, los que tienen libras esterlinas en su mano, o los que comercializan habitualmente sus mercancías en libras esterlinas, se verán perjudicados. Pero no es el caso de Venezuela, que vende su petróleo en dólares.
Otro punto importante son los flujos internacionales de capital. La mayor fortaleza del dólar hará que se canalice hacia el mercado bancario y financiero norteamericano una mayor cantidad de los capitales que andan dando vueltas por el mundo, lo cual puede conducir a una mayor sequía de dólares para ser invertidos en los países en desarrollo, lo cual fortalecería una tendencia que ya estaba en marcha desde antes del brexit. En todo caso Venezuela ha mostrado en los últimos años un desprecio olímpico por los capitales extranjeros. No se interesa por atraerlos, les pone condiciones muy difíciles a los pocos valientes que se atreven a asomarse a ver lo que aquí sucede, e incluso ahuyenta los que se han establecido aquí durante las décadas anteriores. 
Así que, por esta vez, nuestro aislamiento y provincianismo nos han preservado, por lo menos en lo inmediato, de las tempestades que se desarrollan en otros confines del globo.

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