jueves, 17 de marzo de 2016

LOS PELIGROS DEL CUARTO MOTOR

(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 16 de marzo de 2016)


En la estrategia comunicacional del Gobierno las exportaciones no petroleras aparecen como el cuarto motor que hay que poner en movimiento para que éste a su vez dinamice al conjunto de la economía nacional. Es bueno que potenciar las exportaciones aparezca como un objetivo expreso de política económica. Mucho más importante es, desde luego, que ese objetivo nacional se pueda traducir  en metas y en proyectos concretos, los cuales, a su vez, se puedan llevar adelante en plazos y cronogramas claramente establecidos. No es usual, en el país en general, que los objetivos genéricos se hagan aterrizar en metas y en proyectos muy claros y específicos, y que estos se ubiquen con cierta precisión en el tiempo y  en el espacio, pero nunca es tarde para expresar la esperanza de que las cosas puedan llegar a funcionar de esa manera. Ojala la meta de aumentar las exportaciones no petroleras, que recae sobre los hombros del ministro Farías, se traduzca prontamente en metas y proyectos concretos. Sin embargo, también es posible que se desate una constelación de factores adversos que lleven a que esos objetivos queden en una mera exposición de buenos deseos, o en sueños de una noche de verano.

Entre los factores que podrían dejar en nada el objetivo de potenciar las exportaciones no petroleras podríamos mencionar el eventual incremento de los precios internacionales del petróleo. Otro boom petrolero – aun cuando se vea lejano hoy en día- puede llevar a que el Gobierno se sienta cómodo con el nuevo nivel de los ingresos provenientes de los hidrocarburos y toda la economía y la política venezolana  vuelva a girar en torno a cómo cada uno le echa mano a un pedazo de esa renta.

Otra amenaza que se levanta como posible - en contra de un eventual programa serio y sostenido de promoción de exportaciones - es que el tema se politice en tal medida que lo que diga al respecto un sector de la política nacional sea inmediatamente negado o combatido por el otro. Es decir, que la política de promoción de exportaciones no se convierta en una autentica política de Estado, sino que sea una mera suma de las decisiones parciales que cada grupo le ha ido arrancando al otro por la vía de la imposición o de la negociación.

También es posible que las políticas que el ministro Farías intente llevar adelante en este campo del fomento de las  exportaciones no petroleras no alcance un grado de consenso alto en el seno del propio gobierno. Hay allí sectores que todavía creen que al sector privado hay que combatirlo en todos los frentes - pues es el enemigo al que hay que vencer en la guerra económica - y que la forma de vencer a ese enemigo es maniatarlo con la mayor cantidad de controles y restricciones posibles. Esos sectores ven como una traición el potenciar a sectores privados, de pequeñas y medianas empresas, que puedan beneficiarse de un programa de apertura hacia el exterior. También hay sectores que, más allá de cualquier concepción política o ideológica, se benefician de las restricciones, controles y alcabalas de todo tipo que debe enfrentar el sector exportador, y quieren conservar sus prebendas. 

Otro elemento muy importante que puede complotar contra un programa de fomento exportador es el hecho de que se lleva adelante en el peor momento de la economía internacional. Aun cuando Venezuela llevara adelante un programa serio - que incremente su competitividad internacional y la deje ene condiciones de llegar a los mercados externos con mercancías de buena calidad y buenos precios - es posible que los mercados externos no recepcionen esa oferta venezolana sencillamente porque son muchos los países en los cuales la capacidad de compra está detenida o en franco retroceso. La coyuntura internacional actual se caracteriza por muchos países que quieren vender pero pocos países que quieren o pueden comprar. En otras palabras, puede que estemos llegando un poco tarde a este mundo de la competencia internacional.

Una última dificultad: un programa serio y sostenido de fomento exportador tiene costos. Hay que incrementar la importación de insumos y materias primas; hay que arreglar la infraestructura de transporte terrestre, eléctrica y portuaria, entre otras; hay que invertir en contactos y promoción internacional; hay que invertir en capacitación de empresarios; hay que invertir en investigación e inteligencia de mercados; etc. También tiene beneficios, desde luego, y a mediano plazo los beneficios son mayores que los costos. Eso está claro en la experiencia internacional. Pero los frutos no se reciben al día siguiente después de haber incurrido en los costos. El fomento y la promoción de exportaciones necesitan de un tiempo para madurar y dar todos sus frutos. La impaciencia y el cortoplacismo pueden, por lo tanto, echar por la borda todo lo que se planifique en este importante campo del fomento y la promoción de exportaciones no petroleras. Ojala que no.
sergio-arancibia.blogspot.com


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