(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición impresa de TAL CUAL el día 5 de Junio
2015)
Este asunto
de la competitividad se refiere a la situación relativa de un agente productivo
con respecto a otros especímenes de la misma especie. Una empresa puede haber
ganado en calidad y haber bajado sus costos, y pensar, por lo tanto, que su situación en el mercado le arrojará crecientes
ganancias. Pero si las empresas con las cuales compite en el mercado producen
una mercancía en que la mayor calidad es más manifiesta y además las mejoras
tecnológicas y administrativas han hecho bajar los costos en mayor medida que en
la primera empresa mencionada, entonces lo más probable es que la primera empresa
haya retrocedido con relación al resto de sus competidoras. En otras palabras
la primera empresa está - de acuerdo a
todos los indicadores de calidad, de costos, de tecnología y de administración - mejor que antes, pero puede que su situación
competitiva haya disminuido hasta una situación en que puede estar a punto de
salir del mercado. No basta por lo tanto, con avanzar y ser mejor. Hay que avanzar
en forma más rápida, más visible y más
profunda que las otras empresas que participan en el mercado. Algo parecido sucede
con los países. Hoy en día todos los países compiten entre si para que sus
productos sean más baratos, más originales, más avanzados tecnológicamente y de
mejor calidad que los productos de la
misma especie producidos por otros países. Cada uno trata de producir más y
mejor para poder vender más en el mercado internacional, para comprar menos o
para comprar en forma más selectiva solo aquellos bienes que no puede producir
internamente. Por todo ello es importante pasar revista a los indicadores que muestran el grado de competitividad internacional de los diferentes países.
El Institute
for Management Development, de Suiza, elabora anualmente el Índice de
Competitividad Mundial, en el cual analiza la situación competitiva de 60 países.
De acuerdo a dicho estudio Estados Unidos ocupa, en el 2015, el primer lugar en cuanto a competitividad mundial
y Venezuela ocupa el último lugar. A nivel latinoamericano Chile es el país
mejor rankeado y se ubica en el lugar 35. Le sigue México, en el lugar 39,
Colombia en el 51, Perú en el 54 y Brasil en el 56.
Es dable
suponer que no es fácil ser competitivo cuando la electricidad se va durante varias horas diarias en la capital
del país, o donde la administración pública tiene que trabajar media jornada, o
donde hay grandes dificultades para importar las materias primas e insumos que
se necesitan para producir, o donde hay
un ataque sistemático al sector empresarial, o donde hay que pedir autorización
para mover un tomate desde el productor hasta el supermercado.
En este
campo de la competitividad internacional, los países no compiten por puro
espíritu deportivo. En el implacable sistema comercial internacional contemporáneo,
no ser competitivo implica un deterioro de la calidad de vida de la población y
un mayor esfuerzo nacional para permanecer donde mismo.
sergio-arancibia.blogspot.com
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