(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 17 de Junio
de 2015)
Quizás una
de las pocas cosas en que todo el país está de acuerdo es en que la economía
nacional no puede seguir como está, ni puede seguir caminando en la dirección
en la cual camina.
El país no puede seguir con el déficit fiscal
que presenta actualmente, ni con la emisión
monetaria que lleva adelante el Banco Central. Eso solo conduce a
niveles crecientes de inflación. Eso se sabe que es así en cualquier parte del
mundo. Una inflación cercana a los tres dígitos hace que nadie tenga confianza
en la moneda nacional y, por lo tanto, nadie ahorre en bolívares. Los que solo
pueden consumir, consumen tanto como pueden, comprando incluso ahorita lo que
van a consumir el próximo mes, o comprando lo que encuentren con fines de
trueque familiar, vecinal o de ventas en pequeña escala con toda la ganancia
que se pueda, pues todos los datos del mercado pueden variar la próxima semana.
Ningún agente económico trabaja con un horizonte superior a 15 días. Los que tiene alguna capacidad de ahorro compran
departamentos - aun con bastante miedo a
que se los expropien – y compran dólares, que es otra forma de asegurar una cierta
reserva patrimonial. La unidad monetaria nacional, que se supone debe cumplir las funciones convencionales del dinero, no funciona
como unidad de cuenta, pues un bolivar de hoy no es lo mismo que un bolivar de
una semana antes ni de una semana
después. Tampoco funciona como depósito de valor, pues el valor de esa unidad
monetaria se deteriora día a día, y un ciudadano tendría que ser absolutamente
loco para descansar, en lo que respecta a su futuro y el de su familia, en sus posibles
depósitos periódicos en bolívares. El
bolivar funciona cada vez menos como unidad de cambio, pues la gente va
lentamente virando hacia el dólar para transar una cantidad creciente de bienes
y servicios. Si el bolivar va lentamente abandonando las cualidades propias del
dinero, la economía se queda sin una unidad de cuenta en la cual llevar
adelante lo que se denomina el cálculo económico: no es posible calcular la
racionalidad de las decisiones económicas - tanto de los consumidores como de
los inversores - pues se rompen los mecanismos convencionales a través de los
cuales se jerarquizan situaciones y opciones económicas. La economía sigue
funcionando, la gente sigue comprando e incluso invirtiendo, pero lo hace al
ojo, con el corazón, con la intuición, sin poder utilizar los instrumentos que
la economía ha venido desarrollando a lo largo de los siglos para otorgarle ciertos
grados de racionalidad a las decisiones de los agentes económicos. Algo tan
fácil en otras circunstancias como decidir sobre los ingresos futuros
provenientes de dos inversiones
posibles, no tiene ahora base real alguna, pues nadie tiene un horizonte más
allá de dos semanas, y nadie sabe las originalidades que en ese campo van a
inventar quienes dirigen la economía nacional. Solo funciona el “ahí vamos viendo”, o el “agarre aun cuando
sea fallo”, lo cual no solo deteriora el
tejido económico del país sino que incluso su tejido moral. Pueden dar mil explicaciones:
que todo eso es consecuencia de la guerra económica, o de la perversidad del
imperio, o de un dios al cual se invocó para que proveyera y no ha querido
proveer nada, pero lo cierto es que el país no puede seguir así.
En materia
cambiaria los famosos, pintorescos y tropicales
cuatro tipos de cambio – que no existen y no funcionan como tal en
ninguna parte del mundo- solo conducen a
escasez de dólares, a escasez de mercancías, a fabricas paradas por ausencia de
repuestos materias primas e insumos y al
desarrollo de mil ingeniosidades - por llamarlas de alguna forma - para obtener dólares baratos. Eso se puede
justificar en determinadas circunstancias como una opción desesperada que se puede
extender por unos pocos meses, mientras se decide, se crea o se organiza un
sistema más racional, pero como sistema permanente sencillamente no funciona.
No funciona ni ha funcionado en ninguna parte del mundo, y en Venezuela, como
no podría ser de otra forma, también a
demostrado que no funciona. Cuando el país tenía muchos dólares, pues el barril de petróleo estaba con un precio
internacional superior a cien dólares, el control de cambios era un mecanismo que
permitía asignar premios, pagar favores y ganar adhesiones sin perjudicar
demasiado a los que no salían directamente favoridos. Pero en situación de
vacas flacas, el seguir repartiendo los dólares en base a criterios que no son
del todo transparentes implica sacrificar sectores productivos enteros y generar
por largo tiempo anaqueles vacios en los supermercados, con el consiguiente
desarrollo del bachaqueo y del mercado negro. Esa situación no puede continuar.
No es una situación sostenible. Ningún país puede funciona así a mediano plazo. Tienen que haber cambios. En alguna
dirección, pero tienen que haber cambios.
Tampoco el
país puede funcionar por más tiempo con
gasolina prácticamente regalada, subvenciones a muchos productos, empresas
estatales que no producen, controles de precios, permisos de todo tipo hasta
para mover un saco de papas desde el productor al mercado, amenazas a todos los
agentes económicos, guerras ficticias, diálogos que no son tales, etc. Eso no
funciona. Sencillamente no funciona. Cada una de esas cosas – y más aun todas juntas
- terminan mal. Se necesitan cambios.
El país no
puede quedar paralogizado a la espera de una eventual alza en los precios del petróleo
- que venga a salvar la situación y permitir que la fiesta se reanude - ni
puede quedar a la espera de inversiones extranjeras rusa o chinas, que son tan
cuidadosas -por decir lo menos - como
cualquier inversión de cualquier parte
del mundo. El internacionalismo proletario y la solidaridad tercermundista se
terminaron hace tiempo.
Se necesitan
cambios. La ciencia económica, la historia, el sentido común y el clamor de la calle, indican claramente
que la situación actual de la economía nacional no funciona. Por ello, la
parálisis del gobierno, que no toma medidas en ningún sentido, es lo peor de
todo lo que le está sucediendo al país.
sergio-arancibia.blogspot.com
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