(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 20 de Mayo de
2015.)
Un estudio
reciente del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, pone de relieve que Venezuela
ha recibido por concepto de remesas provenientes del exterior la suma de 897
millones de dólares en el año 2014. Esa cantidad parece superar cualquier monto
que Venezuela hubiera recibido por este concepto en cualquier otro momento de
su historia. No olvidemos que el concepto de remesas se refiere a los monto de
dinero que los residentes en el territorio venezolano reciben desde el
exterior, sin que exista una contrapartida en bienes y/o servicios por parte del
receptor. En buen romance, el concepto de remesas da cuenta, en el mundo
contemporáneo, de los ingresos que los trabajadores migrantes envían a sus
familiares en el país de origen.
La cantidad
mencionada en el informe del BID amerita una serie de consideraciones adicionales.
En primer lugar, señalar que se trata de una cifra que no se corresponde en
absoluto con los datos que proporciona el Banco Central de Venezuela, BCV. Este
organismo - rector en materia de cuentas nacionales y de cuentas de balanza de
pagos - reconoce una cantidad cercana a los 60 millones de dólares en el año
2014. Es decir, según el BCV las remesas que reciben los venezolanos desde el
exterior son aproximadamente 61 millones de dólares y no los 897 millones de
dólares que reconoce el BID. Para
entender una discrepancia tan gruesa uno podría suponer que el BCV contabiliza
en sus cuentas y sus estadísticas los montos de dólares que llegan a Venezuela por la vía del sistema bancario
o financiero formal, lo cual obviamente es una parte my modesta de los flujos
que se canalizan hacia el país por concepto de remesas. En otras palabras: si
alguien localizado en el exterior quiere enviar dinero a su familia localizada
en Venezuela tendría que ser sencillamente idiota para enviar esos fondos a través del sistema bancario, donde le darán
al beneficiario una cantidad de bolívares correspondiente a alguna tasa de
cambio oficial. Lo más probable es que
busque mecanismos alternativos y seguramente los encontrará, y el BCV no solo no
se enterará, sino que no hará ningún esfuerzo por estimar las cifras que entran
por esas vías alternativas. Al parecer, el BID está indicándole al BCV cual es
la cantidad que en esta materia se acerca a la real.
Otro aspecto
importante de considerar es que si las cifras del BID son cercanas a la
realidad, eso significa que hay en el sistema económico nacional una buena cantidad
de dólares circulando en forma discreta e indocumentada. De ser así, más de alguno
de sus poseedores puede estar pensando en comprarse un carro, de esos que se empezarán
a vender próximamente en dólares. Pero hay una pequeña dificultad. Si el Seniat,
es decir, el organismo encargado de la recaudación de impuestos, se mete en el
medio de toda esta operación y empieza a exigir a los compradores de carros
antecedentes comprobables respecto al origen de los fondos involucrados en esa
compra, entonces puede que todo se venga abajo y los carros no se puedan vender.
Un tercer
aspecto interesante de tener en cuenta es que para que las remesas tengan
lugar, lo primero que se necesita es una cantidad significativa de venezolanos
radicados en otros países, con trabajo y fuentes de ingresos relativamente
estables y deseosos de enviar algunos aportes a sus familiares que permanecen
en territorio nacional. A pesar de que
los venezolanos siempre han tenido las puertas del país abiertas para salir
hacia los destinos que cada uno estime convenientes, en la práctica no se había
presentado nunca una emigración masiva, que genere núcleos significativos de
connacionales en otros países extranjeros.
Quizás los últimos venezolanos que protagonizaron procesos de esa
naturaleza fueron Bolivar y sus tropas, cuando aquí los españoles retomaban el
control del país, y las huestes independentistas tenían que salir hacía territorios
vecinos. Por lo tanto, hay que partir, hoy en día, por aceptar, al menos en calidad
de hipótesis, que la emigración venezolana es un hecho, y que hay núcleos
importantes de connacionales en Estados Unidos, en Panamá, en España y en Chile,
por citar solo algunos de los principales países receptores de estos flujos
humanos, y que esos venezolanos no se han desentendido en forma total y
absoluta de los familiares que dejaron en Venezuela.
Para muchos
países de nuestra América, tales como Perú, Ecuador, Colombia y muchos países centroamericanos,
el triste fenómeno de la exportación de mano de obra se ha convertido en las
últimas décadas en una fuente importante de recursos financieros, pues la remesas
que ellos envían regularmente a su país de origen significan para estos un ingreso casi tan importante como las exportaciones tradicionales.
Venezuela no se encontraba en esta
categoría de países. Muy por el contario, Venezuela era un país que recibía
migrantes de otros países, fundamentalmente de Colombia, de Perú, de Haití, sin
contar la migración europea que recibió en gran cantidad y de gran calidad en
el siglo pasado. Por esa razón, Venezuela tenía que aceptar la salida en forma
regular de las remesas que fluían de nuestro país con destino a los países de
origen de los trabajadores extranjeros. Pero hoy en día las cosas cambian en
forma acelerada .Por un lado, los trabajadores colombianos no pueden actualmente
remesar a Colombia por las vías formales. Por otro lado, la antaño generosa y orgullosa
Venezuela tiene que reconocer que ha entrado en esta categoría de los países
que exportan mano de obra, y que los fondos que por este concepto llegan al territorio
nacional son cada vez mayores. En este contexto es que se inserta la reciente
idea estatal de tratar de captar esos dólares, al menos en parte, por la vía d dolarizar algunos mercados internos.
sergio-arancibia.blogspot.com
Profesor
UCAB y UCV
No hay comentarios:
Publicar un comentario