Artículo de
Sergio Arancibia publicado por EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 18 de Febrero
de 2015.
La baja en
los precios de las materias primas de
exportación está afectando no solo a Venezuela sino a varios otros países de la
región. En particular se puede mencionar a los otros cuatro países del Mercosur
– Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay -
que ven como la soya cae inexorablemente en el mercado internacional.
También Chile, con el cobre, sufre los efectos de esa caída en los commodities
que se ha convertido en una característica de la actual fase de la economía
mundial. Pero si bien todos se ven afectados por este fenómeno, no todos se ven afectados de la misma manera.
Los cuatro
países que conformaron originalmente el Mercosur han devenido en países
soyeros. Exportan la soya en forma de habas, en forma de aceite y en forma de
tortas de soya, que es el desecho que queda después de extraer el aceite. El
aceite se consume directamente por los humanos o ligado con aceite de otras
procedencias. La torta de soya se destina fundamentalmente a la alimentación de bovinos, cerdos y
pollos, pues les aporta a estos animales la proteína que necesitan para su crecimiento. El maíz y el trigo, y otros productos vegetales,
les aportan los carbohidratos, también necesarios para su adecuada alimentación,
pero no las proteínas. La soya se convierte así en un insumo casi insustituible
para la el desarrollo de la ganadería a nivel mundial y vive las vicisitudes de
esa rama de la economía rural.
Para
Argentina, Uruguay y Paraguay - pero no así para Brasil- la soya ocupa el primer
ligar en el ranking de sus exportaciones. Para Paraguay el 37 % de sus
exportaciones está constituido por soya o sus derivados más inmediatos. Para
Argentina es cifra baja a 22 % mientras que para Uruguay es solo de 15 %. Estas cifras ya muestran por si solas una
diferencia crucial con respecto a la situación
de Venezuela, en donde el petróleo representa
el 95% de los ingresos por concepto de exportaciones. En otras palabras, el
carácter mono dependiente de sus exportaciones es mucho más marcado en
Venezuela que en cualquier otro país de la región. Más allá del discurso, este
país no ha sabido avanzar hacia la diversificación o la industrialización de
sus exportaciones. Cuando el petróleo goza de altos precios en el mercado
internacional, esa diversificación no se ve como necesaria, y cuando el precio
cae, ya no se ve posible. El caso de Brasil es diferente pues la soya solo
representa el 9 % de sus exportaciones, la mayoría de las cuales tiene carácter
manufacturero. El caso de Chile es casi
un caso intermedio entre los casos extremos de Brasil y de Venezuela, pues el
cobre y sus derivados más inmediatos representan
el 50 % de sus exportaciones, lo cual implica que la actual baja del precio del
metal rojo en el mercado internacional golpea con fuerza a la economía chilena,
pero nunca con tanta fuerza como a la venezolana.
Además de los
aspectos estructurales o de largo plazo -
fundamentalmente del grado de diversificación de sus exportaciones logrado
por cada país - hay factores que dicen relación con sus políticas económicas internas
más inmediatas que explican en casa caso la forma como la situación internacional los afecta. Así por ejemplo, el
nivel de reservas que se hayan acumulado durante el período de auge de las
exportaciones primarias; la constitución o no de fondos de compensación intertemporal - que permitan ahorrar en los periodos de
auge, para poder gastar en los momentos
de depresión internacional -; el nivel de las deudas externas
acumuladas; el grado en que se haya atraído inversión extranjera; el nivel de
inversión en infraestructura; las formas de inserción internacional; el grado
de competitividad de sus actividades primarias y/o manufactureras; la calidad que exhiba la educación; el respeto,
la confianza y el buen funcionamiento de las instituciones, etc. Todos esos factores - y no solo el precio del
principal producto de exportación - explican el grado de crecimiento o de decrecimiento
que exhibirán durante este año las economías de la región. De allí que Brasil,
aun con todas sus dificultades, se espera que crezca en un modesto 0.3 %, mientras
que Argentina, según los pronósticos del FMI, decrecerá en un 1.3 %. Chile, aun
con una caída pronunciada en el precio internacional del cobre se espera que
crezca en el 2015 en un 2.8 %. Venezuela, en cambio, según el mismo pronosticador,
verá caer su economía en un 7.8 %, pero
no caerá la economía de Ecuador, país donde el 55% de las exportaciones es
petróleo, ni caerá la economía de
Bolivia, país donde el 44 % de las exportaciones es gas.
sergio-arancibia.blogspot.com
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