(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TALCUAL el día 28 de Febrero de 2014.)
La Presidente
de Brasil Dilma Roussef estuvo a principios de esta semana en Europa, en una
visita que tuvo como plato de fondo el dar un impulso a las alicaídas negociaciones entre el Mercosur y la Unión
Europea, destinadas a generar un tratado de Libre Comercio entre ambos bloques.
Como resultado de esa gira, dentro de un mes, aproximadamente, tendrá lugar una
reunión técnica entre las partes, en la cual continuarán las negociaciones
correspondientes.
La Presidencia
del Mercosur descansa en estos momentos en manos de Venezuela, que envuelta en
sus propios problemas, no ha tenido tiempo de protagonizar nada desde ese puesto
rotatorio. Todo indica que entregará la Presidencia del Mercosur sin pena ni
gloria. Sin embargo, no deja de extrañar
que sea la Presidente de Brasil quien viaja a Europa a destrabar ese acuerdo y
a buscar mecanismos y formulas para darle nueva vida. ¿Le consultaron su
opinión a Venezuela, como Presidente pro tempore del Mercosur, que opinaba al
respecto? ¿Le han preguntado al menos su opinión como miembro pleno del Mercosur,
aun cuando no sea como Presidente? ¿O se lo saltaron a la torera? ¿Y si le hubieran consultado, que habrían
dicho? ¿Qué hay que avanzar en esas negociaciones, o que hay que detenerlas tanto
como se pueda?
En Octubre
del año pasado, se le había encomendado a la cancillería de Paraguay que
encabezara esas negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea. Todo parece
indicar que eso no dio ningún resultado. Frente a esa situación Brasil ha
tomado el toro por las astas y ha decidido agilizar directamente esa negociación,
pues sus socios del Mercosur no parecen tener mucho entusiasmo con la misma,
por lo menos no tanto como el propio Brasil. Argentina no oculta su falta de
simpatía y para Venezuela, preocupada de llegar a la próxima semana, la negociación
del Mercosur con la Unión Europea es la última de sus preocupaciones. Pero para
Brasil la cosa es diferente. Brasil tiene vocación de gran potencia. Quiere
hacer honor al hecho de ser parte del grupo BRIC, junto con China, la India y Rusia,
los grandes entre los países emergentes. No puede quedarse encerrado en el
contexto del Mercosur. Además, necesita nuevos mercados para sus exportaciones,
que ya no pueden seguir creciendo teniendo como horizonte sólo al Mercosur o al
mercado latinoamericano.
Pero si
Argentina y Venezuela no quieren abrirse al mercado europeo, Brasil tendrá que
tomar la decisión de negociar por su cuenta, lo cual no significa necesariamente
romper con el Mercosur, pues esa
situación se puede salvar económica y diplomáticamente mediante la fórmula de
una negociación a dos velocidades, como ya ha negociado anteriormente el Mercosur
con otros socios latinoamericanos. No
está claro, en todo caso, que a la Unión
Europea le guste eso de negociar con cada país por separado, aun cuando
a la hora de la chiquita, lo que importa es Brasil.
Brasil
exporta a Argentina un volumen de mercancías por un valor cercano a los 19 mil millones
de dólares. Esa es una cantidad importante en la cartera de exportaciones de cualquier
país. Por lo tanto, Brasil no puede menos que tragarse su malestar con las periódicas decisiones proteccionistas de Argentina. El
matrimonio no anda bien, pero el divorcio sería peor para ambos. Hay que
llegar, por lo tanto, a una fórmula que permita a cada uno vivir su vida, sin
herir demasiado la dignidad del otro. Con Venezuela la cosa es distinta. Aun
cuando el volumen de comercio exterior de Venezuela es de iguales o superiores
dimensiones que el comercio exterior de Argentina, las ventas de Brasil a Venezuela
han llegado, en el momento de mayor esplendor, a un monto cercano a los 5 mil
millones de dólares, cantidad que incluso disminuyó en el año 2013, debido a
las dificultades de pago que presenta Venezuela. En otras palabras, Venezuela
no parece responder a las expectativas de ser un gran mercado receptor de los
productos del Mercosur, tal como esos países pensaron inicialmente. La crisis
mostró las limitaciones del mercado venezolano al poco andar, dejando a Brasil
sin una frontera clara de expansión comercial. Argentina fue para Brasil ese
mercado en expansión, pero ya dejó de serlo. Ya ese mercado dio de sí todo lo
que podía dar. Hay que conservar ese mercado, pues sigue siendo importante,
pero no se puede descansar en él para crecer. Venezuela no alcanzó ni a serlo,
antes de dejar de ser. Hay que volver entonces la mirada hacia la vieja Europa.
sergio-arancibia.blogspot.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario