(Articulo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 4 de
Septiembre de 2012)
En el Chile
de 1988 se llevó adelante una consulta popular plebiscitaria destinada a
resolver si el dictador Augusto Pinochet- que había detentado el poder durante
15 años – seguía en esa condición por 8 años más, o se procedía a la elección
de un nuevo Presidente de la República. Dado que se trataba de una consulta organizada por el propio régimen
militar la desconfianza de la población era generalizada y en muchos casos
justificada. La primera gran batalla que dio y ganó la oposición democrática
fue, por lo tanto, convencer a la ciudadanía de que era posible ganar y de era
imprescindible preparase para participar
en la consulta. Para ello, cada ciudadano debía acudir a inscribirse en el registro
electoral.
Dado que el
gobierno había llevado adelante una masiva campaña de inscripción electoral de
sus adeptos, la posibilidad de que ganara la oposición estaba en directa proporción
a la cantidad total de ciudadanos que se lograra inscribir. Si se superaba la
cantidad de ocho millones de inscritos había posibilidad de ganar. Se llevaban
los cómputos diarios de la cantidad de inscritos y cuando se superó la cifra
crítica ya mencionada la situación cambió cualitativamente. La población había
respondido, y ahora había de centrar la atención en la campaña propiamente tal.
Se creó la
Concertación de Partidos por el NO, conformada por la inmensa mayoría de los
partidos políticos de oposición, aun cuando desgraciadamente no de todos. Ese fue
el órgano dirigente de la campaña.
En materia
de propaganda en TV el organismo electoral
dictaminó que la Comando por el No podía disponer de 15 minutos al día,
a las 12 de la noche, para llevar adelante su propaganda. Dado que era
indudablemente poco, había que hacer un uso extraordinariamente racional y
eficiente de ese espacio de tiempo. Cada spot del No, diferente cada día, se convirtió en una pieza magistral desde el
punto de vista artístico y político, de la cual todo el mundo hablaba al día
siguiente. Se difundió un mensaje de optimismo y de alegría – la alegría ya
viene, fue la consigna central- y se dejó al gobierno la tarea de difundir el
miedo y el insulto.
Para el día
de la votación, era imprescindible tener apoderados del No en cada centro de
votación, y tener centrales de cómputos que permitieran a los dirigentes políticos,
a los periodistas y a los observadores extranjeros, tener en cada momento una visión
clara de los resultados. Todas las mesas fueron cubiertas, en todo el país, y
se crearon en Santiago dos redes paralelas de recopilación de información, en
lugares discretos de la ciudad, por si una de ellas era intervenida por las
fuerzas del régimen. La información casi en tiempo real de lo sucedido en cada
mesa de votación del país, se dispuso en todo momento en Santiago.
A las 2 de
la mañana, se sabía que el triunfo era del No, pero el gobierno se negaba a dar
resultados oficiales. Se temía un desconocimiento de los resultados. Pinochet
convocó a esa hora a los Comandantes en Jefe de las ramas de las Fuerzas Armadas
al Palacio de la Moneda, para estudiar cómo dar un manotazo a los resultados.
Antes de entrar a La Moneda el Comandante de la Fuerza Aérea - que el día
anterior había hecho volar los aviones supersónicos a las 1 de la mañana sobre
Santiago, para atemorizar a la población - reconoce ante la prensa internacional
que el triunfo es del NO, y sólo después entra a la reunión convocada por Pinochet,
con lo cual destruye la maniobra de este último y genera el último elemento que
faltaba para que todo el mundo diera por seguro el triunfo del NO.
Pero hubo un
hecho adicional digno de destacarse. Se temía que si habían esa noche festejos
y manifestaciones de alegría en las calles y plazas del país, el régimen pudiera
organizar disturbios y enfrentamientos, y tomar eso como excusa para
generar un escenario de estado de sitio y de suspensión del plebiscito. La
orden del Comando del No, - a una población que llevaba 15 años de dictadura y
de silencio - fue no salir a celebrar, y la población acató disciplinadamente
esa decisión. Sólo al día siguiente la población pudo dar rienda suelta a su
inmensa alegría y celebrar el hecho histórico que habían protagonizado de
derrotar a una dictadura con organización, unidad, movilización y conciencia ciudadana.
sergio-arancibia.blogspot.com
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