martes, 11 de septiembre de 2012

ALLENDE, LIBERTAD E IGUALDAD


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 11 de Septiembre de 2012.)


El 11 de Septiembre se conmemora la muerte de Salvador Allende acaecida en 1973, en el Palacio de La Moneda, en Santiago de Chile. Ese día los militares golpistas derrocan el gobierno constitucional del país e instauran una de las dictaduras mas oprobiosas que se han conocido en nuestro continente. Salvador Allende prefiere sacrificar su vida antes que ceder o negociar con  las fuerzas golpistas.
El proyecto político de Salvador Allende - no siempre comprendido tanto fuera como dentro del país - buscaba profundizar la igualdad, propia del socialismo, con la mantención y profundización de la libertad, propia de la democracia. Los dos elementos de ese  binomio  -igualdad y libertad -  no siempre han marchado en armonía en los dos últimos siglos de la historia de la humanidad.  
En los países gobernados por las derechas políticas, el elemento rector del ordenamiento social es la libertad, básicamente la libertad económica, con grandes y negativas secuelas en materia de desigualdad social, desigualdad de oportunidades y desigualdad en la distribución de los ingresos y de los bienes y servicios producidos en dicha sociedad.  En ese contexto las libertades y derechos democráticos se convierten en un bien público que realmente no está al alcance de las mayorías desposeídas de bienes y servicios materiales.  Un régimen de esa naturaleza está condenado a vivir en contante conflicto o en contante represión, pues esa desigualdad social no será nunca aceptada por las grandes mayorías nacionales.
En los países que fueron gobernados por lo que se llamo el socialismo real, es decir, la Unión Soviética y los países de la Europa del Este, el principio ordenador fue la igualdad, con grandes sacrificios en materia de libertades democráticas. Se limitó severamente la libertad de expresión, de reunión o de asociación, así como la libre elección, por la vía de votaciones libres y secretas, de las autoridades políticas del país. Todo ello en aras de una eventual igualdad en materia de acceso a bienes y servicios y en materia de oportunidades, lo cual no impedía que la cases dirigente viviera con privilegios imposibles de alcanzar por el común de los ciudadanos. La caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento de todo ese gigantesco experimento de ingeniería social, mostró definitivamente que la mera igualdad - aun cuando sea real y extendida- no es aceptable para los pueblos si no va acompañada de libertad.
La belleza –o quizás lo utópico – del proyecto político de Allende fue el intento de compatibilizar los dos términos de ese binomio: por un lado, avanzar en materia de igualdad social, igualdad de oportunidades, igualdad en el acceso a los servicios sociales básicos, menor desigualdad en la distribución del ingreso, mayor igualdad en el acceso a los bienes materiales y culturales propios de la sociedad contemporánea, haciendo para ello todas las transformaciones estructurales que la sociedad y la economía chilena necesitaban.  Por otro, mantener y profundizar las conquistas democráticas propias del pueblo chileno y del mundo contemporáneo, tales como la libertad de expresión, de reunión, de asociación, de movimiento, de elección de dirigentes políticos, etc.
La grandeza moral y política de Allende es que supo levantar esas dos  banderas a lo largo de más de cuarenta años de intensa actividad política  en el país – siendo diputado, senador y ministro de salud, en diferentes momentos de su vida - y supo enfrentar la muerte en aras de ser consecuente con el proyecto que le había prometido al pueblo de Chile y en función del cual había asumido la Presidencia de la República.
Su proyecto no murió con él. El intento de compatibilizar las ideas de justicia social propias de socialismo, con las libertades democráticas que son patrimonio de toda la humanidad, sigue presidiendo las luchas de inmensos contingentes sociales y políticos en todos los continentes.  Igualmente, la consecuencia moral manifestada al preferir la muerte antes que la traición a sus ideas y sus compromisos políticos, marca para siempre la diferencia ente la política como compromiso ético y conceptual profundo  y la política como mera lucha por el poder, sin importar mucho el cómo ni el para qué.
sergio-arancibia.blogspot.com


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario