(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en TAL CUAL el día 13 de junio del 2012.)
Una noticia que
pasa casi desapercibida en el abundante flujo de información internacional pone
de relieve que Perú no sólo está exportando mangos hacia Japón y hacia China,
sino que incluso esas ventas están en aumento en los últimos meses. ¿Por qué no
puede Venezuela hacer una cosa similar? ¿Acaso los mangos no se dan en abundancia
en todo el llano venezolano?
Desgraciadamente,
ningún país puede hoy en día depender para efectos de su inserción internacional
sólo de lo que la naturaleza le ha proporcionado. Tener acceso a la materia
prima es una condición necesaria, pero no suficiente, para ser exportador. Nadie
puede exportar mangos sólo por el hecho de que estos cuelgan de las ramas de
los arboles. Se necesitan, en este caso particular, de técnicas de pre o de
post cosecha que aseguren que dicho fruto viene libre de pestes o de
plagas. En materia de control de plagas
los países importadores son sumamente cuidadosos en términos de proteger su
propio patrimonio sanitario, y toman todo tipo de precauciones para evitar que
les llegue, en las importaciones que realizan, la plaga de la mosca de la fruta
u otras plagas similares, que podrían perjudicar la producción interna. Por lo
tanto, para exportar, los países de origen tienen que dar garantías comprobables
de que el producto proviene de zonas que han sido formalmente declaradas como
zonas libre de plagas por parte de los organismos internacionales especializados
en estas materia y/o que el producto ha recibido los tratamientos post cosecha
que aseguran la eventual muerte de algún patógeno que pueda quedar oculto.
¿Cuánto hace o puede llegar a hacer Venezuela en esta materia?
INFRAESTRUCTURA
Para
exportar tienen también que constituirse empresas empacadoras que seleccionen
el producto, por su calibre y por su presentación, de modo que ningún mango
vaya con manchas en la piel o con otras características que malogren su presentación.
Posteriormente
tienen que empacarse en cajas que reúnan varias características: tienen que
resistir el peso y el transporte hasta el país de destino y tienen que estar
fabricadas de materiales que aprueben las normas ecológicas que se imponen crecientemente
en el mundo contemporáneo para el material de desecho. ¿Puede Venezuela avanzar
en esta materia?
Una vez que
el producto está seleccionado y adecuadamente empacado, debe transportase hasta
el puerto de embarque, sin sufrir golpes, retardos, ni exposiciones a temperaturas
que lo afecten negativamente, y ser allí almacenado – durante un período de
tiempo no indefinido ni indeterminado, y en cualquier caso breve - hasta el momento
de ser subido a bordo de los barcos que lo llevaran al país de destino. ¿Tiene
Venezuela la capacidad de asegurar esa cadena de transporte, de almacenamiento
y de frio en las condiciones que el producto requiere?
Posteriormente,
el producto debe viajar hasta el país de destino durante un tiempo conocido,
pues el producto sigue sujeto a procesos biológicos – maduración- que afectan
su proceso de venta final. ¿Tienen los puertos venezolanos la capacidad de
asegurar los tiempos de carga y descarga de las naves y el tiempo de navegación
de estas?
Sin
perjuicio de todos estos pasos que se han mencionado el producto debe llegar al
país de destino con un precio que sea aceptable para el importador y para el
consumidor final, lo cual pasa por atender el problema de los costos de cada
uno de los eslabones que componen la cadena.
¿SE PUEDE?
Todo este
caso de los magos – que se comenta sólo a modo de ejemplo- pone de relieve que
el proceso de exportación y de inserción exitosa en los circuitos del comercio
internacional no requiere sólo del acceso a
una materia prima, que esté en el eslabón inicial de una larga cadena de
comercialización, sino que se requiere también de capacidades organizacionales,
empresariales y tecnológicas modernas , de infraestructura vial y portuaria
adecuadas, y de mecanismos bancarios,
cambiarios y financieros suficientemente
agiles. En síntesis, la exportación exitosa es el resultado de una cadena en la
cual cada eslabón es eficiente y rentable. ¿Puede Venezuela ponerse esas metas?
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