(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el dia16 de Julio
del 2012.)
Los peruanos
han realizado inversiones en Chile por un monto que alcanza actualmente los 9
mil millones de dólares. Los chilenos, a su vez, han realizado inversiones en
Perú que suman aproximadamente 11 mil millones de dólares. Alguien – armado de
poco conocimiento económico pero de una buena dosis de sentido común - podría preguntarse si no sería mejor que los chilenos
invirtiesen en Chile y los peruanos en Perú.
Sin embargo,
las cosas son un poco más complejas. Si una empresa chilena especializada en el
retail tiene acceso a fondos invertibles –
ya sea por la vía del crédito o por la vía de utilidades propias no distribuidas-
tiene obviamente la posibilidad de invertir en ese mismo sector dentro de su
propio país, es decir, aumentar su área conocida de actividad. También puede
invertir en otro sector diferente, pero con eso pierde lo que es probablemente
su mayor capital, que es precisamente el conocer cómo se maneja desde el punto
de vista gerencial y tecnológico una empresa de retail. Si se mete a producir
tomates, lo más probable es que no lo haga tan bien como en el negocio del
retail. A su vez, una empresa que produce salsa de tomates, colocada en la
misma disyuntiva inversora, probablemente agotará las posibilidades de
mantenerse dentro de ese mismo negocio, y no intentará incursionar en la actividad
del retail. Esa disyuntiva inversora tiene, sin embargo, una tercera
alternativa: invertir en el extranjero, en la actividad que cada uno domina.
Este proceso de internacionalización le permitirá probablemente a la empresa
mantener sus tasas de ganancia, pero también es posible que le permitirá incrementar
sus niveles de eficiencia en los dos países
donde mantendrá actividades, pues la mayor escala de producción le permitirá disfrutar
de lo que los economistas llaman “economías de escala” que se traducirán, en
última instancia, en mejores precios, en mejores calidades y mejor servicio en
todas la cadena de producción, en ambas economías.
La economía
peruana se verá indudablemente beneficiada con esta inversión proveniente del
extranjero - de Chile en este caso - pues mejorarán en su país los niveles de ocupación
y de generación de ingresos y de productos.
Pero ¿perjudica esto a los trabajadores chilenos? Indudablemente los perjudicaría
si se estuviera en presencia de un proceso sistemático y sostenido de salida de
capitales, que salen del país sin perspectiva de retorno. Pero si se trata de
una autopista de dos direcciones, donde hay capitales que salen y capitales que
ingresan a la economía nacional, entonces la cosa es distinta. Tanto Chile como
Perú - no en sus relaciones bilaterales sino en sus relaciones con el mundo- son economías que actúan como receptoras netas
de capitales extranjeros. Por lo tanto, el sistema globalmente considerado de
apertura financiera - y sobre todo de apertura a la entrada y salida de
inversión extranjera directa- les
beneficia en términos netos. Alguien podría, sin embargo, preguntarse si no
sería mejor un sistema en donde solo se permitiera la entrada de capitales pero
no la salida. Pero, si todos los países operaran con esa lógica, es obvio que
el sistema financiero internacional no podría funcionar pues habrían puros
países receptores de capital y ningún país emisor. Y aun cuando se permitiera
que algún país individualmente considerado funcionara con esa modalidad, sin
que su experiencia se generalice, no es seguro que eso le traería beneficios,
pues los capitales no suelen localizarse en economías donde queden encerrados,
sino que desean tener las puertas abiertas para aprovechar las múltiples
oportunidades que el mundo contemporáneo les ofrece, a menos que negocien con
el gobierno correspondiente condiciones muy favorables de funcionamiento, de
rentabilidad y de repatriación de utilidades.
Hay otros dos
argumentos que es importante tener en cuenta en el análisis de estas
situaciones. En primer lugar, si los capitales invertibles que se acumulan
dentro de un país pertenecen fundamentalmente, por la vía de los fondos de
pensiones, a los millones de trabajadores en activo, estos estarán interesados
en que esos fondos se potencian y se incrementen en la mayor medida posible,
por la vía de su inversión allí donde su rentabilidad sea máxima. En segundo
lugar, situaciones de esta naturaleza permiten avanzar en los procesos de
integración económica regional mucho más que cien encendidos discursos
fraternales y solidarios.
sergio-arancibia.blogspot.com
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