(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital
de TAL CUAL el día 9 de mayo de 2018)
La reconversión monetaria consiste, en lo sustantivo, en quitarle
tres ceros a la actual estructura monetaria. O dicho en otras palabras, lo que
antes valía mil bolívares fuertes, ahora tendrá un valor de un bolívar
soberano.
Esta medida ya estaba, en la práctica, en vigencia -de hecho,
aun cuando no de derecho - pues la mayoría
de los consumidores y de los comerciantes, enfrentados a los precios de mercado,
preferían hablar de un valor de 350, en vez de decir 350 mil. O de mil, en vez
de un millón. Y así. Ya todos entendían, y se ahorraban palabras que enredaban
las cosas más que aclararlas.
Esta medida tiene algunas cosas buenas. Desde el punto de vista
contable ayuda a que las máquinas y los hombres puedan simplificar los números
que deben registrar. Trabajar con 6, 8 o 10 dígitos es una cuestión complicada
desde el punto de vista de los registros contables, que muchas veces no están
adaptados para trabajar con tantos dígitos. Hasta allí las cosas positivas.
Pero, desde el punto de vista monetario hay cuestiones más
importantes de las cuales preocuparse. La primera y más importante es la hiperinflación.
La reconversión monetaria no tiene nada que ver con una política antiinflacionaria.
Mas aun, pone de relieve que se carece de una política de esa naturaleza. Tiene,
sin embargo, mucho que ver con la inflación que ha tenido lugar en los últimos
años en el país. Hace pocos años, nació el bolívar fuerte - que a su vez equivalía
a 1.000 de los bolívares sin apellido - y ahora nace el bolívar soberano - que
equivale a 1.000 bolívares fuertes. Entonces, desde un nacimiento al otro ha tenido
lugar una inflación de 100 mil %, -repetimos: cien mil por ciento- en el supuesto
de que el bolívar fuerte haya tenido, en su momento inicial, un poder adquisitivo
cercano a lo que se puede comprar hoy en día con el bolívar soberano, es decir
casi nada. Téngase en cuenta que un café pequeño tiene un valor cercano a los
150 mil bolívares fuertes, dependiendo de donde lo compre, y ahora tendrá un
valor de 150 bolívares soberanos.
Se han cambiado los nombres, se ha cambiado la forma de
medir los precios, pero no hay nada en esa reconversión monetaria que permita
pensar que se está en presencia de una política de control de la inflación.
El segundo gran problema monetario que existe hoy en día en
el país es que el valor total de todos los billetes y monedas que circulan en
la economía nacional es un porcentaje muy bajo del valor de todos los bienes y
servicios que se transan habitualmente. Más aun, este último valor aumenta día
a día, mientras que el monto del efectivo monetario se mantiene estancado, o no
crece a la misma velocidad. De allí el extraño fenómeno que se ha generado en este
país de que los billetes, habiéndose convertido en un bien escaso, tienen un precio
en el mercado superior su valor nominal o facial. Hay, por lo tanto, que
imprimir y echar a circular una cantidad mayor de efectivo – billetes y monedas
– que mantenga una proporción más adecuada con los bienes de servicios que se
transan en el mercado nacional. Y la mera reconversión monetaria no asegura que
se cumpla ese propósito. Es posible que la reconversión implique en su primer
momento la presencia de nuevos billetes y monedas, que tengan a su vez más
valor nominal, pero la inflación, que no parece detenerse, volverá nuevamente
escasos esos nuevos billetes, igual como volvió escasos los billetes que
estaban nominados en bolívares fuertes.
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