(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 16 de mayo
del 2018)
La economía
no es tan compleja como el gran público supone y como algunos economistas
intentan hacer creer. Veamos, en los términos más simples posibles, el problema
actual de los flujos internacionales de divisas y el precio del dólar, por lo
menos en el ámbito latinoamericano.
Las tasas de
interés en Estados Unidos han subido y/o amenazan con tener aumentos en el
transcurso del año. Los bonos de la reserva federal están pagando una tasa
cercana al 1.5 %, lo cual es el piso para todo el resto del sistema financiero
norteamericano e incluso mundial. Pero que sea el piso - es decir, la tasa más
baja a la cual se pueden colocar fondos en el sistema financiero - implica que
todo el resto de las colocaciones posibles ofrecen tasas más altas. Eso hace
que muchos capitales que andan por el mundo en busca de colocaciones rentables
miren y viren crecientemente hacia los Estados Unidos y hacia las diferentes
opciones que ofrece el sistema bancario y/o financiero de dicho país.
Que los
capitales, sobre todo los de corto plazo, busquen el mercado norteamericano
implica que abandonan a los países llamados emergentes - los países en
desarrollo pero con mercados financieros y bursátiles relativamente ordenados -
generando en estos últimos una menor oferta de dólares en el mercado local. En
otras palabras, hay una cierta salida de capitales desde los países emergentes
hacia Estados Unidos. Eso trae como consecuencia que el dólar se hace más
escaso en los países de salida, y por lo tanto más caro. Se generan fuerzas que
apuntan hacia la devaluación de la moneda local de esos países, o lo que es lo
mismo, hacia la revaluación del dólar.
Si se
revalúa el dólar - en México o en Chile, en Colombia o en Brasil, y sobre tdo
en Argentina – para nombrar los países en que este fenómeno se ha presentado
con mayor fuerza en el transcurso de mayo -
hay varias consecuencias en las economías locales. Por un lado, se
benefician los tenedores de dólares, públicos o privados: bancos privados, bancos centrales, algunas
empresas, y también ciudadanos que tuvieron la precaución de ahorrar en
dólares. En líneas generales se benefician todos los que tienen activos en
dólares, incluida en esta categoría las deudas por cobrar. Se perjudican los
consumidores y los importadores, que tienen que sacrificar una cantidad mayor
de sus activos e ingresos en moneda local para poder adquirir un dólar, o
adquirir los bienes que se adquieren con dólares. También se perjudican los que
tienen deudas nominadas en dólares. Los exportadores, por otro lado, se
benefician, pues reciben una cantidad mayor de moneda local por cada dólar que
consiguen por la vía de sus ventas internacionales.
El alza de
la tasa de interés norteamericana no es la única razón por la cual se produce
la revaluación del dólar en los países emergentes. Hay elementos locales que
ayudan o que empujan en la misma dirección, tales como el déficit fiscal o el
déficit comercial. También hay elementos contrarrestantes, que ayudan a que los
elementos externos no golpeen a la economía local con mucha fuerza, tajes como
el volumen de reservas que se hallan acumulado en el Banco Central, y que
puedan ser utilizadas como colchón de ajuste frente a la salida de capitales
privados, o la capacidad de endeudamiento que tenga el país. La suma y las
restas de todos estos elementos determinará si el país entra en crisis o si se
capea la situación con seguridad y elegancia. En alguna medida, eso es lo que
ha estado pasando en el último mes en muchos países de nuestra América Latina.
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