miércoles, 16 de mayo de 2018

VENEZUELA Y LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 11 de mayo de 2018)


No parece que le haya ido bien a Venezuela en materia de inversión extranjera directa. Esta categoría económica internacional mide el grado en que una economía logra nutrirse de aportes de capital provenientes del extranjero, que lleguen para levantar empresas en las cuales los mismos tengan un grado de control importante. En otras palabras, se trata de fondos provenientes de exterior que vengan a correr riegos, a levantar empresas, a producir bienes y servicios, a contratar mano de obra, a aprovechar recursos naturales existentes, a potenciar exportaciones y/o a aportar tecnologías.

Según datos recientes de Cepal – que en lo que respecta a Venezuela solo alcanzan hasta 2015- se muestra que en ese año, la inversión extranjera directa en todo la América del Sur -desde la frontera colombo panameña al sur -  conformada por 10 países, alcanzó a 131 mil millones de dólares. De esa cantidad Venezuela captó un porcentaje cercano al 1 % - 1.383 millones de dólares - lo cual es manifiestamente un porcentaje que no se corresponde con su peso demográfico, geográfico ni económico. Los países que captaron los mayores porcentajes fueron Brasil – con el 56.7 % -  Colombia -con el 10.3 % - Chile – con el 9,2 % y Perú – con 5.2 % - es decir, países a los cuales les va bien en lo económico.

Venezuela tiene hoy en día condiciones económicas que podrían interpretarse como muy favorables para el inversionista extranjero. En este país, con un millón de dólares es posible comprar más activos económicos – empresas, departamentos, tierras, vehículos – que en cualquier otro país de América del Sur. Con 100 millones de dólares es posible comprarse una cantidad de activos considerables. Todo lo que se quiera comprar sale aquí más barato que en otros países de la región. Además, la mano de obra es barata, y las leyes existentes en materia de IED dejan abierta la puerta como para negociar condiciones especiales cuando se crea que las circunstancias lo ameriten.

¿Por qué la inversión extranjera, entonces, no llega? ¿Por qué el famoso arco minero no atrae a empresas nuevas que quieran incursionar en la minería del oro o de los diamantes? ¿Por qué las miles de fábricas que han cerrado sus puertas no son inmediatamente adquiridas por capitalistas extranjeros, a precio de gallina flaca?

Hay, al menos, dos respuestas a esos interrogantes: las IED no llega por las condiciones políticas y por las condiciones legales. La mayoría de los inversionistas extranjeros son empresas que hacen cálculos de largo plazo. No son aventureros que vengan por un año o dos, a ganar lo que se pueda y salir cuanto antes, aun cuando éstos también existen y se hacen presentes.  Pero el que quiera venir por cinco o más años necesita seguridad jurídica y seguridad política y parece que ninguna de esas dos condiciones están presentes en la Venezuela de hoy. Y no nos referimos a que un mismo equipo gobernante se mantenga en el poder, sino a que exista una institucionalidad que sea aceptada y apoyada por los actuales gobernantes y por sus opositores, de modo que esa institucionalidad se mantenga, aun cuando cambien los gobiernos. Pero nada de eso existe. Así que solo nos quedamos con el 1% de las inversiones extranjeras de la región y con una buena cantidad de aventureros.      

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