(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital
de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 6 de Abril de 2018)
En los años
2016 y 2017 tuve obligatoriamente que hacerme sendos electrocardiogramas, pues
estos, y el informe correspondiente de un cardiólogo, han pasado a ser
requisitos indispensables para cualquier
cirugía. Pero esos electros no detectaron ni remotamente nada tán peligroso
como una obstrucción cercana al 90 % que presentaban, supongo ya en ese
entonces, mis arterias coronarias, situación que solo se detectó en el 2018, en
una situación diferente.
Una
obstrucción del 90% obligaba, casi en forma inmediata, a una cirugía de corazón
abierto tendiente a poner un by pass coronario, pues existía peligro inminente
de que sobreviniera un infarto en cualquier momento. Toda esta esta situación solo se detectó por
la vía de un cateterismo, que es un examen mucho más complejo y más claro en el
diagnóstico que arroja.
La primera
conclusión que yo saco - sin ser en absoluto versado en ciencias médicas – es
que el electrocardiograma no es un examen suficientemente completo - y por lo
tanto no enteramente confiable - como
para dar cuenta de los problemas más de fondo que uno enfrenta a nivel del
corazón.
Si me hice
un cateterismo primero - y la cirugía encaminada a colocar el by pass, en
seguida - fue porque comencé a sentir unos agudos dolores en la espalda cada
vez que hacia un ejercicio fuera de lo normal, incluido un ejercicio tan
inocente como subir un piso caminando por las escaleras de cualquier edificio.
Esos dolores me condujeron a un internista, pues yo, en mi ignorancia, no
relacionaba esos dolores con el corazón. Pero el internista, buen médico,
derivó rápidamente la mirada y los exámenes hacia la situación cardíaca, todo
lo cual condujo finalmente a las intervenciones ya mencionada.
Una segunda
conclusión que uno saca de lo anterior que el corazón es una pieza tan noble
que avisa cuando algo está sucediendo mal en su interior o en sus cercanías,
aun cuando esos avisos no son todos iguales ni son fácilmente
decodificables. Conociendo ahora otros
casos he visto que en otras personas los dolores se presentan en un brazo, o en
el pecho. El aviso ya más fuerte, para los que tienen menos oído, es el infarto
puro y simple, que puede terminar en la muerte o en situaciones de minusvalía
sumamente lamentables.
Para poder
pasar a la fase de la cirugía no solo hacía falta decisión y responsabilidad.
Hacía falta también dinero puro y duro. Hay varios centros médicos en Caracas
y/o en el país donde es posible hacerse el cateterismo y la operación de
colocación del by pass con altos niveles de calidad y de seguridad. Pero la medicina privada ha devenido en una
medicina de altos costos, que deben ser cubiertos íntegramente por los
usuarios. Buscar por el lado de la medicina pública es lento y peligroso. En
los hospitales públicos no hay la tecnología médica que esos procesos
requieren, o los equipos están fuera de uso por falta de repuestos, o los
equipos humanos se han dispersado por el mundo en busca de mejores horizontes.
Las compañías de seguros no ayudan mucho tampoco, pues los montos que cubren no
se compadecen con el costo de una operación de corazón abierto. Por lo tanto,
el que no tiene ahorros equivalentes a unos 10 mil dólares de los cuales pueda
disponer rápidamente, se muere. Esa es la tercera y lamentable conclusión a la
que uno puede llegar en un caso como este. Esa es la situación a la cual ha
llegado la salud pública en el país.
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