viernes, 19 de mayo de 2017

LA DICTADURA NO PAGA


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de EL MUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS, el día 18 de mayo de 2017)

Los países de la América Latina no están creciendo en forma acelerada - como lo hicieron en la primera década del presente siglo - pero no están tampoco sumidos en una crisis o en una depresión imparable. Están creciendo más lentamente que en otros momentos del pasado reciente. La baja en los precios de las materias primas, en el mercado internacional, les ha generado problemas a todos, pero no todos han sufrido en la misma forma. Hay países que contaban con reservas internacionales, a las cuales pueden recurrir en período de vacas flacas, o tenían una menor dependencia con respecto a la principal materia prima de exportación, o habían tejido con anterioridad una red de convenios internacionales que les permiten acceso privilegiado en ciertos mercados, donde pueden llegar con mercancías no tradicionales, o pueden reducir ciertos gastos fiscales sin causar hambrunas generalizadas ni búsqueda de alimentos en medio de la basura. Pero Venezuela es la excepción a lo que sucede en toda la América Latina por dos razones: no hay crecimiento, ni hay democracia.
En Venezuela las reservas internacionales del Banco Central están en el nivel más bajo de los últimos 20 años - 10.137 millones de dólares, a principios de mayo -  nivel menor incluso que cuando el precio del petróleo no superaba los 10 dólares por abril, en los últimos años del gobierno de Caldera. Y gruesa parte de esas reservas están constituidas por oro monetario, que tiene menor liquidez que las divisas constantes y sonantes, y tiene mayores costos para ser vendido y/o transportado.
Venezuela se presenta ante los mercados financieros internacionales con la tasa de riesgo país más elevada de toda nuestra América -2.228 puntos a principios de mayo -  lo cual refleja que la comunidad internacional visualiza con preocupación la capacidad de pagos que puede presentar el país en el futuro cercano.
Venezuela tiene un parlamento que ha sido despojado de sus atribuciones de dictar leyes y de ejercer control sobre el Ejecutivo, y tiene un Poder Judicial que permite que muchas personas estén privadas de libertad durante meses o años por juicios de dudosa legalidad, o incluso sin juicio alguno.
En Venezuela, por lo tanto, el Ejecutivo actúa sin control del parlamento ni del poder Judicial, con amplios poderes para gobernar por la vía de decretos leyes y con control casi absoluto de la prensa. La capacidad del Ejecutivo de imponer un criterio único, por lo tanto,  en materias políticas o económicas, es casi total
Sin embargo, o quizás como consecuencia de todo ello, se exhibe el nivel inflacionario más alto del planeta tierra y la caída más violenta del PIB, y las manifestaciones en pro de democracia más masivas y sostenidas de todo el continente.
El cojo siempre tiende a echarle la culpa al empedrado, pero en este caso eso resulta bastante difícil: se hace evidente ante los ojos de la inmensa mayoría del país, y ante la comunidad internacional, que Venezuela se ha sumido en los infiernos por obra y gracia de un gobierno absolutamente ineficiente y con un alto talante autoritario y dictatorial. La democracia se perfila, una vez más, como un sistema político no solo bueno desde un punto de vista ético – todos los ciudadanos tienen los mismos derechos- sino también desde un punto de vista de la eficacia y la eficiencia económica. Jamás Venezuela habría llegado a los niveles en que se encuentra si hubiera gozado de mínimas condiciones de democracia política. La dictadura definitivamente no paga.

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