viernes, 26 de mayo de 2017

EL PELIGRO NO ES UNA NUEVA CONSTITUCION


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de ELMUNDO ECONOMÍA Y NEGOCIOS el día 25 de mayo de 2017)

El peligro de la asamblea constituyente propuesta por el Ejecutivo no radica en que ésta de origen a una nueva constitución. Ni siquiera en el hecho de que esa nueva constitución no sea refrendada por el pueblo soberano en elecciones libres. No. El problema no está allí. El peligro mayor es que la asamblea constituyente se instale y asuma todo el poder en el país. Es decir, una asamblea constituyente que se sienta depositaria del poder que le entrega el soberano, y por sobre el cual no hay poder alguno. Así fue en tiempos de Chávez. La asamblea constituyente se coloca desde el día uno de su instalación por sobre el poder ejecutivo, legislativo y judicial, e incluso por sobre el poder regional. Asume todos los poderes del Estado, los cuales, si sobreviven, lo hacen en forma de poderes delegados, subordinados y transitorios.
Si la política es - en el fondo de las cosas - una lucha por el poder, la convocatoria a la asamblea constituyente es una forma de resolver el problema del poder. Es reconocer, desde luego, que las protestas de los últimos 50 días han puesto en jaque el poder que detenta el Presidente Maduro, y que tal poder, tal como se expresa hoy en día, no es suficiente como para contener la arremetida nacional a favor de la democracia. Se necesita -desde el punto de vista de Maduro y de los estrategas nacionales y extranjeros que lo asesoran - un golpe que legitime el poder actual o que genere un poder distinto pero parecido.
Una asamblea constituyente - generada por el extraño e ingenioso mecanismo corporativo propuesto por el Gobierno - asumiría integro todo el poder legislativo, cosa que no pudo hacer la actual Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. La Asamblea Nacional no solo se quedaría sin poder alguno, tal como está ahorita, sino que dejaría de existir y cada diputado dejaría de ser tal.
Una asamblea constituyente en los términos en que ha sido propuesta por el Ejecutivo podría dejar también cesantes a los jueces del Tribunal Supremo de Justicia, aun cuando los actuales podrían ser mantenidos en sus cargos en reconocimiento a los servicios prestados.
Con respecto al Ejecutivo, lo más probable es que la primera medida de la fulana asamblea constituyente sea ratificar en su cargo al Presidente Maduro, con algunos cambios en sus atribuciones -gobernar por decreto, por ejemplo – y en las atribuciones de sus ministros y altos funcionarios, que podrían dejar de estar sujetos al molesto control parlamentario. Sin embargo, puede suceder que algunos se pongan creativos y propongan cosas diferentes. Diferentes a Maduro. Nunca se sabe.
¿Qué pasaría con las Fuerzas Armadas? No hay dudas de que la institución armada tiene reivindicaciones que le son propias, por ejemplo, en su permanente relación conflictiva con el poder civil. También aspiraciones económicas y corporativas. Todas esas demandas podrían ser aprobadas por la asamblea constituyente en el día uno de su instalación, para poder de allí para adelante trabajar tranquilos en otras cosas.
Todos esos cambios se podrían hacer en dos fases: uno de hecho, basado en el poder que la asamblea constituyente tendría mientras exista - por sobre cualquier otro poder existente en el país - y otro por la vía de escribirlo en una nueva constitución, si es que todavía fuese necesario.




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