viernes, 4 de noviembre de 2016

847 MEDICOS MENOS


(Artículo de Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 4 de noviembre de 2016)

 En Chile, los médicos graduados en el extranjero, que aspiran a trabajar en el sistema público de salud, deben rendir y aprobar una prueba de conocimientos que se lleva adelante una vez al año bajo la responsabilidad de un organismo denominado Examen Único Nacional de Conocimientos de Medicina, Eunacom, cuyo Consejo Directivo lo conforman los Decanos de la Facultades de Medicina del país.
La próxima versión de esa prueba se llevará a efecto el 14 de diciembre. Hay inscritos para participar en ella un total de 2.448 galenos. De ellos 847 son venezolanos, los cuales constituyen el sub grupo nacional más numeroso dentro de los participantes. En el año anterior participaron 338 venezolanos. Ambas cifras no se pueden sumar, pues hay médicos que no aprobaron la prueba en el 2015 y la vuelven a presentar en el 2016. Pero la solo presencia de 847 médicos venezolanos en territorio chileno, tratando de generar condiciones que les permitan trabajar a mediano y largo plazo en ese país, es una situación que merece ser analizada con detenimiento y preocupación. Ya no se trata de casos particulares y aislados, sino que las cifras mencionadas dan cuenta de un problema de emigración masiva de talentos.
Dicha emigración de médicos es, por un lado, un hecho representativo de que en Venezuela dichos profesionales no obtienen las remuneraciones que se corresponden con sus muchos años de estudio y con su elevada capacitación profesional. Y esa falta de remuneración adecuada se debe, a su vez, a la falta de presupuesto del conjunto del sector salud, que camina irremediablemente en dos direcciones opuestas: por un lado, hacia la pauperización y la crisis del sistema de público de salud, y por otro, hacia el desarrollo del sistema privado de salud.
Pero no se trata solo de un problema de buscar un lugar en el mundo donde su trabajo pueda ser bien remunerado, lo cual es una búsqueda justa y legítima. Los médicos que aceptan sacrificar su remuneración en aras de trabajar en su propio país, se enfrentan con la falta de equipos, insumos y medicamentos en los hospitales y centros de salud, y con la desidia más absoluta de los medios oficiales frente a esa situación. No son solo los médicos los que han devenido en no importantes para el gobierno, sino que el conjunto de la salud pública ha dejado de ser una prioridad para las esferas oficiales.
Frente a esta situación las reacciones son variadas. Hay quienes buscan solución por la vía represiva, postulando que hay que impedirles la salida de Venezuela, y/o imponerles, a quienes quieran salir, que paguen elevadas cantidades de dinero que compensen el costo de la educación que se les ha proporcionado. En otras palabras, que compren su libertad. Hay otros que creen que las condiciones en el país pueden cambiar de modo de volver a darle a cada quien una remuneración acorde con sus estudios y con lo delicado de su función social. Desgraciadamente esta última visión del problema, siendo positiva y optimista, si es que se hace realidad, puede detener la salida de profesionales, pero es muy difícil que los médicos que salieron del país y que se asentaron profesionalmente en el extranjero y que han formado allí una familia, vuelvan a los primeros síntomas de cambios relevantes en Venezuela. Se trata de un capital que a Venezuela le costará recuperar.

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