(Artículo de
Sergio Arancibia publicado en la edición digital de TAL CUAL el día 28 de
Diciembre de 2015)
Entre los
estudiosos del tema en América Latina es una verdad suficientemente aceptada el
que el embarazo juvenil es una de las vías fundamentales a través de la cual se
transmite intergeneracionalmente la situación de pobreza. Las muchachas pobres
en edad reproductiva, al quedar embarazadas se ven obligadas a dejar sus estudios,
lo cual desde ya se convierte en un elemento que la condena de por vida a una
situación de pobreza o de bajos ingresos. Si es pobre y no estudia tiene altas
posibilidades de que ella y sus hijos sigan siendo pobres. Si es pobre y queda
embarazada, tendrá que vivir allegada con sus padres, o con los padres del
padre, con lo cual incrementa el problema de hacinamiento familiar y necesariamente
las condiciones de pobreza de la familia que la acoge. Podemos asumir como supuesto que las muchachas
de clase media o alta tienen las mismas posibilidades de quedar embarazadas,
aun cuando sus condiciones de vivienda no las hacen vivir en el mismo grado el
problema del hacinamiento. Pero para estas
últimas las posibilidades de usar las condiciones que ofrece la medicina - en
sus manifestaciones legales o clandestinas, dentro o fuera del país- para
interrumpir el embarazo no deseado so
mucho mayores. Además, aun cuando el embarazo siga adelante, eso no las arrastra a una situación de pobreza, a pesar
de que limite sus posibilidades de ascenso educacional, profesional y social.
Todo esto
viene al caso por cuanto estudios recientes de Naciones Unidas indican que Venezuela es
el país en América Latina y el Caribe que presenta los más altos
porcentajes de embarazo juvenil. Las cifras muestran que el 101 por mil de los
embarazos corresponden a embarazos juveniles, mientras que en el resto de la
región esa tasa llega solamente a 76 por mil.
En los tiempos
que corren en Venezuela el problema del embarazo juvenil, ya de por si alto, se
incrementa más aún por la imposibilidad, o por lo menos las dificultades, para adquirir preservativos o pastillas anticonceptivas.
Este no es,
indudablemente, el único mecanismo a través del cual se genera el círculo vicioso
que hace que los hijos de pobres devengan en pobres, pero es uno de los fundamentales.
La educación, ya mencionada, y la salud, son
otros factores importantes. En lo que respecta a la educación se va
generando una segmentación extraordinariamente grave. Hay educación masiva,
gratis y de mala calidad, para pobres, y educación de buena calidad, cara, para las capas medias y altas de la
población. Los primeros generan egresados, aun de nivel universitario, que no
dominan las habilidades que necesita hoy en día el aparato productivo y son
condenados a trabajos de baja productividad y remuneración. Los otros dominan
las tecnologías de la información y las comunicaciones, los idiomas que se
hablan en el mundo contemporáneo, y las habilidades que requiere el aparato
productor de bienes y servicios de calidad en el mundo contemporáneo. Incluso
hay universidades que se ufanan de recibir a estudiantes de escasa preparación,
sin exámenes de admisión, y de llevarlos hasta el momento de la graduación sin
repetir ni una sola materia. La masividad en lo que respecta a ingresos y
graduación es el único indicador que les
importa. Los indicadores propiamente académicos no juegan ningún papel.
Junto con
arbitrar todos los medios para evitar el embarazo juvenil, hay que dar luchas
como para que todo el sistema educativo, desde el preescolar hasta la universidad,
exhiba elevados niveles de calidad y permita a los usuarios acceder a mayores
niveles de productividad, de remuneración y de vida que la que conocieron sus
padres.
sergio-arancibia.blogspot.com
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